30.05.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – Formas de ver las cosas

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Formas de ver las cosas

 

“Nada, que por lo visto lo mío es el coco” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 57”)

 

 

Antes que nada, debemos decir que este texto del Beato de Linares (Jaén, España) debe ser el más corto que hemos traído aquí. Sin embargo, tiene su enjundia y su importancia porque nos dice mucho acerca de eso, de cómo vemos las cosas las personas. 

Esto viene porque como en casa de Lolo hacía falta que alguien se ocupara no sólo de la propia casa (su hermana Lucy hasta entonces trabajaba en una oficina aunque muchas veces, según leemos poco después, debía ausentarse del trabajo por cuidar a su hermano) sino que lo hiciera del propio Lolo. 

El caso es que había llegado una señora para desempeñar el trabajo que había estado haciendo la anterior. Pero, al ver el panorama que había en casa de Lolo (más bien por las necesidades de atenderlo a él), sólo aguantó una noche y al día siguiente de haber llegado se fue por donde había venido. Y eso le hace escribir a Lolo que, al parecer, lo “suyo” era el “coco” que era lo mismo que decir que asustaba mucho al personal… 

Esto, de todas formas, a nosotros nos viene la mar de bien porque nos permite reflexionar acerca de cómo vemos las cosas las personas pues, al parecer y según vemos aquí, no todas las visiones son iguales como, por otra parte, es lógico esperar: una cosa es un mismo y otra muy distinta… el prójimo. 

Vemos claramente que aquí hay dos formas de ver las cosas:

 

- la de Lolo y,

 

- la del prójimo.

 

 La cosa es bien sencilla. Y es algo como que así (invertimos la relación dicha supra):

la del prójimo: en resumidas cuentas, quien veía a Lolo cómo se encontraba de salud (más aún quienes lo conocían de toda la vida), en primer lugar, es seguro que sintieran lástima por alguien que estaba como estaba pero también es verdad que podían sentir que aquel hombre aguantaba estoicamente lo que le sucedía y que parecía que no había mal que diera al traste con su vida. Admiración, seguro, había en aquel pensamiento pero también algo así como llevarse las manos a la cabeza por ver a Lolo y su situación física.

la de Lolo: y en esto entramos, sin duda, en otra dimensión. Y es que Lolo, que escribe hasta con humor acerca de sus padecimientos y le hace decir eso del “coco” como si la cosa fuera para menos. Pero para nuestro amigo Manuel las circunstancias de su vida, digamos, física, eran las que eran y no se iba a arredrar ante ellas ni se iba a venir abajo. Por eso reacciona siempre como reacciona y no se viene abajo nunca. Y, es más, personas que le conocieron, siempre dijeron y dicen que era una persona muy alegre y siempre parecía (porque lo era) feliz con su vida y con sus circunstancias.

 Vemos, por tanto, que lidiar con las enfermedades contra las que lidiaba Lolo no era poca cosa sino, en todo caso, la constatación de tener cierta ayuda sobrenatural que, partiendo de Dios y siguiendo por su propio espíritu, lo llevaba a ir por la vida con un gracejo propio que tiene quien nada malo le pasa y por eso reparte alegría… 

Sin duda alguna, la forma de ver las cosas de Lolo es la más recomendable aunque, claro está, todos no tengamos la fuerza espiritual del Beato de Linares. Pero bueno… como ejemplo, sirve y vale más que mucho.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

28.05.22

La Palabra para el Domingo - 29 de mayo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 29 sino sábado 28 de mayo de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Lc 24, 46-53

“46 y les dijo: ‘Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día 47 y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. 48 Vosotros sois testigos de estas cosas.
49 ‘Mirad, y voy a enviar sobre vosotros la Promesa de mi Padre. Por vuestra parte permaneced en la ciudad hasta que seáis revestidos de poder desde lo alto.’ 50 Los sacó hasta cerca de Betania y, alzando sus manos, los bendijo. 51 Y sucedió que, mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. 52 Ellos, después de postrarse ante él, se volvieron a Jerusalén con gran gozo, 53 y estaban siempre en el Templo bendiciendo a Dios.

COMENTARIO

Cuando Cristo ascendió a los cielos

Jesús tenía que terminar la misión para la que había sido enviado porque era voluntad de Dios que sus discípulos supiesen lo que les iba a pasar en tanto en cuanto Él no volviese a estar entre ellos.

Había profetizado acerca de su vida, de su muerte y de su resurrección. Muchos no entendieron qué quería decir pero después de haberlo visto en varias ocasiones, no les cupo duda alguna de que todo se había cumplido como les había explicado el Mesías que sucedería.

