29.10.22

La Palabra para el Domingo - 30 de octubre de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 30 sino sábado, 29 de octubre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Lc 19, 1-10



“1 Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. 2 Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. 3 Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. 4 Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. 5 Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: ‘Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.’ 6 Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. 7 Al verlo, todos murmuraban diciendo: ‘Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.’ 8 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: ‘Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo. 9 Jesús le dijo: ‘Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, 10 pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.’”




COMENTARIO

Querer buscar a Cristo

Es bien conocido que los publicanos no eran muy bien vistos por el resto de sus compatriotas. Ellos trabajaban cobrando impuestos. Eso no sería nada malo si fuera en beneficio del pueblo judío pero era el invasor romano el que se llevaba el fruto del trabajo de los elegidos por Dios. 

Pero aquel hombre no estaba perdido del todo. 

Cuando le dicen que Jesús va a pasar cerca de su casa piensa que siempre ha querido ver al Maestro. En el fondo de su corazón no había obstáculo absoluto contra aquel hombre que, según decían, hacía grandes obras por aquellos que lo necesitaban. 

Tenía un problema que era doble: era bajo de estatura física pero también moral. Al respecto de la primera ya nos lo dice el texto de San Lucas. Por eso se ve obligado a subirse a un sicómoro. De otra forma, con el gentío que allí había, ni siquiera hubiera visto las sandalias de Jesucristo. 

Pero también, como decimos, era bajo en estatura moral. Y eso lo reconoce él mismo cuando habla con Jesús acerca del “beneficio” de su trabajo. 

De todas formas, Zaqueo quería, tenían intención de ver a Jesús y hace todo lo que está en su mano. Y obtiene un fruto que, seguramente, era mucho más de lo que podía esperar. 

Biografia de Zaqueo

Y Cristo alza la vista. Ahora no lo hace para dirigirse al Cielo y pedir a Dios Padre. No. Ahora lo hace para dirigirse a alguien que era considerado pecador por todos los allí presentes. Y podemos imaginar la cara que se le quedaría a más de uno de esos que le reprochan que quiera entrar en la casa de alguien a quien todos miran tan mal. 

Jesús, de todas formas, sabe que su misión es salvar a quien está perdido.  Lo dice él mismo en este Evangelio.

Digamos que Zaqueo se siente conquistado por Jesús. Suponemos que nunca había hablado con él, pero el Hijo de Dios, que conocía a los suyos, estaba más que seguro que, por las características del trabajo de Zaqueo era posible que hubiera incurrido en alguna que otra malversación o que, simplemente, hubiera robado de los impuestos o a quienes lo debían pagar. 

Aquella palabra, salvación, entra en el corazón de Zaqueo como una llama purificadora. Y, como un resorte, salen de su boca palabras que, en otro tiempo y momento, nadie habría esperado escuchar. Él sabe que, en efecto, la salvación ha entrado en su casa con aquella particular invitación que Jesús se hace a sí mismo para hospedarse en aquella casa. 

Zaqueo se alegró mucho de ver a Jesús pero se debió alegrar mucho más de ver que su corazón, que debía estar sufriendo por su labor diaria, se limpiaba de golpe, a instancia de una mirada de amor que supone comprender y perdonar a quien necesitaba ser comprendido y perdona. 

Y es que querer buscar a Cristo siempre ha de tener su recompensa espiritual. 

PRECES 

Por todos aquellos que no quieren cambiar su mala forma de actuar y de ser.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no aceptan el perdón de Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a darnos cuenta de nuestros pecados.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.



El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

……………………

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Zaqueo quiso ver a Jesús. Y triunfó la Verdad en su corazón. 

24.10.22

Un amigo de Lolo - "Lolo, libro a libro" – Misa en casa de Manolo

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Misa en casa de Manolo 

 

“Pedro me ha conseguido autorización de misa en casa, y él mismo me ha dicho ya hoy la primera.

 …/

 Como lo pensé, lo dije:

 -’Tráete la máquina de escribir’.

 - Para qué ahora? ¿Estás loco?’.

 - ´Que sí, ea; aprisa. Te la traes y la metes debajo de la mesa, para que así el tronco de la Cruz se clave en el teclado y eche allí mismo sus raíces’”. (Las golondrinas nunca saben la hora, pp. 108-109)

Esto ocurre, según anota Lolo en su diario, el 20 de septiembre de 1962. Y para escribir sobre esto nos tomamos la libertad de titular según hizo lo propio el P. José Luis Martín Descalzo  cuando, en una grabación de 1971 vino a narrar que él también celebró la Santa Misa en casa de Manuel Lozano Garrido. 

Pues bien, ya podemos imaginar el gozo de Lolo cuando supo que podría acercarse a la Eucaristía o, mejor, que Cristo se acercaba a su casa y que podía hacerlo todos los días. 

