14.09.21

Un amigo de Lolo – “Lolo, libro a libro” - La Gloria en paracaídas (El Reino) –y 7– Llamar a Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La Gloria en paracaídas (El Reino) –y 7–Llamar a Dios

  

Amigo, hermano: con carácter urgente, escribe esta carta, descuelga el teléfono y pon esta conferencia o dicta, rápido, el telegrama que sigue:

 -"Señor; Señor: que venga a nosotros tu Reino, sin impedimentos, aprisa, por caridad” (Mesa redonda con Dios, 216)

  

Seguimos (y terminamos) con este texto perteneciente al capítulo “Dios al volante” en el que el Todopoderoso está más cerca de sus hijos que nunca porque cae, digamos, como dice el título de esto, “en paracaídas”. 

Bien dice Lolo eso de “Amigo, hermano” pues, en realidad, todos aquellos que reconocemos el reinado de Cristo en el mundo y, por tanto, el de Dios mismo, somos hermanos y, claro, amigos o, al menos, deberíamos ser lo segundo pues lo primero se nos ha dado por parte del Todopoderoso. 

Lo que nos el Beato de Linares (Jaén, España) no es poco y que es lo que debemos hacer (y que se verá luego, abajo) no es algo que podamos diferir para mañana o para pasado mañana sino que, al contrario, es algo que debemos hacer ahora mismo: es urgente, con la urgencia que tiene la necesidad de que un hijo se relacione con su padre y, más, siendo el Padre nada más y nada menos que Dios. 

El caso es que Manuel Lozano Garrido nos ofrece todo un elenco de posibilidades que podemos tener en cuenta para hacer lo que debemos hacer. Es decir, no nos deja solos para que hagamos lo que buenamente podamos sino que, al contrario, nos dice que podemos, bien: 

escribir una carta, 

descolgar el teléfono para conferenciar con Dios o, en todo caso, 

poner un telegrama. 

Todas esas posibilidades tenemos de ponernos en “contacto” con Dios que, como bien sabemos, siempre espera a sus hijos y tiene una paciencia más que demostrada a lo largo de los siglos… 

Cada una de las citadas arriba tiene un ser y una forma de expresarse. Así, por ejemplo, cuando escribimos una carta tenemos tiempo para reflexionar lo que en ella ponemos y, así, no equivocarnos; cuando hacemos uso del teléfono es cuando, seguramente, más prisa tenemos pues la inmediatez de tal medio de relación está bien demostrada por el uso diario que se hace del mismo; o, por último, si la urgencia es máxima, el telegrama es el medio más rápido, por así decirlo, de decir a Dios esto o lo otro… 

Y, luego, lo que es conveniente que le digamos a Dios pues tan poco es buena la cosa de dejar pasar una oportunidad como la que supone ponernos en contacto con nuestro Creador para decir cosas sin importancia. No. Al contrario es la verdad: sólo importa lo que es importante, por así decirlo. 

¿Y qué es eso? 

Pues esto: 

“Señor; Señor: que venga a nosotros tu Reino, sin impedimentos, aprisa, por caridad” 

Queremos que venga el Reino de Dios a nosotros pero no que lo haga de cualquier forma sino, 

sin impedimentos, 

aprisa y, por último, 

por caridad.

 

Y lo mismo que pasa con las posibilidades de llamar a Dios pasa con esto. Es decir, quiere Lolo que Dios envíe su Reino y que no haya nada que lo impida; también quiera que llegue aprisa pues nada mejor se puede anhelar para el hijo que el Padre esté cabe sí, como se decía antiguamente, cerca de sí. 

Y sí, eso ha de ser por caridad. Y ha de serlo porque bien sabemos que somos pecadores y las muchas veces que debemos pedir perdón a Dios que es Quien queremos que envíe su Reino. Y eso, claro, ha de ser por Amor, por aquel que tiene el Todopoderoso por su criatura. Si, por caridad pues, de otra forma…

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

13.09.21

Serie tradición y conservadurismo – Lo bueno y lo malo. Así de sencillo.

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Digamos, para empezar, que cuando Dios llevó a cabo la Creación, todo lo que hizo era bueno. Y así se dice en la Sagrada Escritura: “Y vio Dios que estaba bien” es la expresión que se utiliza en el Génesis para dar a entender que a medida que iba creando, lo que venía a ser no era una cosa hecha, así, al tun-tun, sino que tenía todo el sentido que Dios Todopoderoso pone a lo que hace.

