Eppur si muove - ¿Es matar al nasciturus casi una obligación?

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Del corazón sale lo bueno y lo malo. El caso es que es cosa nuestra que salga una cosa o la otra.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Bebé-Aído

No descubro nada nuevo si digo que la sociedad en la que nos ha tocado vivir el grado de corrupción moral a la que se ha llegado tiene un índice difícil de explicar. Sí se entiende porque en un mundo que se ha alejado tanto de Dios cualquier aberración es posible. Al haber roto la unión con el todo Misericordia no extraña que lo que haya entre nosotros, en el siglo, sea el ejercicio matarife más sofisticado.

Es triste que cosas como las que pasan tengan que pasar y que a casi nadie parezca que le importa o, al menos, que no proclame casi nadie que le importa o que casi nadie se eche a la calle a vociferar que esto no es posible, que no se puede permitir y que da verdadero asco la brutalidad del ser humano.

En realidad, todo esto tiene que ver mucho con el tipo de moral que impera y que legisla hoy día: ninguna o, en todo caso sólo crematística o, lo que es lo mismo, con el simple, puro y nigérrimo interés económico de la cosa.

No digo, tampoco, nada desconocido para nadie que tenga dos dedos de frente o no la tenga en exceso despejada de creencias, que cuando alguien mata a un ser humano y lo hace con notable desparpajo, como si poco importara, con total impunidad y con la protección de la ley positiva, lo bien cierto es que el ejemplo de Hitler (que también mataba con la protección de su ley) le viene que ni pintado: el nuevo Holocausto tiene seres humanos, otra vez, como factor determinante de la masacre.

Y es que acaba molestando que haya personas que se salgan de rositas de la comisión de tantos, tantos y tantos abortos y que, con toda seguridad, su próspero negocio de sangre ajena tenga un futuro más asegurado a sabiendas de estar protegidos no sólo por la ley sino, también, por la justicia que está más que encantada de colaborar en el borrado del mapa de muchos seres humanos. Lo hacen, además, justificándose en la voluntad de aquellas madres que han querido matar a su hijo sin darse cuenta (o sí) de que, precisamente, es su hijo porque es un ser humano distinto a ella misma y que, por lo tanto, no tiene ningún derecho y ningún derecho tiene, a terminar con una vida incipiente o, mejor que ya empezó cuando aquel espermatozoide fue lo suficiente hábil como para penetrar en su óvulo. Desde entonces ya no eran dos sino, en efecto, y como dice Jesús, una sola carne pero carne distinta a la de los progenitores.

Estas cosas, ya lo sabemos, son obvias pero por lo comunes que son pudiera parecer que son, también, extrañas al pensamiento humano: matar no es bueno; es más, matar es más que malo y está prohibido, prohibido y prohibido por Dios en uno de sus mandamientos más preteridos, escondido bajo muchos celemines (como si no fuera una luz que nos ha sido dada) y, lo que es peor, escondido en el corazón de muchos y echados, sobre tal puerta, seis candados.

Y es que resulta que en España, aquí mismo pero, seguramente, ayudando a que se justifique en el resto del mundo con las mismas falsas razones, hay un señor, que ha entrado en un juzgado como presunto culpable de haber provocado la muerte de muchos seres humanos mediando aborto y ha salido del mismo juzgado como si nada hubiese pasado, más fresco que una rosa en primavera y seguro que más que contento de haberse conocido.

Del nombre de este individuo, enriquecido con la muerte ajena, no quiero acordarme (como dice Cervantes de aquel lugar de La Mancha), pero no quiero acordarme por el asco y la repugnancia que me da que haya personas, seres humanos sólo por la apariencia, que son verdaderos aniquiladores de la raza humana y que acaban convirtiendo al aborto en, casi, una obligación.

Ahora sólo nos queda esperar al Tribunal de Dios. Y es, ciertamente, una pena (para tal individuo) que tal Tribunal no sea políticamente correcto sino justo y no le importe, para nada, el respeto humano que son, exactamente, los parámetros en los que se mueven demasiados seres humanos, legisladores y del montón.

Jesús bebé

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23:34)

Eleuterio Fernández Guzmán

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3 comentarios

  
yomero
Hay quienes dicen:

"el aborto es una opción".

Contestémosles así:


Claro que el aborto es una OPCIÓN.

El aborto es una OPCIÓN CRIMINAL.

El aborto es una OPCIÓN CRIMINAL QUE DEBE DESALENTARSE.

El aborto es una OPCIÓN CRIMINAL QUE DEBE DESALENTARSE MEDIANTE LA AMENAZA DE SANCIONES.

El aborto es una OPCIÓN CRIMINAL QUE DEBE DESALENTARSE MEDIANTE LA AMENAZA DE SANCIONES PENALES A LA MADRE QUE LO PERPETRE Y A SUS SECUACES.

Dejar mutiladas las ideas no es honesto. Hay que completarlas.

08/02/13 12:46 AM
  
Juan Mariner
¿Es matar al nasciturus casi una obligación? Para los poderosos mundiales, sí. Los católicos debemos ser contrarios a ello en todo lugar y en todo tiempo con toda la fuerza y contundencia.
08/02/13 8:15 PM
  
kantabriko
Jesucristo el sr y sus angeles que le siguen deben preguntarse ,? el porque el hombre continua siguiendo a las fuerzas de la oscuridad que a su vez influyen en el aborto ? , la verdad cualquier tipo de negacion aacerca de la vida debe ser considerado como luciferino ,incluso el abuso o el maltrato a los animales .
09/02/13 1:11 AM

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