Falsedades acerca de la Iglesia católica – La Iglesia católica se muestra cerril con la defensa de la vida

 

-Vamos a ver si encontramos algo de luz.

-Eso, eso, veamos…

 

 Falsedades y mentiras contra la Iglesia católica

 

Es bien cierto que a la Iglesia católica y, por extensión, a los católicos, se le tiene, se nos tiene, por parte de muchos, una manía ciertamente enfermiza.

 

Si creen que exagero les pongo lo que suele decirse de la religión católica, de la fe católica y, en fin, de la Iglesia católica. Aquí traigo esto para que vean hasta qué punto puede llegar la preocupación por un tema que es, ciertamente, falso.

 

Se suele decir que:

 

La fe católica está manipulada por la jerarquía.

 

La fe católica no va con los tiempos.

 

La fe católica ve poco sus propios defectos.

 

La fe católica pretende adoctrinar al mundo.

 

La fe católica está alejada de la realidad.

 

La fe católica defiende siempre a los poderosos.

 

La fe católica quiere imponer sus principios.

 

La fe católica no sabe cómo van los tiempos.

 

La fe católica está anquilosada.

 

La Iglesia católica acumula riquezas inmensas.

 

La Iglesia católica busca el poder aunque sea de forma escondida.

 

La Iglesia católica no acepta cambios en sus doctrinas.

 

La Iglesia católica es gobernada por una jerarquía carca.

 

La Iglesia católica no comprende la política actual.

 

La Iglesia católica esconde sus propios defectos.

 

La Iglesia católica no actúa contra determinados delitos que ocurren en su seno.

 

La Iglesia católica tiene muchos privilegios (sociales, económicos, educativos…)

 

Y a esto, se podían añadir muchas cosas, muchas acusaciones que están en mente de cualquiera.

 

¿Qué les parece a ustedes?

La Iglesia católica se muestra cerril con la defensa de la vida

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Según parece, que la Esposa de Cristo tenga tanto tesón en la defensa de la vida lo único que consigue es que muchos la vean como algo cavernícola o, en fin, que parece no tenga remedio su posicionamiento tan antimoderno y tan antiactual.

Sin embargo, y teniendo en cuenta lo establecido por su fundador, otra cosa no puede hacer y no debería esperarse otra cosa por parte de la Iglesia católica.

Básicamente queda establecido en el número 2258 del Catecismo de la Iglesia Católica que dice esto:

“La vida humana ha de ser tenida como sagrada, porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término; nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente”.

Tal número ha sido extraído de la Instrucción “Donum Vitae” (Sobre al respeto de la vida humana naciente y la dignidad de la procreación) de la Congregación para la Doctrina de la Fe de fecha 22 de febrero de 1897 siendo entonces Prefecto de la misma quien luego tomaría el nombre de Benedicto XVI, ahora Papa emérito.

Pues bien, la cosa parece estar escrita, dicha y transmitida, con una claridad extremadamente nítida y poco más habría que decir acerca de la misma. Es decir: la defensa de la vida es obligación grave de parte de la Esposa de Cristo.

En realidad, la defensa de la vida por parte de nuestra Madre la Santa Madre Iglesia abarca “todo” el periodo, como sabemos, de la aquella. Es decir, desde el momento de la fecundación, mientras que el ser humano se encuentra en el seno materno, cuando nace y a lo largo de su vida terrena y, por fin, en el momento de morir. Por eso hay temas muy importantes como son el aborto y sus muchas posibilidades (protección del nasciturus), la defensa del enfermo y de quien sufra padecimientos graves y, ya por terminar, todo aquello relacionado con la eutanasia que es una grave tentación presuntamente bondadosa con el enfermo de parte de quienes pueden tal decisión tomar.

Podemos ver, por tanto, que la cosa no es poco importante y que cada uno de los miembros que formamos parte de la Iglesia Católica, única verdadera, ha de echar su cuarto a espadas en la defensa de algo tan importante, crucial y significativo como es la vida del ser humano, creado por Dios a su imagen y semejanza (cf. Génesis 1, 27).

