La Palabra para el Domingo - 24 de septiembre de 2024

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Como es obvio, hoy no es domingo 24 de septiembre de 2023 sino sábado, 23. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario. 


Mt 20, 1-16

1 “En efecto, el Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. 2 Habiéndose ajustado con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. 3 Salió luego hacia la hora tercia y al ver a otros que estaban en la plaza parados, 4 les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.” 5 Y ellos fueron. Volvió a salir a la hora sexta y a la nona e hizo lo mismo.6 Todavía salió a eso de la hora undécima y, al encontrar a otros que estaban allí, les dice: ‘¿Por qué estáis aquí todo el día parados?’ 7 Dícenle: ‘Es que nadie nos ha contratado.’ Díceles: ‘Id también vosotros a la viña.’ 8 Al atardecer, dice el dueño de la viña a su administrador: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, empezando por los últimos hasta los primeros.’ 9 Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. 10 Al venir los primeros pensaron que cobrarían más, pero ellos también cobraron un denario cada uno.11 Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario, 12 diciendo: ‘Estos últimos no han trabajado más que una hora, y les pagas como a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el calor.”’ 13 Pero él contestó a uno de ellos: ‘Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No te ajustaste conmigo en un denario? 14 Pues toma lo tuyo y vete. Por mi parte, quiero dar a este último lo mismo que a ti. 15 ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?’. 16 Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.”

COMENTARIO

Ser últimos a fuer de servidores

Dice Jesucristo que el Reino de los Cielos, es decir, Dios mismo, es como aquel propietario que contrató y luego pagó según su libérrima voluntad, manifestando, además, un gran gesto de bondad con aquellos que estaban en peor situación.

La parábola que nos presenta san Mateo es una que lo es relacionada con el amor más que con el dinero. Jesús no está interesado en ningún tipo de lucha sindical ni nada por el estilo de los que más trabajan en detrimento de los que menos trabajan pero, al final de la jornada cobran lo mismo que los otros. No se trata de eso sino de algo que es más importante.

Por una parte, a veces solemos pensar que el Reino de los Cielos lo podemos exigir como si fuera una obligación de parte de Dios entregárnoslo. En realidad, deberíamos pensar si es que tenemos méritos acumulados como para hacer tal cosa o si, al contrario, aún debemos esforzarnos más. Además, no podemos prescindir de Jesús en nuestra tarea, esforzada, de ser hijos de Dios y demostrarlo porque Él mismo dijo que sin su Persona nada podíamos hacer.

En realidad, somos poca cosa ante Dios y, en todo caso, sólo nos ha de servir nuestro esfuerzo, entrega y servicio al prójimo.

Pero, además, en la parábola bien puede dirigirse a nosotros una llamada de Dios. Nos llama para trabajar en su viña y lo hace en nuestra niñez, primera hora de la mañana; en nuestra adolescencia, mediodía o, en fin, en nuestra madurez, última hora del día. Nos llama, por lo tanto, porque nos quiere a su lado. No deberíamos, por eso mismo, reclamar lo que sólo Él sabe que merecemos.

Estudio Biblia: MATEO 20:1-19. Parábola de los Jornaleros

También nos recuerda la parábola que aquellos que son llamados los primeros no tienen razones para proceder contra los demás de forma poco misericordiosa. Sólo Dios sabe lo que nos corresponde a cada uno y no cada uno de nosotros sabemos lo que les corresponde a los demás. No debemos, además, juzgar para no ser juzgados.

Al fin y al cabo los planes de Dios son, para nosotros, desconocidos y nos basta con hacer lo que, según su voluntad, nos corresponde. Ser, además, últimos para ser los primeros.

Es un mensaje que debemos tener en cuenta porque nos pone, sobre la mesa, la realidad de ser servidores de los demás e hijos del amor y de la misericordia. Otra forma de actuar no nos llevará al definitivo Reino de Dios por el buen camino sino, todo lo contrario, por el torcido. Y eso no lo quiere Jesús para nosotros.

Por eso, en la Última Cena, Jesucristo se hizo el último de entre los presentes y les lavó los pies. Servir y no ser servido. Y por eso nunca debemos olvidar que Dios nos puede llamar en cualquier momento, como a los trabajadores de la viña.

PRECES

Por todos aquellos que no comprenden el valor del servicio.

Roguemos al Señor

Por todos aquellos que prefieren los puestos de honor.


Roguemos al Señor

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a ser humildes y servidores de los demás.

Gracias, Señor, por poder ser instrumento tuyo.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:

 

Ser últimos, ahora para ser los primeros luego, en la vida que dura para siempre, la eterna.


Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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