Decimos, además, que cuando creó al hombre y, luego, a la mujer, dijo algo más: “Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra”.

Nosotros estamos seguros (fe obliga) que Dios no podía crear al ser humano a su imagen y semejanza y querer que la tal creación tuviera alguna tara o defecto. Por eso creemos que creó al varón y a la hembra buenos, en sí mismos buenos y que vivir en el Paraíso era el destino que tenía establecido para ellos y que la muerte no sería como ahora la conocemos sino que sería un mero dormir para despertar en la vida eterna.

Eso era así hasta que las criaturas hechas como mejor supo hacer Dios (de forma perfecta) cometieron el error de querer ser como su Creador. Entonces entró la muerte en el mundo y todo el bien que se había establecido en la existencia del ser humano trocó de tal forma que, con aquella, entró el Mal en la existencia del hombre.

Después, sabemos lo que fue sucediendo con la historia del ser humano: Noé, Abraham, Moisés… En fin, Dios intervino lo justo y necesario como para que no se fuera todo al traste.

Luego, por fin y al final de los tiempos, Dios envío a su Hijo, en el mundo Jesucristo, para que el mundo se salvase y lo hiciese a partir de su sangre y con la entrega de su vida, así, por el bien de todos aquellos que confiesen que es el Mesías, el Enviado de Dios, el Cristo.

Desde que el cristianismo surge como modo de vida y como religión (o, quizá, al revés) han pasado muchos siglos en los que, con los errores propios del ser humano, podemos decir que, con los valores propios de nuestra religión (más los que podamos tener de la hermana mayor, la judía) no devino una sociedad en la que primara el Mal sobre el Bien sino que se procuró que el segundo, con los principios propios del cristianismo se impusiera al primero por ser, éste, hijo directo de Satanás y de sus ángeles caídos, demonios o como quiera llamárseles, todos testigos del daño que han procurado a la humanidad desde que el primero de ellos hiciera caer en la trampa del egoísmo a nuestros Primeros Padres.

Y sí. Sabemos que esta parte del artículo pueda, a lo mejor, no entenderse pero dado que aquí se trata de hablar de lo bueno y de lo malo, hemos creído importante dejar claro cómo ha sido la cosa desde que Dios estimó oportuno crearlo todo pues, desde aquel entonces, nosotros estamos aquí, eso sí, después de que muchos acontecimientos demostraran a nuestro Padre del Cielo que estamos, los humanos, más necesitados de su intervención de lo que muchas veces hemos creído necesario.

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11.09.21

La Palabra para el Domingo - 12 de septiembre de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 12 sino sábado, 11 de septiembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

 

Mc 8, 27-35

 

“27 Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus  discípulos: ‘¿Quién dicen los hombres que soy yo?’ 28 Ellos le dijeron: ‘Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que uno de los profetas.’ 29 Y él les preguntaba: ‘Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?’’ Pedro le contesta: ‘Tú eres el Cristo.’ 30 Y les mandó enérgicamente que a nadie hablaran acerca de él. 31 Y comenzó a enseñarles que el Hijo del hombre debía sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar a los tres días. 32 Hablaba de esto abiertamente. Tomándole aparte, Pedro, se puso a reprenderle.33 Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciéndole: ‘¡Quítate de mi vista, Satanás! porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres.’ 34 Llamando a la gente a la vez que a sus discípulos, les dijo: ‘Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí  mismo, tome su cruz y sígame.35 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’”.

      

Una llamada a la eternidad

1.- Muchas veces Jesús quiere explicar a sus discípulos y al resto de personas que le seguían y le escuchaban, el fundamento de su existir; muchas veces está interesado en saber qué opinan de Él, qué piensan quienes le rodean aún sabiendo que ya lo sabía. 

Jesús, que tiene a sus discípulos muy cerca  los supone en contacto directo con la gente y se dirige a ellos para probarlos en su fe. 

El desconcierto entre los que lo conocen es grande. Unos piensan que es Juan el Bautista, otros que Elías…En fin, algo de desconcierto aprecia del Hijo de Dios en aquellos que le escuchan. 

Pero los apóstoles parecen tenerlo claro, y el “principal”, el que sería piedra de la Iglesia, lo afirma: “Tú eres el Cristo”. Con esto le demostraban, o eso pensaban ellos, un conocimiento superior a los demás que le seguían: Tú eres el Enviado de Dios, el Mesías, el que nos salvará. 

