InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Apostolado laico -La Palabra para el Domingo

11.05.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 11 de mayo de 2025

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Juan 10, 27-30

27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. 28 Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos,y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.

COMENTARIO

Ovejas de un Buen Pastor

El texto del evangelio de san Juan es, digamos, en lo extenso, más bien poca cosa. Sin embargo, el contenido del mismo es, en lo teológico, grande e impagable.

Jesús está instruyendo a sus discípulos en los puntos sobre los que debe sustentarse su vida espiritual. Por eso, en un momento determinado, les habla, digamos, de quien se dirige a ellos como el Hijo de Dios y así ha de ser bien entendidas aquellas palabras.

Es muy importante que aquella persona que acompañaba a los que le seguían diga lo que es una gran Verdad: Jesús y Dios son uno y, por lo tanto, no puede haber separación de personas siendo, junto con el Espíritu Santo lo que denominamos, con legítimo gozo, Santísima Trinidad.

Pero les dice algo que es muy importante y que todos deben entender. Y son tres realidades espirituales que, de ser olvidadas, dejarían de dirigir la vida de aquellos que lo seguían: quién es oveja de aquel Pastor; a Quién conoce el Pastor y, por último, nadie puede hacer posible que quien es oveja de aquel Pastor deje de serlo… si no es, claro, por voluntad propia.

Jesús Buen Pastor cuidando una oveja

Es oveja de aquel Pastor quien, de motu proprio, acepta seguir a Jesucristo, su mensaje y cumplir su doctrina. Tales personas pueden considerarse, entonces, parte del rebaño de Dios que tiene, en Jesucristo, a un Buen Pastor.

Por ser Dios Creador conoce, lógicamente, a todas las ovejas que forman parte de su rebaño. Por eso Jesús, Dios hecho hombre, tiene conocimiento de todas a las que, además, no abandonará nunca y a las que nadie puede arrebatar de su mano. La fuerza espiritual de Dios está con Su Hijo y eso ha de definir lo que supone tan total pertenencia.

Pero no sólo les dice eso. Además, las ovejas que siguen al Buen Pastor les han sido dadas por Dios. Y eso supone, además, una encomienda de cuidado de Jesús hacia las ovejas. Es, digamos, una especie de depósito espiritual que Cristo ha de devolver al Padre y por eso siempre procurará que nadie las arrebate.

Pero no es que Jesús, por sí mismo, sea capaz de sostener, bajo el manto de sus manos, al rebaño que le ha dado Dios sino que el Padre, Su Padre y el nuestro, es Quien, en verdad, las/nos retiene en el corazón de Jesucristo. Ahí radica la fuerza que, espiritualmente, hace imposible el arrebatar a los discípulos del Maestro.

Sin embargo es en cada uno de nosotros, discípulos de Cristo, en quienes radica la posibilidad de permanecer en el rebaño que pastorea el hijo del carpintero con mano amorosa y misericordiosa o, al contrario, abandonar su calor y adentrarnos, mar adentro, en las tinieblas del mundo.

Y, entonces, ni siquiera Cristo puede retenernos sino, en todo caso, salir a buscarnos cuando nos hayamos perdido, como sucede, de ordinario, con el pastor.

PRECES

Por aquellos que no saben corresponder a la llamada del Buen Pastor.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que prefieren caminar por mundo y huyen del redil de Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser dignos tuyos no abandonando el seguimiento de Quien enviaste para que pastoreara tu grey.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

                                                                                                                     

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

¡Qué mejor Pastor que Cristo!

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Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

4.05.25

La Palabra del Domingo - Domingo, 4 de mayo de 2025

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Jn 21, 1-19

1 Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera. 2   Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dice: ‘Voy a pescar.’ Le contestan ellos: ‘También nosotros vamos contigo.’ Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. 5  Díceles Jesús: ‘Muchachos, ¿no tenéis pescado?’ Le contestaron: ‘No.’ 6 El les dijo: ‘Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.’ La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: ‘Es el Señor’, se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar. 8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos. 9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan. 10 Díceles Jesús: ‘Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.’ 11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red.

