InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2017

27.01.17

Serie “Caminando con Jesucristo” - 8 - Vino nuevo

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Muchas son las veces que se han hecho comentarios o meditaciones a los Evangelios; muchos los autores, entre ellos santos y otros estudiosos que han dedicado su atención al contenido de determinados momentos de la vida pública de Jesucristo, Dios que, encarnado, vivió entre nosotros. 

Así, quien surgió del Jordán glorioso y aclamado por su Padre para, de forma inmediata, adentrarse en el desierto de las tentaciones del Maligno y surgir liberado de tan nigérrimo yugo dio más que motivos para que, a lo largo de los siglos muchas páginas se hallan escrito sobre aquellos acontecimientos claves para la historia de la humanidad. 

Cristo, aclamado como quien tenía que venir en su entrada gloriosa en Jerusalén en el inicio de su Pasión es el mismo que, años antes, acudiera con sus primeros discípulos a la boda de Caná. Allí su madre, María esposa de José, le conminó a que dejase su anonimato y acudiera en rescate de aquellos sus primeros beneficiados con el hacer de su corazón; allí también se sometió a su autoridad al convertir aquellas tinajas en el vino que, para entonces, ya escaseaba en la celebración nupcial. 

Los primeros pasos de Jesús tuvieron mucho de enseñanza para aquellos discípulos que todo dejaron para seguirle. Si el discípulo amado siguió, a la voz del Bautista, al cordero de Dios, el resto de sus compañeros de viaje espiritual no dudaron en no mirar hacia atrás y dejaron, cada cual según su oficio u ocupación, la tarea que hasta entonces les había hecho ganar la vida para hacer lo propio con la eterna haciéndose pescadores de hombres. 

Hemos procedido como Dios nos ha dado a entender, en el buen sentido de la palabra, en el quehacer misterioso pero real de Jesús, Dios entre nosotros que es lo que, de una forma o de otra, ha marcado la historia sucesiva del hombre y ha cumplido lo que de Él recogía lo que denominamos Antiguo Testamento y que no es más, ni menos, que la manifestación, por escrito, de la inspiración del Espíritu Santo en manos de sus autores y que, por eso mismo de ser anticipación de la venida de Cristo, es Verdad con Él. 

No es menos cierto, por otra parte, que los primeros pasos de Cristo en compañía de sus discípulos, no están exentos de aprendizaje por parte de los mismos. Por eso, en tanto en cuanto no eran capaces de asimilar la doctrina de perfección de la Ley de Dios que había venido a transmitir el Maestro, no cejaron en tratar de llevarse a sus corazones la impresión de que los momentos que estaban viviendo eran algo más que el hecho de acompañar a una persona especial porque, al menos eso sí pudieron comprender, no les quiso engañar al decirles que tenía palabras de vida eterna y que, si prestaban atención, a lo mejor eran capaces de fijar en su alma algunas de ellas. 

A partir de ahora, pues les dejamos con un acercamiento, seguramente personal pero no por eso ajeno a mi prójimo, de lo que Jesús supuso, ya entonces, para los que todo dejaron de lado para seguirlo y se hace la recomendación de sentirse como inmerso en las diversas situaciones a las que se va a hacer referencia para aprehender, de primera mano, lo que pudieron sentir aquellos que escuchaban a Jesús y hacer, de su enseñanza, una perfecta forma de vida. 

Al fin y al cabo, el camino que recorrió el Hijo de Dios es el mismo que nosotros debemos anhelar recorrer. Es más, el destino del mismo, la vida eterna, es exactamente el mismo.

  

8. Vino nuevo

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Dadas como somos, las personas, a interpretar la realidad como nos toca vivirla, un tanto así hay que decir de lo que se refiere a Dios; y no sólo a Él, sino, también, y sobre todo, por tangible, a su Ley. 

