La Palabra del Domingo - 3 de enero de 2010- Creer sin ver es tener fe

Mateo 2, 1-12: Venimos de Oriente para adorar al Rey

1 Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.»
3 En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén.
4 Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo.

5 Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: 6 = Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» =
7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella.

8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.»

9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.

10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. 11 Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. 12 Y, avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino.

COMENTARIO

Llegaron, con una fe desconocida, y le adoraron

Muchas veces nos planteamos, ante esta fecha tan simbólica, un ánimo nuevo, con ganas de comienzo, con ganas de renovar aquello que creemos debemos eliminar de nuestro comportamiento y con ganas, al fin, de crecer en cuanto personas, conocedores de que nuestro amor crece con eso. Este día, 3 de enero, puede ser, para nosotros, o trazar, así, un camino que seguir. Y María, Madre, nos acompañará, como entonces, para darnos cobijo como lo dio a su niño Dios.

1.-El Mal siempre acecha al Bien. Ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad desde que Caín quiso hacer valer la indefensión de Abel y acabar con su vida. Herodes, temeroso, también quiere cumplir su especial misión maléfica.

2.-Aquel rey deseoso de poder se sorprendió. Su soberbia humana le impedía creer, siquiera, que pudiera haber otro Rey a su alrededor. Por es tenía gran interés en conocer quién era aquella persona que, al parecer, había nacido y que, a lo mejor quería arrebatarle su trono. Pura manifestación de ignorancia sobre la naturaleza del Reino que traía Aquel Rey, Jesús.

3.-Y supo que era en Belén. Pero no osó, siquiera, ir a adorarle como él mimo dice con poco fingida hipocresía. Esperaría a que se supiera dónde, con exactitud, había nacido aquella persona que había hecho venir, de tan lejos, a unos magos.

4.-Y ahí quedó Herodes, pergeñando, en su mente, la venganza contra no sabía quién; en su imaginación el final adelantado de quién, al parecer, también era Rey y, además, de los judíos.

5.-Pero los magos seguían su verdadero camino que no era otro que el que les había hecho seguir la estrella que, desde sus lejanas tierras de oriente les conducía hacia no sabían dónde. Tuvieron, por eso mismo, la misma fe que luego Cristo reclamó a Tomás después de la Resurrección: la que tienen aquellos que creen sin haber visto.

6.-Y llegaron al lugar que, desde tanto tiempo, estaban esperando encontrar. Era, su camino, uno que lo era de esperanza sin agotamiento, de perseverancia en una Verdad que, aún ignorándola, les guiaba.

7.-Aquellos magos, aquellos sabios de oriente también le traían regalos. Eran unos regalos bastante especiales porque, siendo las personas sabias que eran tenían que demostrar tal sabiduría. Así, el oro, el incienso y la mirra.

8.-Con el oro simbolizaban el poder del Rey que, aún no siendo de este mundo, lo era en toda su plenitud. Oro poderoso para el poderoso del corazón del hombre, de quien lo transforma de piedra a corazón de carne.

9.-Con el incienso, la necesaria adoración a Dios, no obstante era el mismo Dios hecho hombre a Quien tenían que adorar. Incienso como adoración e incienso como reconocimiento de divinidad.

10.-Con la mirra el imparable dolor que tendría que soportar: dolor de cuerpo por su Pasión y dolor de alma por las traiciones en las que muchos de los suyos cayeron. Mirra con la que soportar la amargura de lo que tenía que venir.

11.-Pero, lo más hermoso es que aquellas personas sabias que habían venido de tierras lejanas se postraron para adorar a la criatura que acababa de nacer. Aquel pequeño, indefenso como hombre pero grande como Dios, les imponía su presencia sin saber, a lo mejor, la causa de tal maravilla.

12.-Cumplida la misión para la habían sido elegidos: adorar al pobre e indefenso, se volvieron a sus tierras no sin dejar constancia de una cosa: mejor conocieron ellos a Herodes que el Rey malvado a los magos porque no procedieron a comunicarle la situación exacta de Jesús. Eran, por eso, unos enviados justos.

13.-Seguro que María guardó todo aquello en su corazón de Madre.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a adorar, también, a aquel niño que, ya con tan poca edad, derrochaba amor por sus semejantes.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalem.