InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: 2024

22.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – Y XII, PAZ

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

 

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto.

 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

 

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”.

 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer…

 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida. 

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica. 

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

 

 

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

 

Campanadas de necesidad – Y XII, PAZ

 

“XII

 

PAZ

 

“Cae ya redonda, broncinea, contundente, la vibrante campanada de las doce; sin el aire, con el temblor de la resonancia, queda como un deseo infinito el de mi petición de paz. ¿Hubo nunca, Señor, adulteración como la que existe en torno a la trilogía bendita de la palabra paz? Por doquier, infinitos labios claman su nombre, entretanto que el fusil les tercia el pecho y contienen apenas un alarido de combate. Aun ante los ojos las ruinas recosidas de la guerra, se ultima la puesta a punto de un nuevo Apocalipsis, al par que se inicia el rodar de los cañones. Queremos la paz, aquella que un día cimentaras sobre la rústica pesebrera del Belén: Que grane en nuestro corazón la espiga de es la voluntad buena que lleva consigo una promesa de eterna convivencia.”

  

Es verdad que, como suele ser lo general, todo ser humano quiere la paz. Y, sin embargo, en muchas ocasiones se confunde la paz del mundo y la que da Dios que no es, precisamente, la misma… 

Sí, que haya ausencia de conflictos y, estirando los mismos, de guerras, es, en verdad, manifestación de paz. Y Lolo, en este texto, bien que pone sobre la mesa todas las situaciones en las que el mundo se enfrasca para que las armas campen por sus respetos (¿?) y que, en fin, la sangre no deje de formas grandes fluencias que, por desgracia, sí llegan al río, como dice el refrán. Y es que aquí, aquí sí, la sangre sí llega al río muchas y más veces. 

Decimos esto de arriba porque tal cosa es, en sí misma considerada, una paz, digamos, mundana. Pero no es la Paz, así con mayúsculas que quiere Dios para sus hijos y, aquí, Manuel Lozano Garrido, para sus hermanos los hombres. Y es que, como podemos imaginar, siempre va Dios más allá que su descendencia como, por cierto, es esperar por según como somos… 

Por tanto… hay otra paz que es, además, mucho mejor que la otra que, en definitiva, supone que las armas no escupan muerte pero que, en realidad, deja de lado otras muchas realidades que deben ser tenidas en cuenta por nosotros como algo que va más allá de que no te maten con una bala, una bomba, un misil u, hoy en día, con un dron… 

En este texto el Beato de Linares (Jaén, España) lo dice con toda claridad después de mentar más que bien todo aquello que supone la guerra y que, en definitiva, es la ausencia de tal paz mundana. Y no es que tal paz no sea importante, que lo es, sino que hay algo más como, en materia espiritual, siempre pasa. 

La “Paz” de la que habla el linarense universal tiene un origen y tiene una persona que es, además, Dios hecho hombre. Y nos referimos, se refiere Lolo, a Belén y, claro, a Quien entonces vino allí al mundo que no es nada más y nada menos que el Hijo de Dios. 

Belén y Jesucristo; un lugar y un ser humano, así, pequeño como lo es toda persona cuando viene al mundo. Sin embargo, en aquel lugar, abarrotado de gente por la cosa del censo del Emperador de turno, recibió a Alguien que era la Paz en sí mismo o, en fin, que traía una paz que va más allá de la ausencia de guerra. 

La paz de la que hablamos no es otra, como bien aquí se nos dice, de aquella que cimenta, desde el corazón, una voluntad que, en sí misma, es tan buena que deja de lado las guerras para centrarse en su mismo ser y así, ser base para que la convivencia sea universal y, luego, sea eterna. 

