InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2014

2.10.14

Ad pedem litterae – P. Pablo Cabellos Llorente

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

No se puede negar que la sociedad actual se ha alejado de Dios todo lo que ha podido y que los adalides de la modernidad estiman importante difundir que la fe, la creencia en el Todopoderoso, tiene poco que ver con la sociedad.

El autor del artículo, a tal respecto, cree que es bien cierto y verdad que hay quienes sostienen que la fe se ha de vivir en lo privado y que, sobre todo, no es conveniente que se viva en público. Y esto, con ser más que verdad (que eso se sostenga) no es poco cierto que es una aberración.

Y es que una cosa que la conciencia, como dice el P. Pablo Cabellos, “es el sagrario íntimo e inviolable donde el hombre escucha la voz de Dios” pero eso es una cosa y otra, muy distinta, que se pretenda que de ahí no salga a ninguna parte.

Pero lo más curioso es que, en efecto, en estos tiempos donde la palabra “libertad” se usa y abusa para tanto, sea precisamente el teme religioso, y el católico a más señas, el que deba ser acallado.

¿Qué libertada es eso? Pues es la libertad de los ciegos y sordos.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

¿No puede ser pública la fe?

Pablo Cabellos Llorente

Alguien nos ha marcado un golazo por la escuadra. Alguien nos ha convencido de que la fe puede vivirse privadamente, siempre que no se manifieste en público. No piense el amable lector que me refiero a las procesiones –que también-, sino a escribirlo en un medio de comunicación –al menos en algunos-, a exponerla en una red social o incluso en una reunión de amigos. Te aseguran que ese no es el lugar apropiado, aunque cada uno puede pensar como quiera, etc. Luego, en correo privado, aseguran que son católicos, pero que la religión queda para la propia intimidad. Hay lugares en los que decir adiós es incorrecto.

Los que piensan así son los guardametas que han encajado el gol. Porque se puede opinar de política, de fútbol, de pintura, de todo, incluso exhibiendo posturas descabelladas, pintorescas y hasta lamentables. De eso, sí, pero de religión, no. El primer interrogante que surge es el que haría cualquier niño en esa etapa de su vida en que pregunta los porqués de las cosas, aún no comprendiendo bien la respuesta que se le dé? ¿Por qué es incorrecto hablar de lo relativo a Dios? Hay quienes le otorgan hasta una aparente carga de respeto: es algo íntimo, y las intimidades no se exhiben. Ya. ¿Y por qué pueden exhibirse todo tipo de asuntos aparentemente recónditos de las vidas del llamado famoseo?

De religión nada, pero estamos al día de los amoríos de todo el mundo, de la tercera boda del otro, de la foto del niño con padres notorios, de una sonada unión gay, de los supuestos cohechos filtrados por no se sabe nunca quién y sin que nadie haya sido imputado, de las peleas familiares, de los líos de herencias y de un sinfín de asuntos. Todo eso ha de ser transparente. Esa etiqueta siempre resulta válida. Pero Dios ha de mantenerse opaco, escondido en la intimidad de la propia conciencia. Es bien cierto que la propia conciencia es el sagrario íntimo e inviolable donde el hombre escucha la voz de Dios. Pero la escucha para vivirla. Y si la vive, se ve. Ni se puede ocultar, ni se debe alardear. Es un Bien para vivir con naturalidad y para ofertarlo del mismo modo.

Paradójicamente, en muchos medios en los que se ha introducido ese insano laicismo –existe una sana laicidad- tratan mucho del tema religioso, naturalmente para vituperarlo, aprovechar la mínima ocasión para tergiversar al Papa o a los obispos, en fin para dar cancha a la anti-religiosidad. O al menos, a la llamada disidencia con el catolicismo custodiado por la jerarquía de la Iglesia. Claro, eso no es intimidad, a menos que el sectarismo le pertenezca. He escrito que existe una sana laicidad, que tiene muchas consecuencias: evitar todo clericalismo, saber que los asuntos de orden temporal tienen sus propias reglas y su autonomía –que no significa independencia de Dios-, a que el cristiano sea responsable de sus actos sin representar para nada a la Iglesia, al respeto a la libertad religiosa y a la que gozan los católicos en materias opinables. Si se oponen a la Ley de Dios, ya se lo dirán sus obispos, no el Congreso de los Diputados.