Sin embargo, tampoco parecen conocer las Escrituras y hablan de Jesús y del destino ellos creen que les espera. Así, ellos también se encuentran en aquel estado de querer y no poder en que muchas veces demuestran encontrarse: creen una cosa cuando, al contrario, es otra muy diferente. 

2.- Como Jesús conocía sus pensamientos comienza a desgranar, ante sus oídos, lo que será su vida: lo prenderán, lo juzgarán, lo acusarán y, al final, lo matarán. Todo esto era netamente contrario a lo que sus discípulos esperaban de quien les estaba enseñando. Los pensamientos de Dios y del hombre muchas veces difieren en tanto… Además, eso de resucitar era un concepto que no llegaban a entender.

Como era de esperar Pedro, que debía creer que tenía una mayor confianza con Jesús, le echa en cara aquello que decía, al igual que en la última cena le diría que con él iría donde fuera. Hombre, pensamiento de hombre, nada más. 

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9.09.21

Ventana a la Tierra Media – Y de la música surgió todo – y 6

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Existía donde Ilúvatar y el Vacío exterior. Y Melkor tomó del Vacío la negritud y lo oscuro y lo trasladó junto a los demás Ainur. Y surgió una discordancia que fue el inicio de la existencia del Bien y del Mal, de la Creación y de la destrucción.

No podemos negar que, a pesar de que aquella historia-realidad que les había sido contada fue de lo más interesante, saber que llegaba el final entristeció a más de uno de los presentes. De todas formas, estaba más que bien saber cómo acabó todo aquello

El caso es que, por ser aquel el último día de la tan ansiada narración, se hizo un poco de rogar el Maestro de los Cuentos. Pero, después de unos minutos que parecieron eternos apareció con gran aplauso por parte de los presentes. Aunque es verdad que también se le notaba algo apesadumbrado por lo que tenía que contar, por el final de la historia de la música. 

Bueno, supongo que estaréis ansiosos por saber lo que pasó luego. 

-¡Sí, sí!, se escuchó a unísono. 

Pues bien, como os dije el último día, a Melkor toda aquella bondad que se estaba creando no le venía nada bien. Y por eso les hizo saber a los presentes allí y entonces que aquello, todo, sería suyo. 

Sin embargo, Manwë se atrevió a decirle que de ninguna de las maneras se apoderaría de todo aquello pues muchos habían trabajado en bien de aquella obra. Y entonces pasó lo que tenía que pasar: hubo lucha entre Melkor y los demás.

 -¿Perdió Melkor?, ¿Quién ganó?, ¿Qué pasó?, fue lo que se escuchó allí. 

Tranquilidad, pequeños, que ya lo cuento todo. 

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8.09.21

Tuvo que nacer María

Natividad de Bamberg

 (Natividad de Bamberg, Alemania)

Aunque a muchos de los que no crean en la realidad física de Jesucristo tampoco guste esto, lo bien cierto es que María, joven judía que dio a luz a un niño fruto del amor al sí y concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, también vino al mundo. Y lo hizo sin pecado alguno por gracia otorgada por Dios, su Padre e Hijo.

María, aquella niña (pues lo era cuando dijo sí al Ángel Gabriel) nació porque Dios quería tener una Madre que fuera mujer de oración y de humildad demostrada a lo largo de su, hasta entonces corta, vida. Es de imaginar al Hijo de Dios presentándole al Padre a la mujer que había elegido para ser Madre suya pues ya lo había hecho el Creador desde toda la eternidad. Convencer a Dios de que frente a Eva, aquella primera madre que traicionó su bondad y se vendió por una ilusión, había otra criatura suya que podría acogerlo en su seno y ser portadora de paz y de gozo universal, no debe ser fácil pero con el amor que le tiene el Padre al Hijo es de creer que aceptó enviar a su Ángel a que, al menos, le preguntara si quería ser agraciada con la gracia y el don especial de Dios.

Pero antes, tampoco mucho antes en años hablando, un pequeño ángel tenía que venir al mundo. Y lo hizo sin aquello que lastra a todo ser humano y que, causado por nuestros primeros padres, nos pesa en el alma hasta que somos bautizados. Del primer pecado, por eso original, estaba liberada María por gracia de Dios y así lo ha entendido todo creyente desde que se convirtió en Madre de todos los hijos de Dios.

