Educación para la Ciudadanía o el totalitarismo legal

El obispo de Sigüenza-Guadalajara, Monseñor José Sánchez González puso, como se suele decir, el dedo en la llaga, en lo tocante a la malhadada Educación para la Ciudadanía.

Algunas de las verdades que ha dicho el pastor que conduce la diócesis castellana, en una carta que dirigió a los medios de comunicación, han sido:

1.-No estamos de acuerdo con el método ni con determinados objetivos, ni con algunos criterios de evaluación. Menos aún, con su filosofía y la concepción, por ejemplo, de horizonte cerrado a la trascendencia, de relativismo y de ideología de género, que subyacen a esta ley

Es cierto lo que dice el obispo de Sigüenza-Guadalajara. Tampoco podemos, los cristianos y católicos, con el sentido primero y básico que tiene EpC. Para las personas que creemos en el Reino de Dios es muy importante reconocer que nuestras vidas tienen un sentido que va más allá de lo material que hay en la que vivimos en esta tierra.

Por eso no es posible entender admisible que se pueda negar la misma realidad de la trascendencia porque se impone el más terrible relativismo que no concede el beneficio, siquiera de la duda, a nuestra fe y a nuestra creencia en Dios ya que, cuando todo es aceptado nada, en realidad, se acepta sino que, utilizando tal argumento se le quita importancia a la fe.

Por otra parte, la ideología de género, con la que se pretende introducir, en el pensamiento social, un confusionismo entre sexos con la intención de que desaparezca cualquier tipo de orden natural de las cosas, no puede ser olvidada por aquellas personas que, sintiéndonos hijos de Dios comprendemos que la sabiduría divina es, eso, más sabia que cualquiera otra humana y que todo intento de menospreciar lo establecido por el Creador es, además de soberbio, un intento vano y, seguro, sin fruto alguno.

2.-Entrarán necesariamente en conflicto con las convicciones, la fe y la moral de los católicos, campos en el que no puede entrar el Estado”.

Es evidente que cierto tipo de ideologías totalitarias creen que, efectivamente, no hay nada que les esté prohibido y hacen, en realidad, lo que les parece. Así, atropellan los derechos de muchas personas con la excusa de actuar en interés público o, simplemente, en ejercicio de la legitimidad que le ofrecen determinados resultados electorales.

Cuando tal forma de actuar traspasa el límite externo de la conciencia y se inmiscuye, directamente, en ella, viola, con toda seguridad, un ámbito en el que el Estado no puede entrar. Por tanto, cuando lo hace está destruyendo, conscientemente, el más íntimo de los fueros personales.

3.-En definitiva, se transmite al alumno una concepción del mundo, de la historia, de la persona humana, de sus relaciones en determinados aspectos, como el matrimonio, que están en abierta contradicción con la antropología cristiana, con nuestra concepción del mundo, de la historia, de la vida y de las relaciones humanas y religiosas”.

Lo que, al final de toda esta extraña historia de imposiciones, se pretende es hacer del individuo una pieza más del engranaje público, dominado por las pasiones del mundo y alejado, mucho, de la visión cristiana de la realidad.

4.-Tampoco vale decir que se trata de información sobre determinados asuntos, valores, comportamientos, etc. Ya el mismo nombre ‘educación…’ indica que hay más que información en los contenidos, en el planteamiento y en la intención; a saber, educar

El sentido teleológico que, indudablemente, tiene EpC no se le escapa al Obispo. Aquí no se trata de dar, digamos, unos conocimientos para que sean aprendidos por los alumnos como si se tratara de un comportamiento aséptico y sin importancia.

Muy al contrario.

Como es obvio por la forma y el modo de implantar EpC, lo que se quiere es adoctrinar a los jóvenes que caigan en las manos de los “educadores” en tal materia. No hay nada inocente y, digamos, por casualidad sino que todo está previsto y más que previsto, estudiado y más que estudiado, pues lo que se busca es dirigir el comportamiento de las jóvenes victimas; encaminar por malos caminos sus personas y, al fin y al cabo, hacer de ellos algo manejable con facilidad.

Para más abundancia, sobre todo esto dicho aquí, don Juan Antonio Martínez Camino, a la sazón Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, en artículo publicado en ABC el día 9 de julio de 2007 titulado “Ciudadanía, Escuela y Familia” dice que “Por eso está muy bien dicho que quien contribuya a la implantación de una asignatura cuyo objetivo confesado es la formación estatal obligatoria de las conciencias, está prestando una colaboración objetiva al mal, a la injusticia. Tal contribución puede ser de muy diverso orden”.