Paz, así, por decirlo pronto, que ha de nacer de cada persona que sabe que en su corazón el Espíritu Santo tiene su templo y que, por tanto, nada malo puede salir de ahí. Y Paz que es querida por Dios que, como bien podemos imaginar, tiene una vista mucho más larga que nosotros y que quiere, para aquellos que ha creado, un mundo mucho mejor que en el que sólo callen las armas; quiere, claro, que los instrumentos de muerte no funcionen pero es seguro que sabe que eso pasara cuando la Paz verdadera, la que nace de un ser bueno y bondadoso, rija todo lo demás. Y tal Paz es de la que aquí habla Lolo, representante, a la perfección, de lo que es un corazón así.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (52)

 

“Que una criatura se enamore de Dios, con la lluvia de gracias que recibe, pero que Él también se apasione por nosotros, con la de veces que hacemos por ignorarle cada día…”

 ……………………………

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

20.01.24

La Palabra del Domingo - 21 de enero de 2024

Resultado de imagen de SAnta Biblia

Como es obvio, hoy no es domingo 21 de enero de 2024 sino sábado, 20. Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.


También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  



Mc 1, 14-20


 “Después que Juan fue entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: ‘El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.’ Bordeando el mar de Galilea, vio a Simón y Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el mar, pues eran  pescadores. Jesús les dijo: ‘Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.’ Al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando un poco más adelante, vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan; estaban también en la barca  arreglando las redes; y al instante los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.”



COMENTARIO

Saber seguir a Cristo 

Juan, como sabemos, anunció que Jesucristo era el Cordero de Dios. Entonces, aquellos que no querían que nada cambiase, lo capturan y encarcelan porque era demasiado peligroso para sus egoístas intereses. De la prisión ya no saldría sino dando testimonio de su martirio. Había sido testigo cualificado del amor de Dios y ejemplo a seguir por todos aquellos que quieren ser fieles a su Padre del Cielo. 

Pero el Bautista ya había cumplido la voluntad del que le envió. Entonces, el Hijo de Dios comienza su labor de proclamación de la Buena Noticia.
 
¿Cuál era?: el Reino de Dios ha llegado como anticipación del que lo es definitivo; con Él se cumple el designio de Dios, ya está aquí la plenitud de los tiempos y todo lo que debía pasar. Pasó cuando el Creador quiso que pasara. 

Jesús se dedica a proponer la posibilidad de aceptar su mensaje porque ese mensaje proviene de Dios, porque eso que dice sale de la misma boca de Abbá. Y no lo hace obligando: Dios ha dado libertad a sus hijos y eso lo sabe más que bien quien la ha aceptado en su vida. 

Jesús no propone las cosas de cualquier forma. No: primero pide conversión y luego, sólo luego, creer en la Buena Nueva. Esa conversión, es decir, ese venir a ser otra cosa distinta de lo que se era, resulta primordial ante lo que se propone. Él pide creer después de haber transformado el corazón de piedra y no aceptar antes de modificar o cambiar ese que no es músculo sólo sino residencia y templo del Espíritu Santo.  Y no dice, taxativamente, que el Reino de Dios ya está aquí sino que está cerca. Con esto entendemos que quiere decir que estamos en camino de ese Reino y  que, cuanto hagamos ahora, con esa conversión, ha de servirnos para entender la vida del Mesías y su comportamiento entre aquellos otros nosotros de los primeros tiempos. 

Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en  el Evangelio" - Evangelio - COPE

Y si ese tiempo ya se ha cumplido, aceptar ese hecho incontrovertible, sólo puede ser causa de bienestar espiritual y de crecimiento interior, de ese interior de donde podemos ver las cosas de Dios y desde donde podemos ser capaces de vislumbrar la naturaleza de ese hombre nuevo que ya no puede escanciar su hacer en aquel odre viejo de su estado anterior a la conversión. 

Y caminando, porque a Dios se llega pisando la tierra en la que vivimos y siendo conscientes de nuestra propia situación, recorre el mar de Galilea conocedor de la necesidad de hacerse con la compañía de aquellos que, voluntariamente, quisieran seguirlo; buscaba una primera comunidad; anhelaba, ya, la unión de lo que estaba separado del Padre Eterno. 