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6.09.21

Serie tradición y conservadurismo – Dejarse vencer por el Mal

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Por mucho que los adalides del siglo pretendan sostener que no existe el Mal y que, por tanto, no hay castigo ante las malas acciones sino, sólo, lo que queda de lo que se hace, ahí, como si nada… Por mucho, decimos, que eso lo crean muchos (en realidad, les viene muy bien que eso se crea así para no sentirse responsables de nada) lo bien cierto es que el Mal está, existe, es. Y se manifiesta de las más diversas maneras la menor de las cuales no es, precisamente, creer que no existe. Y esa es labor del Maligno que, no obstante, es príncipe de este mundo.

Seguramente que cualquiera que lea esto podría poner muchos ejemplos de qué es el Mal y cómo actúa. Nosotros, sin embargo, vamos a hacer hincapié en lo que podemos llamar “sutilezas del Mal” que tanto abundan hoy día. Y nos referimos al respeto humano y a lo políticamente correcto que, como actitudes propias de alguien desnortado son verdaderos elementos destructores del comportarse, como diría San Josemaría, como gentes “de criterio”.

Es sabido, aunque muchas veces no lo parezca, que el “qué dirán” es un recurso que viene muy bien para muchas cosas y para muchas ocasiones.

Así, por ejemplo, si se nos pasa por la cabeza “cambiar de sitio” algo en nuestro favor siempre sobrevuela en nuestro corazón el “qué dirán” pues una cosa es lo que creemos que nos conviene y otra, muy distinta, lo que creemos que el resto de seres humanos puede pensar sobre nosotros. Y eso, digamos lo que queramos decir, siempre pesa en nuestras decisiones.

Es decir, en el comportamiento ordinario del ser humano tiene importancia grande lo que los demás piensen de él.

Hay, sin embargo un ámbito en el que este principio actúa en detrimento de la espiritualidad del ser humano: lo religioso, la religión y, al fin, la fe. Y en el mismo no vale “el qué dirán”.

Es cierto que el mundo que nos ha tocado vivir no es muy proclive a aceptar principios o doctrinas religiosas cristianas. Es más, muchas veces, los cristianos tampoco manifestamos gran aprecio por los mismos o por las mismas.

El caso es que si actuamos pensando, en exclusiva, en el “el qué dirán” lo único que alcanzaremos será la cumbre de la miseria espiritual pues, por un lado, no se quiere lo que queremos y, por otro, no somos capaces de demostrar que lo que queremos es lo que se debe querer y que le conviene mucho a la criatura de Dios estar a su santa Voluntad y no a la propia de los lógicos egoísmos.

En realidad aquí juega un papel un concepto religioso muy en desuso: “unidad de vida”.

Decir eso, así, de pronto y sin anestesia mundana, pudiera sonar a caduco y trasnochado pues hacer lo que se dice que se es, es comportarse de forma aceptable para Dios y eso, es bien cierto, no siempre “nos conviene”.

Decimos “unidad de vida” y queremos dar a entender que como somos hijos de Dios debemos demostrar que lo somos.

¿Y cómo se hace eso?

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4.09.21

La Palabra para el Domingo - 5 de septiembre de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 5 sino sábado, 4  de septiembre de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

Mc 7, 31-37

  

“31 Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis.32 Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. 33 El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.    34 Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: = ‘Effatá’, que quiere decir: ‘¡Abrete!’35 Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente. 36 Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban. 37 Y se maravillaban sobremanera y decían ‘Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.’”

 

 

COMENTARIO      

Lo que es capaz de hacer Dios por sus hijos

Hay que reconocer, porque es verdad, que el Hijo de Dios cumplía la misión que le había encomendado su Padre de una forma completa. Vamos, que no dejaba de caminar por el mundo que tenía a su alrededor transmitiendo la Buena noticia con palabras… y hechos. 

Lo que le pasa a aquel hombre es para tomar nota de lo que es capaz de hacer Dios. Sabemos que es todopoderoso y por eso lo llamamos así, Todopoderoso. Eso supone, por tanto, hacer cosas como ésta.

 

Aquel hombre sordo y casi mudo

Para darnos cuenta de lo que le pasa a aquel hombre hay que ver cómo se debía encontrar. Es ecir, cuál era su situación social. 

