Libro: “Lecciones del cielo”

Lecciones del cielo

Título: ”Lecciones del cielo”
Autor: Steve Sjogren
Editorial: Planeta (Zenith)
Páginas: 224
Precio aprox.: 16 € papel – 9,99 € Libro Electrónico (ePub)
ISBN : 978-84-08-12234-0
Año edición: 2014
Lo puedes adquirir en Zenith (Editorial Planeta)

Lecciones del cielo , de Steve Sjogren.

Es muy común escuchar contar, a quien ha pasado por la experiencia del autor de este libro, algo parecido (traigo aquí, por ejemplo, el caso de Crystal McVea y su “Despertar en el cielo”, editado por esta misma editorial,o de Gloria Polo y su experiencia de muerte tras haberle caído un rayo en un día de tormenta; y así, ad infinitum). Esto, en primer lugar, abona la creencia según la cual ha de ser cierto por lo que han pasado y, en segundo lugar, que seguramente Dios nos quiere decir algo con todo esto.

“Vivimos en un mundo espiritual; Dios es GRANDE; El éxito funciona marcha atrás; A Dios le gusta especialmente la gente irregular; No temas a la muerte; Deja de rendirte; Dios cura de manera gradual; ¡Supéralo!; Afronta tus miedos; Da gracias.”

Los aquí traídos son los apartados de los que se compone “Lecciones del cielo”. Ellos mismos muestran, digamos, las “Diez cosas sobre Dios que aprendí cuando viajé al cielo” que es el subtítulo buscado para este texto de esperanza en la posibilidad de regeneración del corazón humano.

¿Qué le pasó al autor del libro? Pues, escuetamente, que en el desarrollo de una operación quirúrgica rutinaria algo salió mal y él mismo pudo verse situado “sobre” su propio cuerpo. Entonces tuvo un encuentro con Dios de donde entresacó lo que, en lo sucesivo, sería un cambio en su vida y una forma muy distinta de ver las cosas.

Tan sólo una expresión como “No te preocupes, vas a vivir” le hizo saber que aquel era el principio de un resto de su vida y no el final como podría parecer según lo que él estaba viendo que se hacía con su cuerpo. Su alma veía y se le había asegurado que, en efecto, como ha sucedido, viviría.

En realidad, la experiencia cercana a la muerte (ECM que es como lo llama, en siglas, el autor del libro) le ha servido para establecer una serie de cambios en su vida que muy bien nos vienen de perlas a todos. Son, digamos, unos avisos de parte de Dios acerca de cuál ha de ser nuestra actitud ante lo que nos pasa y según lo que nos pasa. Y viene a ser como una “precuela” de la estancia en el cielo, un “ahí tenéis lo que puede ser” o “ así se hace para que así sea”.

Es común a estas experiencias el hecho de que en el cielo se produce una especie de “conocimiento” instantáneo de las almas que allí están. Por eso dice, en la página 18, que “Según yo lo veo, la conexión que sentí debía de ser la norma en el cielo, la forma que tendremos todos de conocer y ser conocidos al llegar allí. Todos nos comprenderemos mutuamente de un solo vistazo y estaremos conectdos par siempre unos con otros”.

Digamos que es una forma “superior” de conocer, más profunda de lo que nunca podamos soñar alcanzar en la vida que llevamos en esta tierra en la que peregrinamos hacia el definitivo Reino de Dios.

Digamos, antes de seguir, que el autor de este libro no parece ser católico. Lo decimos porque en muchas ocasiones escribe que ha fundado “iglesias” y eso, claro está, no es propio de un discípulo de Cristo que lo sea de la Esposa de Cristo. Sin embargo, que nadie vaya a creer que, aparte de esto que nos es extraño a los católicos, las consecuencias que obtiene, y nosotros a través de él, no nos valen pues Dios lo ha utilizado como instrumento para transmitir algo.

¿Qué ha querido transmitir el Creador a través de Steve Sjogren?

Bueno, por muchas y variadas cosas.

Así, por ejemplo, algo básico (p. 61):

“Así que sirve con espíritu humilde y procura llevar a cabo la obra de Dios”.

También, por ejemplo, que no debemos temer a la muerte. Y esto, dicho por una persona que ha estado inmerso en una ECM tiene un valor muy especial. Por eso quedó liberado de la espada de Damocles que pende sobre nuestra existencia pero que con fe y con esperanza podemos vencer. Por eso el autor del libro nos pide, por ejemplo (cf. p. 98) que meditemos aquellas parte de las Sagradas Escrituras donde se entrevé que se está tratando de este asunto como, por ejemplo, en el Salmo 23 (“Es Señor es mi pastor; nada me falta…”) pues de tal manera comprenderemos que si Dios tiene eso previsto no puede ser malo para nosotros. Y, en general, debemos afrontrar nuestros miedos (cf. capítulo 9) que tiene como sustento, la mayoría de las veces, el perder aquello que consideramos nuestro. Y aquí nos planea algo que es fundamental y que es esencialmente cierto (p. 182):

“Todo aquello a lo que nos aferramos lo perdemos, mientras que lo que damos a los demás podemos conservarlo”.

Tampoco debemos rendirnos (cf. p. 101, capítulo 6 del libro) ante lo que supondría una falta de espíritu cristiano; o dejar de perdonar (no hacerlo) porque (p. 144)

“Una de las lecciones del cielo que aprendí el día de mi muerte es que tenía que perdonar a los demás, así como buscar su perdón”.

Y, por último, el gran remedio de la falta de amor y ante la expresión egoísta que, muchas veces, damos a los demás: dar gracias.

Lo curioso es que esta actitud, nueva quizá en su vida, le viene a raíz de que Dios le dijo que cojearía el resto de su vida. Y eso, llanamente entendido, quería decir que iba a necesitar la ayuda de otros seres humanos y que eso , por tanto, debía ser agradecido. Por eso dice el autor del libro, recomienda, para hacer efectivo, el agradecimiento, por ejemplo (cf. pp 196 ss.)

-Felicitar a las personas por su éxitos y progresos.

-Pedir a Dios que nos conceda gratitud.

-Profundizar en nuestros dones para hacerlos efectivos.

Vemos, por tanto, que, en efecto, el resultado de aquel encuentro con el Creador no es nada desdeñable ni poco aprovechable sino, al contrario, que nos viene la mar de bien para llevar una vida plenamente cristiana.

Por tanto, independientemente de que la persona que nos ha trasladado, en “Lecciones del cielo” no sea, como ya hemos apuntado antes, católica, no podemos mirar para otro lado. Dios escribe como quiere en el corazón del hombre y, una cosa es una cosa y otra, como diría aquel, otra. Aprovechémonos, entiéndase esto, de lo escrito por Steve Sjogren en lo que nos pueda venir bien para mejorar el espíritu propio de los hijos de Dios y discípulos de Cristo. A él se le nota que cree en el Todopoderoso y en su Enviado Jesucristo. Y eso, a estos efectos, es lo que cuenta.

Recomiendo, pues, la lectura de “Lecciones del cielo” pues acabarán pensando que no es imposible la “reinserción espiritual” y se darán cuenta de que, por muy mal que puedan estar las cosas a tal nivel, siempre está Dios ahí para echarnos una mano. Y la suya, como aquí puede verse, es más que grande.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

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