InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Amigo de Lolo

11.12.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – VIII Justicia

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien,cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – VIII Justicia

VIII

JUSTICIA

¿Has visto, Señor, qué gran poder el de la carta de la recomendación o el dinero? Un sobre azulado puede quebrar la vara del magistrado, el fallo de la cátedra, la rectitud del mandatario o los deberes de la Empresa. El escándalo de nuestras torcidas ejecutorias te ha atrincherado tras los muros del templo, y el obrero, identificando tu doctrina con nuestras conductas, se ha vuelto de espaldas y escucha ya el canto falaz de los mercenarios.”

Es verdad que siempre hemos dicho dicho, porque es cierto, que Manuel Lozano Garrido tenía un conocimiento del ser de sus contemporáneos más que acertado. Vamos, que sabía del pie del que cojeaban.

El texto que hemos traído hoy aquí muestra a la perfección eso que decimos arriba. Es más, podemos constatar que Lolo se muestra algo más que enfadado por lo que relata y, en fin, por lo que puede comprobar… Y es que, al fin y al cabo, se trata del comportamiento de los hijos de Dios y eso, como es de suponer, no puede ser del agrado del Padre.

Empecemos diciendo que el Beato de Linares (Jaén, España) se dirige directamente al Señor. Es decir, ni busca intermediario ni nada que se le parezca, Y es que le debe parecer tan grave lo que a a decir a continuación que, así, directamente, es como mejor sabe expresarse nuestro amigo.

Lo que luego dice Lolo es, ciertamente, grave. Y es más grave aún cuando se puede constatar que es cierto.

En el fondo, lo que le ha de querer pedir Lolo a Dios es, simplemente, Justicia, así con mayúscula porque es la divina la que solicita. Y lo pide porque lo que considera mejorable, ciertamente, lo es.

Aquí subyace aquello que a veces se dice tal que así: “sí, aquella persona va mucho a misa y así es…” entendiendo que no es, precisamente, una buena persona. Y eso es lo que, al final de este texto le hace decir a Lolo que el obrero, identificando lo que Dios quiere con lo que hace el hombre (¡grave error!) se pone de espaldas, se vuelve de espaldas al respecto de la Iglesia cuando no directamente en contra.

El caso es que no podemos negar que, a falta de conocimiento más profundo de parte de quien eso cree de Dios, las conductas que aquí hace ver Lolo no son de lo más edificantes.

No podemos decir que sea edificante hacer uso de la influencia del dinero o de la recomendación para obtener según qué cosas o alcanzar según qué prebendas.

No podemos decir que sea edificante que se haga lo mismo para obtener determinados puestos (en la administración o donde sea) o para incumplir lo que sea un deber a cambio de lo que aquí critica Lolo.

Y, sin embargo, la gran diferencia que existe entre lo que dice Lolo en su tiempo y el de ahora mismo, es que el linarense universal decía lo que aquí dice en el sentir que muchos de sus contemporáneos eran católicos y veía, así, un comportamiento de algunos en contra de otros pero que, en el fondo, eran discípulos de Cristo.

Y ahora, ¿ahora qué podemos decir de nuestra situación actual?

Grave pregunta esta que, además, tiene peor respuesta.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor“ (47)

El autor de la vida es infinitamente fecundo

……………………………

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

4.12.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – VII PRUDENCIA

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – VII PRUDENCIA

VII

PRUDENCIA

Que no es el cicatero quedar en casa, arrebujados en la inhibición del avestruz. Prudencia a la que faltamos sobrepasando el gesto o dejándole alicorto. En la palabra, la presencia o la expresión, ni la hosca rigidez que ofende a la caridad, ni el halago innecesario o la hipócrita sonrisa que envanece.”

Es verdad que muchas veces solemos confundir las cosas del espíritu y del alma y nos vamos, como suele decirse, por los cerros de Úbeda. Y eso es lo que pasa con esta campanada que tiene que ver, nada más y nada menos, que con la Prudencia.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que el Beato de Linares (Jaén, España) hace aquí, en este texo de sus “Campanadas” una definición perfecta de lo que es la falta, en suma, de Prudencia pues hace relación de lo que, en verdad, no lo es.

