Hay personas que, cuando hablan o escriben manifiestan su naturaleza de tal forma que no cabe, ya, la menor duda de que la tienen negra y bastante podrida.

Por ejemplo, el director del engendro internáutico llamado “El plural” (nunca un nombre demostró, mejor, lo falso de su contenido) escribió, el pasado 5 de mayo, algo parecido a un artículo rebosante de basura intelectual, analfabetismo funcional y un poco de ridículo anticlericalismo.

Vamos, ejemplo típico de alguien de izquierdas acostumbrado a ir detrás de los curas con un palo o con una antorcha si se trata de acudir a visitar un Templo.

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A veces se manifiestan ideas que, en realidad, son sueños a los que se quiere llegar para satisfacer nuestros gustos personales.

Por ejemplo, cuando se quiere que se abandone, por parte de una nación (digamos España) la senda cristiana por la que, desde hace muchos siglos, transita, para recorrer unos caminos alejados de ella, se escriben cosas que son, digamos, curiosas.

Dice el titular de la noticia “España avanza hacia la aconfesionalidad”

El contenido del mismo viene referido a las declaraciones del ministro de Justicia, Francisco Caamaño.

La reforma de la Ley de Libertad Religiosa es la excusa para decir lo que se dice y, otros, para apoyar lo que se dice con gusto y gozo.

Lo que hemos de tener claro es que lo que se pretende con todo esto es ir eliminando, eliminar, de la vida pública, cualquier tipo de de símbolo religioso católico.

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Como particular….no he sido nunca políticamente correcto. No me ha gustado estar al calor del poder establecido de manera que, aunque votase a quien gobernaba no ha querido tal cosa decir que estuviese de acuerdo con todo lo que se hacía o decía.

Ahora ha llegado el momento de manifestarse, otra vez, políticamente incorrecto. Y bien sabe Dios que lo voy a hacer.

El 7 de junio se nos ha convocado para que manifestemos nuestras ideas el respecto de lo que creemos que debe ser Europa en el tiempo más inmediato pero, sobre todo, en un futuro más a largo plazo.

Es más importante de lo que pueda creerse lo que se nos pide porque no podemos pensar ni creer que lo que pasa en Bruselas es algo que no nos incumbe. Nos afecta y mucho.

Todo tiene que ver con Europa donde está España desde sus mismos comienzos como tal, siquiera, idea de unidad. Hace de esto, ya, varios siglos.

Por eso no puedo, ni podemos, hacer como si no fuera con nosotros lo que pasará el domingo 7 de junio.

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Cuando, de cuando en cuando, se nos convoca a los electores a que manifestemos lo que pensamos en materias políticas (aunque no sólo en tales cuestiones) tenemos que tomar la decisión que nos corresponde de acuerdo a unos principios y valores que consideramos nuestros.

De otra forma, lo que digamos puede ser considerado producto, o resultado, de lo políticamente correcto o llevado por lo que nos conviene.

Tal actuación no es de recibo en un cristiano y en un católico.

Ante la próxima cita electoral del domingo que viene, 7 de junio, tampoco nos han dejado solos los obispos. Como han hecho en otras ocasiones, y como es su obligación como pastores, y formando parte de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), han emitido una Declaración en la que nos ofrecen datos más que suficientes como para que nuestro voto no sea dubitativo.

“La participación en las elecciones: un derecho y una responsabilidad”

Por tanto, la llamada a la participación es clara. Sólo aquellos que pretenden el silencio del pueblo aceptan que nos quedemos en casa sin acudir a la urna. Seguramente, tendrán miedo de lo que digamos con la papeleta.

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Muchas veces se le ha oído a José Blanco, ahora Ministro de Fomento, decir que él es católico.

Está muy bien que alguien, dentro del PSOE, diga tales cosas porque está más que demostrado que el partido al que pertenece el ahora Ministro tiene una ideología que, entre sus principales motivos de supervivencia, está la persecución a la Iglesia católica, sembrar cizaña siempre que puede entre sus miembros y, sobre todo, legislar en contra, directamente, de la doctrina de la Santa Madre Iglesia.

Por eso es muy importante que José Blanco, siempre que viene a cuento (o no) diga lo que dice.

Sin embargo, es conveniente que se sea consecuente con lo que se dice. De otra forma, no se puede tomar en serio lo que dice quien lo diga porque tenemos que recordar eso de “por sus obras los conoceréis”. Además, y en tal caso, bien podemos creer que se está manipulando lo que se dice en interés de un beneficio partidista.

Sobre el aborto, José Blanco, ha dicho algo que es, como poco, curioso.

Es, además, algo contradictorio.

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