Cuando menos, es curioso que en estos tiempos de libertad –cada vez menor-, puedan existir todo tipo de opciones, excepto la de mostrar la propia fe sin ambages. Pero nos han colado el gol. Y hay que sacar el balón de la propia meta y colocarlo en la otra. Puede no ser tarea fácil, también porque ciertos cristianos lo han enterrado en su portería por preferir alguna gabela de este mundo antes que a Dios, lo que también supone falta de amor a este mundo: Dios no quita nada, lo da todo, también sentido a todas las tareas humanas. Siempre que sean honestas. Tal vez quienes han optado por no sacar el balón de la propia meta no procuran faenas tan decentes.

Mas hay que decir también algo a los que han marcado el penalti injusto: yo volvería a la pregunta infantil: ¿por qué? Si los cristianos hemos de dar razón de nuestra esperanza, el goleador tramposo debería dar explicación de la suya. Sí, ya sé que dirán que la democracia es imposible sin su elección de vida, pero estamos viendo a diario que no es así, que la libertad es cristiana, un don profundamente cristiano. Quizá por eso emplean mucho las palabras democracia y ciudadano, y hablan poco de libertad y persona. La razón es bien sencilla: libertad y persona expresan algo aún más hondo y más exigente, tanto que, sin libertad y sin personas, no hay democracia ni ciudadanos, sino un conjunto de mansurrones bailando al son que tocan.

El reconocimiento de Dios no se opone de ningún modo a la dignidad del hombre, ya que esta dignidad se funda y se perfecciona en el mismo Dios. La negación del Creador y de toda dependencia de Él va en detrimento de la criatura que somos cada uno. ¿En qué se basan los Derechos Humanos si no hay Dios?

P. Pablo Cabellos Llorente

Publicado originalmente en Las Provincias y traído a InfoCatólica con permiso expreso del autor.

Nazareno

El Pensador

La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en:
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor.
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris.
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas.
Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR")
c/. Rosario 47-49
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Enlace a
Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Los católicos, aunque no seamos del mundo, estamos en el mundo.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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1.10.14

Serie Principios básicos del Amor de Dios – Dios es compasivo

Amor de  Dios

“Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”.

(1 Jn 4, 16)

Este texto, de la Primera Epístola de San Juan es muy corto pero, a la vez, muestra la esencia de la realidad de Dios al respecto del ser humano que creó y mantiene en su Creación.

Es más, un poco después, tres versículos en concreto, abunda en una verdad crucial que dice que: “Nosotros amamos, porque él nos amó primero”.

Dios, pues, es amor y, además, es ejemplo de Amor y luz que ilumina nuestro hacer y nuestra relación con el prójimo. Pero eso, en realidad, ¿qué consecuencias tiene para nuestra existencia y para nuestra realidad de seres humanos?

Que Dios sea Amor, como es, se ha de manifestar en una serie de, llamemos, cualidades que el Creador tiene al respecto de nosotros, hijos suyos. Y las mismas se han de ver, forzosamente, en nuestra vida como quicios sobre los que apoyarnos para no sucumbir a las asechanzas del Maligno. Y sobre ellas podemos llevar una vida de la que pueda decirse que es, verdaderamente, la propia de los hijos de un tan gran Señor, como diría Santa Teresa de Jesús.

Decimos que son cualidades de Dios. Y lo decimos porque las mismas cualifican, califican, dicen algo característico del Creador. Es decir, lo muestran como es de cara a nosotros, su descendencia.