Jesús era conocedor que, entre los próximos, los más cercanos a él, encontraría a los que buscaba. No debía ir muy lejos. Y allí estaban Simón y Andrés, hermanos y pescadores. 

Podemos preguntarnos por qué el Mesías buscó, y encontró, a los que serían sus Apóstoles, entre personas sencillas y no recurrió, como pudiera parecer lógico para según que corazones, a los que detentaban el poder religioso, sabedor como era de que estos tenían un conocimiento de la Ley mejor que estos no formados trabajadores del mar. 

Sin embargo, cuando bendijo al Padre “porque  has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños” (Mt 11,25) sabía que, en cuanto a corazón, a comportamiento y a comprensión, estas últimas personas tenían un campo mejor labrado; eran, por así decirlo, tierra fértil, aunque rugosa, donde plantar su semilla, pues, quizá, y precisamente por eso, no tenían un conocimiento profundo de la Ley y no habían sido corrompidos por las interpretaciones torticeras de los que se decían ellos mismos, fieles practicantes de la voluntad de Dios. Además, tampoco su nacimiento se verificó en un palacio sino, al contrario, en un lugar más que pobre. 

Y allí estaban Simón y Andrés, pescadores. Cuando Jesús les dice que les haría pescadores de hombres no hacía más que trasponer la labor de un hombre del mar a su nueva labor: mientras que el pescador, en aquellos años, echaba la red para ver qué caía, sin uso de las técnicas de hoy en día, el pescador de hombres “siembra”, ya en tierra ya en mar, para que, eso sí, sin saber cuándo, fructifique aquello que ha sembrado. Y la red es la Palabra de Dios. 

Y a ellos les llama para que vayan con Él. La promesa seguro que fue extraña para aquellos rudos hombres, dados a soles y a soledades, pues la expresión misma pescador de hombres no resulta excesivamente clarificadora. Pero, sin dudarlo, se van con Jesús. Dejaron las redes, no miraron atrás y acompañaron al Mesías sin importarles el futuro. Les importó el ahora, el descubrir a alguien que les sugiere, y de qué forma no sería, que el ser otra clase de pescador será mejor para ellos. 

Les había, pues, salvado aunque bien sabemos que eso estaba muy lejos de haber sido comprendido en aquel momento. 

Y Cristo continúa su marcha, perseverando en su intención de renovar el mundo con la sangre nueva que transforme. Y da un paso más. Pensemos que Simón y Andrés eran pescadores dependientes de sí mismos, para sí mismos, trabajaban, en su oficio, sin ostentar algún tipo de empresa que les pudiera dar alguna situación de superioridad social. 

Sin embargo, cuando se encuentra con Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, lo hace con personas que, formando parte de la familia de su padre, éste sí tiene un negocio, por decirlo así. Dice el texto que estaban en la barca “con los jornaleros”, es decir con trabajadores contratados para llevar a cabo esta labor diaria. Por lo tanto, podemos pensar que Santiago y Juan sí contaban con un mayor facilidad de vida, con un, incluso, prestigio social, dentro de su pueblo. En este sentido, abandonan más. 

Es cierto que hay diferencias, digamos, de vida, entre unos discípulos y otros. Pero hay algo en lo que coinciden: lo siguen a Jesús dejándolo todo pues, por muy sencilla que pudiera ser aquella vida de pescadores, era la vida que tenían y aquello era su todo. 

Cristo es el Camino, por eso le seguimos y vamos tras Él, ya lo dijo Él mismo. Y nosotros, tras sus huellas, seguimos sus pasos. Vamos tras Él porque sabemos que, con Él, toda verdad es cierta  porque es la Verdad y la vida no se nos escapará porque es la Vida. La verdadera Vida, la eterna.

PRECES

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren escuchar a Jesús.

Te lo pedimos, Señor.

