InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Junio 2012, 11

11.06.12

Meditaciones sobre el Credo 7.- Y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos

Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

……………………..

Enlace a Libros y otros textos.

……………………..

Explicación de la serie

El Credo

El Credo representa para un católico algo más que una oración. Con el mismo se expresa el contenido esencial de nuestra fe y con él nos confesamos hijos de Dios y manifestamos nuestra creencia de una forma muy concreta y exacta.

Proclamar el Credo es afirmar lo que somos y que tenemos muy presentes en nuestra vida espiritual y material a las personas que constituyen la Santísima Trinidad y que, en la Iglesia católica esperamos el día en el que Cristo vuelva en su Parusía y resuciten los muertos para ser juzgados, unos lo serán para una vida eterna y otros para una condenación eterna.

El Credo, meditar sobre el mismo, no es algo que no merezca la pena sino que, al contrario, puede servirnos para profundizar en lo que decimos que somos y, sobre todo, en lo que querríamos ser de ser totalmente fieles a nuestra creencia.

La división que hemos seguido para meditar sobre esta crucial y esencial oración católica es la que siguió Santo Tomás de Aquino, en su predicación en Nápoles, en 1273, un año antes de subir a la Casa del Padre. Los dominicos que escuchaban a la vez que el pueblo aquella predicación, lo pusieron en latín para que quedara para siempre fijado en la lengua de la Iglesia católica. Excuso decir que no nos hemos servido de la original sino de una traducción al castellano pero también decimos que las meditaciones no son reproducción de lo dicho entonces por el Aquinate sino que le hemos tomado prestada, tan sólo, la división que, para predicar sobre el Credo, quiso hacer aquel Doctor de la Iglesia.

7.- Y de allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos .

Y desde allí ha de venir

Los discípulos de Cristo estamos en la seguridad de que, cuando sea la voluntad de Dios y llegue el momento establecido para que tal hecho se lleve a cabo, Jesucristo, Hijo del Padre y hermano nuestro, volverá a la tierra. Será su Parusía y, para la humanidad, el día en el que muchas realidades saldrán a la vista de todos.

Dice, al respecto, el número 674 del Catecismo de la Iglesia católica que

“La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia (cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesías por ‘todo Israel’ (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que ‘una parte está endurecida’ (Rm 11, 25) en ‘la incredulidad’ (Rm 11, 20) respecto a Jesús. San Pedro dice a los judíos de Jerusalén después de Pentecostés: ‘Arrepentíos, pues, y convertíos para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus profetas’ (Hch 3, 19-21). Y san Pablo le hace eco: ‘si su reprobación ha sido la reconciliación del mundo ¿qué será su readmisión sino una resurrección de entre los muertos?’ (Rm 11, 5). La entrada de ‘la plenitud de los judíos’ (Rm 11, 12) en la salvación mesiánica, a continuación de ‘la plenitud de los gentiles (Rm 11, 25; cf. Lc 21, 24), hará al pueblo de Dios “llegar a la plenitud de Cristo’ (Ef 4, 13) en la cual ‘Dios será todo en nosotros’ (1 Co 15, 28).

No sabemos, eso es cierto, cuándo será el momento de la segunda venida de Cristo. Por eso debemos estar preparados para aquel momento y mantener un alma limpia de pecado y de las dominaciones del mundo y seguir el consejo del que antes se llamaba Saulo cuando, en la Epístola a los Efesios (1, 10), escribió “Haced que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra”( Ef 1,10)

Leer más... »