Hoy día, una persona en sus condiciones puede tener mucha ayuda. Humanamente hablando se ha avanzado mucho desde los tiempos en los que el Hijo de Dios vino al mundo por primera vez. Sin embargo, entonces las cosas eran muy diferentes. 

Sabemos que para el judío ordinario la enfermedad que padecía una persona tenía relación directa con los pecados que cometía. Por eso aquel hombre, que era sordo y, además y lógicamente, no hablaba muy bien, debía tener sobre sí una espada de Damocles muy grande. 

Eso, claro está, tenía consecuencias sociales muy graves. Queremos decir que los enfermos de tal calibre (pensemos, también, el leprosos, ciegos, paralíticos, etc.) eran apartados de la sociedad. No eran útiles y, simplemente, no se les tenía en cuenta. 

Pero Jesús sabe que eso no está ni medianamente bien. Por eso muchas veces, dada la fe de quien se lo pide, cura a muchas personas y añade eso de “tus pecados te son perdonados”. Eso lo hacía para que viesen, sus críticos, que podía curar y perdonar, perdonar y curar. 

Pues bien, aquel hombre, pues, necesitaba una ayuda que no era de este mundo, una ayuda sobrenatural.  Y bien que la obtuvo y recibió. 

Jesús lo quiere curar. Y hace como otras veces en trances como éste: mira al cielo, ruega al Padre, pide por aquel hombre. Y hace lo que sabe hacer: lo cura con su saliva que es saliva de Dios, aliento del Todopoderoso. 

Podemos imaginar, primero, la sensación que debió recorrer todo el cuerpo y el alma del sordo y casi mudo: puede oír y, de paso, hablar con toda normalidad. 

Lo curioso del caso es que Jesús, que sabe lo que pueden pensar de Él sus perseguidores, no quiere que lo vayan proclamando a los cuatro vientos. 

Vana ilusión la del Hijo de Dios. Y es que no está muy alejado del ser humano que, cuando recibe algo grande, lo vaya diciendo a todo el que quiera escucharlo. Y aquel hombre había recibido lo más grande: curación e inserción dentro de la sociedad. ¡Casi nada de golpe y porrazo! 

Tampoco extraña la otra gran verdad: “Todo lo ha hecho bien”. 

Y es que no hay nada como mostrar el poder de Dios para que se crea en el poder de Dios. Y, de paso, se cumplían las Santas Escrituras que decían que cuando llegase el Mesías, los sordos oirían y los mudos, hablarían. 

Como diría aquel: “blanco y en botella” o, también, quien no quiera ver, que no vea. 

 

PRECES 

Por todos aquellos que no quieren ver la gloria de Dios. 

Roguemos al Señor. 

Por todos aquellos que no quieren la conversión del alma. 

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

 

Padre Dios; ayúdanos a ver con ojos dignos de ser los propios de unos hijos tuyos.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

2.09.21

Ventana a la Tierra Media–Y de la música surgió todo - 5

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Existía donde Ilúvatar y el Vacío exterior. Y Melkor tomó del Vacío la negritud y lo oscuro y lo trasladó junto a los demás Ainur. Y surgió una discordancia que fue el inicio de la existencia del Bien y del Mal, de la Creación y de la destrucción.

Hacía ya unas semanas que estaban escuchando aquel cuento aunque todos sabían que, en realidad, no era algo inventado para entretener a los niños antes de irse a dormir sino que era algo que había pasado hacía mucho, pero que mucho tiempo. Y, sin embargo, a todos gustaba escuchar lo que en el Principio había pasado porque era parte de su propia historia.

Pues bien, empezó diciendo quien era, al fin y al cabo, el narrador de todo lo que pasó, la semana pasada acabamos diciendo que Manwë y Ulmo fueron siempre muy buenos amigos. Y en tales estaban cuando de repente se hizo la oscuridad.

-¿Cómo que se hizo la oscuridad?, preguntó uno de los presentes. 

Sí, de repente se hizo la oscuridad, como digo. Ellos no la conocían porque, si no es en su pensamiento, no sabían qué era en verdad. Y es que lo que habían visto no era más que una visión que Eru les había procurado para que vieran el resultado de su música. Y ellos se entristecieron porque amaban lo que habían visto. 

