El trabajo, según San Josemaría

El taller de José

Hoy celebramos un día muy especial porque traemos al ahora mismo a una persona que desempeñó una labor muy importante en la historia de la salvación de la humanidad.

José era carpintero. Trabajador, pues, que desempeñaba su labor manual en Nazaret. Con aquel empleo pudo sostener a su familia, Sagrada Familia. También es, por eso, un maestro en la labor diaria que cada cual realizamos y llevamos a cabo.

Pera un día como hoy, pensamos que es importante traer parte de una homilía pronunciada por San Josemaría el 19 de marzo de 1963 y recogida en su libro “Es Cristo que pasa”. Es bien cierto que en tal día celebramos a San José, digamos, con carácter general y que hoy lo recordamos como trabajador. Pero, en realidad, todo es lo mismo y todo lo que dice el Santo de lo ordinario (en lo que aquí traemos y en lo que cada cual puede acabar de completar leyendo la homilía completa) nos viene la mar de bien. Es más, hemos procurado traer aquello que se refiere (al menos lo más posible) propiamente al trabajo.

Dice, en tal homilía, lo siguiente:

45. Santificar el trabajo, santificarse en el trabajo, santificar con el trabajo

La vocación divina nos da una misión, nos invita a participar en la tarea única de la Iglesia, para ser así testimonio de Cristo ante nuestros iguales los hombres y llevar todas las cosas hacia Dios.

La vocación enciende una luz que nos hace reconocer el sentido de nuestra existencia. Es convencerse, con el resplandor de la fe, del porqué de nuestra realidad terrena. Nuestra vida, la presente, la pasada y la que vendrá, cobra un relieve nuevo, una profundidad que antes no sospechábamos. Todos los sucesos y acontecimientos ocupan ahora su verdadero sitio: entendemos adónde quiere conducirnos el Señor, y nos sentimos como arrollados por ese encargo que se nos confía.

47. El trabajo acompaña inevitablemente la vida del hombre sobre la tierra. Con él aparecen el esfuerzo, la fatiga, el cansancio: manifestaciones del dolor y de la lucha que forman parte de nuestra existencia humana actual, y que son signos de la realidad del pecado y de la necesidad de la redención. Pero el trabajo en sí mismo no es una pena, ni una maldición o un castigo: quienes hablan así no han leído bien la Escritura Santa.

Es hora de que los cristianos digamos muy alto que el trabajo es un don de Dios, y que no tiene ningún sentido dividir a los hombres en diversas categorías según los tipos de trabajo, considerando unas tareas más nobles que otras. El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia personalidad. Es vínculo de unión con los demás seres, fuente de recursos para sostener a la propia familia; medio de contribuir a la mejora de la sociedad, en la que se vive, y al progreso de toda la Humanidad.

48. Conviene no olvidar, por tanto, que esta dignidad del trabajo está fundada en el Amor. El gran privilegio del hombre es poder amar, trascendiendo así lo efímero y lo transitorio.

Por eso el hombre no debe limitarse a hacer cosas, a construir objetos. El trabajo nace del amor, manifiesta el amor, se ordena al amor. Reconocemos a Dios no sólo en el espectáculo de la naturaleza, sino también en la experiencia de nuestra propia labor, de nuestro esfuerzo. El trabajo es así oración, acción de gracias, porque nos sabemos colocados por Dios en la tierra, amados por Él, herederos de sus promesas. Es justo que se nos diga: ora comáis, ora bebáis, o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios.

49. El trabajo profesional es también apostolado, ocasión de entrega a los demás hombres, para revelarles a Cristo y llevarles hacia Dios Padre, consecuencia de la caridad que el Espíritu Santo derrama en las almas. Entre las indicaciones, que San Pablo hace a los de Efeso, sobre cómo debe manifestarse el cambio que ha supuesto en ellos su conversión, su llamada al cristianismo, encontramos ésta: el que hurtaba, no hurte ya, antes bien trabaje, ocupándose con sus manos en alguna tarea honesta, para tener con qué ayudar a quien tiene necesidad.

Si trabajamos con este espíritu, nuestra vida, en medio de las limitaciones propias de la condición terrena, será un anticipo de la gloria del cielo, de esa comunidad con Dios y con los santos, en la que sólo reinará el amor, la entrega, la fidelidad, la amistad, la alegría. En vuestra ocupación profesional, ordinaria y corriente, encontraréis la materia —real, consistente, valiosa— para realizar toda la vida cristiana, para actualizar la gracia que nos viene de Cristo.