Cuando decimos que somos prudentes en algo es posible que, en realidad, no seamos eso sino otra cosa que tiene que ver, en fin…, con cierta cobardía en nuestros comportamientos.

Así, por ejemplo, cuando ante un problema adoptamos la tan conocida opción que toma el avestruz ante un problema que le viene y que no es otra cosa que esconder la cabeza… en fin…, que no es que eso sea actuar con prudencia pues sería mejor, bien salir corriendo, bien encarar el problema. Y, sin embargo, no hacer nada ante lo que pasa no es algo a lo que podamos llamar prudencia sino otra palabra que no nos viene nada bien…

Así, por ejemplo, es hasta posible que nos pasemos tres pueblos, como suele decirse, cuando sobrepasemos lo que es la prudencia. Pero también es posible que nos quedemos cortos en su estimación en nuestra vida. Y una u otra forma de hacer las cosas no es, precisamente, ejemplo de lo que debe ser la prudencia sino, en efecto, todo lo contrario…

Y ahora viene lo que Lolo entiende como no ejercicio de la prudencia que tanto bien puede hacernos, en general, en nuestra vida de ser correctamente entendida la misma.

Es decir, ni es prudencia, bien sea de palabra o con lo que hagamos, manifestarse de tal forma que podamos ofender al amor; ni es prudencia pasarnos de la raya halagando (está claro que eso no es prudencia sino justo lo contrario) o por fin el hacer como sí pero, en realidad, sea no la verdad de las cosas.

Como podemos ver, esta campanada que llamamos de necesidad porque de verdad lo es, no es más que la expresión de lo que muchas veces somos o, en fin, cómo somos muchas veces. Y eso, se diga lo que se diga, tiene poco que ver con una actitud espiritualmente sana.

Y es que, pensemos cada cual acerca de nosotros, ¿Cuántas veces a lo largo del día somos imprudentes?

Pues eso… a ser lo contrario.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor" (46)

El más bello amor de una vida, junto a la caridad de Dios, Liliput y Gulliver

……………………………

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

27.11.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – VI CARIDAD 

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado “Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad –VI CARIDAD

VI

CARIDAD

“Y la caridad, sin la que somos como címbalos que retiñen Caridad que es amor sin regateos a esa escala que te tiene a Ti como jerarquía y que supone un galopar de ciervo hasta tus fuentes, pasar la esponja sobre las ofensas y hasta besar la mano homicida; la que entraña un sentido literal de la palabra compasión; padecer con estar crucificados continuamente con la lacra de los sin techo, los sin pan, los de jornal menguado y necesidad infinita; taladrados con la ceguera de los sin luz, sin tu divina luz en lejanas paganías o en la más triste del voluntario abrazo con la culpa.”

Como era de esperar, Manuel Lozano Garrido, al escribir sobre estas tan especiales campanadas lo haría sobre las virtudes teologales. Y ahora, tras hablar de la Fe y de la Esperanza, lo hace acerca de la Caridad, también llamada Amor.

Es cierto que cuando hablamos de “caridad” enseguida nos vienen a la mente y al corazón determinadas acciones que hacemos en nombre de tal virtud. Y, ciertamente, no estamos equivocados porque ser caritativos es, precisamente, eso. Pero, como suele ser habitual, Lolo va algo más lejos como siempre acaban haciendo los creyentes especialmente preparados para serlo y porque lo son.

En realidad, ¿Qué es la caridad y en Quién debemos incardinarla?

La respuesta, como cualquiera puede imaginar es bien sencilla: Cristo, Dios mismo hecho hombre es el Amor en grado sumo como, por cierto, ha podido comprobar la humanidad (al menos la que cree en el Todopoderoso…) a lo largo de su misma y exacta historia.

Por tanto, se trata de eso: de fijarnos en Quien es Amor y a Quien debemos dirigirnos en busca, si es el caso, de las ansias de caridad que tantas veces nos faltan por ser, en fin…, cómo somos nosotros, a saber, hijos Suyos que tantas y tantas veces olvidan eso y miran para otro lado.