Algo, sin embargo, debían hacen: ir por el mundo predicando que era necesaria la conversión porque con ella se alcanzaba el perdón de los pecados. Y tal misión era la que les encomendaba porque ellos, como les dice Jesús, son “testigos”, han visto y han oído, lo que había pasado y nadie mejor que ellos para dar testimonio, al mundo, de la Verdad.

Les hace varias indicaciones: en primer lugar que se queden en Jerusalén porque, en segundo lugar, les va a enviar el Paráclito, al Espíritu Santo prometido por Dios a su pueblo. Entonces el poder estará con ellos porque les será dado por el Creador.

Y ascendió.

Por qué importa la Ascensión del Señor – St. Hugh Catholic Church & School

Dice el texto del evangelio del médico apóstol que Jesús les bendecía mientras ascendía al cielo o, lo que es lo mismo, a la Casa del Padre. Se separó de ellos bendiciéndolos.

Por eso, era tanto lo que había sucedido en unos pocos días desde el prendimiento, muerte y resurrección de Jesús que aquellos que lo están viendo subir al cielo no pueden, por menos, que postrarse en adoración ante el Hijo de Dios que se les va al cielo para, sin embargo, quedarse con ellos para siempre.

Ya nada, a partir de entonces, podría darles miedo a los apóstoles de Jesús. Así, en su fuerza de espíritu tras ver lo que habían visto tampoco extrañe, pues, que a partir de entonces el Templo fuera el lugar preferido para estar adorando a Dios que había enviado a su Hijo procurar la salvación de la humanidad.

 


PRECES

Por todos aquellos que no confían en las promesas de Dios.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no se postran, en adoración, ante Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a tener siempre presente al Espíritu Santo en nuestra vida.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.


El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

     

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Y ascendió por nuestro bien. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna

23.05.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – La vida dada por Dios.

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

La vida dada por Dios

 

“A aquél, y al otro al que se fue y a mí que aún vivo, se nos da la vida como una antorcha donde izar el mecha del corazón, para que Dios la prenda y reverbere a la gloria del mediodía.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 50)

 

Antes de esto se refiere el Beato de Linares (Jaén, España) a una imagen propia de quien quiere que la cosa sea para bien. Y es que habla de la claraboya de un Juzgado que, en determinado momento del día los rayos del sol hacen que reflejen la luz y sea, dice Lolo, un, a modo de faro. 

Y luego apunta a que también las personas somos algo así, o debemos ser, como “luces para la historia del mundo”. Y es que ya sabemos eso que dijo Jesucristo acerca de que la luz no hay que esconderla debajo de ningún celemín sino que se ha de hacer servir para que muestre el camino hacia Dios. 

Esto lo decimos porque las palabras que vienen a continuación, y que hemos traído aquí, son el ejemplo perfecto que define lo que nosotros podemos hacer y, es más, lo que debemos hacer porque no todo puede quedarse en mera intención… 

Todo ser humano, y pensamos que todo desde que el Hijo de Dios fue enviado al mundo para que el mundo se salvase, recibe la vida del Todopoderoso. Es decir, no viene al mundo sin razón alguna o sin relación con “Alguien” superior a todo sino que la verdad es, justamente, la contraria: somos creados por Dios (y a su imagen y semejanza, además) y es cierto que eso lo tenemos más claro desde que Jesucristo pisó el mundo. 

Pues bien, el Creador nos da la vida. Y ahí no queda la cosa que sería como decir “¡Hala, ahí os dejo!” como si el Todopoderoso se desentendiese de nosotros. Eso sabemos que no es así pero es que, además, estamos aquí para algo más que para llevar una existencia más o menos buena (según le vaya a cada uno la cosa…) Y tal “algo más” es lo que nos hace mejores discípulos de Jesucristo porque hemos entendido, de ser así, que también somos luz. 

Bueno, en realidad, somos algo más que luz pues, en verdad, somos “antorcha”, como dice Lolo. Y, es más, tal antorcha no puede regirse por cualquier cosa sino que lo ha de hacer con el corazón donde mora el Espíritu Santo, Espíritu de Verdad, en suma. Y, desde el corazón alumbrar, cual antorcha, no sólo nuestro camino sino el del mismo prójimo que, por una causa, razón o motivo que sean, miran nuestra luz. 

Eso sí, la mecha que nosotros debemos situar en la antorcha que se alimenta del corazón no la prendemos nosotros pues, la más de las veces, preferimos eso del celemín… Y, entonces, es Dios mismo quien la prende y Quien, por tanto, nos facilita el ser mismo de alguien que, con sus solas fuerzas… como que no puede ni es capaz de hacer lo que debe hacer, alumbrar lo que debe alumbrar y ser lo que debe ser como hijo de Dios. 