La interpretación de los preceptos divinos, en tiempos de Jesús, era, quizá, uno de los puntos que causaban divisiónfariseos, escribas, saduceos, esenios, zelotes, miembros del sanhedrín, etc., y esto, se quiera o no, sólo podría ser causa de separación cuando no de enfrentamiento. 

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26.01.17

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Dios y el hombre

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

“Saber Esperar” - Dios y el hombre

“He aquí dos cosas: el hombre y Dios; dos seres distintos, infinitamente distintos…, creeríase pecado de soberbia el pretender siquiera compararlos… Dios que no cabe en los Cielos, y cuya idea hace llegar a la locura al alma del hombre; el hombre…, miseria, pecado, pequeñez…, átomo invisible en el espacio".

 

A veces podemos equivocarnos en lo que creemos. Queremos decir que, al respecto de Dios, Creador nuestro y de todo lo existente, y nosotros mismos, criaturas suyas, puede que creamos lo que no es.

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25.01.17

Reseña: Colección Fe sencilla – Realidades espirituales - “El Mal, el Diablo, el Infierno”

 

El Mal, el Diablo, el Infierno                       El Mal, el Diablo, el Infierno

Título: El Mal, el Diablo, el Infierno

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 55

Precio aprox.: 3.50 € en papel – 0.99€ formato electrónico.

ISBN:  580012070709 -papel; 978-1-326-92630-4 electrónico

Año edición: 2017

Los puedes adquirir en Lulu

“El Mal, el Diablo, el Infierno” de  Eleuterio Fernández Guzmán.

 

Continuamos con la publicación de textos dentro de la Colección Fe sencilla. El libro que hoy traemos aquí corresponde al apartado de título Realidades espirituales. 

Vayamos, pues, con la reseña. 

Hay temas espirituales que son más difíciles que otros. Es decir, mientras que hablar, por ejemplo, del Padre Nuestro o del Ave María resulta gozoso y a cualquiera le gusta, hacer lo propio con el Infierno, el Mal o Satanás no es plato de gusto de nadie o de casi nadie. 

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24.01.17

Un amigo de Lolo – Estamos destinados, sus hijos, a Dios

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

Estamos destinados, sus hijos, a Dios

“La primera Aleluya de la oración hay que cantarla así: por este milagro de liberación colectiva. De tejas abajo, uno no puede menos de sentir el temblorcillo por las piernas por la carga de tantas criaturas, pero, la meta de Dios, que es inmensa, no se pisa con la arrancada solitaria, sino tirando de todas las criaturas que nos rodean y atravesando el portón de los cielos alabando a Dios a coro, como en el himno de cierta sinfonía de Beethoven.” (”Los pantanos se construyen en las afueras“, de “Desde este lado de la tapia")

 

Sin duda alguna, la salvación es personal. Es decir, que cada uno de nosotros nos salvamos según actuemos o hagamos a lo largo de nuestra vida. Nos salvamos o no nos salvamos, claro.

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22.01.17

La Palabra del Domingo - 22 de enero de 2017

 

 

 Mt 4, 12-23.

 

“12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.13 Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; 14     para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías:       15   = ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán,      Galilea de los gentiles! =   16  = El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte  una luz les ha amanecido. = 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: ‘Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.’ 18       Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice: ‘Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.’ 20  Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron.    21       Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron. 23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.”

      

COMENTARIO

El comienzo de la salvación eterna

 

Lo que estaba escrito debía cumplirse. 

Esto dicho arriba significa que la voluntad de Dios debía llevarse a cabo según era la misma. Por eso este texto del Evangelio de San Mateo que estaba escrito lo que había pasado. 

La misión que Cristo debía cumplir supo que debía dar comienzo a la misma cuando el Precursor, Juan el Bautista, fue apresado por Herodes porque no le gustaba nada (menos a su ilegítima esposa) lo que decía acerca de la Ley de Dios que el rey estaba incumpliendo con osadía y gran falta de respeto a lo establecido por el Todopoderoso. 

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