Así, por ejemplo, decimos del Todopoderoso que muestra misericordia, capacidad de perdón, olvido de lo que hacemos mal, bondad, paciencia para con nuestros pecados, magnanimidad, dadivosidad, providencialidad, benignidad, fidelidad, sentido de la justicia o compasión porque sabemos, en nuestro diario vivir que es así. No se trata de características que se nos muestren desde tratados teológicos (que también) sino que, en efecto, apreciamos porque nos sabemos objeto de su Amor. Por eso el Padre no puede dejar de ser misericordioso o de perdonarnos o, en fin, de proveer, para nosotros, lo que mejor nos conviene.

En realidad, como escribe San Josemaría en “Amar a la Iglesia “ (7)

“No tiene límites el Amor de Dios: el mismo San Pablo anuncia que el Salvador Nuestro quiere que todos los hombres se salven y vengan en conocimiento de la verdad (1 Tim II, 4).”

Por eso ha de verse reflejado en nuestra vida y es que (San Josemaría, “Forja”, 500)

“Es tan atrayente y tan sugestivo el Amor de Dios, que su crecimiento en la vida de un cristiano no tiene límites”.

Nos atrae, pues, Dios con su Amor porque lo podemos ver reflejado en nuestra vida, porque nos damos cuenta de que es cierto y porque no se trata de ningún efecto de nuestra imaginación. Dios es Amor y lo es (parafraseando a San Juan cuando escribió – 1Jn 3,1- que somos hijos de Dios, “¡pues lo somos!”) Y eso nos hace agradecer que su bondad, su fidelidad o su magnanimidad estén siempre en acto y nunca en potencia, siempre siendo útiles a nuestros intereses y siempre efectivas en nuestra vida.

Dios, que quiso crear lo que creó y mantenerlo luego, ofrece su mejor realidad, la misma Verdad, a través de su Amor. Y no es algo grandilocuente propio de espíritus inalcanzables sino, al contrario, algo muy sencillo porque es lo esencial en el corazón del Padre. Y lo pone todo a nuestra disposición para que, como hijos, gocemos de los bienes de Quien quiso que fuéramos… y fuimos.

En esta serie vamos, pues a referirnos a las cualidades intrínsecas derivadas del Amor de Dios que son, siempre y además, puestas a disposición de las criaturas que creó a imagen y semejanza suya.

Dios es compasivo

“Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él”.

(1 Jn 4, 16)

Compasión de Dios

Hay una escena en la película “Gladiator” que siempre me ha producido una especie de pavor por lo que supone.

Comodo, que mata a su padre el emperador Aurelio, conversa con su hermana Lucilla con la que había estado manteniendo una relación totalmente inmoral. La está conminando a que le de un heredero y la amenaza con matar al hijo que ella tiene. Todo esto con el más terrible semblante de amenaza.

En un momento determinado, Comodo le dice que no es compasivo. Y, como parece que no se ha expresado con suficiente ánimo, lo dice gritando: ¡No soy compasivo!

Y es que esta escena tiene bastante relación con otra de la película “La lista de Schindler” en la que, estando en un campo de concentración, quien tiene el mando militar da la impresión de que perdona a un encarcelado y lo deja escapar. Pero cuando está en la distancia piensa algo que le hace cambiar de idea y, apuntando su arma, dispara y lo mata.

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30.09.14

Un amigo de Lolo – "Decálogo del enfermo: 'Los frutos del dolor'"

Presentación

Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Por otra parte, vamos a traer aquí, durante 10 semanas, con la ayuda de Dios, el llamado “Decálogo del enfermo” que Lolo escribió para conformación y consuelo de quien sufra.

Tercer precepto del decálogo del enfermo:

“Lo propio de las lágrimas no es la luz, sino la fertilidad. Del sol, en cambio, iluminar los dolores de germinación.”

Lolo

Los frutos del dolor

Hay aspectos de lo espiritual, de la espiritualidad, que es fácil no se lleguen a entender. Si van más allá de un comportamiento superficial, incluso serán tomados por locura o por estar fuera de la realidad.