Pidamos a Dios Por todos aquellos que no quieren comprender que ha llegado el final de los tiempos.

Te lo pedimos, Señor.

ORACIÓN     

Padre Dios; ayúdanos a seguirte como hicieron aquellos primeros discípulos tuyos.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  
El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 
Panecillo de hoy:

 Y lo dejaron todo por Él.

 Para leer Fe y Obras.


Para leer 
Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

 

15.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – XI PROSPERIDAD

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación 

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto. 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura. 

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”. 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer… 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida. 

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica.

 He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

 

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

 

Campanadas de necesidad –XI PROSPERIDAD

 

XI
PROSPERIDAD

No puede faltar a la prosperidad un hueco en esta rogativa. También la concreción de lo necesario. Hasta Ti llega lo accesorio de nuestro afán. La espiga sin el agua, el sol o el viento; la máquina sin los veneros que se electrifican; la vida y la familia sin el sustento cotidiano, son Babeles ya condenadas de antemano. Tú, que das trémolo al pájaro y clámide al lirio, encarrilla los vientos, escancia las nubes, mansifica el regato, y ordena, en suma, la próvida riqueza del mundo, supeditándolas a un destino de amor.”

 

 Es cierto y verdad que la misma realidad referida a que el ser humano prospere no puede estar mal vista ni suponer nada mundano que nos aleje de Dios. Es más, estamos más que seguros que nuestro Padre del Cielo, Quien nos creó y mantiene aquí mismo también quiere que su descendencia alcance niveles grandes de prosperidad porque eso supondrá que ha hecho fructificar los dones y gracias que le ha entregado. 

Prosperar, por tanto, no es nada malo. Y eso bien que aquí lo demuestra el Beato Lolo. 

Antes que nada, y anticipándonos a lo que dice Manuel Lozano Garrido al final de su texto, esto es es, como todas las demás peticiones, es, decimos, eso: una “rogativa”. Y por eso dice el linarense universal que pide a Dios que ordene “la próvida riqueza del mundo”. Y es que, al fin al cabo, depende todo de la santísima Providencia del Todopoderoso. Y eso debe quedar claro desde ahora mismo… 

A tal respecto, al de la ansiada prosperidad del hombre, nosotros hacemos lo que podemos como, por ejemplo 

Sembrar aunque falte el agua… o el sol… o el viento necesario cuando eso lo sea… 

Hacer uso de las máquinas sin la electricidad que Dios hizo crear al hombre con la inteligencia que le dio…

 La vida y la familia aunque no concurra el sustento necesario… 

De todas formas, bien sabe Lolo que todo esto no es más que como aquella torre de Babel que nació y feneció por su soberbia. Es decir que siempre dependemos de Dios para todo esto aunque a nosotros nos pueda parecer que nos basta nuestro “yo” y nuestro “hacer”… 

Prosperidad, claro está que es buena; la misma sin Aquel que todo lo provee, es algo que carece de sentido y que caerá por su propio peso, el peso de la soberbia y el exceso de confianza en uno mismo… sin Dios. 

El caso es que en este texto del Beato de Linares (Jaén, España) subyace (está, en todo caso, como un substrato espiritual) o, mejor, está a flor de piel la confianza que se tiene en Dios en las Sagradas Escrituras (se ve esto muy bien en los Salmos, por ejemplo) porque se le pide lo mejor para su descendencia y Dios lo concede… si es lo mejor para la misma. Y Lolo lo supo muy bien como aquí se ve con toda claridad. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

  

Panecillos de meditación 

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

  

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen.

  

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bien venido, amor” (51)

  

“El amor de Dios, como el fuego en la madera, ahonda en el hombre y lo purifica, calienta, transforma, ilumina y hace que sirva de antorcha a los demás”

 …………………………… 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

13.01.24

La Palabra para el domingo - Domingo, 14 de enero de 2024

Resultado de imagen de SAnta BibliaComo es obvio, hoy no es domingo 14 de enero de 2024 sino sábado, 13Esto lo decimos porque publicamos hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, de domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del día siguiente, domingo.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.  