12 Jesús les dice: ‘Venid y comed.’ Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, sabiendo que era el Señor.13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez.

14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos. 15 Después de haber comido, dice Jesús a Simón Pedro: ‘Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero.’ Le dice Jesús: ‘Apacienta mis corderos.’ 16 Vuelve a decirle por segunda vez: ‘Simón de Juan, ¿me amas?’ Le dice él: ‘Sí, Señor, tú sabes que te quiero.’ Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas.’  17  Le dice por tercera vez: ‘Simón de Juan, ¿me quieres?’ Se entristeció Pedro de que le preguntase por tercera vez: ‘¿Me quieres?’ y le dijo: ‘Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.’ Le dice Jesús: ‘Apacienta mis ovejas. 18    ‘En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías, e ibas adonde querías; pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará adonde tú no quieras.’

19 Con esto indicaba la clase de muerte con que iba a glorificar a Dios. Dicho esto, añadió: ‘Sígueme.’

 

COMENTARIO     

Sobre Simón Pedro 

Después de la muerte de Jesús es bien cierto afirmar que la situación por la que pasaban los que habían sido escogidos por el Hijo de Dios para continuar con su labor predicadora no era la misma. Queremos decir que habría alguno de ellos que estaría más preocupado por su propia actuación.

Todos sabemos cómo había actuación Pedro durante la noche en la que Jesús fue apresado por sus perseguidores. Y es que lo negó las mismas veces que el Emmanuel le dijo que le negaría y justo en la hora en lo que negaría.

Pedro, por tanto, debía estar pasando un mal momento porque no era buena cosa haber dicho que no conocía a quien había sido su Maestro y le había enseñado mucho acerca del amor y la fidelidad.

Pero este hombre, así como sus otros compañeros, vuelve a la labor con la que se ganaban la vida antes de conocer a Jesús. Ellos, pues, vuelve a pescar y a tratar de conseguir el pan que sustente sus existencias.

En esto estaban cuando Jesús se les aparece. Ya no podían decir que no lo conocían porque ha había resucitado y ellos mismos lo habían visto. Sin embargo, cuando entabla la conversación con ellos acerca de la pesca que, al parecer, no habían tenido durante la noche, nadie se atreve a preguntarle que quién es. Lo saben perfectamente y, a lo mejor, tienen miedo de que los coja en otro renuncio espiritual como el que mostraron cuando no se fiaron de lo que les dijo María Magdalena acerca de haber visto al Maestro.

Ellos, sin embargo, hacen lo que les dice. Y es que como sabían que se trataba de Jesús sólo podían hacer lo que hicieron. Tuvieron confianza y fe en Él y pescaron. Y según se dice, el número de peces equivale a la totalidad de especies conocidas entonces. ¿Se quería decir que ellos, que iban a ser pescadores de hombres, iban a atraer a todos al Reino de Dios?

Tú sabes que te quiero - Alfa y Omega

Bueno. El caso es que otra vez quedan sorprendidos con aquello. Y Pedro el que más porque es sobre el que más peso de conciencia recae.

Pero Jesús no lo iba a dejar así. Debía sanar aquella gran herida que lastraba su vida y su corazón.

¿Cómo hacer eso con quien lo ha negado tres veces?

Nadie mejor que el Hijo de Dios para saber hacer las cosas. Y, como una especie de curación por partes, le pregunta tres veces si lo quiere.

Jesús no debe hacer esto porque sí o, lo que es lo mismo, como si no le bastara preguntarle una vez a Pedro si lo quería. No. No que hace Jesús es que Pedro se de cuenta que lo perdona tantas veces como lo ofendió en aquella aciaga noche de su Pasión.

Y dice el texto que Pedro se entristeció. Y se entristeció porque no acababa de comprender que lo tenía que perdonar tantas veces como él había hecho algo en su contra porque no reconocer a Jesús como quien era hacer algo muy grave contra el Maestro pues suponía querer alejarse de Quien tanto le había enseñado.