Esto lo decimos por si hay algún soberbio que quiera ser algo por sí solo sin darse cuenta de que no, de que eso no sólo es difícil sino que es, simplemente, imposible: Dios nos creó y Dios nos mantiene en el mundo y, claro, no hay nadie que, fuera de Dios, sea capaz de prender la mecha que llevamos en nuestra antorcha que prende de nuestro corazón.

 Quiere Lolo, además, que nuestra luz luzca, por así decirlo, como si fuera siempre mediodía. Es decir, que la misma no decaiga sino que siempre sea, eso, como a mediodía que es cuando más energía recibimos del sol. Y así debemos ser nosotros: luces que, habiendo sido prendidas por Dios mismo, no cesamos de ser lo que debemos ser y aquellas que miran al celemín como algo extraño y que no a cegar su poder ser luz. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

21.05.22

La Palabra para el Domingo – 22 de mayo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 22 sino sábado 21 de mayo de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

 

Jn 14, 23-29


“23 Jesús le respondió: ‘Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él. 24 El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me ha enviado. 25 Os he dicho estas cosas estando entre vosotros. 26 Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho. 27 Os dejo la paz, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. 28 Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a vosotros.’ Si me amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande que yo. 29 Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.’”

COMENTARIO


Las promesas de Dios siempre se cumplen

En este momento del relato evangélico referido a la predicación de Jesús en el mundo que le tocó vivir, no hace falta esconder nada para que aún no se sepa quién es aquel Maestro que les está hablando.

Jesús lo dice todo con una claridad más que evidente. No dice que no es quien es sino que, al contrario, quien le ama, ama a quien lo envío que no es otro que Dios mismo. Eso lo debían haber aprendido durante el tiempo que estuvieron pisando la tierra de los caminos por los que transmitieron la Palabra de Dios. Sin embargo, parece que aún no son capaces de entender lo que es tan evidente.

Quien, al contrario, no guarda en su corazón las palabras que dice Jesús no es que sea mala persona o algo por el estilo sino que, simplemente, no lo ama y, por lo tanto, no ama a Dios. Así de sencillo y así de real.

Jesús, sin embargo, les tiene preparada una sorpresa a los que le escuchan: cuando Él se vaya vendrá el Paráclito, el Defensor, el Espíritu Santo, para hablarles de todo lo que deben, aún, conocer. Además, y para empezar, les recordará todo lo que había dicho el Hijo de Dios y que, a lo mejor, habían olvidado.

También les da Jesús la paz. Pero, como muy bien dice el Maestro, la paz que Él da no es la del mundo, siempre tan interesada y preocupada por su egoísmo, sino una paz verdadera porque es la paz del corazón.

EL QUE ME AMA, MI PADRE LO AMARÁ Y NOS MANIFESTAREMOS A ÉLAlgo, sin embargo, debió turbar mucho a los que le escuchaban. Si Jesús dice que se deberían alegrar por el hecho de que se iría con una muerte terrible, eso no podía apoyar el hecho de que se alegraran aquellos que le querían. Como no habían comprendido del todo la enseñanza de Jesucristo, era de esperar que no entendiesen aquello.

A esto Jesús añade algo que es muy importante: Dios es el Todopoderoso y todo lo puede. Y hará que resucite Su Hijo. Entonces, dice Jesús, creerán aquellos que entonces se mostraban incrédulos ante lo que estaba pasando y sucediendo en sus vidas.

Jesús, como Dios hecho hombre, ha de cumplir, cumplió, todo lo que les acababa de decir. Aún no era el momento, seguramente, de que comprendiesen lo que les venía encima pero, en poco tiempo entenderían que todo lo que les había dicho Jesús se había cumplido exactamente, palabra por palabra, circunstancia a circunstancia. Y es que Dios siempre cumple lo que promete.

PRECES

Por todos los que no quieren guardar la Palabra de Dios.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no ponen su confianza en el Espíritu Santo.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a tener en nuestro corazón a tu Santo Espíritu y a seguir sus mociones e indicaciones.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Amar a Cristo. ¿Acaso puede haber algo mejor?

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

16.05.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – Un sentido del humor increíble

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Un sentido del humor increíble

 

Francamente, nos van a perdonar ustedes que traigamos un texto, digamos, muy extenso porque no suele ser lo común. Es más, perdónennos si ni siquiera hacemos comentario alguno a lo que aquí escribe Lolo. De todas formas, nunca es mucho leer mucho de lo escrito por el Beato de Linares (Jaén, España) pero es que, en este caso, lo que traemos, digamos, se las trae… pero por lo bueno que es. 