Y entonces surge aquello que es, sin duda alguna, una de las anécdotas espirituales más conocidas del Beato de Linares (Jaén, España) y que muy bien dejó escrito en su libro Las golondrinas nunca saben la hora

No podemos negar que las palabras que recoge Lolo en esta parte de un diario tan extenso en años son muy significativas porque muestran el sentido mismo del ser periodista y la unión que con su vida espiritual tenía eso. Es decir, una unidad de vida perfecta y nada de separación entre lo que hace y lo que cree… 

El caso es que, como más que conocido, que Manuel Lozano Garrido pudiese asistir todos los días a la Santa Misa (realidad muy ansiada por él) era, dadas sus condiciones físicas, prácticamente imposible. Y aquello que, según dice, le consigue Pedro, de que la Eucaristía se pudiese celebrar en su casa (dado, como decimos, sus propias circunstancias) era algo que debía llenarlo de gozo. 

Entonces, para Lolo, nada mejor que escribir lo que en este momento escribe. Y es que no había separación entre lo que hacía en el mundo, ser periodista, y lo que tenía en su corazón: fe católica. 

De todas formas, a nosotros no nos extraña que su hermana Lucy dijera que creía que estaba loco cuando le pide que ponga la máquina de escribir debajo de la mesa que hacía las veces de altar. Y es que era, sí, algo extraño pero dado cómo era Lolo, también era lo que se debía esperar. Y es que es dicho y hecho: lo piensa y lo pide y, podemos suponer que es lo que sucedió: Lucy puso su máquina de escribir debajo de la mesa y, claro, surgió una unión tan especial entre aquel instrumento de trabajo de Lolo y lo que, en suma, era su propia fe que el resultado es evidente que fue el que es… 

Que a Lolo se le clavó el tronco de la Cruz en la máquina de escribir y que allí echó sus raíces es algo más que obvio: lo podemos ver en todo lo que escribió a partir de entonces pero, podemos decir, ya había tenido los mismos efectos, digamos, antes de tal momento porque Dios ya le había entregado un resultado así, así mismo, a Manuel, hacía algunos años…  

Eso sí, digamos que aquel momento, aquella misa en casa de Manolo, como titulamos esto y como tituló el P. Martín Descalzo la alocución radiofónica citada arriba, fue uno que lo fue más que especial pues era el principio exacto, el momento justo, en el que la Sangre y el Cuerpo de Cristo fue al encuentro de Lolo. Y, claro, eso bien que lo aprovechó nuestro amigo de Linares. 

  

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

22.10.22

La Palabra para el domingo – 23 de octubre de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 23 sino sábado, 22 de octubre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

Lc 18, 9-14



9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: 10 ‘Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. 11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. 12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.’
13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’ 14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.’”


COMENTARIO

Publicanos o fariseos como ellos


El mensaje que Cristo nos deja en esta conversación con aquellos que le escuchan es verdaderamente terrible. Queremos decir que desnuda, pone a la luz del día, las carencias espirituales de muchas personas. Pero, sobre todo, pone los puntos sobres muchas vocales que falsean o pretenden falsear la realidad espiritual de muchos hijos de Dios.


Al Templo acudían muchas personas. Es de suponer, imaginamos que debía ser así, para tener una conversación con Dios en la que se exponían sus cuitas y, al parecer, sus demostraciones de falta de modestia y de humildad.

Entre aquellas personas Jesús escoge a dos. Eran ejemplo de lo que debía ser un hijo de Dios y lo que nunca se debía querer ser.

Aquellos que estaban seguros de su fe, aquellos que creían tener la sartén por el mango e iban por el mundo alardeando de lo que eran, hacían como aquel fariseo. Estaban tan seguros de sus bienes espirituales que se atrevían a juzgar a su prójimo. Y eso es lo que hacía aquel fariseo al respecto del publicano que veía al final del templo.

Veamos algo sintomático de la seguridad espiritual que se puede llegar a tener: al fariseo lo imaginamos muy cerca del altar del temploal publicano, muy al final, casi como si quisiera esconderse.

En primer lugar, el fariseo decía cumplir con toda la ley. Seguramente era cierto pero había olvidado algo que Jesús le recrimina en esta parábola: no era nada humilde sino, al contrario, demasiado soberbio. Y este hombre no pide a Dios que sea compasivo con él porque cree estar en la verdad con su forma de hacer las cosas sin darse cuenta de que peca mucho y más que mucho siendo así de soberbio…

El otro hombre, el publicano, que era considerado pecador tan sólo por lo que hacía al recaudar impuestos, sabía cómo era, se conocía muy bien: él se sabía pecador y pedía perdón a Dios por eso.

¿Qué diferencia esencial hay entre una y otra persona?

En realidad, la diferencia que existe entre una y otra persona es la actitud que manifiestan una y otra persona: el fariseo no se siente pecador y no pide perdón a Dios; el publicano sí se siente pecador y, al contrario que el primero, sí pide perdón.