50. Para servir, servir

Para comportarse así, para santificar la profesión, hace falta ante todo trabajar bien, con seriedad humana y sobrenatural.

./…

Por eso, como lema para vuestro trabajo, os puedo indicar éste: para servir, servir. Porque, en primer lugar, para realizar las cosas, hay que saber terminarlas. No creo en la rectitud de intención de quien no se esfuerza en lograr la competencia necesaria, con el fin de cumplir debidamente las tareas que tiene encomendadas. No basta querer hacer el bien, sino que hay que saber hacerlo. Y, si realmente queremos, ese deseo se traducirá en el empeño por poner los medios adecuados para dejar las cosas acabadas, con humana perfección.

En un momento de esta homilía dice San Josemaría, que

“Era José, decíamos, un artesano de Galilea, un hombre como tantos otros. Y ¿qué puede esperar de la vida un habitante de una aldea perdida, como era Nazaret? Sólo trabajo, todos los días, siempre con el mismo esfuerzo. Y, al acabar la jornada, una casa pobre y pequeña, para reponer las fuerzas y recomenzar al día siguiente la tarea”.

Vemos, por tanto, que José, aquel carpintero humilde y modesto, desempeña su labor diaria con la misma fidelidad con la que se había sometido a la voluntad de Dios. Trabajo, pues, que dignificaba una vida creyente y entregada a la familia que le había dado el Creador para que la guardase y tuviese cuidado de ella.

El trabajo, pues, en manos espirituales de San José, nos ha de decir mucho a los que nos consideramos hijos de un tal Padre en la fe.

Así, por ejemplo, sabemos que el trabajo nos santifica y que podemos santificarnos a través del trabajo. No vaya, sin embargo, a creerse que quien no desempeñe un trabajo “profesional” no debe santificarse en tal sentido pues por tal actividad debemos entender aquello que hacemos en nuestra vida ordinaria al aplicar, a esto, un sentido amplio pues tal actividad también es “Obra, resultado de la actividad humana” y no podemos negar que hay mucho de lo que hacemos que entra en esta acepción del término aquí traído. Por eso entiende San Josemaría que “todo trabajo” muestra la dignidad del ser humano y que tiene mucho que ver, el mismo, con lo que Dios quiere de nosotros. Por eso, además, entregó el mundo creado al cuidado de su creatura (cf. Gn 1, 48).

Hay otra realidad que destaca San Josemaría referida al trabajo, ahora profesional (como era, por ejemplo, el de San José, al que hoy celebramos, y por eso): es apostolado. Esto ha de querer decir que puede servir, la forma de realizarlo y llevarlo a cabo, al prójimo que contemple lo que, a tal respecto, hacemos.

¿Es esto posible? Es decir, ¿en qué sentido el trabajo puede ser, es, apostolado?

El propio San Josemaría, en el número 61 de “Amigos de Dios”, dice que

“Hemos de evitar el error de considerar que el apostolado se reduce al testimonio de unas prácticas piadosas. Tú y yo somos cristianos, pero a la vez, y sin solución de continuidad, ciudadanos y trabajadores, con unas obligacioines claras que hemos de cumplir de un modo ejemplar, si de veras queremos santificarnos”

También, pues, nos sirve el trabajo (cualquier trabajo, nuestra propia vida como labor) para llevar a cabo un apostolado, el apostolado del hacer, el apostolado de ser hijos que se toman muy en serio serlo y no olvidan que Dios, que es perfecto, quiere que nosotros tambien lo seamos (cf. Mt 5, 48) Así, además honramos a San José y damos gloria al Creador.

Por otra parte, solemos imaginar a José en su taller. Allí trabajaría, también, Jesús, antes de empezar su vida pública, allí aprendería que es muy conveniente terminar lo mejor posible aquello que se ha empezado y allí supo, sin duda lo supo allí, que el Padre mira cada uno de nuestros quehaceres (todo lo que hacemos podemos considerarlo trabajo) con Amor pero, también, con exigencia y que no podemos defraudar a Quien todo nos lo ha dado para que lo hagamos rendir.

Obrero José, Padre también del trabajo, de nuestro trabajo,
ayúdanos a ser fieles en el hacer como tú lo fuiste,
entregados en cumplir la misión que Dios nos ha encomendado
como hijos suyos y,también,
humildes como lo poco que somos ante Quien lo es todo.
Amén.

Eleuterio Fernández Guzmán

El Pensador

La Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR.

