Estar como una cabra, hacer el cabra, en fin...

El casorio

Tengo que decir que hay cosas que sorprenden. Aunque es cierto que hoy día nada debería sorprendernos no podemos negar que la cosa puede pasar de castaño a oscuro aunque, de por sí mismo, ya está más que oscura.

Esto lo escribo con guasa porque la realidad la tiene.

Tomo la noticia del siempre sorprendente blog de la RIES (de donde tomo la imagen que aquí pongo) que muy bien administra el P. Luis Santamaría que debe estar curado de espanto.

Pues bien, al parecer hay una persona, brasileña para más señas, que se va a “casar” con una cabra. No digo nombre ni nada por el estilo, en primer lugar, porque al que esto escribe importa el echo y no quien lo haga (por el ejemplo y eso) y, además, porque muy bien está todo escrito en el artículo citado del blog de la RIES y lo que está bien hecho, bien hecho está.

Bueno… supongo que a estas horas de la película, porque ya habrán leído el aporte del P. Luis, sabrán de qué hablo. Por tanto no se van a sorprender mucho de lo que diga.

Sin embargo, podemos verlo todo desde un punto de vista más, digamos, curioso o gracioso.

Al parecer, propuso el casamiento en algún ámbito cristiano. Y, de forma increíble ninguna confesión protestante aceptó el casamiento. Y digo de forma increíble porque es más que sabido que muchas de ellas están abiertas a lo que sea (que si mujeres sacerdotes, que si obispesas, etc.) y extraña que no haya habido alguna (de las muchas denominaciones existentes en tal páramo cristiano) que no haya querido “innovar” en tal campo. Aunque esto, a lo mejor, es una idea a tener en cuenta…

Acude el hombre, claro está, al único lugar donde le puede aceptar su caso, desesperado, de casamiento. Y es que en el único lugar donde pueden acoger a una cabra para lo que sea es en una secta satánica. Y si es para pervertir, digamos, el sentido exacto del matrimonio, pues mucho mejor. ¡Oportunidades como la que se les presenta no pueden dejarla pasar!

Que me perdone este señor y que me perdone Dios pero a mí me parece que lo que le pasa a este hombre es que quiere ponerse al mismo nivel que su cabra. Por eso manifiesta síntomas de estar, eso, como una cabra, de írsele la perola y, por último, de querer hacer el cabra aprovechando que hay otros que aún están peor que él pues una cosa es proponer tal cosa y otra, muy distinta e infinitamente más elevada en rango de la perversión es aceptarla y estar de acuerdo con ella.

Ahora bien, yo del buen señor casadero tendría cuidado no vaya a ser que en la secta satánica donde ha acudido a contraer nupcias les parezca bien utilizar a su cabreñora (mezcla de cabra y señora) para hacer algún sacrificio propio de tales antros del ser humano.

Avisado ya queda y bien que le estaría merecido… por estar ido de la chota que es, a saber, la “cría hembra de la cabra mientras mama".

Pues eso… que a lo mejor, digo yo, en algún siquiátrico brasileño podrían amparar a esta alma perdida.

¡Vaya fauna!, que dijo aquel, para que luego digan algunos que el demonio no existe.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Hay cosas que caen por su propio peso y realidades que dan, más bien, pena escuchar o leer.

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