La parábola del fariseo y el publicano | literaturabautista.com

Aquí radica el mensaje primordial de esta parábola que, además, Cristo, dice y deja bien dicho. Y tiene que ver con la actitud que mantenemos y que es tenida muy en cuenta por Dios Padre.

Con esto queremos decir que la humildad no es una virtud que queda muy bien cuando se aplica a los demás. No. Ser humilde es casi, sin casi, un mandato de Dios dado a toda su descendencia. Y es que no quiere que seamos como el fariseo que, de forma soberbia, se pone muy por encima del resto de personas sin darse cuenta de la viga que tiene alojada no en un ojo sino en los dos.

La humildad, pues, ha de ser el punto sobre el que, en su día y en su tiempo, se nos ensalzará o se nos humillará. Y vale la pena, por tanto, darnos cuenta de qué actitud, a tal respecto, tomamos y vamos a tomar a lo largo de nuestra vida: ser como aquel fariseo o ser como aquel publicano.

PRECES

Por todos aquellos que no se dan cuenta de que son pecadores.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que prefieren ser soberbios.

Roguemos al Señor

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser humildes.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.



El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

……………………

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

¡Qué importante es la humildad para un hijo de  Dios!

17.10.22

Un amigo de Lolo - "Lolo, libro a libro" - Como un hijo

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Como un hijo

“Que te baste una sonrisa, que eso ya es una esperanza. Adiós, hijo; aléjate y no vuelvas los ojos atrás, que los míos no han de verte doblar el recodo del camino. No importa, porque su luz va contigo. Era blanca y tú te la llevas convertida en arco iris, que es un símbolo de paz. Ya ves, con todo, si no hay motivos para la esperanza” (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 105)

 

Es verdad que, por decirlo así, a nivel general, cualquier persona que lea este texto de Manuel Lozano Garrido, puede llegar a entender el sentido del mismo. Sin embargo, será más fácil hacer eso si quien lo lee es, también, escritor. 

No podemos negar que al leer este texto de Lolo me produjo una clara impresión: es lo mismo que me pasa a mí. Y es que, cada vez que doy a la luz un libro (seguramente poco importante y de escasa o nula repercusión) digo eso de “tengo otro niño”. Y, por qué no decirlo, me he sentido muy identificado con estas palabras que el Beato de Linares (Jaén, España) escribe en su diario cuando recibe ejemplares de su libro “Dios habla todos los días” publicado en el año 1962 meses antes de lo que escribe el 25 de julio de aquel año. Aunque, claro, las cosas dichas por Lolo alcanzan un nivel más que elevado.. 

Esto lo escribe Lolo dirigiéndose a su nuevo libro y hace algo así como un “envío” al mundo, a que sea recibido en los corazones de los lectores. Y, ciertamente, me llega al alma lo que dice aquí nuestro buen amigo. 

Digamos que por aquel entonces, Lolo anda menos que regular con la vista. Por eso dice que, aunque el enviado vuelva los ojos atrás no podrá su autor ver como dobla “el recodo del camino”. 

¿Eso supone que Manuel Lozano Garrido se venga abajo? 

No. Es justo al contrario lo que le pasa porque con todo lo que estaba pasando nuestro amigo (lo que llevaba entonces pasado a lo que se añade lo de pérdida de la vista) nunca pierde la esperanza. Y lo dice él mismo, admitiendo que siempre, entonces también, “hay motivos para la esperanza”. 

Muy bien dice Lolo que su propia luz va impresa en las letras que dan forma a su libro. Sin embargo, reconoce y sabe que, si bien, era luz blanca ahora se ha convertido en un “arco iris” o, lo que es lo mismo, ha ganado mucho (si eso era posible) a la hora de ver transformado su pensamiento en palabras que ha dado al mundo para que el mundo goce con ellas cambiadas en eso y, por tanto, entiende Lolo que mejoradas… 

No podemos negar que el autor de “Dios habla todos los días”, es decir, Lolo, sabe muy bien que su labor puede ser fructífera cuando llegue lo escrito al corazón de los lectores. Y, ciertamente, no se equivoca pues, en efecto, lo es tanto tal libro como todo lo que dio a la luz del mundo mientras estuvo en este valle de lágrimas. 

Tiene Lolo un amor por su libro como lo tuviera por un hijo él, que no tuvo hijo alguno pero que, dado su corazón de carne supo muy bien entender que, al fin y al cabo, aquellas letras eran dadas como se envía a un hijo de carne y sangre: a dar luz, si es posible; a fructificar, si Dios quiere.

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

15.10.22

La palabra para el Domingo - 16 de octubre de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 16 sino sábado,15 de octubre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Lc 18, 1-8

“1 Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. 2 ‘Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3 Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: ¡Hazme justicia contra mi adversario!’ 4 Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, 5 como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme.’ 6 Dijo, pues, el Señor: ‘Oíd lo que dice el juez injusto; 7 y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? 8 Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?’”.