Digamos, antes de esto, que las palabras que aquí vamos a poner están dichas por alguien que, sin duda, es un santo de la alegría a todas luces. Y es que, si después de llevar veinte años enfermo (esta parte del diario pertenece al día 20 de septiembre de 1961) alguien es capaz de escribir con un sentido del humor tan claro y bueno para el corazón esto que escribe… en fin… como que demuestra, una vez más, que su alegría era verdaderamente sobrenatural… 

Les dejamos, pues, con el texto que rezuma gracia y tiene una sustancia alegre muy a tener en cuenta:

 

“20.- Una chica, que hemos tenido durante siete años, se marchó para casarse. En mi casa, y con Lucy tener que irse a la oficina, la ayuda de alguien nos es imprescindible. Antes de partir le dijimos a una prima que a ver si nos preparaba una mujer para el regreso, pero que, de preferencia, fuese mayor. Ahora nos trae una, entrada en años, con cara de buena persona, que a todo dice que sí con la cabeza. Es apacible y trabaja a la antigua, sin prisas, con el desprecio a las horas de los tiempos de Mari Castaña; su debilidad radica en sacarle brillo al aluminio. Los cacharros de la cocina están como una patena. El tiempo, con eso, se le va en un santiamén y se le escamotea para las cosas fundamentales. 

- “Eso está bien, mujer -le insiste mi hermana- pero el día viene cojo y hay que pasar esos detalles”.  

Ella, erre que erre, el aluminio y hasta el cobre, pero es buena y eso basta. Lo peor es lo del oído. Sorda, lo es como una muralla. No de esas que se les dice “un vaso” y entienden “un cazo”, sino de las que estalla un proyectil en la cocina y dicen: “¡Qué pesados están hoy los mosquitos, Dios santo!”. Lo peor es que, como a todo dice sí, a renglón seguido, da la espalda, le pido el pañuelo y se va y abre la puerta de la calle. Mientras Lucy ha estado aquí, no hubo problema, pero ahora sé que el diálogo de un sordo con alguien que no hace uso de sus manos es como pintar el aire de una habitación a oscuras. 

El timbre, para ella, es como la señal de un marciano. He dado la consigna de que no llamen a la puerta y le hagan señas por la ventana que da a la cocina. El médico viene y ya pide la llave al lado. Lo malo, así son los sustos que se lleva. 

Lo peor fue el primer día que tuvo que darme de comer, la pobre. Mientras lo hago, leo, y así engaño la inapetencia. Me embebí en un reportaje de “La Gaceta”, cuando voy y noto unos redondeles húmedos en mitad de la página. 

No caía, pero, al rato, el papel estaba como una camisa espurreada para la plancha. Entonces la miro y la veo que llora.

- “Es que -me dice hipando- me acuerdo de mi hermano, que se murió de un ‘paralí”.

 ¡La pobre! Más pobre aún por sus dolores de muelas. Deben de ser terribles y lo soporta en silencio. Una noche que Lucy se levantó a algo mío, vio luz en su cuarto y la encontró sentada en la cama, sujetándose la mandíbula. Le puso una hila, le dio un calmante y nada. Al rato vino y me dijo:

  - “¿Y si le diera un somnífero?”.

-”Buena idea. Así duerme”. 

- Este, que son gotas. ¿Cuántas le echo?”. 

-”Mujer, yo me tomo diez, pero a ella, como está así, le pones doce”. 

Un cuarto de hora después, dormía, profunda y beatíficamente. Lucy vino con susto. 

-“Si parece que no respira. Si será por las gotas, que le di quince".

 - “¡Mira que si te la has cargado!” -le digo, asustándola en broma. En las misas le pasa como a mi abuelo, que se iba los domingos y, al regresar, ya tenía el arroz reposando sobre la mesa. Si se le dice algo del tiempo, abre mucho los ojos, dice que sí y luego viene con el recogedor y la escoba. No sé las migas que vamos a hacer en el futuro, porque somos como dos planetas de distinta órbita, aunque yo no sea, precisamente, Júpiter, ni ella tampoco Venus.”

Nada, pues, podemos añadir a esto. Bueno, sí, gracias Lolo por alegrarnos el día.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

14.05.22

La Palabra para el Domingo – 15 de mayo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 15 sino sábado 14 de mayo de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario. 


Jn 13, 31-33a. 34-35

“31 Cuando salió, dice Jesús: ‘Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre  y Dios ha sido glorificado en él. 32  Si Dios ha sido glorificado en él, Dios también le glorificará en sí mismo y le glorificará pronto.’ 33 ‘Hijos míos, ya poco tiempo voy a estar con vosotros. 34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros.  35 En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros.’”

