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6.12.16

Un amigo de Lolo – La verdadera necesidad de amor

Presentación

Lolo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

 La verdadera necesidad de amor

 

“Pensamos que el mundo marcha a trompicones porque parece que tiene las raíces acartonadas. Los más nos cruzamos con un fiero impulso de gallos de pelea y por cualquier sitio podría oírse como el chirrido de una aserradora. Y es que lo que nos produce esa dentera es la falta de cordialidad. Bastante más es la función vital que el corazón desempeña en el hombre. Si a uno no le late, seguro que no andará muy lejos de la sombra de un ciprés. Los sabios hacen fichas y se devanan los sesos buscando una teoría sobre el origen del mundo. Cuando no hay nada tan sencillo y coherente como la palabra “amor” en el quicio del Universo.” (“Un corazón como el Universo”, de “Desde este lado de la tapia”).

Es cierto lo que dice nuestro hermano y Beato Manuel Lozano Garrido: tenemos la sensación de que el mundo marcha a trompicones y que poco ha cambiado la cosa desde que el mismo es mundo. Y es más que cierto que eso es así. Pero eso es así por lo que luego añade nuestro Beato.

El caso es que lo que no ha cambiado mucho la actitud del ser humano desde que Dios le infundió el alma a un ser viviente. Por eso es bien cierto que es como si chirriase el ser de la humanidad. Y lo es porque el ánimo de la creatura de Dios no es siempre el de presentar el amor frente a la ofensa sino el de afrentar la ofensa con otra mayor. Y es que aquel “diente por diente” suele ser la conducta casi ordinaria.

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