Todo esto lo tenía más que asumido San Juan Pablo II cuando escribió, en el número 2 de su “Evangelium vitae” (25 de marzo de 1995) que:

“Todo hombre abierto sinceramente a la verdad y al bien, aun entre dificultades e incertidumbres, con la luz de la razón y no sin el influjo secreto de la gracia, puede llegar a descubrir en la ley natural escrita en su corazón (cf. Rm 2, 14-15) el valor sagrado de la vida humana desde su inicio hasta su término, y afirmar el derecho de cada ser humano a ver respetado totalmente este bien primario suyo. En el reconocimiento de este derecho se fundamenta la convivencia humana y la misma comunidad política.”

Todo ser humano, pues, tiene, a tal respecto, escrita en su corazón una ley sencilla de entender: toda vida humana es digna desde que la misma ha lugar o, lo que es lo mismo, desde que viene a ser tal. Y de ahí, hasta su muerte natural. No parece difícil de asumir algo tan simple.

Por su parte, el Santo Padre citado arriba y ahora emérito Papa, en un Discurso de fecha 27 de enero de 2006 dejó dicho que:

“La defensa de la vida, desde su concepción hasta su término natural, y dondequiera que se vea amenazada, ofendida o ultrajada, es el primer deber en el que se expresa una auténtica ética de la responsabilidad, que se extiende coherentemente a todas las demás formas de pobreza, de injusticia y de exclusión”.

Nada, pues, tiene sentido si no hay vida o, lo que es lo mismo, todo el mundo de derechos que derivan del hecho de que existe un ser humano tienen importancia si el mismo no existe.

Por tanto, la defensa de la vida no es algo caprichoso de parte de la Esposa de Cristo sino algo que, de no hacer, la haría caer en el abismo del paganismo y de la mundanidad. Por eso muchos son exactamente paganos y mundanos.

Y, en efecto, la tal defensa es tan antimoderna n cuanto la modernidad defienda la muerte del nasciturus o quiera librarse de un enfermo mediante la eutanasia. Y lo ha de ser con orgullo y con grandeza de alma.

Y, también, la defensa de la vida de parte de la Iglesia católica es todo lo antiactual que tenga que ser siempre que por actual se entienda no tener en cuenta el carácter sagrado de la vida humana. Entonces, no es que la Esposa de Cristo tenga que decir lo que le corresponde decir en tal tema sino que la va la vida, la suya, en ello.

Y el mundo puede ir a lo que quiera ir; nosotros, los católicos, a lo nuestro que es mandato de Dios Padre. Lo demás… todo sobra. 

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Por la libertad de Asia Bibi. 

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 

La Esposa de Cristo es, precisamente, Esposa y, luego, de Cristo.

 

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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1 comentario

  
rastri
Para hablar y decir de la VIDA, o de la vida. Lo primero que hay que saber, es qué es y en qué consiste lo que es la verdadera, infinita, VIDA que puebla y mora el infinito Espacio donde Dios mora, Y qué es y en que consiste la finita vida que puebla y mora el limitado espacio donde el Hombre mora.

Amar idolatrar esta nuestra limitada vida en detrimento de la otra VIDA, es como adorar idolatrar lo que de este mundo es; en detrimento de lo que de Dios, fuera de este mundo, es.

Así como nadie puede amar a dos señores sin traicionar uno o a otro; Así nadie pueda amar a la Vida que es Dios, parte de Dios; y por ende amar a la vida que no es Dios parte de Dios; sino parte y entero del que se cree ser como Dios; sin traicionar a una o a otra.

El Hombre como todo lo que en este mundo es y existe, mientras es; Es un todo, compuesto, de parte que es consustancia negativas de oscuridad y muerte; y parte que es consustancia positiva de luz y de vida.

Y Cristo Jesús vino al mundo a dividir, separar este todo de mortal unidad temporal como muerte y vida. A sabiendas de que muchos, hasta allí donde son muerte, morirán para toda la eternidad.





26/02/15 10:25 AM

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