COMENTARIO

Un mandamiento muy difícil de cumplir 

En la Última Cena Jesús dijo muchas cosas de importancia e hizo otras tantas de no poca relevancia. Así, por ejemplo, fue el momento en el que se celebró la primera Eucaristía y, también, cuando estableció el sacerdocio. 

El momento que traemos aquí hoy corresponde al momento en el que Judas sale del Cenáculo para cumplir con la traición hacia el Maestro. Y habla, Cristo, de lo que ha de ser su glorificación… en la Cruz. 

Todo lo dicho, sin embargo, tiene un punto álgido. Y es cuando el Hijo de Dios establece lo que él mismo llama mandamiento nuevo. Y es que, en verdad, no es sólo nuevo sino que sirve de cauce a muchos de los ya conocidos. 
Jesús da un mandamiento nuevo. Si el resto de mandamientos habían sido establecidos por su Padre y entregados a Moisés en su camino por el desierto hacia la tierra prometida, era ahora el Hijo quien establecía un nuevo. 

En realidad, lo mismo que el resto de Mandamientos (10) podía ser seguido y cumplido… o no seguido y no cumplido. Esto caía del lado de cada hijo de Dios. 

El mandato es: amarse unos a otros. Y esto parece fácil de entender porque cualquiera sabe lo que eso significa. 

Evangelio juan 13, 31 35

Sin embargo, Jesús añade algo que es crucial en este caso y, como suele suceder, en todo lo que hace y dice: hay que amarse de una forma muy especial que consiste, en esencia y básicamente, en hacerlo como Él lo había hecho con ellos. 

Antes que nada, decimos que el Amor de Dios no tiene condición a cambió. Es decir, el Creador ama a su descendencia aunque la misma tenga por costumbre y vicio olvidarlo y darle la espalda, esconderlo lo más lejos posible de su vida y, por si eso no fuera ya suficiente, zaherirlo en cuanto algo le sale mal. 

En cambio Cristo, diciendo eso que dice se pone de ejemplo. 

Sabemos, ellos también lo sabían, cómo los había amado. Lo que aún no sabían es cómo los iba a acabar de amar al entregar su vida en una cruz. 

Nosotros, sin embargo, tenemos ventaja al respecto de aquellos Apóstoles que cenaban con Él aquel día de la Pascua judía. Y es que nosotros sí sabemos, a ciencia y corazón ciertos, cómo fue su muerte y cómo se comportó ante ella: perdonando, intercediendo por sus verdugos y, en suma, amando. 

Aquella forma de amar era muy especial. Y es que lo era hasta el extremo de dar su vida a cambio del perdón de Dios hacia sus hermanos los hombres. Y aquella forma de amar, entregada, sin mirar  a sí mismo sino el interés de su prójimo…. era la forma de amar que quería se viese entre sus discípulos. 

El caso es que Jesús quiere que se vea. Es decir, no quiere que el amor entre los suyos sea algo íntimo, de casa para dentro. No. Lo que quiere es que, viendo los demás no creyentes cómo se aman sus discípulos sabrán, por tal amor, que eran sus discípulos. Y así servir de ejemplo y que se pudiera decir de ellos, como se dijo, “mirad cómo se aman”. 

Tal amor, el Amor, en definitiva de Dios, era el que quería Jesucristo para todos los que, de una manera o de otra, se decían ser seguidores suyos. 

El caso es que tal amor no siempre es fácil de poner en práctica. Y es que son muchos los egoísmos en los que nos movemos, muchas las incomprensiones que atesoramos en nuestro corazón y, en fin, muchas las ocasiones en las que no somos capaces de amar cuando deberíamos amar o  perdonar cuando deberíamos perdonar. Y tal es la gran prueba que debemos superar para que, en efecto, puedan decir de nosotros el “mirad como se aman”.

 
PRECES

Por todos aquellos que no creen en el Amor de Dios por sus criaturas.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no son capaces de amar como Cristo amó.

Roguemos al Señor.

 
ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a amar como tu Hijo nos amó a nosotros.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Glorificar a Dios es nuestro deber. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

9.05.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – Sentirse pequeño y ser grande

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Sentirse pequeño y ser grande

  

“Tú, detrás de la tapia un día y otro, ¿hasta el último? Si es así, que, al menos, mi nostalgia te venga a valer como un estampido de fe Mi fe enana, abismada en tu fuego colosal y gigante.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 48)

  

Es más que cierto y verdad que cuando el Hijo de Dios dijo aquello de que debíamos ser humildes como Él lo era no andaba nada equivocado sino que sembraba en nuestros corazones una semilla con la que, espiritualmente hablando, se llega muy lejos.