Y tal mal lo es porque supone, más que nada, la implantación de un sistema político totalitario y el ansia por hacer desaparecer lo religioso de la vida ordinaria (incluida la religión y, aquí, por sustitución de la misma por EpC pues a la primera no se obliga y sí a la segunda) es, evidentemente, un intento de hacer desaparecer a testigos que puedan atestiguar el desafuero que supuso, que supone, tan aberrante intento.

Y, sin embargo, no podemos quedarnos cruzados de brazos viendo como imponen toda esta serie de bases ideologizantes en el pensamiento dúctil de nuestros hijos. Además, quienes no estamos de acuerdo con esto, pasamos a ser personas consideradas como dignas de no ser tenidas en cuenta y, sobre todo, de una “mentalidad reaccionaria, cavernícola y antimoderna” (en palabras de D. Agustín Domingo Moratalla, Profesor Titular de Filosofía del Derecho, Moral y Política, y dicho esto en “Las trampas de la educación para la ciudadanía”, publicado en el diario Las Provincias, de Valencia)

Pero frente a EpC, que se nos considere eso debería ser, para nosotros, un timbre de honor a promover y a fomentar.

Sin embargo, lo que no se nos puede pedir a aquellas personas que entendemos la etapa educativa como una, digamos, que lo es de “instrucción” de nuestros hijos, es que creamos admisible que se utilice la misma (que ocupa, por cierto, bastantes años de sus jóvenes vidas) para pervertir su sentido de la vida, para hacerles comulgar con determinadas ruedas de molino y, sobre todo, para hacer mutar su mente hacia ideologías que se han demostrado perjudiciales para la humanidad.

Vamos, hacia la izquierda más rancia y antieclesial que trata, con leyes y asignaturas como la de EpC, de implantar un totalitarismo no por las armas (que no pudieron) sino por la letra.

7 comentarios

  
Ana
Educar en criterios morales pertenece exclusivamente a los padres y no al gobierno del signo que sea, metere en eso el gobierno es una usurpación y los padres deben objetar para que no atropellen sus derchos. El gobierno debería implantar una educación para la convivencia y el respeto que buena falta hace.
10/07/08 6:54 PM
  
Eleuterio
Ana

Pero lo cierto es que el Ejecutivo socialista ni quiere ni se le pasa por la cabeza implantar una educación para la convivencia porque, en realidad, sólo entiende (como toda ideología de izquierdas) el convivir como acuerdo total con sus ideas.

Dado que en España no todas las personas están de acuerdo con sus postulados sólo pueden hacer una cosa: hacer uso del poder que tienen para aplicar el rodillo legal y aprobar, ahora que pueden, todas las normas en favor de sus ideas y en contra de las de los demás.

Sin duda que se trata de una usurpación, muy grave, que el Estado se inmiscuya en la educación de los hijos porque no puede ni debe hacerlo. De esta forma lo único que se consigue (y es lo que quieren, por supuesto) es súbditos sometidos a la bota izquierdista. Tenemos muchos ejemplos de esto en el mundo (Cuba, Venezuela, Ecuador, etc.)

Y es, por supuesto, la objeción de conciencia (!qué mejor momento para ejercer tal derecho! amparado, incluso, por el Tribunal Constitucioal (sentencias 15/1982 (Sala Primera) de 23 de abril y la 53/1985 (Pleno) de 11 de abril, del citado Alto Tribunal. Por tanto nada debería impedir a los padres hacer uso de tal derecho.

Ahora bien, si desde organizaciones de la Iglesia (FERE, por ejemplo) se ampara a Educación para la Ciudadanía (diciendo eso tan socorrido de adecuarlo al ideario del centro escolar que es una posibilidad, simplemente, no posible) y se obsculiza el ejercicio del derecho de objeción de conciencia, no creo yo que vayamos a ninguna parte.
10/07/08 7:18 PM
  
Ana
Nuestros padres tenían educación para el espíritu nacional y a misma educción tuvieron algunos de los gobernantes. ¿No se sentirían atropellados? ¿Porqué hacer ellos lo mismo?.
Lo de la Fere es verdad que no se entiende pero ya había alguna historia con ellos creo que no ha sido la primera aunque no estoy muy segura pero esperemos que sea la última
10/07/08 11:24 PM
  
Eleuterio
Ana

Ciertamente, se pretende una formación al estilo de aquella. Sin embargo, aquella enseñaba el amor a la patria y una serie de valores que son, exactamente, los contrarios a los que ahora quieren imponerse.

Y sobre la FERE debería pensar, a quien le corresponda hacer esto, que la connivencia con el Maligno no debería estar bien visto en personas de la Iglesia.
10/07/08 11:39 PM
  
azahar
Eleuterio:

Creo que ha dicho algo muy importante, a mis efectos, como es la adecuación de la asignatura al ideario del centro escolar. Es cierto que muchos, apelando a ello, han encontrado una solución al problema y una justificación para evitar la masiva recepción de objeciones y lo más triste de todo es que dicha postura sea mantenida por la asociación mencionada.