No era, sin embargo, suficiente. Jesús debía informar a Pedro de lo que le iba a pasar. Para que no cupiese duda alguna le refiere algo muy importante: llegará un momento en el que lo llevarán al martirio y serán otros los que le ceñirán y lo llevarán donde no quiera ir.

¿También, entonces, Pedro, en el momento de la muerte, iba a renegar de Cristo?

Sabemos que no fue así y que, con su muerte, glorificó a Dios y a su Hijo Jesucristo.

No nos extraña, para nada, que Pedro no tuviera ya más miedo ni más congoja.

  

PRECES 

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no confían en Jesucristo. 

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que no se dan cuenta de sus pecados.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a mantener una fe perenne en nuestro corazón.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

                                                                                                                       

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Cristo se manifiesta si es que quieres que se manifieste.

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Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

27.04.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 27 de abril de 2025

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Jn 20, 19-31

 

Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo a los judíos, las puertas del lugar  donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: ‘La paz con vosotros.’ Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.

Jesús les dijo otra vez: ‘La paz con vosotros. Como el Padre me envió, también yo os envío.

Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.’

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le decían: ‘Hemos visto al Señor.’

Pero él les contestó: ‘Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.’

Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro y Tomás con ellos. Se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: ‘La paz con vosotros.’

Luego dice a Tomás: ‘Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.’

Tomás le contestó: ‘Señor mío y Dios mío.’

Dícele Jesús: ‘Porque me has visto has creído.  Dichosos los que no han visto y han creído.’

Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.”

  

COMENTARIO

Tomás el incrédulo o qué es la fe

Para que  todo lo que hizo tuviera sentido tuvo que aparecerse, Jesús, a sus discípulos que, con miedo, estaban escondidos. Sólo así comprendieron todos los, para ellos, extraños mensajes  que habían recibido de Él y que, en su tiempo, no entendieron porque aún no se les habían abierto ni los ojos ni el corazón. Entonces comprenderían, por ejemplo, los tres que estuvieron en el monte en la Transfiguración de Cristo aquello de que había de resucitar. Eso y mucho más comprendieron en aquel mismo momento.

Y se presentó ante ellos con la paz por delante, como deseándoles lo mejor, la tranquilidad del alma, la mejor forma de manifestarse, la expresión pura y simple de su ser. Pero, como bien sabemos, no era la paz que el mundo da sino la que da Dios mismo que tienen todo que ver con el corazón y esa forma especial de entender la realidad que es propia del Todopoderoso.

Para que acabaran de creer, les enseñó las marcas de su Pasión. Así, todo se cumplía, la comprensión de sus seguidores fue total porque no se trataba de un fantasma ni nada por el estilo sino de su Señor que ante ellos mostraba qué había sido de su vida en el último momento de la misma.  

Pero no bastó con esto. Era fundamental que, sobre ellos, exhalara el Espíritu Santo; que, como prometió, fuera conveniente, para ellos que Él se fuera, se marchara al Padre, porque enviaría otro Paráclito, otro Defensor, ese Espíritu que les iba a guiar, dirigir, marcar el camino hacia Dios como, en efecto, ha hecho desde entonces y seguirá haciendo hasta la Parusía. 

 Y también llevó a cabo el primer envío después de darles a la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Una misión, además, les da que deben cumplir por el bien común: predicar el Evangelio, esa buena noticia que debían de llevar a todos,  con el poder de perdonar pecados, y de retener los que creyeran que debían ser retenidos. Todo un poder legítimo, significativo, creador de un nuevo mundo basado en su ejemplo, en su amor, en la Verdad que Él trajo, otros brazos para Dios. 

Santo Tomás apóstol ¿quién fue y qué lecciones nos dejó?

Y como era esencial llevar a cabo una definición, el establecimiento de un concepto claro y diáfano de Fe, lo hace en cuanto Tomás, al que bien podemos llamar el Incrédulo (con mayúscula tal era su forma de ver aquellos acontecimientos históricos que entonces estaban sucediendo), duda de su presencia ocho días antes, ante sus Apóstoles, allí, entre ellos, ante sus hermanos de fe. 

