InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Agosto 2012

16.08.12

¡Hasta aquí hemos llegado!

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.
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Hay ocasiones en las que a uno se le hinchan las narices. Y esta es una de ellas.

Aclaremos, para los despistados, que cuando se dice que te han hinchado las narices estás asegurando que hay algo que ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia y que el agua, irremisiblemente, va a salirse y a causar algún que otro estrago; también que algo es el colmo y que, en fin, ¡hasta aquí se ha llegado!

Yo no sé si se puede hacer algo legalmente con este señor porque la penúltima de Antoñito, el niño del bastón, ha sido, verdaderamente, algo deleznable aunque muy propio de un vástago del Mal que encarna, a la perfección, lo hediondo que se puede llegar a ser o, mejor, lo que se ha demostrado ser a lo largo de un tiempo que agota la paciencia de cualquiera que no sea políticamente correcto, que le guste mucho el respeto humano y que prefiera callar para que no se diga a hablar y que se sepa y se diga.

Pues digo que lo último de este botarate de la izquierda y este zascandil iluminado ha sido de órdago a la grande que es algo así como decir que Antoñito, el niño mimado de la siniestra, ha apostado su escaso prestigio a una expresión que lo define a la perfección y que voy a reproducir aquí aunque pueda causar mala sensación a algún tiquismiquis de la realidad porque las cosas son como son y disimularlas no puede ser bueno y sería decir sí a lo que es no.

Bueno, pues eso, que Antonio Gala, el escritor que tiene cobijo en la covachuela laicista del periódico “El Mundo”, pero entrevistado en la cueva profunda de la noche que representa otro diario que sustenta el sistema de analfabetismo religioso que impera en España y que es “El País”, a una pregunta hecha a propósito ha respondido lo que sólo puede decir quien debe tener el corazón algo negro.

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15.08.12

Y María fue elevada a los cielos

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Ascensión a los cielos de María

Los católicos tenemos una devoción muy especial por aquella joven que, un día, se vio en la tesitura de tener que responder al Ángel Gabriel si aceptaba o no aquello que le estaba proponiendo. No obligaba a la hija de Joaquín y de Ana a decir que sí a los halagos que le hacía aquel especial enviado de Dios.

María tuvo que pasar por una difícil situación porque no era de esperar, humanamente hablando, que sin haber conocido sexualmente varón alguno, pudiera dar a luz a un niño que, además, ya tenía nombre y que era Emmanuel, Dios entre nosotros.

Suponemos, por ser reacción humana, que se detuvo un instante para pensar qué hacer. Pero sabemos, a verdad cierta, que respondió sí y que, con aquel Fiat tan especial y tan franco aseguró para la humanidad una salvación eterna que, con su hacer, había, ciertamente, perdido.

Aquella joven, pues, que más tarde sería conocida como la esposa del carpintero José y la madre de un niño que jugaba entre los suyos, llevó una vida que, cumpliendo a rajatabla lo que le dijera el anciano Simeón, estuvo atravesada por más de una espada que le atravesó su corazón de madre.

Era de esperar que, de parte de Dios, tuviera una especial atención por quien quiso que bajara al mundo para hacer posible lo que el hombre, con sus propias fuerzas, no podía hacer y, ni siquiera, ser capaz de imaginar.

Aquella mujer, a lo largo de su vida, supo decir, en cada momento, lo que convenía. Es bien cierto que en pocas ocasiones se le escucha hablar pero si nos ceñimos, tan sólo a aquel “Fiat”, aquel “He aquí la esclava del Señor” o aquel “haced lo que Él os diga” de las bodas de Caná, no podemos negar que nunca se dijo y se hizo tan poco con tan escasas palabras o con algunas más cuando, ante el gozo de su prima Isabel al recibirla, proclama al Magnificat.

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14.08.12

Un amigo de Lolo - Ser hijo de Dios

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Ser hijo de Dios

“Hijo de Dios es un título que, lógicamente, debe costar más hacerse que de una entrada de fútbol”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor ( 79 )

En más ocasiones de las que debería ser posible tener como tales tenemos que ser hijos de Dios es algo que nos viene dado por el simple hecho de serlo. Y eso, con ser verdad no es toda la verdad de tan maravillosa realidad que muchos, al olvidar, se procuran un corazón vacío del Padre y lleno de mundo.