COMENTARIO

La justicia de Dios: la Justicia

En cuanto a la oración, aquel instrumento espiritual que nos pone en contacto con Dios, es bien cierto que, en demasiadas ocasiones, no es para nosotros algo fundamental sino que recurrimos al Creador como si se tratase de un “bombero espiritual” que apague nuestras muchas necesidades y fuegos.


Con esto queremos decir que orar, querer estar con Dios en determinadas ocasiones, no es eso. No es, precisamente, un querer usar o utilizar al Todopoderoso a nuestro antojo porque, además, Dios es justo y su Justicia puede ser, por justa, terrible para nosotros.

El caso es que Jesucristo quiere que entendamos, con la parábola de aquella mujer insistente, que lo mismo debemos hacer nosotros en lo tocante a la oración.

Aquella mujer quería que se le hiciese justicia. Pero quería eso porque estaba segura de tener razón en su querella contra el adversario del que nada sabemos salvo que era, eso, adversario de la mujer perseverante.

En realidad, sólo quien entiende que está en la verdad más absoluta puede tratar de que se le haga justicia, digamos, a horas intempestivas o, simplemente, a todas horas. Y aquella mujer creía estar en tal verdad. Por eso insistía tanto y buscaba que aquel juez hiciera su trabajo… con ella.

Debemos decir que aquel juez tenía mucho que aprender de Dios y de la aplicación de justicia humana. Y es que nos dice el texto de este Evangelio de San Lucas que no temía a Dios y eso, para un juez (que ha de aplicar la justicia humana) no era nada bueno. De todas formas, no se trata aquí de dar importancia a eso sino a la insistencia de la mujer que nos marca el camino a seguir.

Evangelizar a tiempo y a destiempo?



Si ella creía tener razón en lo que sostenía… lo mismo nosotros, si creemos que Dios nos escucha y darnos, digamos, la razón espiritual, debemos hacer: orar con perseverancia.

Sin embargo, en esto hay algo que no podemos pasar por alto porque la Justicia de Dios y Todopoderoso es justa y eso supone, para nosotros, un nivel de exigencia muy alto.

Esto lo decimos por lo último que dice Cristo en este texto evangélico y que es muestra de lo que se nos pide: “¿Encontrará la fe sobre la tierra”? Y se refiere a su vuelta al mundo, en su Parusía, cuando juzgará a vivos y a muertos y cuando, en tan exacto momento, seamos juzgados por Quien todo lo creó y mantiene.

Nosotros debemos perseverar en la oración cuando de eso se trate pero la premisa mayor de nuestra fe es mantenerla y acrecentarla en cuanto seamos capaces. Dios, cuando venga a juzgarnos, hará lo propio al respecto de nuestro amor del que seremos juzgados al final de nuestra vida…

La Justicia de Dios es una Justicia con mayúsculas porque es la más justa pero la más necesaria que existe. Y nosotros, y Jesucristo nos lo dice muchas veces como ahora, debemos perseverar en nuestra fidelidad: siempre, siempre, siempre fieles al Creador.

PRECES

Por todos aquellos que no creen en la Justicia de Dios. 

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no quieren prepararse para ser juzgados por Dios.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a mantener y acrecentar nuestra fe. 


Gracias, Señor, por poder transmitir esto.



El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

……………………

Panecillos de meditación


Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 Juzgados… seremos juzgados por Dios. Y eso, por decirlo pronto, debería suponer y ser mucho para nosotros.

10.10.22

Un amigo de Lolo – “Lolo, libro a libro” – Una franca entrega a Dios

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Una franca entrega a Dios

 

“’Te pido, Señor…’ ‘Dame…’ 

Dame, siempre dame, pedir, exigir; nuestro ‘yo’, como una alcancía; un Dios al que hay que desplumar a cada momento, como a un pavo de Pascua.

¿Cuándo ‘Te doy’… ‘Aquí tienes…’ ‘Te ofrezco…’? 

Pero ¿qué puede dar uno, tan limitado, tan pequeño, tan necesitado? Lo que sea, pero que se note el deseo de dar algo. Lo importante es dar; que dar, es amar. Dar, así, el corazón, desalojado de ‘yo’; alargarlo vacío, aunque nos duela el eco de la desolación, porque el dolor del vacío que deja en nosotros la generosidad, Dios se compromete a llenarlo con su misma presencia.

Apresúrate, corazón.” (Las golondrinas nunca saben la hora, 102)

  

Antes de dar comienzo al capítulo de “Las golondrinas nunca saben la hora” de título “Las noches de invierno son las más largas” (que es, además, la segunda parte de tal libro), Lolo escribe lo que podríamos denominar el “espíritu” del mismo y que hemos traído aquí. Y bien podemos ver que sabe lo que dice pues bien lo cumplió a lo largo de su vida. 