Sin embargo, ellos quisieron que todo fuera real y conocer, de verdad, a los hijos de Ilúvatar pues es verdad que no pudieron conocer lo que pasaría después de todo aquello y, ni siquiera, lo que sería el fin del Mundo pero los Ainur quería saber más, poder encontrarse, incluso, con Elfos y Hombres… 

Los Ainur se inquietaron y se preocuparon pues creyeron que todo aquello que, creían, habían hecho con su música, no era más que algo que veían en visión. E Ilúvatar, conociéndolos más que mucho quiso tranquilizarlos. Y entonces… 

Ainur (ITA) - Discografía, line-up, biografía, entrevistas, fotos

Y nuestro narrador quedó un momento en silencio y eso desconcertó a los que lo escuchaban. Y los desconcertó tanto que tampoco dijeron nada, expectantes como estaban, hasta que salió de su silencio y dijo:  

Y entonces dijo Eru ¡Eä! 

- ¿Y qué quería decir eso?, se oyó a varias voces preguntar.

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31.08.21

La Gloria en paracaídas (El Reino) –6– Que lo que no es bueno se troque en mejor porque Dios está aquí.

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La Gloria en paracaídas (El Reino) –6– Que lo que no es bueno se troque en mejor porque Dios está aquí.

  

“Entra en ellos y abre un agujero de gracia en la cáscara de la carne para que los mediopobres o mediomansos se desnuden a la siembra en sí del Edén. Pisa la cabeza de la serpiente y haz Paraíso del amor; que el sudor brote en Creación; el dolor de tener hijos encanto de cosecha; la seguridad de la muerte, en cita de salvación; y todo el mundo se haga voz acompasada en la sonora palpitación de tu pecho, que se agita entre nosotros” (Mesa redonda con Dios, 216)

 

 

Seguimos con este texto perteneciente al capítulo “Dios al volante” en el que el Todopoderoso está más cerca de sus hijos que nunca porque cae, digamos, como dice el título de esto, “en paracaídas”. 

Pues bien, casi estamos a punto de terminar ese apartado y ahora, ahora mismo y sin perder tiempo alguno, el Beato de Linares (Jaén, España) pone, por así decirlo, toda la carne en el asador. El caso es que la carne que pone es la de los hijos de Dios… 

Sabe muy Lolo que las Bienaventuranzas que proclamó en su día el Hijo de Dios y que deberían servirnos de medida para llevar una vida acorde con la Voluntad de Dios… en fin, como que no las hemos asimilado del Todo. Por eso habla de “medipobres o “mediomansos” porque, en realidad, no parece que queramos ser pobres del todo o mansos del todo porque eso, seguramente, iría contra nuestros egoístas intereses.

El caso es que decir eso es decir mucho: primero, que no parece que se nos pegue al corazón lo dicho por Cristo; luego, que aún tenemos que recorrer mucho camino espiritual para ser considerados, como toca y como ha de ser, hijos de Dios en el sentido que eso ha de tener y, claro, tiene si es que…

De todas formas, reconocer que somos lo que somos no hace que Lolo quiera dejarnos echar a perder. Todo lo contrario es la verdad: le platica a Dios de cómo somos pero, sabiendo eso, le pide por nosotros. Y es que tiene un ansia inmensa de bien para cada uno de sus hermanos los hombres. 

Quiere Lolo que la Gracia de Dios esté en nosotros, esté, por tanto, con nosotros. Y le pide al Creador que, pese a nuestra necedad nos procure tal Gracia y nos demos cuenta de eso, de que Dios está con nosotros. 

Y el mal quiere Manuel Lozano Garrido que sea aniquilado. Por eso habla de pisar la cabeza de la serpiente (en recordatorio de lo que se nos dice de eso en la Biblia) Entonces, el Amor, así, con mayúsculas, se apoderará de nuestra vida y todo irá a más y a mejor. Y así irán las cosas, según nos dice Lolo: 

- Que el trabajo del hombre forme parte efectiva de la Creación de Dios y que así sea considerado, 

- Que sepamos que el crecer de la especie humana es obligación divina y necesidad propia de la misma, 

- Que sepamos que la muerte no es final sino, en todo caso, el principio de lo que “puede” ser gozo eterno. 

