InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2014

3.04.14

Nisan

Nisan

Las Sagradas Escrituras son, sin duda alguna, una fuente privilegiada para conocer lo que somos, en cuanto a la fe y en cuanto a nuestra vida eterna.

Dice, a tal respecto, el capítulo 12 del Éxodo (versículos 1 ss) lo que sigue:

”Dijo Yahveh a Moisés y Aarón en el país de Egipto: ‘Este mes será para vosotros el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año. Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa. Y si la familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al vecino más cercano a su casa, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer…’

Esto es, como es más que sabido, la indicación de cómo debía celebrar, el pueblo elegido por Dios, su liberación de la esclavitud de Egipto o, lo que es lo mismo, el paso del Creador-Liberador por la vida de sus hijos. En resumen, la Pascua.

Quedó, en efecto, liberado del yugo duro y fuerte al que había estado sometido el pueblo judío. Por eso se celebraba (y es de suponer que se sigue celebrando ahora) un momento histórico tan importante.

Aquel mes, el primero desde entonces así considerado en el calendario judío, era el de Nisan. Y fue en aquel mes cuando Jesucristo entró en Jerusalén entre multitudes que lo aclamaban como el Enviado de Dios y cuando, las mismas multitudes reclamaron, en el Pretorio, su muerte en Cruz.

Es cierto, sin embargo, que, como Dios hace todas las cosas nuevas, tenía que procurarnos una nueva Creación. No se trataría de la que daría luz a la tierra y al cielo, a los seres vivos y, entre ellos, al ser humano, semejanza suya, sino una nueva en el sentido de pacto entre Él, Señor Todopoderoso y su descendencia a través de su Hijo Jesucristo.

Y todo eso pasó en aquel mes de Nisan.

Leer más... »

2.04.14

Contra Rouco Varela: lo digo con nombre y apellidos

Rouco-Bastante

Hay que destapar a los personajetes ruines que pululan por el mundo. Es la mejor manera de darse cuenta de con quién nos las tenemos que jugar. Y es que, además, uno se queda la mar de a gusto.

Como el título del artículo de hoy es el que es, conviene no desdecirse.

Jesús Bastante Liébana. Es, como es de todos conocido, el cómplice de José Manuel Vidal en Religión Digital do mora mucho de lo malo que, teológicamente hablando, hay en España y en el mundo conocido de habla hispana o no hispana. Todo aquel, pues, que tenga una visión torcida de la Iglesia católica puede encontrar, en tal página internáutica un nido donde habitar con los huevos que la serpiente allí ha puesto.

Bueno.

Sabemos que el cardenal Rouco Varela es Arzobispo de Madrid. Como tal celebró el funeral por el alma del que fuera Presidente del Gobierno de España hace, ya, muchos años, y recientemente fallecido Adolfo Suárez González. Y dijo, en la homilía, algo tan elemental como esto:

“La concordia fue posible con él. ¿Por qué no ha de serlo también ahora y siempre en la vida de los españoles, de sus familias y de sus comunidades históricas? Buscó y practicó tenaz y generosamente la reconciliación en los ámbitos más delicados de la vida política y social de aquella España que, con sus jóvenes, quería superar para siempre la guerra civil: los hechos y las actitudes que la causaron y que la pueden causar”.

Pues bien. Cualquiera que mire lo que pasa ahora mismo en España puede ver que, en efecto, hay hechos y actitudes no parecidas sino exactamente iguales que las que acabaron produciendo el estallido de la Guerra Civil en 1936: quemas de templos o intento de quemarlos, profanaciones, insultos, vejaciones contra miembros del clero, etc.
Eso nadie lo puede negar a no ser alguien que sea discípulo del Príncipe de este mundo o, llamado también, Satanás.

Pero para Jesús Bastante Liébana esto son cosas dichas por persona que no está bien de la cabeza.

Leer más... »

1.04.14

Un amigo de Lolo - Los ánimos de Dios

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Los ánimos de Dios

“La felicidad es la espuela de Dios, siempre clavada venturosamente en nuestros ijares”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (864)

“Venirse abajo” es algo que, comunmente, se dice de quien, por alguna circunstancia muy personal siente decaer su ánimo.

Es bien cierto que el ser humano es dado, quizá en exceso, a sentirse mal por cualquier nadería. Y es nadería todo lo que nos pasa en comparación con la eternidad que tanto anhelamos. Y nada lo que nos pueda suceder por muy afectados que nos manifestemos o nos encontremos. Es decir, es nadería… absolutamente todo lo humano comparado con.
El ser creado por Dios a su imagen y semejanza olvida, con excesiva facilidad que es, eso, imagen de Dios y semejanza del Todopoderoso. Por eso se siente inmerso en situaciones hacia las cuales se ha dirigido él mismo en la mayoría de las ocasiones o, simplemente, se ha dejado llevar por no haber sido capaz de sostener su fe frente a los embates del enemigo.

Y es que caer en las trampas de los diversos demonios que pululan por el mundo, del cual su jefe es el Príncipe, no es nada del otro jueves sino, por desgracia, bastante común. Por eso muchas veces nos sentimos atrapados por aquello que, en circunstancias normales de vivencia de una fe perfecta, no debería causarnos malestar alguno. Pero, ya sabemos que si la carne es débil, el espíritu (el nuesrto) no le anda a la zaga.