Y como este Apóstol debía tocar para creer, ver para creer, mirar para creer, le conmina a lo que todos sabemos: “trae tus dedos”, “mira mis manos”, etc., ante lo cual no pudo salir otra cosa de su boca que la tan conocida expresión de “Señor mío y Dios mío” pues también aquel hombre comprendió muchas cosas en aquel justo momento y, en verdad, nunca es tarde para caer en la cuenta, primero, de nuestra torpeza y, luego, de la misma Verdad…

Aquel momento fue crucial para nuestra historia de hijos de Dios y para nuestra realidad de discípulos de Cristo. Y es que fe, qué es, era algo más que importante: saber a qué atenernos si es que argumentamos que no tenemos mucha idea de qué significa tener fe. Y es que ante esta expresión de sumisión a Cristo, éste, define, de una manera radical (de raíz), básica, imperecedera, lo que es la Fe: creer sin haber visto; sin haber visto, dijo. Ahí reside el elemento fundamental de nuestra expresión como cristianos y como hijos de Dios: asentimos ante unos hechos, unas realidades que no somos capaces de comprender. Sin embargo, creemos, tenemos Fe. Y otra cosa que no sea eso, el cuestionar estos hechos y estas realidades con el pretexto de no ser demostrables es, ciertamente, la mejor manera de permanecer alejados del Mesías y, por tanto, de Dios, al que no vemos, pero oramos, seguros, como estamos, de que nos escucha pues, para esto resucitó Cristo.

  

PRECES

Por todos aquellos que no creen en la Resurrección de Jesús.

Roguemos al Señor. 

Por todos aquellos que necesitan ver para creer.

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a creer sin ver.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Creer sin ver es lo que dice Cristo que es tener fe. Pues eso…

 

Para leer Fe y Obras.

 

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20.04.25

La Palabra del Domingo – Domingo, 20 de abril de 2025

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Jn 20, 1-9


“El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos.”

COMENTARIO

¡Resucitó!

No resulta demasiado difícil imaginar la situación en la que, en aquel primer domingo después de la muerte de Jesús, se encontraban sus discípulos más allegados e, incluso, su Madre María.

Lo que había sucedido apenas unos días antes debía ser insoportable para ellos: habían visto entrar en gloria al Maestro en Jerusalén y apenas unos días después lo vieron maltrecho, colgado en una cruz como si se tratase de un malhechor y, para acabarlo de arreglar, muerto sin solución posible…

Eso era lo que pensarían muchos de ellos. Sin embargo, también podemos imaginar que otros creían en lo que les había dicho. Y lo creían porque se había cumplido todo lo que les dijo: lo apresarían y lo condenarían a muerte. ¿Había, pues, alguna razón para que, como les había dicho, no regresara del mundo de los muertos a los tres días?

Y así estarían con su congoja: unos pensando que todo estaba perdido; otros esperanzados.

Pero María de Magdala acudió al sepulcro para ver, quizá, al Maestro o, también, para acabar de arreglar su cuerpo porque es posible que pensara que, con las prisas del viernes, no había sido bien preparado. El caso es que aquella mujer, que tanto amaba al Maestro por lo que había hecho por ella, acude al sepulcro.

Si es fácil imaginar la situación por la que pasaban los discípulos en aquellos días, aun es más fácil el terror que debió sufrir María Magdalena cuando, primero, ve que la piedra estaba quitada y que la tumba estaba al descubierto; luego, al mirar dentro del sepulcro vio ¡qué allí no estaba Jesús!

Casi la podemos ver corriendo rauda para avisar a sus amigos. Deben saber que el cuerpo de Jesús no está donde debía estar.

En este texto del evangelio de san Juan no se nos dice pero sabemos que, en un principio, no creyeron lo que decía. En realidad, debían pensar que esta, ella, muy afectada por todo lo que había pasado. Pero ¿y si sí?

Por si aquello era cierto los dos discípulos más significativos de entre los que lo eran salen corriendo. Pedro y Juan corren pero, como es de imaginar el más joven de ellos, Juan, llega el primero.