Bien podemos decir que Lolo nos ha “calao” a muchos creyentes cristianos, aquí católicos. Y eso lo decía hace unas decenas de años pero estamos más que seguros que la cosa sigue siendo, en general, igual: pedir, pedir y pedir a Dios…

En realidad, no está mal pedir. Es decir, cuando es necesario pedir a Dios por determinada necesidad, no está mal, como decimos, dirigirse al Creador para manifestarle tal petición. Sin embargo, nosotros creemos que Lolo se refiere a un estado continuo de petición. Y por eso habla de algo así como estar “desplumando” a Dios con tanta petición… (sabemos que eso es imposible pero esto se dice para que se entienda tal situación…) 

Sí, por tanto, debemos pedir al Todopoderoso pero, luego, está lo otro que es lo que verdaderamente importa. Y lo otro es dar. Eso, dar. 

Te doy, aquí tienes y te ofrezco”. Son expresiones con las que Lolo nos muestra cómo podemos ofrecer a Dios, de parte de nosotros mismos, lo que somos e, incluso, lo que podemos llegar a ser con tal darse. 

En realidad, tal forma de expresar las cosas nos dice que sí, que lejos de sólo pedir también podemos dar (siendo así efectivos) u ofrecer, siendo así potencias para, luego, serlo en acto, dándonos… 

De todas formas, ya nos imaginamos el pensamiento de más de un creyente. Y no es descubrimiento nuestro porque aquí mismo lo dice Lolo: ¿dar yo que no soy nada..? 

Sí, ciertamente, no somos nada. Sin embargo, eso no es obstáculo para darse. 

Es cierto y verdad que aunque sepamos que somos muy, muy limitados, eso no quiere decir que no seamos capaces, que no tengamos capacidad de darnos. Y de eso habla Lolo cuando dice que, aunque sea el corazón vacío… también podemos darlo. 

¿Y de qué servirá un corazón vacío? 

Ciertamente, aunque pueda parecer que ha de servir para nada, eso está alejado de la realidad pues, como escribe el Beato de Linares (Jaén, España) ya se encargará Dios de llenar el corazón que, eso sí, quiere darse. Y es que aquí la intención vale mucho más que en otras ocasiones pues Dios sale valedor por Nosotros. 

¿No ha de ser eso ya suficiente? 

Debemos, pues, darnos prisa en ofrecer al menos el corazón aunque pueda estar vacío o poco lleno. Ahí está Dios para hacer el resto.

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

8.10.22

La Palabra del domingo - 9 de octubre de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 9 sino sábado, 8 de octubre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

Lc 17, 11-19


“11 Y sucedió que, de camino a Jerusalén, pasaba por los confines entre Samaría y Galilea, 12 y, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia 13 y, levantando la voz, dijeron: ‘¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!’ 14 Al verlos, les dijo: ‘Id y presentaos a los sacerdotes.’ Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios.15 Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; 16 y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. 17 Tomó la palabra Jesús y dijo: ‘¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? 18 ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?’ 19 Y le dijo: ‘Levántate y vete; tu fe te ha salvado.’”


COMENTARIO

Dar, siempre, gracias a Dios

Es más que cierto que muchas veces tomamos las gracias que Dios nos entrega y luego nos olvidamos, precisamente, de Quién nos la entregado. Y eso es lo que pasa con muchos de los leprosos que curó el Hijo de Dios en la ocasión que nos trae el Evangelio de San Lucas.

Todo, sin embargo, no puede ser objeto de crítica.

Decimos esto porque aquellas personas, que tenían una enfermedad gravísima y que no tenía cura, tenían fe. Y es que sabían que Jesús, el Maestro, podía curarles de su grave dolencia.

Aquellos hombres, que eran leprosos, sabían que médicamente nada se podía hacer por ellos. Debían, pues, vivir fuera de los pueblos y, además, vestir de una forma determinada con el objeto de que se supiera que eran leprosos y nadie se les acercara por miedo al contagio.

Vivían, por decirlo pronto, de forma miserable porque no tenían los medios de vida ordinarios. Ni siquiera, por ejemplo, podían pedir limosna entre quienes no fueran leprosos y eso hacía de sus vidas una realidad insoportable.

Confiaban, como decíamos, en Jesús. Por eso, aun parándose a distancia, le gritan que tenga compasión de ellos.

Jesús no hace como si no los hubiera visto que podría haber sido, perfectamente, el comportamiento de la gran mayoría de personas ante otras que están enfermas según lo estaban aquellos hombres.

Ya podemos comprender, por tanto, que el Hijo de Dios, misericordioso y caritativo donde los haya, tenía que hacer algo. ¿Y qué podía hacer aquel hombre santo?