Jn 1, 35-42
 
 
“Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: ‘He ahí el Cordero de Dios’. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: ‘¿Qué buscáis?’. Ellos le respondieron: ‘Rabbi’ – que quiere decir ‘Maestro’ - ‘¿dónde vives?’. Les respondió: ‘Venid y lo veréis’. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron aquel día. Era más o menos la hora décima.
 
Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: ‘Hemos encontrado al Mesías’, que quiere decir Cristo.  Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: ‘Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas’, que quiere decir ‘Piedra’".
 

COMENTARIO

Quien tenía que venir

Quien lea el texto del evangelista Juan se dará cuenta que a Juan, el Bautista, se le había comunicado cuál era la finalidad de su labor y qué, sobre todo, tenía que anunciar. 

Cuando da testimonio es porque es testigo de la venida del Mesías. Él, a lo mejor el único que así aprecia tal cosa, ve al Espíritu Santo bajar sobre Jesús cuando sale de las aguas del Jordán tras el bautizo. Fue, con toda seguridad, una gracia de Dios otorgada a quien se le había dicho lo que tenía que hacer y lo había hecho. 

Había pasado un día desde que Jesús se acercó al Bautista para que le limpiara las impurezas que su alma podía tener. Bien sabemos que eso debía ser, sobre todo, para dar ejemplo, porque es bien cierto que el Hijo de Dios no tenía pecado ni podía tenerlo. Tenía, sin embargo, que cumplir la misión que le había sido encargado (“para eso he salido” diría en una ocasión) que no era otra que hacer cumplir la Ley de Dios y la conversión del corazón era uno de sus principales motivos de vida.

Volviendo a lo dicho arriba, cuando Juan comunica, a los que le oyen, que se le había dicho lo que tenía que pasar es porque es fiel a la voluntad de Dios y que, aunque no sintiese fuerzas espirituales para desatar las sandalias a Jesús, hizo lo que tenía que hacer. 
Este es el Cordero de Dios - Instituto Id de Cristo Redentor
Pero lo que más nos ha de importar es lo que dice Juan de Jesús. Dice que es el “Cordero de Dios” y, además, que “quita el pecado del mundo”. 

Como Cordero de Dios llevaría una vida mansa que, al final, determinaría una muerte también mansa; como perdonador de los pecados tenía tal facultad donada por Dios de limpiar el alma de tales manchas. 

Además, diría, en otra ocasión, también otras cosas como, por ejemplo, que Jesús ya existía antes que él mismo. No es que hubiese nacido antes porque, sabemos que Cristo nació unos meses después de su primo e hijo de Isabel y Zacarías sino que existía desde siempre, desde el Principio… 

También podemos deducir que la vida de Jesús, que se da en llamar, secreta (en cuanto no pública) así lo fue porque su primo, el que saltó en el vientre de Isabel cuando María la visitó tras la Anunciación y el que debió jugar en su infancia muchas veces con él, no sabía que era el Mesías hasta que aconteció el episodio del bautismo. Sabía que tenía que venir pero, en realidad, no cuándo ni en qué momento que es, exactamente, lo que nos pasa a sus discípulos porque tampoco sabemos cuando volverá y tenemos que estar preparados para tal momento como lo estuvo Juan el Bautista: fiel y atento a la voluntad de Dios. 

Quién tenía que venir vino pero los suyos, como dicen las Sagradas  Escrituras, no lo recibieron.  

No extraña nada, sin embargo, que hubiera quien quisiera conocer más de aquel al que Juan había llamado el Cordero de Dios. Y le preguntan. Le preguntan porque deben haber visto algo espiritual en aquella persona así llamada. 

Y Jesucristo no los rechaza sino que, al contrario, los invita a ir con Él. 