Todo esto, en realidad, no es que lo quiera Lolo para sí, digamos, de forma egoísta sino que, conociendo cómo era este buen y santo hombre, lo anhela para todo ser humano (“todo el mundo”, dice) Y es que pretende, voluntad ésta más que benévola, que tal conjunto de personas palpiten en el pecho de Dios pues bien sabe que ahí están ya y, por ende, que ya se agita en nosotros, así dicho, para que nadie se lleve a engaño.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

30.08.21

Serie tradición y conservadurismo – La tolerancia religiosa para un católico

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Ser tolerante, así dicho, pudiera dar la impresión de que es algo propio de personas abiertas, que aceptan lo que les pasa sin mayor problema pero que, sobre todo, aceptan, sin mucha oposición, cualquier tipo de idea si hablamos de lo espiritual o, por resumir, de lo religioso.

Generalmente, se entiende por tolerancia una actitud que consiste en no poner impedimentos a lo que se considera ilícito pero sin aprobarlo. Sería algo así como un “dejar hacer” a sabiendas de que tal hacer no está bien ni puede estarlo.

Tal forma de pensamiento ha concluido o, mejor, ha llegado a establecer la especie según la cual una persona es tolerante cuanto entiende que cualquier opinión es igual de válida que otra.

¿Qué significa esto?

Por decirlo pronto, esto supone que no es posible que existan valores absolutos porque todo es admisible, todo es “tolerable”. Y, además, cuando alguien no se comporte de forma tan “comprensiva” es, automáticamente, tachado de antisocial y anti todo lo que sea admisible desde el punto de vista políticamente correcto.

También podemos decir que esto no es que siembre sino que abona el relativismo que defiende que, en efecto, todo es posible y toda opción se debe admitir en aras de una convivencia que llaman socialmente aceptable.

Sin embargo, los católicos sabemos que no debemos ser nada tolerantes con muchas cosas y debemos manifestar tal forma de pensar y de hacer aunque eso suponga cualquier tipo de desapego de la sociedad en la que vivimos. Y eso siempre lo tuvo muy en cuenta san Juan Pablo II cuando en su Evangelium vitae dijo esto:

La raíz común de todas estas tendencias es el relativismo ético que caracteriza muchos aspectos de la cultura contemporánea. No falta quien considera este relativismo como una condición de la democracia, ya que sólo él garantizaría la tolerancia, el respeto recíproco entre las personas y la adhesión a las decisiones de la mayoría, mientras que las normas morales, consideradas objetivas y vinculantes, llevarían al autoritarismo y a la intolerancia “(Evangelium vitae, 70)

“La tolerancia legal del aborto o de la eutanasia no puede de ningún modo invocar el respeto de la conciencia de los demás, precisamente porque la sociedad tiene el derecho y el deber de protegerse de los abusos que se pueden dar en nombre de la conciencia y bajo el pretexto de la libertad. “ (Evangelium vitae 71)

¿Lo ven ustedes? Democracia queda equiparada a tolerancia. Por tanto, quien no es tolerante no es demócrata y puede ser demonizado a satisfacción de la corrección política.

Hay cosas que, simplemente, un católico no debe tolerar:

-El aborto

-El divorcio

-La eutanasia

-El gaymonio

-La manipulación genética

-La manipulación ideológica de la infancia

-La falta de respeto del derecho a la educación de los hijos.

-El comportamiento políticamente correcto

-El respeto humano

-Los comportamientos homosexuales

-El relativismo

-El hedonismo

-El fariseísmo

-Las manipulaciones teológicas

Pues bien, al respecto de la tolerancia, el emérito Papa Benedicto XVI, en su Catequesis de 25 de junio de 2008 dijo esto: 

“Pensemos en valores que justamente se defienden hoy, como la tolerancia, la libertad y el diálogo. Pero una tolerancia que no sepa distinguir el bien del mal sería caótica y autodestructiva. Del mismo modo, una libertad que no respete la libertad de los demás y no halle la medida común de nuestras libertades respectivas, sería anárquica y destruiría la autoridad. El diálogo que ya no sabe sobre qué dialogar resulta una palabrería vacía.”

En realidad resulta bastante destructivo creer que todo es admisible porque facilitamos, con tal forma de pensar, que cualquiera pueda creer que no hay Verdad y que todo, al fin y al cabo, puede tenerse por bueno según nos convenga o en cada momento nos venga bien…

El católico no debe tolerar, de ninguna de las maneras, lo aquí dicho y, seguramente, otras muchas realidades que no mostramos pero que cualquiera podría añadir a lo dicho arriba.

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