De todas formas, Juan no iba a entrar primero. Y no lo iba a hacer porque no podía hacer eso ante quien debía respeto. Por eso cuando llega Pedro entra el primero.

Juan 20, 2-8: El Otro Discípulo… él también vio y creyó – Boosco.org

Pedro no duda lo más mínimo en entrar. Ya lo había pasado bastante mal negando al Maestro tres veces habiéndole dicho el mismo que, en efecto, eso iba a pasar, y ahora no se iba a quedar en la puerta. Y lo ve todo allí… dejado como bien puesto. No parecía que se hubieran llevado el cuerpo del Maestro, que lo hubieran robado. Y no lo parecía porque estaba todo demasiado ordenado.

Y entonces aquel discípulo, él mismo se llama el amado en este su evangelio, entra y lo ve todo. Y, como si se le hubiesen abierto los ojos, no sólo ve aquello sino que, entonces, cree.

Podemos suponer que a Pedro le pasó algo parecido porque el texto, quizá con mucha bondad por parte de su autor, atribuye a todos la creencia a partir de tal momento. Luego se podría ver que aun no lo tenían todo tan claro como ahora parecía. Por eso nos dice san Juan que “según la Escritura” Jesús debía resucitar al tercer día.

Y es que, en definitiva, todo estaba escrito y bien escrito. Sólo hacía falta saber leerlo y entenderlo y ellos, la gran mayoría, eran algo cortos de entendederas, tardos en comprender y, en fin, alejados muchas veces de las palabras del Maestro.

Pero ahora, justamente ahora, se colocaron bien todas las piezas del puzzle espiritual de aquellos discípulos que escogió Cristo y que tanto enseñó y amó. Todo, pues, estaba claro. Bueno, al menos en principio porque ya sabemos qué pasará cuando se aparezca por primera vez a los que, por miedo a los judíos, se habían escondido…

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no creen en la Resurrección de Cristo.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que sólo creen cuando ven.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a creer sin ver, a saber con total certeza que eres el Mesías resucitado.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Debía resucitar Cristo y resucitó.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

13.04.25

La Palabra para el Domingo –  Domingo, 13 de abril de 2025

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Domingo de Ramos 

Lc 23, 1-49

Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: ‘Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey.’ Pilato le preguntó: ‘¿Eres tú el Rey de los judíos?’ El le respondió: ‘Sí, tú lo dices.’ Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente: ‘Ningún delito encuentro en este hombre.’ Pero ellos insistían diciendo: ‘Solivianta al pueblo, enseñando por toda Judea, desde Galilea, donde comenzó, hasta aquí.’ Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo. Y, al saber que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato. Aquel día Herodes y Pilato se hicieron amigos, pues antes estaban enemistados. Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo y les dijo: ‘Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo, pero yo le he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este hombre ninguno de los delitos de que le acusáis. Ni tampoco Herodes, porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte. Así que le castigaré y le soltaré.’ Toda la muchedumbre se puso a gritar a una: ‘¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás!’ Este había sido encarcelado por un motín que hubo en la ciudad y por asesinato. Pilato les habló de nuevo, intentando librar a Jesús, pero ellos seguían gritando: ‘¡Crucifícale, crucifícale!’ Por tercera vez les dijo: ‘Pero ¿qué mal ha hecho éste? No encuentro en él ningún delito que merezca la muerte; así que le castigaré y le soltaré.’ Pero ellos insistían pidiendo a grandes voces que fuera crucificado y sus gritos eran cada vez más fuertes. Pilato sentenció que se cumpliera su demanda. Soltó, pues, al que habían pedido, el que estaba en la cárcel por motín y asesinato, y a Jesús se lo entregó a su voluntad. Cuando le llevaban, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del campo, y le cargaron la cruz para que la llevará detrás de Jesús. Le seguía una gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él.