No sabemos dónde fueron pero sí podemos imaginar lo que escucharon de su boca y que de corazón de carne sólo podía salir, como sin duda salieron, palabras que los llenaron de gracia. Y ellos habían encontrado al Enviado de Dios, al Mesías. 

PRECES

Pidamos a Dios por aquellos que no son capaces de darse cuenta de lo que Cristo puede suponer en sus vidas.

Te lo pedimos, Señor.

Pidamos a Dios por los que no confían en la misión por la que había sido enviado el Hijo de Dios al mundo.

Te lo pedimos, Señor.

ORACIÓN
 
Padre Dios; danos fuerza para seguir a Tu Cordero, nuestro hermano Jesucristo.


Gracias, Señor, por poder  transmitir esto

 
Eleuterio Fernández Guzmán
 
Panecillos de meditación
 
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
 
Panecillo de hoy:
 
Escogidos por Dios escogieron a Dios.
 

Para leer Fe y Obras.

8.01.24

Un amigo de Lolo – Campanadas de necesidad – X TEMPLANZA

HAGIOPEDIA: Beato MANUEL LOZANO GARRIDO “Lolo”. (1920-1971).

Presentación

Como suele ser habitual con el Beato de Linares (Jaén, España) Manuel Lozano Garrido, más conocido como Lolo, lo que escribe mueve a percibirlo como algo importante. Y eso es lo que ha pasado con esto. 

El que esto escribe tiene por buena cosa publicar los artículos que Lolo dio a la luz pública (en los más diversos medios escritos) en la página de la Fundación Lolo. Y, como podemos imaginar, los hay de toda forma y condición cumpliendo siempre la característica de ser más que recomendable su lectura.

Pues bien, cumpliendo con tan gozosa labor, me correspondió publicar un artículo-petición titulado Doce peticiones para doce campanadas” que Lolo había publicado el 8 de enero de 1955 en la revista “Signo”. 

Debo reconocer que al leer las tales “campanadas” (referidas las mismas a las primeras del primer día del año) tuve la sensación de que tal texto debía ser difundido lo más y mejor posible porque son unas verdaderas campanadas de necesidad. Y por eso, a partir de hoy mismo, paso a publicar, con la ayuda de Dios, una a una, las doce de las que habla el texto con un humilde comentario del que esto escribe que es, sin duda, lo peor de todo lo que aquí se va a traer… 

Vamos a poner siempre el texto que precede a las campanadas que es el que sigue:

 

Estoy ante Ti, Señor, en este instante fugaz, a caballo de dos tiempos. Hace frío, y hace ahora en raro crepitar de estrellas. Se diría que todo descansa, pero el silencio de ahora nace de un duermevela electrizante. 

¡Ves, Señor! En tus plazas y pueblos se han congregado muchedumbres con las frentes en alto; pero Tú no te hagas ilusiones, porque esos ojos que se describirán de ansiedad están hoy polarizados apenas por la estricta circulación de un reloj. Es absurdo, mi Cristo, pero así es. “Entonces- dirás, ¿es que al fin se reúnen para amarse?” No; en el fondo, esas células que integran lo que se llama la multitud tienen entre sí la repelencia de lo egocéntrico. Para ellos, en la autopista del tiempo corren hoy sólo dos leves saetas la carrera de lo personal. Apenas cuando crucen conjuntamente la cinta de las doce oirás el estruendo con que cada uno festeja el aparente hallazgo de un seguro de vida.

Para entonces, quiero ofrendarte mi súplica. 

He oído ya la puesta en marcha de una sonajería y el martillo de bronce está en alto para la danza de las horas y el rigodón de la vida. En su honor, barrena ya la noche la pacífica metralla del champán y de lo que pudo ser tu sangre, el vino. Pero antes que con las burbujas llegue hasta tu rostro la afrenta que omite la gratitud a tu nombre, tolera que te envíe, como doce recursos de urgencia, los telegramas de otras tantas súplicas para cada una de las doce campanadas que inician el año.”