Nosotros, sin embargo, no hay pocas veces que somos soberbios… Es decir, que no nos tomamos muy en serio aquellas santas palabras que, por salir de la boca de Cristo eran, exactamente, Palabra de Dios.

En este texto del Beato de Linares (Jaén, España) vemos cómo se siente nuestro amigo Lolo y, a la vez, vemos cómo es, para nosotros y seguramente para Dios mismo, este hombre “inútil” como él mismo se llamaba… 

Lolo cree que Dios está, algo así, como detrás de una tapia que es como decir que sí, que está ahí pero que no puede acometerlo como le gustaría acometerlo. Sin embargo, no duda para nada de la presencia de su Creador que está ahí, justo ahí, detrás de una tapia. Y lo está para siempre cree Lolo porque se pregunta si ahí va a estar hasta el último de sus días entre los vivos. 

Que alguien esté detrás de una tapia no supone, por eso mismo, que no sea posible comunicarse con tal persona. Es más, Lolo mismo escribió un libro en que el que dirigía cartas a religiosas de clausura que estaban, precisamente, detrás de una tapia y él les escribía “Al pie de la tapia”. Por eso estamos más que seguros que el linarense universal sentía más que cerca a Aquel que, habiéndolo creado y mantenido (¡mantenido!) en el mundo según sus personales circunstancias, allí estaba. 

Bien. Sabemos que Lolo era un ser inmensamente humilde. Y eso lo demuestra, una vez más, en las palabras que aquí traemos y que muestran hasta qué punto se conoce aunque, para nosotros, no sea del todo cierto eso que dice.

Veamos.

Lolo dice que tiene una fe “enana”. Y, entonces, ¿qué fe tenemos los demás?… Y esto lo decimos, al menos, por nosotros, pues es seguro que hay quien tiene infinitamente más que fe que quien junta estas cuatro letras. Pero queremos decir que, conociendo a Lolo y sabiendo cómo fue su vida, cuál su comportamiento y cuánta su convicción y su confianza en Dios… En fin… como que se nos queda pequeña la tierra para pedir que nos trague… 

Pero bien. Lolo siente que su fe es muy pequeña. Y, sin embargo quiere que la misma tenga en Dios una, digamos, pegada grande (si se nos entiende esto) pues quiere que sea un “ruido muy intenso y seco” que es lo que, en definitiva, significa la palabra “estampido” que es como querer decir que Dios escuche en grande lo que es su fe. Y que la misma se “abisme” en el fuego de Dios. 

A esto debemos dedicar, aunque sea, algunas palabras. 

Lolo dice muy bien lo que dice. Y es que manifiesta que él está inmerso en la contemplación de tal forma que permanece ajeno a lo demás. Y esto no es cosecha de quien esto escribe sino simplemente el significado del verbo “abismar”. Es decir, que nuestro buen amigo Manuel se sabía inmerso de tal forma en la contemplación de Dios que en la misma manifestaba su fe que, como vemos, no era para nada enana sino gigante y más que gigante. 

Por eso último decimos que no estamos de acuerdo con el sentir de Lolo. No. Su fe no era enana (aunque él, como su especial percepción de las cosas del alma, creyese que sí) sino que, en su “pequeñez” (por sostener lo que él dice) nos sirve de ejemplo para que la nuestra deje, en algo, de serlo. 

Sentirse pequeño y ser grande. Tal es la convicción que nosotros tenemos. Y nos basta y nos sobra para creer más y, si es posible y Dios quiere, mejor; creer a lo Lolo: saberse poco para creer mejor.  

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

7.05.22

La Palabra para el Domingo - 8 de mayo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 8 sino sábado 7 de mayo de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

  

Jn 10, 27-30

27 Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas mi siguen. 28 Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. 29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. 30 Yo y el Padre somos uno.

COMENTARIO

Seguir a Cristo tiene gran regalo

El texto que se nos presenta hoy para reflexión no es muy extenso. Sin embargo, sí es muy denso si nos referimos al sentido espiritual
 que tiene el mismo y, en fin, en lo que supone para nosotros, hijos de Dios.

Jesús habla de ovejas porque pertenecemos al redil del Creador.
 Dice algo que es muy importante: conoce una a una por su nombre. Esto quiere decir que el Hijo de Dios sabe de nosotros, que sabe lo que hacemos y que sabe hacia dónde vamos según qué hacemos.

Pero también dice que las ovejas que creen en él siguen a quien saben que es su Buen Pastor.

