Un amigo de Lolo - Comprender el cielo

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

“No me conviene hacer esto o lo otro aunque, como cristiano, debería hacerlo”. ¿No será que lo que no te conviene es olvidar que eres cristiano?

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación

Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Comprender el cielo

“El cielo no es ni tan distante, que no ofrezca una estrella personal; ni tan inmenso, que no quepa dentro de un corazón. ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (5)

Cuando alguien habla del cielo es más que probable que piense, a tal ha llegado la deformación de este concepto, en un lugar con nubes donde todo es bello y bueno. Y eso, aunque seguramente está un poco deformado por la necesidad de consuelo que tenemos si pensamos en el más allá, no es poco cierto que algo ha de haber de verdad.

Dios, en su sabiduría, no quiso que al respecto de Él tuviésemos una visión difícil de comprender o que nos tuviésemos que hacer muchas cábalas para llegar a conclusiones aceptables. Para eso puso en nuestros corazones su Ley y siempre que llegamos a conclusiones sobre una determinada realidad que nos pueden parecer, porque lo sean, buenas y benéficas para nosotros y, si es posible, para nuestro prójimo, podemos estar bien seguros que el Creador, a través de su Espíritu, nos ha soplado en buena forma.

Por eso Dios quiso que el cielo, lo que es espiritualmente gozoso para nosotros no fuera inalcanzable ni que tuviéramos que hacer extrañas y exageradas elucubraciones para reconocer que podemos estar en él y que, también, podemos tenerlo en nosotros mismos.

Nosotros, al respecto del cielo, creemos, seguramente, que llegaremos a él cuando Dios quiera que eso sea y nos abandonamos en la oración, nos dejamos llenar por ella, para que vea el Creador que, en efecto, somos dignos de la herencia de la vida eterna en un cielo donde al tener la visión beatífica comprenderemos que Su voluntad se ha cumplido.

Podemos, sin embargo, estar en la seguridad de que Dios no nos deja solos, tampoco, aquí y en este importante aspecto. Es más, podemos estar más que seguros de que nuestro Padre, precisamente, del cielo, nos lo entrega para que lo hagamos real aquí mismo. Por eso, muchas veces, a contrario, decimos que vivimos un infierno en esta vida o que alguien vive en tal estado espiritual. Y, por tanto, también es cierto y real que el cielo lo tenemos al alcance de nuestro corazón.

Resulta curioso, si hablamos del cielo, que sea tan inmenso pero, a la vez, que esté tan cerca de nosotros que podemos gozar de él si es que queremos gozar de él. No se nos impone sino que, al contrario, es libre cada cual de aceptarlo o no en su vida. Depende, todo esto, de que queramos creer en Dios y que sepamos que nunca nos abandona, que está en nuestro corazón como lo bueno, misericordioso y caritativo que podemos sentir y llevar a cabo. Ahí está el cielo, nuestro particular cielo porque el Todopoderoso es tan generoso que nos deja tener un cielo a nuestra medida pero, por eso mismo, que nuestra medida ha de ser grande y, sin estar falta de esperanza, llenar un existir en el conocimiento de Quien ha de volver a venir.

El cielo, para nosotros, no ha de ser un anhelo que se alcance cuando sea que se alcance sino un presente que se tiene desde que se sabe que se puede tener. Por eso está en nuestro corazón y, por eso mismo, Dios es, en este aspecto, también, tan generoso.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

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