En realidad, podía hacer lo que le dictaba su corazón. No otra cosa. Y lo que le dicta su corazón es que los cure. Y eso hace. Desde la misma distancia que mantenían los leprosos, Jesús los libra de su enfermedad y los envía a los sacerdotes.

¡Qué cosa más extraña, podríamos pensar! Pero el Maestro no hace más que cumplir con la ley: han de ser los sacerdotes los que certifiquen que aquellas personas, antes leprosas ya no lo están y pueden insertarse en la sociedad como personas sanas…Y en el camino acaban sanando.

Ya podemos imaginar el gozo de aquellos diez leprosos. ¡Habían quedado curados tan sólo con la palabra y voluntad del Maestro!

¿Qué hacer, entonces?

Cualquiera puede imaginar que, al menos, debían agradecer a Jesús que hubiera hecho aquello con ellos. Pero no… al parecer tenían mucha prisa para acudir a los sacerdotes.

LOS 9 LEPROSOS INGRATOS – IGLESIA DE CRISTO

Uno, sin embargo, debió mirar hacia atrás y ver a Jesús, allí, en la misma distancia que separaba la enfermedad de la causa de su sanación. Y corrió a dar gracias.

Y era samaritano. Otra vez un samaritano.

Decimos lo de “otra vez” porque son algunas las ocasiones en las que Jesús hace, digamos, “uso”, de una persona samaritana para dar a entender que la salvación la ha puesto Dios para todo el mundo y, entonces, no sólo para el pueblo judío: ya entendemos cuando habla con la mujer en el pozo de Jacob (era samaritana) pero, sobre todo, cuando escuchamos de palabras de Cristo la parábola del buen samaritano. Todo eso muestra, a la perfección, que todo el bien que hace Dios lo hace para todo hijo suyo o, lo que es lo mismo, para toda persona.

Y eso, la confianza mostrada por aquel hombre, es lo que le salva. Y  a los demás, también.

PRECES

Por todos aquellos que no confían en la bondad de Dios.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no agradecen a Dios los dones recibidos.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser agradecidos.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.


El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

……………………

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

La fe mueve, sobre todo, el corazón de Dios.

3.10.22

Un amigo de Lolo – “Lolo, libro a libro” – Sacrificios ofrecidos

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Sacrificios ofrecidos

  

“Tercera noticia. ‘Hacen falta donativos de sangre. Sin las debidas reservas, se llegaría a una situación sin remedio caso de ocurrir una catástrofe’.


Moraleja: Se necesitan también muchos sacrificios generosos para asegurarle al mundo la salvación. Sin reservas espirituales, ¡ay de esta pobre naranja achatada! (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 94)

 

El 3 de junio de 1962, Lolo escribe en su diario que “Dios tiene que hablar y lo hace con proverbios, con parábolas o con lo que haga falta”. Y acto seguido pone una serie de ejemplos de noticias en las que el Beato de Linares (Jaén, España) aprecia más que bien la mano del Creador y Todopoderoso Padre Eterno. En artículos anteriores hemos traído la primera y la segunda de las noticias; ahora, les traemos la tercera que, como pueden leer arriba, dice lo que dice y que tiene que ver con los sacrificios que, bien ofrecidos a Dios, son causa de abundantes frutos espirituales siendo, además, muy necesarios para alcanzar bienes espirituales mayores… 

Quien es donante de sangre sabe muy bien la importancia que tiene dar la suya por si acaso hace falta (que suele ser que sí siempre) y alguna persona puede salvar su vida o, como poco, mejorarla. Y por eso no son pocas las campañas que se hacen para hacer un llamado a la donación de líquido tan preciado. Y, claro, si falta el mismo (suele pasar en verano cuando hay dispersión del personal y cierto olvido…) es casi seguro que puede acarrear, tal falta, más de una dificultosa situación.

Hasta ahí la noticia en sí que es, siempre lo es, importante por lo que supone la misma. Pero Lolo, como siempre hace, lo lleva al terreno espiritual que, podríamos decir, es lo suyo… Y lo hace para obtener no poca sustancia de tal jaez que, ya de paso, nos viene la mar de bien a quienes leemos esto que nos dice, ahora, como tercera noticia de las que forma este texto del Beato de Linares (Jaén, España) 

Es cierto y verdad eso que dice Lolo de los sacrificios. 

Sacrificarse, así, sin más, seguramente no tenga más sentido que el que pueda darle la persona que los hace. Pero los católicos sabemos muy bien lo que podemos hacer con los mismos: ofrecerlos. 

El ofrecimiento a Dios de nuestros sacrificios (es de suponer que con intensiones santas y sanas) tiene mucho que ver con la comprensión que tenemos de realidades espirituales como es la comunión de los santos o, en fin, de aquella unión que tenemos con el resto de creyentes. 