También opino que es un error. La adecuación de Epc es una trampa, es una aceptación frontal a la imposición genérica de la asignatura y, por consiguiente, coarta el derecho de objeción, pues carece de fundamento.

Una educación cívica (propiamente dicha), un conocimiento del sistema político, información para despertar la motivación de ayuda al prójimo entre los alumnos, son cuestiones dignas de su enseñanza y aprendizaje, pues no afecta al sentido religioso de la persona, al contrario, quizás pueda encender una luz a más de uno sobre lo que hacemos aquí. Pero EpC , de lo que menos se ocupa es de estos temas, incidiendo con más fuerza, en ocasiones solapada, en la veneración del hombre en sí mismo, la ausencia de Dios, el relativismo o aceptación de cualquier realidad por escandalosa que sea y, por consiguiente, en el derecho ilimitado de cada uno. Ello conduce a que el menor, el joven, no pueda canalizar toda la información que recibe, pues no tiene norte, ni fin, ni objetivo que alcanzar.

Apoyo la objeción y la valentía de los padres, muchos amenazados en algunos centros escolares, que no se dejan someter a los principios laicistas y se mantienen firmes en su creencia con el deseo que todo esto pueda cambiar algún día. Y ello, representa un buen ejemplo para sus hijos, pues observan que una protesta pacifica y basada en los mismos derechos que, precisamente, les están enseñando, es digna de personas íntegras.
11/07/08 10:27 AM
  
Eleuterio
Azahar

Es bien cierto que lo que hagan los padres, no sometiéndose a EpC ni siquiera (menos aún allí) en los centros concertados con ideario católico, siempre servirá para dar el correspondiente ejemplo a los hijos que verán que no se someten a leyes que, por ser intrínsecamente perversas, no hay que cumplir.

Por tanto, en cuanto actuación de los padres objetores de conciencia, un gran apoyo y aplauso para ellos porque, en verdad, es la única forma y manera de que, al menos, se oiga la voz de las personas que no están/estamos, de acuerdo con la aberración (por desviación) que supone querer adoctrinar a nuestros hijos.

Y aquí no vale, como ha dicho Ud (y yo también) que se pueda adaptar el idearo del centro católico.

Ud escribe de algo que es muy importante y que no debe olvidarse nunca. Dice sobre Epc que tiene unos principios como la "veneración del hombre en sí mismo, la ausencia de Dios, el relativismo o aceptación de cualquier realidad por escandalosa que sea y, por consiguiente, en el derecho ilimitado de cada uno" que no son, precisamente, lo mejor que pueden aprender nuestros hijos o los hijos de otros padres.

Por eso, decir no a ESTA Epc (porque otra podría ser si lo fuera, de verdad, Educación y Ciudadanía) es una obligación grave de los padres.

Por tanto, quien no cumpla con su deber de objetar no podrá, luego, quejarse de las consecuencias de lo que pueda pasar en una sociedad donde se haya fomentado el poco creer en Dios, el hacer lo que a uno le venga bien según sus conveniencias (o sea, el relativismo absoluto) y, en fin, hacer, como se dice, se su capa un sayo. Porque las consecuencias lo son porque han tenido una causa.


11/07/08 11:18 AM
  
azahar

Eleuterio:

No hace mucho, en Barcelona, en un colegio religioso fui testigo de unas palabras emitidas por el director del mismo: “Como la justicia nos permite adecuar la asignatura al ideario del centro, los alumnos objetores que salen del aula para cursar una asignatura de Educación cívica, podrán volver porque vamos a adaptar su contenido. Los padres que pretendan mantener su objeción, les será admitida, pero sería una actitud quijotesca por su parte”.

¿Vd. se cree, Eleuterio, que se puede decir eso? ¿Sabe qué me demostró ese señor? Que su única finalidad era oponerse a una imposición política y ahí decaen los principios religiosos de los que alardea. En el momento en que acepta la asignatura, está aceptando su legitimidad y está abonando el terreno para que cada gobierno actúe como quiera, está declarando legítima la intromisión de un gobierno en la educación moral de nuestros niños. Y, lo peor de todo, cuestionar la actitud firme de unos padres porque el centro haya decidido una línea de actuación.

No es el centro educativo quien debe decidir, sino los padres de los niños afectados y si el propio colegio religioso no les apoya, “apaga y vámonos”. Hay mucha confusión, Eleuterio, y mucha pereza. Nadie quiere problemas y mientras no les molesten, ya va bien todo.

Y opino como Vd. La objeción, más que un derecho, es un deber. Creo que debería mirarse el tema desde esa perspectiva.

11/07/08 12:14 PM

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