Por eso, saberse hijo de Dios ha de suponer, para nuestras vidas, tan arrastradas por el mundo en el que nos ha tocado peregrinar, un regalo de inmenso valor que no podemos vender por nada que se nos pueda ofrecer a cambio. El Maligno siempre está a punto para vencer nuestra voluntad fiel hacia nuestro Padre y Creador.

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13.08.12

Serie Huellas de Dios .-4.- Cortar con nuestro pasado de increencia

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Presentación de la serie

Huellas de Dios

Las personas que no creen en Dios e, incluso, las que creen pero tienen del Creador una visión alejada y muy distante de sus vidas, no tienen la impresión de que Quién los mira, ama y perdona, puede manifestarse de alguna forma en sus vidas.

Así, cuando el Amor de Dios lo entendemos como el actuar efectivo de quien no vemos puede llegar a parecernos que, en definitiva, poco importa lo que pueda hacer o decir Aquel que no vemos, tocamos o, simplemente, podemos sentir.

Actuar de tal manera de permanecer ciego ante lo que nos pasa y no posibilitar que Dios pueda ser, en efecto, alguien que, en diversos momentos de nuestra vida, pueda hacer acto de presencia de muchas maneras posibles.

En diversas ocasiones, por tanto, se producen inspiraciones del Espíritu Santo en nuestro corazón que muestran la presencia de Dios de forma firme y efectiva. Las mismas son, precisamente, “Huellas de Dios” en nuestras vidas porque, en realidad, nosotros somos su semejanza y, como tal, deberíamos encontrar a nuestro Creador, sencillamente, en todas partes.

No es algo dado a personas muy cualificadas en lo espiritual sino posibilidad abierta a cada uno de nosotros. Por eso no podemos hacer como si Dios estuviera en su reino mirando a su descendencia sin hacer nada porque cada día, a nuestro alrededor y, más cerca aún, en nosotros mismos, se manifiesta y hace efectiva su paternidad.

Las huellas de Dios son, por eso mismo, formas y maneras de hacer cumplir, en nosotros, la voluntad de Creador que, así, nos conforma para que seamos semejanza suya y, en efecto, lo seamos porque, como ya dejó escrito San Juan, en su primera Epístola (3, 1) es bien cierto que, a pesar de los intentos de evadirse de la filiación divina, no podemos preterirla y, como mucho, miramos para otro lado porque no es de nuestro egoísta gusto cumplir lo que Dios quiere que cumplamos.

Sin embargo, el Creador no ceja en su voluntad de llamarnos y sus huellas brillan en nuestro corazón siendo, en él, la siembra que más fruto produce.

4.-Cortar con nuestro pasado de increencia

Aunque hay muchas personas que, a lo largo de su vida, no han caído en la tentación de alejarse de Dios porque siempre lo han tenido como Padre y, por eso, pueden no entender esto que ahora se va a escribir, lo bien cierto es que otras muchas, por diversas razones, han pasado por momentos en los cuales ser personas les parecía la forma más clara de no tener sentido religioso.

Por eso, en más ocasiones de las que podemos pensar, nos vemos en la obligación, ineludible como cristianos, de hacer borrón y cuenta nueva con aquel periodo de nuestra vida en el que nos pudo la mundanidad y en el que nos alejamos, seguramente, de Dios y olvidamos que nos creó y que aún mantiene a quien y lo que creó.

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12.08.12

La Palabra del Domingo .- 12 de agosto de 2012

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Jn 6, 41-51

Biblia

41 Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que ha bajado del cielo.» 42 Y decían: «¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?» 43 Jesús les respondió: «No murmuréis entre vosotros. 44 «Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. 45 Está escrito en los profetas: = Serán todos enseñados por Dios. =Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. 46 No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. 47 En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de la vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; 50 este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. 51 Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.»

COMENTARIO

Alimento para la vida eterna

Jesús tenía que cumplir la misión para la que el Padre le había enviado. Ni podía callar acerca de lo que debía hacer ni podía escudarse en ningún tipo de respeto humano para salir bien parado ante el mundo.

El Hijo de Dios dice cosas muy importantes en este diálogo que mantiene con otros judíos que no le querían bien y que pretendían menospreciarlo. Dicen, por eso mismo, como haciéndolo de menos, que conocían a sus padres y era de esperar, eso creían ellos, que del Mesías no se conocería más que era el enviado de Dios pero no su, digamos, familia. Pero en eso estaban bastante equivocados.

Jesús era Quien era y, si se daba el caso, no lo ocultada. Como ahora era una ocasión muy buena para dejar claro qué había venido a hacer, no la pierde y hace lo único que podía hacer: decir la verdad.

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