En cuanto al seguimiento de Cristo, una cosa es decir que se le sigue y otra, muy distinta, hacer su voluntad que es, en definitiva, la de Dios
. Por eso el Enviado de Dios tiene un mensaje que transmitir que es el que debemos escuchar y, luego, aplicar a nuestras vidas. Así seguimos a Jesús y somos, en efecto, ovejas que conocemos, también, Quién es nuestro pastor.

Pero en estas escasas palabras que dice Jesús hay algo que es muy importante y que va referido a lo que queremos para siempre
: la eternidad. Dice, por eso mismo, Jesucristo, que al conocer y seguir a Cristo, Él nos da la vida eterna que es, como sabemos, para siempre, siempre, siempre.

Yo soy el buen pastor, el que da la vida por sus ovejas! - Revista Vive

Por eso no morirá jamás quien sigue a Cristo y hace lo que debe hacer. Así nos ganamos la vida eterna. Es más, nadie ni nada nos arrebatará de las manos de Jesucristo porque es Dios y contra Dios nada ni nada puede y siempre prevalece.

Dice Jesús que su Padre, que le ha entregado a las ovejas para que las cuide
, es más grande que nada y que nadie. Por eso está por encima de todo (lo ha creado todo y lo mantiene todo) y por eso mismo su voluntad ha de ser cumplida por cada uno de sus hijos. Otra cosa no se espera de nosotros aunque no siempre sea fácil hacer tal cosa.

Es más, nadie puede arrebatar de las manos de Dios a su creación. Contra Dios, Todopoderoso, no hay poder en el universo que pueda y, aunque se manifieste en su contra (ahí está el Maligno para demostrar esto) siempre saldrá vencedor de tal lucha Quién todo lo puede.

Termina, Jesús, diciendo algo que no deberíamos olvidar nunca
: Dios y Él mismo son uno y, por eso, seguir a Cristo es seguir, exactamente (sin disminuciones ni detracciones) a Dios.

PRECES

Por todos los que no quieren conocer a Cristo.

Roguemos al Señor.

Por todos los que no quieren formar parte del redil de Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a no querer nunca salir del redil de Cristo.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.



El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Siempre debemos seguir al Buen Pastor. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

2.05.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – Ser luz y querer serlo

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Ser luz y querer serlo

 

“A mi luz, tan pequeña, ¿por qué se le ha dado una exigencia de repartirse? Porque ha de ser necesaria para otros. Una misión de sentido comunitario tira de ella desde todos los horizontes. Se me va, se me va, y yo estoy siempre como en una habitación de cortinajes echados.” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 47)

  

Si leemos estas palabras del Beato de Linares (Jaén, España) muy despacio encontraremos en ellas mucho de lo que fue la vida de Manuel Lozano Garrido. Y es que el buen amigo nuestro sabía el qué de su vida y eso, se diga lo que se diga, es más importante que el más importante de los tesoros. 

Lolo se sentía poca cosa. Y no es que no creyera que su ser fuera importante para Dios sino que creía que, en efecto, no era alguien que iluminara a lo grande. Y tal conocimiento de sí mismo o, al menos, la percepción que tenía de sí, era expresión pura de humildad pero de humildad verdadera porque Lolo creía que era, eso, una luz “tan pequeña”. 

Nosotros, claro está, en la distancia que hay entre estas palabras escritas en los años 60 del siglo pasado y el ahora mismo… en fin, como que sabemos que no, que Lolo no era una luz pequeña sino, al contrario, una verdadera luminaria y un faro más que importante para los que conocemos lo que hizo y lo que dijo. Pero para él, en aquel momento en el que su vida era tan sufriente y se sentía así poca cosa… era lógico que creyese que la luz que podía salir de su mismo ser y de su vida era… pequeña. 

De todas formas, a pesar de eso sabía Manuel que se le exigía algo muy importante, que Dios había puesto en su vida algo más que su mirada. Y eso lo comprendía más que bien y así hacía y así actuaba: exigencia de Dios… respuesta de Lolo con un sí grande, como aquel de María diciendo que era la “esclava del Señor” (aunque, claro, con las distancias que se deban salvar en este caso… pero es para tratar de explicarnos…) 

Lógicamente, Lolo sabía que había muchos enfermos (y los que no lo estaban) que podían tomar como ejemplo su ejemplar vida. Y por eso aquella luz era grande y no pequeña… 

Lolo sabía, también, que lo que hiciese o dijese era escuchado por muchas personas que lo veían como alguien en quien poner su mirada y su corazón. Y eso entonces cuando, podemos decir, a lo mejor no era tan conocido como lo pueda ser ahora… 

Se da cuenta Lolo, veinte años (luego más cuando acabó este diario) después de caer irremediablemente enfermo que sí hay quien necesita su luz. Por eso se siente algo así como atraído por todos aquellos que lo necesitan. Porque sí, necesitan el testimonio de alguien que tanto había sufrido hasta entonces y tanto sufriría hasta su subida al Cielo, apenas unos años después de “Las golondrinas…”. 