Las bases son las que siguen:


1.- Editorial Stella Maris convoca el I Premio de Ensayo REVISTA EL PENSADOR, conforme a las presentes bases.

2.- Podrán concurrir al Premio cualesquiera obras inéditas de ensayo, en lengua castellana, cuya temática verse sobre “De Franco a hoy: evolución de España desde 1975 a 2013″ desde el punto de vista social, cultural y/o moral. Esta temática podrá ser abordada en conjunto o desde cualquier aspecto concreto.

3.- Las obras tendrán una extensión mínima de 150 páginas y máxima de 300. La tipografía a utilizar será el Times New Roman, tamaño 12, espaciada a 1,5. Se presentarán dos copias impresas en papel y se adjuntará una copia en formato word.

4.- Los autores, que podrán ser de cualquier nacionalidad, entregarán sus obras firmadas con nombre y apellidos, o con pseudónimo.

En el caso de que la obra venga firmada con nombre y apellidos, es obliga-torio incluir fotocopia del documento oficial de identidad, una hoja con los datos personales (nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y email), un currículum vitae detallado del autor, así como un certificado firmado en donde se haga constar que la misma es propiedad del autor, que no tiene derechos cedidos a o comprometidos con terceros y que es inédita.

En el caso de que la obra sea presentada bajo pseudónimo, se incorporará una plica (con el título de la obra y el pseudónimo utilizado), en cuyo interior se incluirá la documentación referida en el párrafo anterior. Las plicas sólo serán abiertas en el caso de que la obra fuera premiada. En caso contrario serán destruidas junto a los originales presentados.

5.- Se admite la presentación de obras colectivas, pero en este caso el premio se repartirá a prorrata entre los autores. Y la documentación exigida en la cláusula anterior regirá por cada uno de ellos.

6.- Las obras presentadas al Premio no podrán ser editadas, reproducidas, cedidas o comprometidas con terceros, hasta el fallo definitivo. El ganador y, en su caso, los accésits ceden, por el mismo acto del fallo y de manera inmediata, los derechos exclusivos y universales de edición durante quince años a favor de Stella Maris.

Ninguna obra presentada al Premio podrá ser retirada del concurso hasta el fallo del Jurado.

7.- El Premio consistirá en:
* 6.000 euros en concepto de anticipos de derechos de autor.
* Publicación de la obra en una de las colecciones de Stella Maris.
* El 7% sobre las ventas, en concepto de derechos de autor.

8.- El Premio puede ser declarado desierto. Asimismo puede otorgarse un Accésit por cada una de las siguientes modalidades: Ciencias Sociales, Cultura y Filosofía.

El premio de cada accésit será un diploma acreditativo. Stella Maris se reservará el derecho de publicación de cada accésit y, en este caso, el otorgamiento de un 7% sobre ventas en concepto de derechos de autor.

9.- El plazo máximo de presentación de obras que opten al Premio comienza el 1 de febrero y finaliza el 29 de diciembre de 2014 a las 24 horas.

Las obras deberán presentarse por correo certificado a la siguiente dirección:

Stella Maris
(PREMIO “REVISTA EL PENSADOR")
c/. Rosario 47-49
08007 Barcelona

10.- El Jurado estará compuesto por cinco profesores universitarios e intelectuales de reconocido prestigio, designados por Stella Maris. La composición del Jurado se hará pública al mismo tiempo que el fallo del Premio.

11.- El premio será fallado el 27 de febrero de 2015 y será publicado al día siguiente, comunicándose directamente además al ganador y accesits. El fallo del jurado será inapelable.

Las obras no premiadas serán automáticamente destruidas y no se devolverán en ningún caso a sus autores. Stella Maris no están obligados a mantener correspondencia con ninguno de los aspirantes al Premio.

12.- La concurrencia al Premio implica la aceptación expresa de las presentes bases de convocatoria.

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Por la libertad de Asia Bibi.
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Por el respeto a la libertad religiosa
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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El taller de José era fuente de santidad.

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Para leer Fe y Obras.
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1 comentario

  
Alf_3
Ya no se conoce la festividad de San José Obrero, en contraposición de los 'mártires de San Francisco'. Gracias por recordarme.
Y además tan acrecentada dicha festividad con las novedosas ideas de San José Ma., que ya han ingresado en la Iglesia.
Debemos insistir más en la 'oración del trabajo diario'.
Vivan San José y San José Ma., así como nuestros dos nuevos Santos Papas.


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EFG


Amén.
01/05/14 1:06 AM

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