Ofrecer a Dios un sacrificio (y hacerlo con franqueza) es la prueba más evidente de que comprendemos lo que es el amor, la misericordia, el auxilio, etc. Y lo hacemos por la sencilla y noble razón según la cual espera nuestro Creador que sus criaturas comprendan lo que supone hacerse de menos uno mismo (en eso consiste, al fin y al cabo, sacrificarse; humillarse ¿no?) por un bien superior como puede ser el de otra persona o intención… 

Pero eso no es más que un simple apunte de lo que cualquiera que sepa algo de la fe católica que tiene comprende y, en cuanto puede, hace. Sin embargo, hay más. 

Las palabras de Lolo, como podemos comprender, son dichas y escritas (cuando lo son como es este caso) por un santo y eso, se diga lo que se diga, tiene mucha importancia. 

Esto de arriba lo decimos porque apunta el linarense universal a algo que es crucial para nuestra vida espiritual. Y es que dice que debe haber “reservas espirituales” para la salvación que el mundo ha de alcanzar. 

Esto es muy importante porque nos pone sobre la pista de que no sabemos cuándo va a ser tal salvación y, por tanto, debemos ir acumulando tales “reservas espirituales” a modo, ciertamente (y también), de sacrificios ofrecidos a Dios. Y sólo así será posible, cuando eso sea posible, que el mundo se salve. Y por eso nos dice el Hijo de Dios que es mejor que guardemos para el Cielo y que no acumulemos para la vida en el mundo donde hay ladrones y donde la polilla lo corroe todo… 

El caso es que, ciertamente, sólo existiendo tales “reservas espirituales” para cuando llegue el momento de la salvación del mundo será posible la misma. Eso, claro está, independientemente de la bondad y voluntad de Dios que podrá salvar al mundo de la forma que le parezca existan o no tales reservas. Sin embargo, no es poco cierto que nuestro Creador ha de preferir que las haya porque así habremos mostrado y demostrado que nos creemos la fe que tenemos. Así de sencillo y de simple; así nos lo dice Lolo acumulando, por su parte, muchas de tales reservas a partir de sacrificios santamente ofrecidos a Dios que es, por eso mismo, una muestra más de su santidad personal.

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

1.10.22

La Palabra para el Domingo - 2 de octubre de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 2 sino sábado, 1 de octubre de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

Lc 17, 5-10

“5 Dijeron los apóstoles al Señor; ‘Auméntanos la fe.’ 6 El Señor dijo: ‘Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: “Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido.’ 7 ‘¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’ 8 ¿No le dirá más bien: ‘Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’ 9 ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? 10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.’”

COMENTARIO

Saber que somos siervos inútiles

Jesús había venido a enseñar. Y lo que tenía que enseñar era lo básico de la fe en Dios Todopoderoso y el respeto a la Ley del Creador.

Jesús, por tanto, sabía que debía transmitir una serie de verdades que, simplemente, se habían olvidado o se habían dejado escondidas debajo de muchos celemines.

Pero en algunas ocasiones eran los mismos que había elegido el Mesías quienes le preguntaban. Así, por ejemplo, en una ocasión, le pidieron que les enseñar a orar. Jesús, entonces, les enseñó el Padre Nuestro que, desde entonces, es la oración con la que los hijos de Dios se acercan a su Padre.

Ahora le piden, le ruegan, que les aumente la fe. Es decir, ellos quieren estar más cerca de Dios pero como no saben cómo hacerlo. Por eso se dirigen a su Maestro porque saben que Él está muy cerca del Todopoderoso.

Jesús, para eso, parte de cómo son ellos, aquellos que le ruegan una cosa así.

El Maestro utiliza una palabra que, dicha como la dice, es verdaderamente terrible: “si”. Y es que tal “si”, condicional, supone que, para empezar, no cree que tengan mucha fe aquellos que eso le piden. Por eso utiliza tal palabra como diciendo que, de tener fe, ellos podrían decir a un sicómoro que se moviera del sitio en el que estaba plantado.

Es más, habla Jesús de un grano de mostaza. Es decir, que la fe debería ser, al menos, tan pequeña como un grano de mostaza que, como sabemos, no es muy grande.

Ellos, sin embargo, han de escuchar aquello con no poca vergüenza pero, a la vez, con ganas de aprender y comprender lo que les está diciendo el Hijo de Dios.

Pero este texto hay algo que es muy importante y que tiene que ver con la posición que cada uno de los hijos de Dios, que cada uno de los fieles católicos, tenemos: qué es lo que somos.

Nosotros somos siervos. Y eso, dicho así, puede parecer que es importante reconocerlo porque nos pone en la situación verdadera en la que estamos. Pero supone que debemos cumplir con lo que manda el Señor, nuestro Señor que es Dios mismo y ver el ejemplo que su Hijo Jesucristo vino al mundo a mostrar.

Pues bien, aquello que hacemos que está de acuerdo con la voluntad de Dios no ha de suponer mérito alguno (en el sentido de sentirlo con soberbia) para nosotros sino, en todo caso, la comprensión acerca de que es lo que debemos hacer, ni más ni menos.