Sin embargo, también para esto Dios tiene remedio o solución.

Leer más... »

31.03.14

Serie oraciones – invocaciones - Letanías de San José

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: Letanías de San José

San José

-Señor, ten piedad de nosotros.
-Cristo, ten piedad de nosotros.
-Señor, ten piedad de nosotros.
-Cristo, óyenos.
-Cristo, escúchanos.
(Se repite)

-Dios, Padre celestial
-Dios Hijo, Redentor del mundo
-Dios Espíritu Santo
-Santa Trinidad, un solo Dios
Ten piedad de nosotros.

-Santa María,
-San José
-Ilustre descendiente de David
-Luz de los patriarcas
-Esposo de la Madre de Dios
-Custodio purísimo de la Virgen,
-Nutricio del Hijo de Dios
-Diligente defensor de Cristo
-Jefe de la Sagrada Familia
-José justo
-José casto
-José prudente
-José fuerte
-José obediente
-José fiel
-Espejo de paciencia
-Amante de la pobreza
-Modelo de obreros
-Gloria de la vida doméstica
-Custodio de vírgenes
-Sostén de las familias
-Consuelo de los desdichados
-Esperanza de los enfermos
-Patrono de los moribundos
-Terror de los demonios
-Protector de la santa Iglesia
Ruega por nosotros.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo

Perdónanos, Señor.
-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo

Escúchanos, Señor.

-Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo

Ten piedad de nosotros.

V. Lo nombró administrador de su casa.
R. Y señor de todas sus posesiones.

ORACIÓN

¡Oh Dios, que con inefable providencia te dignaste elegir a San José para esposo de tu Santísima Madre!; te rogamos nos concedas tenerlo como intercesor en el cielo, ya que lo veneramos como protector en la tierra. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Invocamos a san José porque sabemos que Dios, en efecto, lo eligió, de entre los hombres de su tiempo, por tener una serie de cualidades y ser rico en virtudes y fidelidad al Todopoderoso. En primer lugar, por haber aceptado la llamada del Creador a ser el padre adoptivo de su Hijo y, en segundo lugar, por haber cumplido con la voluntad del Señor.

Leer más... »

30.03.14

La Palabra del Domingo - 30 de marzo de 2014

Jn 9, 1. 6-9. 13-17. 34-38

Biblia

“1Vio, al pasar, a un hombre ciego de nacimiento.

6 Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, y untó con el barro los ojos del ciego 7y le dijo: ‘Vete, lávate en la piscina de Siloé’ (que quiere decir Enviado) El fue, se lavó y volvió ya viendo. 8 Los vecinos y los que solían verle antes, pues era mendigo, decían: ‘¿No es éste el que se sentaba para mendigar?’ 9 Unos decían: ‘Es él’. ‘No, decían otros, sino que es uno que se le parece.’ Pero él decía: ‘Soy yo’.

13 Lo llevan donde los fariseos al que antes era ciego. 14 Pero era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. 15 Los fariseos a su vez le preguntaron cómo había recobrado la vista. El les dijo: ‘Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.’ 16 Algunos fariseos decían: ‘Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. Otros decían: ‘Pero, ¿cómo puede un pecador realizar semejantes señales?’ Y había disensión entre ellos. 17 Entonces le dicen otra vez al ciego: ‘¿Y tú qué dices de él, ya que te ha abierto los ojos?’ El respondió: ‘Que es un profeta.’

34 Ellos le respondieron: ‘Has nacido todo entero en pecado ¿y nos da lecciones a nosotros?’ Y le echaron fuera. 35 Jesús se enteró de que le habían echado fuera y, encontrándose con él, le dijo: ‘¿Tú crees en el Hijo del hombre?’ 36 El respondió: ‘¿Y quién es, Señor, para que crea en él?’ 37 Jesús le dijo: ‘Le has visto; el que está hablando contigo, ése es.’ 38 El entonces dijo: ‘Creo, Señor.’ Y se postró ante él”.

COMENTARIO

El verdadero sentido de la Ley de Dios

Sabía Jesús que muchos de los que consideraban maestros y sabios andaban algo equivocados en el sentido que Dios le daba a su Ley. No le importaba poner sobre la mesa lo que quería decir el Creador. Eso, sin duda alguna, le reportaba enemigos que, luego, hicieron valer su enemistad.

Está bien que Jesús revele su persona, que es Quien es, a una persona que era un excluido de la sociedad. Por eso se hacer ver como el Hijo del hombre o, lo que es lo mismo, como el Mesías.

Pero antes habían pasado muchas cosas.

Cuando Jesús ve al ciego no puede, por menos, que acudir a socorrerlo. Sabía lo que suponía no disponer del sentido de la vista y Aquel que era Médico del alma no podía dejar de serlo, también, del cuerpo. Y le cura. El problema es que lo había hecho en sábado y ya sabemos que, según muchos, en aquel día de la semana no se podían hacer ciertas cosas.

Pero Jesús se Señor del sábado y puede hacer lo que quiera. Si, además, tiene que ver con la misericordia y la necesidad ajena… nadie iba a impedir que hiciera lo bueno por cumplir unas normas establecidas con corazón de piedra.

Leer más... »