Pero aquí aprovecha el linarense universal para abundar en lo que puede ser considerado un acto propio de la caridad, del amor.

Así, por ejemplo, nos habla sobre lo que supone ponerla en práctica cuando nos ofenden… perdonando,

Así, por ejemplo, nos habla también con la real necesidad de ejercer la caridad, incluso, con el homicida (¡qué difícil resulta eso!),

Así, por ejemplo, habla Lolo de la compasión y, en concreto, con llevar a la práctica el significado mismo de lo que tal palabra encierra que es, a saber,

- sentirse interpelado por aquellos que no tienen techo,

- sentirse interpelado por los que pasan hambre,

- sentirse interpelado con los que no le alcanza su menguado jornal,

- sentirse interpelado por los que mucho necesitan,

- sentirse interpelado con los que no tiene la Luz de Dios por las más diversas causas (propias o ajenas…)

- sentirse interpelado, en fin, con los que no alcanza a perdonarse a sí mismos…

Caridad, Amor en suma, no es más, ni menos, que llevar a nuestro corazón el que Dios tiene por nosotros y que personificó a la perfección en su Hijo Único engendrado y no creado que regaló al mundo para que el mundo se salvase. Y Lolo, como bien sabemos (ni siquiera debemos imaginarlo) bien que hizo e hizo bien.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (45)

Amor: hermoso lucero con el que Dios nos amanece.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

20.11.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – V Esperanza

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado “Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – V Esperanza

V

ESPERANZA

También la esperanza cierta en un mundo que ha de mejorar porque Tú estás con nosotros. A los que se encuentran en una encrucijada de amargura por el desengaño de las ideologías, aflórales la certeza en la bella aventura que es tu reino. Y a los que, con tu armadura al brazo, sienten bajo los pies la conmoción telúrica de los infiernos, actualízales tu promesa de inconmovilidad para la roca de Pedro.”

Es cierto que, como el Beato Lolo lo tenía más que claro en materia de fe, la suya y católica, lo de esperar es que, en sus “Campanadas” sitúe las virtudes teologales, digamos, una detrás de otra. Y eso es lo que hace porque, como publicamos la semana pasada (siendo la Fe el tema de la misma) esta semana corresponde el turno a la Esperanza y la semana que viene, si Dios quiere, a la Caridad.

Pues bien, Manuel Lozano Garrido sabe muy bien la importancia que tiene la Esperanza como virtud pero, sobre todo, como realidad misma en la vida de los hijos de Dios. Y aquí lo demuestra más que bien. Es decir, que no se trata de una buena y mejor teoría religiosa y espiritual sino que tiene consecuencias en la vida de quien cree.

Tener esperanza es no caer en la tentación de lo contrario pues eso es, por decirlo pronto, un pecado más que grave al desconfiar, si se cae en ella, de Dios que es santísimamente Providente. Y por eso Lolo nos habla de dos situaciones concretas en las cuales, a veces, es fácil perder la esperanza…

¿Quién no se ha sentido decepcionado por las cosas que el mundo ofrece pero que, en realidad, no son más que cosas huecas y hechas de volandero humo? Y sí, es más que posible que a muchas personas que estén leyendo esto se vean reflejadas en estas palabras.

Pues bien, es posible sentirse sin esperanza porque vemos que las cosas, según creíamos, no son como en realidad son. Y, sin embargo, nos habla Manuel Lozano Garrido del Reino de Dios como antídoto a la mordedura de serpiente que siempre acaba siendo el mundo y sus promesas.

En efecto, el Reino de Dios no es una promesa de algo que esté por venir porque ya vino cuando envió el Padre a su Único Hijo engendrado y no creado al mundo. Y desde entonces es posible saberse dentro de tal Reino que, en efecto, no es de este mundo aunque en este mundo esté. Y eso puede servirnos más que bien ante tanta decepción que nos causa esto que es llamado mundo.