“Hemos hecho lo que debíamos hacer”. Pero Cristo sabe que muchas veces no hacemos lo que debemos hacer sino, justamente, lo contrario. Y nos insta a que sepamos comprender qué es lo que nos conviene que no es, precisamente, la demostración de una falta de fe que, por desgracia, tantas veces es evidente.


PRECES


Por todos aquellos que no quieren tener fe.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no admiten ser siervos inútiles.

Roguemos al Señor.


ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a aumentar nuestra fe.


Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

……………………

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber ser humilde es el secreto de muchos bienes espirituales.

26.09.22

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – Necesaria bondad

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de LoloManuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Las golondrinas nunca saben la hora“ libro con el que damos comienzo un año nuevo, el 2022. Y, para más información, digamos que se trata de un diario que abarca entre el 2 junio de 1961 y el 20 de agosto de 1965 o, lo que es lo mismo, contempla la vida de Manuel Lozano Garrido durante cuatro años.

Necesaria bondad

 

”Segunda noticia. ‘En la Alemania Occidental se ha suspendido el saludo de estrechar la mano para evitar una epidemia de disentería’

Moraleja: La bondad es aún más contagiosa. Dios anida en el corazón de las criaturas que le aman y el bien se va extendiendo al roce de las palabras, los hechos y los testimonios. Hay que

asegurarse de hombres buenos y el bien será como una mancha de aceite“ (Las golondrinas nunca saben la hora, p. 95)

  

El 3 de junio de 1962Lolo escribe en su diario que “Dios tiene que hablar y lo hace con proverbios, con parábolas o con lo que haga falta”. Y acto seguido pone una serie de ejemplos de noticiasen las que el Beato de Linares (Jaén, España) aprecia más que bien la mano del Creador y Todopoderoso Padre Eterno. En un artículo anterior trajimos la primera de las noticias; ahora, les traemos la segunda que, como pueden leer arriba, dice lo que dice y que tiene que ver con la bondad que es, sí, una virtud que no siempre ponemos en práctica los hijos de Dios.

Antes que nada debemos decir que nos suena mucho eso de dejar de darse la mano para no contraer determinada enfermedad… o virus pues llevamos más de dos años haciendo, en nuestra patria (y en las de las demás personas también), casi lo mismo… Y es que poco parece haber cambiado desde los tiempos de Lolo…

De todas formas, digamos que las “noticias” que trae Lolo a su libro sirven, digamos, de pie para explicar lo que eso tiene que ver con el discípulo de Cristo y, claro, con Dios mismo. Y eso es lo que pasa con esta pues es cierto y verdad que no ha de ser tan importante una que lo sea como la que habla de eso que sucedió entonces en Alemania. Lo otro, lo que refiere el linarense universal sí que es crucial para nosotros. 

El caso es que la clave de todo esto, de la importancia de la bondad, es que Dios “anida en el corazón de las criaturas”. Ahora bien, añade algo que es muy importante y que debe hacernos pensar como somos nosotros a tal respecto. Y es que añade “que le aman”. 

Decir esto ha de suponer, para empezar, que hay criaturas que no aman a Dios. Y, entonces, no es que el Creador no quiera anidar en sus corazones sino que son ellas mismas las que no le dejan anidar y, simplemente, se olvidan de Quien les ha traído al mundo y, además, les mantiene en el mismo. 

Nosotros sabemos más que bien que hay muchas criaturas que no aman al Creador. Y que muchas lo hacen, a lo mejor, por desconocimiento del mismo pero hay otras que, habiéndolo conocido lo han olvidado de forma voluntaria. Y, en tales casos, tampoco resulta extraño entender que tales criaturas, al no conocer o haber olvidado a Dios, no lo tienen en su corazón: en primer lugar, porque quien no lo ha conocido difícilmente es consciente de eso; en segundo lugar, porque quien lo ha conocido y lo ha querido olvidar… en fin, pues se sabe qué es lo que pasa en tal caso… 

De todas formas, nosotros vamos a dejar de lado a tal tipo de criaturas y a centrarnos en lo que dice Lolo sobre las criaturas que sí aman a Dios y lo tienen en su corazón o, mejor que quieren darse cuenta de que lo tienen.

 Con lo que se dice, con lo que se hace y con lo que se muestra. Así es como la bondad que Dios siembra en el corazón de sus criaturas (que le aman y en las otras también pero…) se extiende por doquier. Y eso es, verdaderamente, más “contagioso” (en el buen sentido de la expresión) que cualquier virus o epidemia. Y, seguramente, es lo que Lolo ha querido decirnos con estas palabras: basta dejar que la bondad que Dios ha sembrado en nuestros corazones para que el mundo sea mejor. Así de sencillo.

   

Eleuterio Fernández Guzmán

Llama Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.