Un amigo de LoloTener siempre fe

Hoy es San Ignacio de Loyola.

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Por la libertad de Asia Bibi y Youcef Nadarkhani.

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Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Tener siempre fe

“Oye lo que dice mi corazón: ‘creo, creo, creo’. Al fondo está tu nombre y, por encima, la palabra ‘siempre’”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor ( 276 )

A una determinada religión se llega de muchas formas. Bien a uno se le sitúa dentro de ella desde cuando nace como, por ejemplo, al través del Bautismo en la que lo es católica, bien se puede producir una conversión cuando se es más o menos adulto, etc.

El caso es que decir que se es católico supone tener en cuenta que ni es fácil ni se puede esperar nada bueno de parte de quien no tiene creencia alguna, la tiene contraria a la tuya o, simplemente, se posiciona gravemente contra el hecho mismo de creer en Jesucristo, en su Padre y el Espíritu Santo… como poco.

Tener fe es, por lo tanto, la manifestación de un estado espiritual que tiene en cuenta lo que supone decir tal cosa y que también ha de dar a entender al mundo y dentro de éste, al prójimo, que decir “creo” es algo más que un acto de la voluntad que, con serlo, se queda algo corto. Tener fe es, así, saber que se tiene y ponerla, cuando corresponda, sobre la mesa de las circunstancias y sobre el camino que cada día hacemos.

Existen, no es poco cierto esto, muchas circunstancias que ponen a prueba nuestra fe y, al fin al cabo, lo que decimos que creemos y en lo que ponemos nuestra confianza. Mucho, pues, nos acaece y nos pone en un grave brete: creer o no creer.

Tener fe también es seguir aquella máxima de Jesucristo acerca de que donde es sí ha de ser sí y donde es no, ha de ser no. Y esto, con parecer sencillo de entender no es tan fácil de llevar a la práctica porque somos personas y, como pecadores, podemos tener la tendencia a que sea no donde es sí o sí donde es no.

Por eso mismo, cuando sobre todo aquello que nos pasa, sobre nosotros mismos, tenemos a Dios por sobre cualquier circunstancia o asechanza del Maligno en todas sus formas, podemos estar seguros que saldremos vencedores de las afrentas que, seguramente, atenacen nuestro corazón y lo vuelvan del revés para que no sea de carne sino de piedra y venza el egoísmo por sobre el amor o no sobrenade la esperanza en nuestra vida.

Cabe, pues, reconocernos en un mundo difícil de aceptar por sus muchos comportamientos contrarios a una concepción fiel y católica de la existencia. Eso es de esperar porque ya dejó bien asentado Cristo que si a Él lo habían perseguido exactamente igual nos pasaría a nosotros. Y la persecución puede ir desde al física hasta la psicológica como moral impuesta por el quehacer del mundo con sus mundanidades y sus arrabales de falta de dignidad donde se guarecen la desilusión y la falta de luz divina.

Pero la fe ha de vencer por sobre lo que está puesto contra ella y contra lo que supone creer, creer y creer que no es otra cosa que amar, amar y amar a quien necesita ser amado o comprendida la situación por la que pasa. Y ahí está el “siempre” que no deja nunca de ser “siempre” y que nos favorece ante Dios porque demostramos que estamos con Él y que no nos interesa, para nada, alejarlo de nuestra vida porque sin el Creador la misma queda vacía y está muerta.

Por eso la fe ha de estar siempre entre nuestras intenciones primeras de cada día y en las que sean las últimas de cada noche pues Dios, que la puso en nuestro corazón cuando quiso, espera de nosotros que seamos fieles al encuentro que nos tiene preparado en su definitivo Reino. Y eso, sin fe, ni se puede esperar ni es posible esperarlo.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Para leer Fe y Obras.
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