Lolo, de todas formas, no es ciego en cuanto a no saber cómo se encuentra sino que, al contrario, lo tiene muy claro: se siente como “en una habitación con cortinajes echados” donde, por tanto, nada del exterior puede ver o percibir. Y eso es como decir que sí, que sabe que su labor puede ser importante pero que él, él mismo… siempre se siente así, triste pero alegremente así si se nos permite presumir… 

¡Qué gozo tan grande siente uno cuando se da cuenta de que alguien se da al prójimo de una manera tan completa, acertada y perfecta! 

Por cierto, tengo que reconocer que al terminar de escribir estas cuatro letras se me han humedecido los ojos… de agradecimiento a Lolo, por ser tan así. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

30.04.22

La Palabra para el Domingo – 1 de mayo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 1 de mayo sino sábado 30 de abril de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

Juan 21, 1-14

“1 Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera.
2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos.
3 Simón Pedro les dice: ‘Voy a pescar.’ Le contestan ellos: ‘También nosotros vamos contigo.’ Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.
4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
5 Díceles Jesús: ‘Muchachos, ¿no tenéis pescado?’ Le contestaron: ‘No.’
6 Él les dijo: ‘Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.’ La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.
7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: ‘Es el Señor’, se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar.

8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.
9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan.
10 Díceles Jesús: ‘Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.’
11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red.
12 Jesús les dice: ‘Venid y comed.’ Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, sabiendo que era el Señor.
13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez.
14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.


COMENTARIO

Confiar en Cristo

Dice Juan en su evangelio que era, ya, la tercera vez que se les había aparecido Jesús después de la resurrección de entre los muertos. Por lo tanto, fue después, segunda ocasión que sucedió tal cosa, de que le dijera a Tomás, por su incredulidad, aquello de “Feliz el que crea sin haber visto” y tener tal definición como la perfecta de la palabra “Fe”.

Los apóstoles habían vuelto a sus labores. Habían dejado la vida de seguimiento de Jesús que, tras su muerte, resultaba imposible y eran, de nuevo, algunos de ellos, pescadores.

Pero, con la resurrección las cosas habían cambiado un poco y eso les venía a decir Jesús.

Entre los discípulos había uno que debía estar bastante preocupado. Había pasado del gozo de querer entregarse a Cristo a negarle tres veces. Me refiero, claro, a Pedro, que será, precisamente, quien reciba, digamos, una atención especial de parte de Jesucristo.

Como ya había pasado en alguna que otra ocasión, Jesús, ante la falta de pesca, les indica hacia dónde tienen que echar las redes. Encuentran, como era de esperar, pescado, en una cantidad exacta: 153 que era, según tenemos entendido, el número de especies piscícolas que, en aquel entonces se conocía y que, por decirlo así, podría significar que iban a ser pescadores, de hombres como ya les dijo pero de toda la humanidad.

Cristo en el lago Tiberíades

De todas formas, no deja de ser extraño que, siendo la tercera vez que se aparece a sus discípulos más allegados, a alguno de ellos les resulte difícil reconocerlo y tenga que ser Juan, el más joven de entre aquellos, de nuevo, pescadores, quien sepa que se trata de su Maestro.

Es verdad que, una vez que está cerca de ellos ya nos dice San Juan que no querían preguntarle quién era porque ya lo habían reconocido. Tenían, por tanto, algo de miedo de que les dijera que si aún no eran capaces de reconocer a Quien tantas horas habían acompañado.

Pero Jesucristo quería disipar todas las dudas que podían albergar sus corazones. Y por eso les pide algo de comer por si alguno creía que se trataba de un fantasma…

Jesús, como podemos imaginar, come el pescado y les demuestra, así, que su resurrección ha sido, por decirlo para que se entienda, de “cuerpo y alma” pero, sobre todo, de cuerpo que es la única manera de que comprendiesen que todo lo que les había dicho era verdad.

Confiar en Cristo. En eso se resumía todo aquello.

 

PRECES

Por aquellas personas que se alejan de Dios negándolo.

Roguemos al Señor.

Por aquellos discípulos no quieren confiar en Cristo.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios: ayúdanos a confiar siempre en Ti.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 


El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Siempre es bueno confiar en Cristo. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.