Y es que la realidad, lo mundano, está demasiadas veces alejado de Dios y sus consecuencias. Por eso pasa lo que pasa al respecto de este tema.

Pero muchas veces sufrimos. Eso no lo puede negar nadie a no ser que viva en un mundo extraño donde no haya dolor o sufrimiento. Y eso casi lo podemos dar por descartado.

El ser humano sufre y nosotros, como parte de la humanidad, tenemos nuestro cupo de pasarlo mal. Es bien cierto que hay personas y, en general, momentos, en los que parece que nos ha correspondido uno demasiado insoportable…

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29.09.14

Serie oraciones – invocaciones - Romano Guardini: al Ángel de la guarda o custodio

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Durante unas cuantas semanas vamos a dedicar esta serie a un gran católico como lo fue, y es, Romano Guardini. En su libro “Cartas sobre la formación de sí mismo” dedica una de ellas a la oración. En tal carta desgrana una serie de oraciones que vale la pena traer aquí. Y así lo haremos, con la ayuda de Dios.

Serie Oraciones – Invocaciones: Romano Guardini: Al Ángel de la guarda o custodio

Romano Guardini

“Ángel mío, te saludo. Eres mi compañero en el camino que lleva a Dios. Sabes lo que Él exige de mí. Háblame al corazón, amonéstame, llámame.”

Hay realidades espirituales que son muy importantes. En realidad existe, con relación a ellas, una que lo es inversamente proporcional a su importancia y a la que se les suele dar.

El tema del Ángel de la guarda (llamado también custodio) es una de ellas.

Todos, desde que nacemos, desde este nuestro ahora, comprendemos que Dios nos ama. Como nos ama ha de cuidarnos y por esto nada mejor que confiar a alguien que nos pueda guiar, cuando haga falta, en este paso por nuestro valle de lágrimas.

Este ser, éste, al que llamamos Ángel Custodio, a quien Dios confió nuestra vida y que nos acompañará al juicio que nos corresponde, nos sirve de inspiración en muchos momentos de nuestra vida. Acudir al Ángel Custodio en nuestras necesidades y tribulaciones es garantía de ayuda y de luz, pues esa es su misión, eso tiene que hacer según lo mandado por Dios.

Romano Guardini sí tiene conciencia de que al tal Ángel lo tenemos a nuestra disposición.

Podemos decir que no estamos solos. No quiere decir eso que lo estemos en el sentido de no vivir con nadie, junto a otros seres humanos. Queremos decir solos desde el punto de vista espiritual, sin acompañamiento necesario.

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28.09.14

La Palabra del Domingo - 28 de septiembre de 2014

Mt 21, 28-32.

Biblia

“28 ‘Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Llegándose al primero, le dijo: ’Hijo, vete hoy a trabajar en la viña.’ 29 Y él respondió: ‘No quiero’, pero después se arrepintió y fue.30 Llegándose al segundo, le dijo lo mismo. Y él respondió: ‘Voy, Señor’, y no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?’ – ‘El primero’ - le dicen. Díceles Jesús: ‘En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios.32 Porque vino Juan a vosotros por camino de justicia, y no creísteis en él, mientras que los publicanos y las rameras creyeron en él. Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después, para creer en él.’”

COMENTARIO

Cumplir la voluntad de Dios que conoce nuestro corazón

Cuando Jesús hace sabedores a los que le escuchan de algo que quiere que aprendan lo hace de forma que sea, en efecto, fácil aprender. No dice cosas enrevesadas y que puedan ser difíciles de entender sino que enseña como el Maestro que lo hacía bien y no como otros de su tiempo (a tenor de lo dicho por aquellos que le escuchaban)

Aquello de los dos hijos tenía su miga. Los dos le habían mentido a su padre pero sólo uno de ellos hace lo que su padre le había dicho que hiciera. No es que Jesús quisiera decir que estaba bien mentir si el fin era bueno pero, había que reconocer que aquel caso era muy especial.

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