Jesús, volviéndose a ellas, dijo: ‘Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegarán días en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, las entrañas que no engendraron y los pechos que no criaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: ¡Caed sobre nosotros! Y a las colinas: ¡Cubridnos! Porque si en el leño verde hacen esto, en el seco ¿qué se hará?’ Llevaban además otros dos malhechores para ejecutarlos con él. Llegados al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: ‘Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen.’ Se repartieron sus vestidos, echando a suertes. Estaba el pueblo mirando; los magistrados hacían muecas diciendo: ‘A otros salvó; que se salve a sí mismo si él es el Cristo de Dios, el Elegido.’ También los soldados se burlaban de él y, acercándose, le ofrecían vinagre y le decían: ‘Si tú eres el Rey de los judíos, ¡sálvate!’ Había encima de él una inscripción: ‘Este es el Rey de los judíos.’ Uno de los malhechores colgados le insultaba: ‘¿No eres tú el Cristo? Pues ¡sálvate a ti y a nosotros!’ Pero el otro le respondió diciendo: ‘¿Es que no temes a Dios, tú que sufres la misma condena? Y nosotros con razón, porque nos lo hemos merecido con nuestros hechos; en cambio, éste nada malo ha hecho.’ Y decía: ‘Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino.’ Jesús le dijo: ‘Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso.’ Era ya cerca de la hora sexta cuando, al eclipsarse el sol, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. El velo del Santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito, dijo: ‘Padre,’ en tus manos pongo mi espíritu y, dicho esto, expiró. Al ver el centurión lo sucedido, glorificaba a Dios diciendo: ‘Ciertamente este hombre era justo.’ Y todas las gentes que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho. Estaban a distancia, viendo estas cosas, todos sus conocidos y las mujeres que le habían seguido desde Galilea.”

COMENTARIO

Pasión de Cristo; una eterna Pasión

Es evidente que, aunque sea con humildad, corresponde, al que esto escribe, hacer, siquiera, mención de lo que al fin y al cabo supone esta semana que hoy, por decirlo así, comienza. La llamamos grande porque, para el cristiano, el tiempo que discurre entre la entrada gloriosa de Jesús en Jerusalén, hoy mismo, hasta que fuera encausado de forma inicua, acusado, cumplida la sentencia de muerte en cruz y ocurrida su Resurrección es, en esencia, lo más importante que nos ha ocurrido como creyentes. Es más, somos creyentes al aceptar todo eso…

Es, por eso mismo, una Pasión eterna, una Eterna Pasión.

Muy a pesar de lo que pueda pensarse, 
Jesús no encuentra en Dios a un Padre que lo abandonaDecía el, entonces, Cardenal Joseph Ratzinger (1) que “Jesús no constata la ausencia de Dios, sino que la transforma en oración”. Y aquí radica la fuerza que podemos obtener también nosotros para cargar con nuestra cruz. Él lo hizo, el primero, con la suya.

Entonces bien podemos preguntarnos por qué hablamos de una Pasión que es eterna, la razón por la cual el camino que recorrió Jesucristo en aquellos escasos días es, exactamente, la misma senda que cada cual caminamos hasta que, en el Reino de su Padre, podamos reencontrarnos con el Amor de forma definitiva y, claro, eterna.

¿Cuántas veces no entramos triunfales por los quehaceres de nuestra vida y, a pesar de lo malo que pueda sucedernos nos sentimos algo más felices? Sin embargo, como dice S. Josemaría (2): “El cristiano no debe esperar, para iniciar o sostener esta contienda, manifestaciones exteriores o sentimientos favorables”. Por tanto, la interioridad de nuestra fe, muy a pesar del decir y entender del mundo ha de prevalecer por sobre el siglo.

Eres tú el rey de los judíos? | La Banda Diario

Por tal causa padecemos, como lo hizo Cristo. Sin embargo, bien sabemos, como dijo el naví Ezequiel (3) (y bien podemos poner estas palabras en la boca santa de Cristo) “Yo mismo apacentará mis ovejas. Yo mismo las llevaré a la majada. Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré a la que esté herida, curaré a las enfermas… Habitarán en su tierra en seguridad, y sabrán que yo soy Yavé, cuando rompa las coyundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron”

He aquí, pues, remedio a nuestra pasión (pequeña frente a la Pasión de Cristo) porque ¿Cuántas veces no nos extraviamos por el mundo y sus llamadas y nos alejamos de Dios? Entonces enfermamos de fe, perdemos la savia que antes nos vivificaba, somos ovejas sin pastor, extraviados del redil del Padre.

