InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Julio 2018

5.07.18

El rincón del hermano Rafael - "Saber esperar" - Lo que debe interesarnos

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar” –  Lo que debe interesarnos

 

“Cuando el alma pena de no ver a Dios, ¿qué le puede interesar el mundo?”

 

Está claro que el hermano Rafael parte de una premisa, de algo que es anterior al análisis que hace en estas pocas palabras. Y queremos decir que hay algo antes de decir esto.

Habla San Rafael Arnáiz Barón de algo que es muy básico en lo referido a nuestra fe católica. En primer lugar, tenemos un alma que, sin duda, pasa por momentos que no podemos considerarlos buenos. Es más, hay algunos de ellos que son más que negros.

Con esto queremos decir que no sólo el cuerpo sufre, sí físicamente, sino que el alma también lo puede hacer y, de hecho, pasa por ahí.

A tal respecto, es necesario que se sepa que el alma puede caer en eso. Y es que, de lo contrario, pudiera parecer que todo resbala y se pierde, por ahí, por algún rincón del corazón o, peor, de la falta del mismo.

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4.07.18

Serie “Un selfie con la Virgen María - 6- No escondamos la foto

 

 

 Un selfie con la Virgen María                         Un selfie con la Virgen María

 

 No podemos negar que muchas veces nos sorprenden los inventos que el hombre, con la ayuda inestimable de los dones de Dios, es capaz de llevar a cabo. Por eso estamos donde estamos en este siglo XXI y no nos hemos quedado quietos en aquellos primeros momentos de nuestra creación. Podemos decir, y no nos equivocaremos, que el Padre nos dio un corazón, además de limpio (aunque luego pasó lo que pasó) muy proclive a hacer rendir las neuronas. 

Haciendo de esto algo de humor negro, hasta el pobre Caín hizo algo impensable con una quijada de animal. Le dio uno uso que, con toda seguridad, no era el que tenía destinado a tener. Y es que el hombre, hasta en esto, es capaz de hacer algo nuevo con lo viejo. 

Esto, de todas formas, lo dejamos escondido (esto sí), bien escondido, debajo de algún celemín para que se vea lo mínimo posible y no dar malas ideas a nadie… 

En fin. El caso es que, como decimos, somos capaces de inventar lo inimaginable. Hasta hay quien dice que algunos tratan de descubrir la inmortalidad. Y es que esto ha sido, desde que el hombre es hombre, el sueño inalcanzable de todo aquel que no sabe dónde tiene su límite y, sobre todo, el de quien ignora, al parecer, que el único que es eterno de toda eternidad es Dios quien, no por casualidad, nos ha creado a cada uno de nosotros con el concurso de nuestros asustados padres terrenos. 

De todas formas, todo lo que, al ser inventado, sirva para el bien de la humanidad ha de tener en refrendo, la aprobación, de todo aquel que se sabe hijo de Dios y quiere, como es lógico, que las cosas vayan mejor si es que eso supone que vayan por el camino trazado por Dios para su descendencia humana. Y es que hay quien, inventando, no hace más que equivocar parte de la senda y se sale de ella con algún que otro mal pretexto de egoísmo personal. Pero a tales personas no va dirigido esto, aunque, bien pensado, a lo mejor podrían cambiar el rumbo y volverse a situar en el camino de ladrillos como si se tratase del mítico Mago de Oz sabiendo, eso sí, que su destino es mucho mejor que la de aquel grupo escaso de amigos bien extraños. 

Cuando en la famosa zarzuela se dice aquella famosa frase de “es que las ciencias avanzan que es una barbaridad” no nos sorprende nada que quisiesen referirse a inventos puramente humanos. Y es que aquellos, en aquellos antiguos tiempos, aún tenían mucho que conocer y cada apertura del conocimiento era como abrir una ventana hacia un futuro que, cada día, se presentaba más sorprendente. Sin embargo, nosotros no nos referimos a eso sino a otro tipo de inventos que tienen todo de espiritual aunque pudiera parecer que no hacemos, sino, uso de algo que está echando su cuarto a espadas en cuanto acercamiento entre personas o, simplemente, acontecimientos en los que queremos estar presentes de una forma tan directa que pareciera que no queremos perdernos ninguno de ellos. 

Nos referimos, claro está, a la utilización de la técnica fotográfica para dejar constancia de nosotros mismos en tal o cual situación. Y sí, nos referimos al palabro inglés que, de uno mismo, un en sí mismo, hace una realidad presente: el selfie. 

Alguien puede decir que estamos algo equivocados porque ¿qué tiene que ver con la fe cristiana, aquí católica, esto de tal tipo de imágenes? 