Pero hay, sin embargo, quien no se deja engañar por el mundo ni por la desesperanza de la que hemos hablado supra. Y es que sí, en efecto, hay personas que tienen una fe arraigada en el corazón y tienen por bueno todo lo dicho por Dios pero…

Este pero, es cierto, no es tan malo como el otro del mundo pero ya le podemos decir a quien crea que se encuentra en una situación como de la que aquí habla Lolo que no es lo mismo que lo otro de arriba porque eso, seguramente, le servirá de bien poco…

Pues bien, a los creyentes que lo son pero puedan estar seguros de que lo peor puede acaecer en sus vidas, para tales creyentes, tiene Lolo algo que decirles: aquel que Cristo quiso poner al frente de su Iglesia, a su sucesor, está ahí para fortalecer su fe.

En realidad, todo aquí es esperanza o, mejor, Esperanza con mayúsculas por ser propia de una virtud directamente unida al corazón de Dios como Lolo muy bien supo.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (44)

No hay ninguna acción divina que no pueda ser apostillada con las prodigiosas letras de la palabra Amor.”

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

13.11.23

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – IV, La Fe

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado “Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante.

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad – IV, Fe

FE

Te suplicamos, al par, la fe; una fe colosal, como de incendio cósmico. ¡Sálvanos, Señor, que perecemos en la sinrazón de la razón que te niega! ¡Que nos asfixia la angustia existencial! Cómo no han de derruirse tantas obras si están sobre el fatuo castillo de las quimeras egoístas.”

Como es de imaginar en alguien que atesora una fe grande y arraigada en el corazón, la cuestión de la fe como campanada de necesidad era obvio que iba a aparecer. Y eso es lo que aquí traemos porque sin fe… todo lo demás, simplemente, se hace muy difícil.

Qué suplica tan importante la que hace Lolo en este cuarto punto. Suplica la fe. Pero no una fe cualquiera o que pudiera decirse de “llevar por casa” sino una que lo sea grande o, como dice él mismo, ”colosal”. Y es que si siempre hemos de pedir a Dios que nos aumente la fe… en fin… como que hacerlo para todos los discípulos ha de ser más necesario aún.

Lo que le pasa a Lolo es que ve en su tiempo (¡imaginemos ahora mismo…!) las cosas del alma andaban un tanto retraídas en el corazón de muchos que e, incluso, en los que lo eran cristianos. Es más, lo relacionado con Dios, que muchos entendían muy contrario a la razón, andaba, por decirlo pronto, de capa caída.

Por eso pide Lolo fe y, es más pide “la fe” porque debe entender que es más que necesaria en quien la ha abandonado casi por completo. Y lo hace porque se da perfecta cuenta de que llevar el uso de la razón a la oposición a Dios y todo lo que supone una cosa así no podía llevar a nada bueno sino, al contrario, a algo muy malo y peor.

Lolo, como aquí podemos leer, quiere que se haga realidad aquello que dijo Jesucristo acerca de que había venido al mundo a traer fuego y, por eso, pide una fe algo así como “de incendio cósmico” para que el fuego, así, de la fe, queme purificando las realidades negras de su tiempo.

En realidad, como es claro que la fe no es que esté ahí, digamos, puesta en nuestro corazón y nada tenga que ver con aquello que nos rodea ni con lo que hacemos, Lolo quiere que la misma tenga un efectivo hacer en nuestro día a día, en cada decisión que tomemos y en cada movimiento de nuestro corazón sobre el mundo. Y es que sabe Manuel que si seguimos actuando con una fijación tan extrema en lo que son nuestras necesidades, con puro egoísmo, es cierto y verdad que todo ha de salir mal parado.

En todo caso, el egoísmo se lleva más que mal con la fe… al menos con la fe cristiana donde el prójimo tanta importancia ha de tener en nuestros obras y en nuestros quehaceres diarios.

Y todo esto, nada más y nada menos, que para salvarnos que, como podemos imaginar, no es poca cosa sin mucha y más que mucha. Y todo con el insoslayable apoyo de la fe, de la nuestra.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (43)

“Manantiales, nubes, arroyos, océanos; ¡qué pobres sois para expresarme el torrente de felicidad que Dios vierte de continuo sobre vosotros.”

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.