Entre la luz y la tiniebla - Estar en la Iglesia católica sin estar

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio podemos, entre la luz y la tiniebla, ser de Dios o del mundo.

Estar en la Iglesia católica sin estar

De vez en cuando, en el suceder de la vida de un católico, le salen al paso acontecimientos, hechos o, simplemente, circunstancias, que facilitan la comprensión de las cosas aunque a veces, por desgracia, la confirman.

En una reunión habida en un órgano de la Iglesia católica en la que participé cada cual dijo lo que tenía por oportuno. En la misma, y en el intercambio de opiniones que en tales momentos surgen, una de las personas participantes tuvo la oportunidad de manifestar lo que pensaba sobre dos realidades ahora muy candentes.

Una de ella era, es, la Jornada Mundial de la Juventud; otra la recientemente presentada Biblia de la Conferencia Episcopal Española (CEE).

Podemos decir que ante tales temas es bueno que un católico mínimamente informado sepa de qué se está hablando. Así, cualquiera sabe que el símbolo por antonomasia de la JMJ desde que el beato Juan Pablo II diera forma a las mismas es una cruz que entregó a los jóvenes para que, digamos, se hiciesen cargo de ella y fuera, exactamente, lo que es: símbolo de entrega por los demás y donación de sí mismo al prójimo.

Por otra parte, es más que conocida la nueva versión que ha hecho la CEE sobre la Sagrada Escritura y la subsiguiente presentación que se está haciendo de la misma por las diócesis españolas.

Sin embargo, a pesar de que los tales dos temas son bien conocidos hay personas que, por su especial situación con relación a lo católico justamente entendido, prefieren mantener una distancia que resulta, sobre todo, triste y preocupante.

Así, por ejemplo, se puede decir, se dijo, que no se tenía conocimiento de la nueva versión de la Biblia y, por otra parte, que se ignoraba si el símbolo de la JMJ era, por ejemplo, una bandera (siendo una cruz).

Cualquiera puede decir que esto es cosa de poca importancia pero ahora recuerdo aquello que dijo que Jesús acerca de que “El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho” y que recoge el evangelista Lucas en el versículo 10 del capítulo 16 de su evangelio.

Esto lo digo porque a veces da la impresión de que hay creyentes católicos que dicen estar en la Iglesia católica pero, en realidad, están como si no estuviesen. Van a la suya olvidando lo que, todo, de comunidad, tiene el comportamiento de un católico. Si no existe el devenir comunitario de nada sirve la enseñanza de Jesús que, al entregar a Pedro las llaves de su Iglesia le dijo que atara y desatara.

Por eso no resulta demasiado fiel ni es un comportamiento demasiado justo el alardeo del desconocimiento de determinadas realidades que hacen mucho bien a la Iglesia católica pero que, sobre todo, la conforman en lo que es y como lo que es.

No podemos decir que ignoremos que existen razones esgrimidas por los creyentes que así actúan. Así, se suele decir que las Jornadas Mundiales de la Juventud sirven para bien poco y que es poco más que un espectáculo. Nada de frutos espirituales ni nada de nada que valga la pena.

Y de la Sagrada Escritura… si es editada por un organismo que preside el cardenal Rouco Varela, todos los males del mundo se pueden suponer sobre la misma soportados pues no es santo de devoción de los católicos que no gustan de la doctrina ni de la jerarquía a la que rechazan como algo deleznable.

Esto ni es fiel ni es justo. Y es lo pequeño porque se trata de situaciones no rimbombantes sino ordinarias, cotidianas de una manera de hacer las cosas con las que se evangeliza.

Es bien cierto aquello de que es más ciego quien no quiere ver que quien, simplemente, no puede porque alguien o algo le impiden la visión. Lo primero es el caso de de muchos fieles católicos que miran para otro lado cuando hay que mirar de frente. Y eso es triste, por lo que supone, y preocupante, por lo que deja de hacerse en bien de las piedras vivas que dan forma y conforma a la Esposa de Cristo.
Sin embargo, estas pequeñas cosas, que tan cerca quedan de la tiniebla de la fe, iluminan mucho la que lo es de los que creemos que la confianza es la mejor forma de conducirse por el camino que lleva al definitivo reino de Dios.

Abundando en esto, un día escribió un tal Joseph Raztinger un artículo titulado, preguntándose, “¿Por qué permanezco en la Iglesia?” en el que dice que en seno de la misma “Reina la desconfianza sobre todo porque el permanecer en la Iglesia no tiene ya el carácter claro e inequívoco de antes y nadie cree en la sinceridad de los demás.

¿Será eso?

Eleuterio Fernández Guzmán

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3 comentarios

  
rastri
“¿Por qué permanezco en la Iglesia?” en el que dice que en seno de la misma “Reina la desconfianza sobre todo porque el permanecer en la Iglesia no tiene ya el carácter claro e inequívoco de antes y nadie cree en la sinceridad de los demás.”

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- Pues porque, en principio causa de luz y sin tinieblas, sé que no tengo otro remedio mejor de hacer y vivir si quiero justificarme ente mi mismo.

- Sea: como dijo Pedro: -Solo Tú tienes palabras de vida eterna.

Lo que no quita que en astucia de serpiente y candidez de paloma, desconfie de otros que se dicen ministros o seguidores de la misma.



16/02/11 1:22 AM
  
JSC
Los católicos esperamos que nuestros pastores sean firmes, que su Si sea un si y su No sea un No. Que sean piedra y que sus criterios no se parezcan a esas correas extensibles que se usan para pasear a nuestras mascotas. Y no es falta de misericordia a lo que me refiero, es firmeza, maestría, hombría.
Los discursos zigzagueantes han hecho mucho mal a los creyentes. Y cuando confundidos, caemos en un fatal error y así vas sumando, el lodo te va cubriendo de oscuridad y uno se va apartando sin darse cuenta de la ortodoxia y de la Luz de Cristo.
¡Qué pena que no exista una Audio-Biblia en MP3 totamente católica a disposición de esta generación Ipotizada! Eso sí que sería un buen instrumento para la Nueva Evangelización. Los protestantes y muchos movimientos "por libre" nos llevan mucha ventaja en marketing y un discurso mucho más directo a la gente respecto de la EXTREMADA URGENCIA de llevar la Palabra de Cristo a las gentes.
Repito, qué pena teniendo traducciones tan excelentes como la Biblia de Jerusalén, o Straubinger o Bover o Nacar-Colunga y más, no exista un proyecto católico de llevar en Mp3 la Biblia a todos los rincones de la tierra, en múltiples idiomas, lugares y naciones que viven sin la LUZ de la PALABRA DE CRISTO pues entre otras cosas no saben leer. Y la REINA VALERA inundando con mil versiones electrónicas este escandaloso vacío.
Y nosotros seguimos en la inopia.
16/02/11 1:38 PM
  
Miserere mei Domine
D. Eleuterio, totalmente de acuerdo.

No es lo mismo decirse católico que sentirse Iglesia.

Lo primero es para muchos una etiqueta que da derecho a pedir cuentas sin responsabilizarse de conocer todo lo que hay detrás.

Lo segundo se soslaya a menudo diciendo que "otra iglesia es posible".

¿Ser católico es una etiqueta?¿Se puede ser católico en iglesias alternativas o personales?

Sólo quien se siente Iglesia y la vive en si mismo junto con sus hermanos con Fe, Esperanza y Caridad coincidentes... debería de sentirse católico.

Que Dios le bendiga. :)
16/02/11 2:45 PM

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