Sin embargo, a sabiendas de ser atacados por causa de nuestra fe (hemos de ser, por eso, dichosos por bienaventurados), acusados de ser lo más retrógrado que en el mundo hay; 
habiendo visto zaherido a Dios, insultado a Cristo, hermano nuestro y Dios mismo; rememoradas las persecuciones antiguas con los métodos modernos; poniendo en lugar inmerecido al sucesor del depositario de las llaves de la Iglesia y viéndonos, esto hay que decirlo, caricaturizados como algo risible cuando no deplorable, “hoy, como ayer, del cristiano se espera heroísmo /…/ Cuando se pelea de continuo, con Amor y de este modo que parece insignificante, el Señor está siempre al lado de sus hijos, como pastor amoroso” (4).

Por eso, el hoy que vivimos, también es (aunque no sólo) semana de Pasión.

Sin embargo, al igual que siguieron a las palabras de Jesús en la cruz (últimos momentos de su vida de hombre) a aquel “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (5) Lo que, al fin y al cabo, siguió lo que tenía el destino mismo de su decir y sentir:

“Los confines de la tierra lo recordarán, y volverán al Señor” Contará su justicia al pueblo que ha de nacer: ¡Todo lo que hizo el Señor!” (6)

Y, como muy bien dice José Bortolini “la imagen más hermosa de Dios en este Salmo es, por tanto, la de Dios que escucha el clamor del pobre que padece injusticia y lo libera, haciéndole cantar himnos de alabanza…”(7).

De aquí que en la pasión nuestra, también eterna porque va con el ser humano, hemos de buscar consuelo en Dios, en la oración, en su cercanía; pensar, al fin y al cabo, “El Señor, en su misericordia, nos ha elegido, nos ha perdonado, nos ha abrazado una y otra vez. Ha cargado con todos nuestros pecados, hemos sido ya perdonados” (8). Con estas palabras, Luigi Guissani, quien fuera fundador de Comunión y Liberación, consuela nuestro corazón.

Vivimos, pues, en una eterna pasión pero, en consonancia con ella, tenemos una esperanza que nos vivifica. Cristo dará, dio, su vida por nosotros y gracias a él estamos, somos, salvados.

Y el Domingo de Resurrección también nosotros, en cierto modo, volvemos a la vida; dentro de una semana, pues.

Nunca hemos de olvidar la causa de tal realidad espiritual ni lo que supone que Cristo hoy entre en gloria y bendiciones en Jerusalém y en una semana cambien tanto las cosas y las circunstancias como para que acabe como acabó…

Tampoco el para qué debemos olvidar.

Notas:

1. En “Via Crucis”, de Editorial Encuentro. Introducción
2. En “Es Cristo que pasa”. Concretamente, en la homilía titulada “La lucha interior”, del Domingo de Ramos de 1971. Editorial Rialp, p. 176.
3. Ez. XXXIV, 15-17; 27.
4. S. Josemaría, ob.cit., p. 191.
5. Salmo 22.
6. Ídem anterior.
7. En “Conocer y rezar los Salmos” (Comentario popular para nuestros días). Editorial San Pablo, p. 120.
8. “Via Crucis”, ob.cit., p. 58.

Eleuterio Fernández Guzmán

PRECES

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no tienen en cuenta en su vida este domingo tan especial.

 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no saben comprender la Semana Santa.

 

Roguemos al Señor. 

 

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a agradecer todo el bien que Cristo nos ha hecho.

  

Gracias, Señor, por poder transmitir esto. 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán 

                                                                                                                       

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Un domingo donde todo empezó para no terminar nunca.

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Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.