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27.04.22

In Memoriam: P. José Antonio Sayés

El sacerdote y teólogo José Antonio Sayés interviene en el Encuentro de  Jóvenes por el Reino

Ayer mismo, 26 de abril de 2022, nos llegó, a través de las tan presentes redes sociales, una terrible noticia. El caso es que, tras sufrir enfermedad, había fallecido el eminente teólogo, profesor, etc., el P. José Antonio Sayés.

 

La noticia nos conmocionó bastante pues, aunque no lo hayamos conocido personalmente, son muchos los libros, conferencias, charlas, etc. que nos hemos llevado al corazón y que habían salido del suyo. Y es que el P. Sayés ha sido siempre, y lo será por lo mucho que ha dejado, un firme defensor de la ortodoxia católica y nada de lo que suponga desviación de la misma…

Nosotros, en memoria de su persona y obra, vamos a reproducir un artículo que, dentro de la serie de libros que la Fundación GRATIS DATE ha dado y da al mundo, publicamos el 10 de agosto de 2013. Valga esto como merecido homenaje a tan gran hermano en la fe católica, la de verdad.

 El artículo decía, y dice, lo que sigue:


“Escribir de la Fundación GRATIS DATE es algo, además de muy personal muy relacionado con lo bueno que supone reconocer que hay hermanos en la fe que tienen de la misma un sentido que ya quisiéramos otros muchos.

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página web (www.gratisdate.org). Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Seguramente, todas las personas que lean estas cuatro letras que estoy juntando ya saben a qué me refiero pero como considero de especial importancia poner las cosas en su sitio y los puntos sobre todas las letras “i” que deben llevarlos, pues me permito decir lo que sigue.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

No quiero, tampoco, que se crean muy especiales las citadas personas porque, en su humildad y modestia a lo mejor no les gusta la coba excesiva o el poner el mérito que tienen sobre la mesa. Pero, ¡qué diantre!, un día es un día y ¡a cada uno lo suyo!

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forma hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha está siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Por tanto, esta serie va a estar dedicada a los libros que de la Fundación GD a los que no he hecho referencia en este blog. Esto lo digo porque ya he dedicado dos series a algunos de ellos como son, por ejemplo, al P. José María Iraburu y al P. Julio Alonso Ampuero. Y, como podrán imaginar, no voy a traer aquí el listado completo de los libros porque esto se haría interminable. Es más, es mejor ir descubriéndolos uno a uno, como Dios me dé a entender que debo tratarlos.

El tema del alma en el Catecismo de la Iglesia católica

El tema del alma

El P. José Antonio Sayés sabe que el tema del alma es muy importante, su conocimiento y comprensión, en la vida de un cristiano. Por eso antes de dar a entender las causas que provocan la crisis que, sobre el mismo, existe, dice que (p. 2) que 

“Probablemente ningún concepto de la tradición filosófica de inspiración cristiana ha sufrido más en los últimos años que el concepto del alma espiritual e inmortal, afectando así no sólo al tema antropológico sino al tema escatológico del alma separada después de la muerte en la escatología intermedia, y en consecuencia, como veremos, a la misma resurrección de la carne y del mismo Cristo”.


Por eso dedica este libro a este tema, y lo hace, precisamente, porque tiene por importante el mismo y porque, como teólogo que es, sabe que, a veces, muchos otros lo han malbaratado.

Existen, por lo tanto, unas causas de la minusvaloración concepto del alma. Son, a saber (así lo indica en la página 2): “el influjo protestante, la filosofía trascendental y la llama antropología unitaria”.

Sin embargo, a pesar de los embates procurados por las causas citadas, lo bien cierto es que el Catecismo de la Iglesia Católica trata el tema del alma con la importancia que tiene para cada creyente.

El caso es que el ser humano haya sido creado por Dios tiene implicaciones no pequeñas para el mismo. Es semejanza suya e imagen, también, suya. Por eso mismo (p. 9)

“el hombre, por ser imagen de Dios, tiene la dignidad de persona, de modo que no es algo, sino alguien; alguien ‘capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y de entrar en comunión con otras personas’”. Y es que el hombre no posee sólo cuerpo sino que, por gracia de Dios, es, también, un ser espiritual pues (p. 10) “alma significa el principio espiritual del hombre (CEC 363)”.

Tal forma de entender al ser humano queda perfectamente reflejada en el Catecismo católico donde dice que “cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, enc. Humani Generis, 195: DS 3896; Pablo VI, SPF 8) -no es “producida” por los padres-, y que es inmortal (cf. Cc. de Letrán V, año 1513: Ds 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final» (CEC 366)”.

“No perece”. Nuestra alma no desaparece cuando el cuerpo sí lo haga tras la muerte. Al contrario es la verdad pues, como bien dice el Catecismo cuando llegue el momento en el que se produzca la resurrección de los muertos, se unirá al cuerpo y vivirá para siempre, siempre, siempre.

Tiene, como es de suponer y de creer, la existencia del alma mucha relación con el conocimiento de Dios. Por eso, el P. José Antonio Sayés, en unos párrafos que traemos aquí (aunque pueda considerarse algo extensa la cita, de verdad que vale la pena), dice que

“A propósito del conocimiento racional de Dios, creemos que el Catecismo realiza un progreso respecto de la Tradición. Ha presentado, junto a la vía del mundo para llegar a Dios, la vía del hombre, pero purificándola de toda connotación propia del postulado y confiriéndole una base ontológica.

Efectivamente, en la redacción del Catecismo enviada a los obispos en 1990, se leía lo siguiente: ‘A partir del hombre, con su apertura a la verdad, su sentido moral, la voz de su conciencia, su aspiración al infinito y a la felicidad, se puede conocer a Dios como Verdad suprema y Bien supremo’ (nº 129).

Ahora, en cambio, en la redacción definitiva, leemos lo siguiente: «con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En estas aperturas, percibe signos de su alma espiritual. ‘Semilla de eternidad que en sí lleva, irreductible a la sola materia’ (GS 18,1; cf. 14,2), su alma no puede tener origen más que en Dios” (CEC 33).

Este párrafo es de una importancia incalculable. Con él se ha evitado el recurso a la vía del postulado, la de Kant o la que sigue la escuela de Maréchal, para llegar a Dios. En efecto, la tendencia al Infinito, la apertura a la Verdad y a la Belleza prueban que tendemos a ellas, no que de hecho existen. Esta tendencia del hombre al Infinito sirve, por supuesto, para plantear al problema de Dios desde dentro del hombre, pero nunca asegura una respuesta, pues la realidad no puede ser probada por el deseo (J. A. Sayés, Principios filosóficos… 60-61; 95,99,101; 150-156).

“Se ha preferido así en el Catecismo dar una base ontológica a la llamada prueba del hombre: la tendencia al Bien, a la Verdad y al Infinito, la libertad misma del hombre y su conciencia son signos de un alma espiritual, la cual, siendo irreductible a la materia, sólo en Dios puede tener su origen. De este modo, del postulado se ha pasado a una prueba de verdadero alcance ontológico: sencillamente, hay en el hombre un alma espiritual que no puede provenir de la materia y que, por tanto, sólo en Dios puede tener su origen inmediato. De la irreductibilidad del alma a la materia, deduce el Catecismo que su origen inmediato es Dios. Yo diría incluso que, con este procedimiento, se ha recuperado lo bueno de la Tradición agustiniana, apuntalándolo con una buena ontología del alma. Se da en este párrafo una constatación de la existencia del alma a partir de sus manifestaciones espirituales, y una prueba de la existencia de Dios en cuanto que el alma es irreductible a la materia y sólo puede provenir de Él.”

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