  

Y, a continuación, lo que corresponde a cada una de ellas.

Campanadas de necesidad –X TEMPLANZA

“X

TEMPLANZA 

 

¿Verdad, Señor, que en esta noche sería curioso resucitar la vieja aventura del Cojuelo? Bajo los techos, ¿Qué frecuencia de bacanales en aras del dios Vientre! Y, por contrasentido, ¡qué abundancia de hogares con miembros famélicos y niños paupérrimos! Da miedo también retrotraerse a los trescientos sesenta y cinco días idos, elevados con cualquier pretexto al rango de efemérides gastronómica. Por el ansia de los que dilatan sus ojos al pasmo y al odio; por el peligro de nuestra brutalidad naciente: que germine en cada mente una decisión de templanza.”

 

No podemos negar que hay virtudes para las cuales, en determinadas ocasiones, no estamos preparados o, mejor, que creemos no nos convienen demasiado. Y una de ellas es, sin duda, la Templanza, que escribimos así con mayúscula por la importancia que tiene, que debe tener, en nuestras vidas. 

Tal es su importancia, que el Beato de Linares (Jaén, España) la incluye en esta especial petición de fin de año que, por cierto, hace unos día que pasó y, por tanto, debía ya ser tenida en cuenta (junto a las demás de este especial relación de necesidades no sólo espirituales…) 

Es casi seguro que la templanza nos mueve a ser mejores porque, con ella, nuestro devenir no se altera hacia lo más bajo que podamos caer sin la intervención de ella. 

Qué bacanales en aras del dios Vientre”. Eso dice Lolo. Pero lo dice haciendo uso de la forma de escribir que muestra bien a las claras lo que quiere decirnos con ello: es un “dios”, así, con minúscula porque es algo a lo que adoramos y a lo que nos adherimos como demasiada felicidad. Y es “Vientre”, así con mayúscula porque es a lo que nos dedicamos con demasiada frecuencia. 

Bien podemos decir que Lolo nos ha “calado” a la perfección y que sabe del pie del que cojeamos más de las debidas veces… 

El caso es que Manuel Lozano Garrido quiere traer a colación esto de la Templanza (su no aplicación, por decirlo así) justo en un tiempo (el de Navidad) en el que es más que probable que nos hayamos (ya ha pasado tal tiempo) un tanto o, a lo mejor, más de la cuenta, y hayamos adorado al “dios Vientre” con perseverancia… Sin embargo, eso bien lo podemos aplicar a cualquier época o día del año pues es cierto que podemos caer en la misma tentación y… es cierto que caemos… Y por eso nos dice nuestro amigo eso de que “da miedo también retrotraerse a los trescientos sesenta y cinco días idos”… 

Al contrario de la situación de falta de templanza y de desmesura hace constar el linarense universal aquellos hogares donde, al contrario, todo es hambre y faltas… Y eso es una forma de atizar nuestra conciencia y que nos demos cuenta de lo mal que, a veces, lo hacemos… 

Y, claro, ante tanta mala cosa que es, para los hijos de Dios, la falta de Templanza, Lolo le pide al Todopoderoso que “germine” en nosotros “una decisión de templanza”. Y es que sí, se trata de la germinación de una semilla ya plantada por Dios en nuestros corazones y no de algo que ha de nacer, sólo, de nosotros mismos. Está ahí la Templanza, ya está… hagámosla salir de nuestro corazón. 

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

Panecillos de meditación 

 

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos. 

 

Panecillo de hoy:

  

Campanadas que enmudezcan lo mundano siempre valen la pena y a nuestra alma bien le vienen. 

 

Aforismos de fe católica: del libro de Lolo “Bienvenido, amor” (50) 

 

“El amor de Dios es como el rayo de luz que cruza la ventana. Todas las partículas del aire se caldean en su tibieza, pero también se iluminan con su claridad. ” 

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 Para leer Fe y Obras.

 Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.