Sin embargo, no queriendo contrariar tal pensamiento, podemos decir que podemos hacer uso de tal avance de la técnica para hacernos, eso, un selfie, pero con alguien muy especial para nosotros. Y es que si hay alguien que no esté de acuerdo en hacerse uno con la Madre de Dios, digamos, en directo, que levante la mano y lo diga. Y no decimos que tire la primera piedra porque siempre puede haber quien tenga afición a echar, sobre los demás, sus culpas propias… 

Todo lo dicho hasta ahora, ahí arriba, es para animarnos a usar tal técnica pero aplicándola a una hipotética sesión fotográfica que, de improviso, nos pudiera surgir. Y no queremos referirnos a ningún tipo de aparición de la Virgen María (la Madre sabe qué hacer a tal respecto) sino a una imaginaria situación que se nos pudiese presentar sin nosotros haberlo esperado. 

De todas formas, no podemos negar que nuestra Madre del Cielo estaría más que dispuesta a tal tipo de situación pues ¿qué mejor para Ella que siempre nos quiere cerca que tenernos a tan escasa distancia del alma? 

Por cierto, si un selfie, ordinariamente, se hace, digamos, de improviso, casi sin pensarlo (como decimos arriba), aquí vamos a hacer uno que, en esto, es totalmente innovador: vamos a pensar más que bien qué supone el mismo, cómo nos presentamos nosotros ante la cámara del alma y cómo, por fin, se presenta la Virgen María con su Niño en brazos. Y es que en esto, también Ella nos permite hacer cosas distintas…

6- No escondamos la foto 

 

Una vez nos hemos hecho el selfie con la Virgen María, no es de extrañar que queramos tenerlo en un lugar preferente en nuestro corazón. Es decir, no vamos a esconderlo debajo de cualquier celemín como si la cosa no hubiera tenido importancia. No. Nosotros sabemos que es crucial para nuestra vida tener en cuenta las virtudes de la Virgen María y si, además, el Niño también ha conseguido de su Madre aparecer junto a ella y nosotros… en fin, no vamos a mirar para otro lado como si sólo hubiéramos algo sin importancia. 

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3.07.18

Un amigo de Lolo – "Lolo, libro a libro"- Lo que nosotros debemos a Dios

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

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Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “El sillón de ruedas”.

Durante unas semanas, si Dios quiere, vamos a dedicar el comentario de los textos de Lolo a un apartado particular del libro citado arriba de título “Recuento de beneficios” donde hace indicación de los beneficios de la relación del Beato con el Todopoderoso.

Lo que nosotros debemos a Dios

 

“Encarnar para redimir es una frase que también tiene su vigencia en el siglo XX, salvo que ahora ha de cumplirse con trayectoria inversa, con sentido de devolución.”

 

Lo que hizo Dios a favor de su criatura humana nunca podrá ser suficientemente agradecido. Como mucho, si alcanzamos el Cielo podremos, convenientemente, poner en el corazón de nuestro Creador la idea según la cual aquello que, entonces, hizo, fue algo grande y más que grande.

Cuando el Hijo de Dios se encarna y viene al mundo, el mundo aún no sabía el bien que se había hecho. Y podemos decir que tardó bastantes años en darse cuenta de que un niño, un recién nacido, había venido al mundo para que el mundo se salvase.

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1.07.18

La Palabra del Domingo - 1 de julio de 2018

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Mc 5, 21-30. 33-43

“21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente; él estaba a la orilla del mar. 22   Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, 23      y le suplica con insistencia diciendo: ‘Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva. 24 Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. 25  Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, 26 y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, 27   habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.

28 Pues decía: ‘Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.’ 29 Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. 30 Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y decía: ‘¿Quién me ha tocado los vestidos?’ 31 Sus discípulos le contestaron: ‘Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: “¿Quién me ha tocado?"‘ 32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho.33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le  contó toda la verdad. 34 El le dijo: ‘Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad.’35 Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: ‘Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?’ 36 Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: ‘No temas; solamente ten fe.’ 37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.38 Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos.39 Entra y les dice: ‘¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.’ 40 Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los  suyos, y entra donde estaba la niña. 41   Y tomando la mano de la niña, le dice: ‘= Talitá kum =‘, que quiere decir: ‘Muchacha, a ti te digo, levántate.’ 42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. 43 Y es insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.”

 

COMENTARIO

 

Evangelio de la confianza

 

La labor evangelizadora de Jesús suponía que, en determinadas ocasiones, se tuviese que servir de actos llamados extraordinarios para enseñar. También así enseñaba qué es la voluntad de Dios y, sobre todo, para qué había venido Él al mundo.

Aquí vemos, o contemplamos como si estuviéramos como espectadores, dos casos distintos, muy distintos: Jairo, jefe, entre otros, de la sinagoga, poderoso entonces, necesita, porque ha confiado en Él, la intervención del Maestro y acude a demandarlo; la hemorroísa, pobre, apartada de la sociedad, también necesita, aunque para ella misma, la mano salvadora y obradora de maravillas de Jesús. Ambos, como sujetos pasivos, que para recibir, creen que la única, y última, posibilidad de salvación, la tienen en aquella persona que camina llevando, en su camino, a tanta gente que confía en su amor, en su entrega, en su don.

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