Los defensores primaverales del Papa
Si miramos al panorama periodístico-eclesial-católico vemos que las cosas son como son y, a lo mejor, no pueden ser de otra forma. Y que, por desgracia, son como son.
A alguien se le puede defender de dos formas:
1ª. Aceptando lo que dice por ser correcto.
2ª. Queriendo llevar al propio molino al defendido.
No podemos negar que el Papa Francisco tiene, digamos así, partidarios en los dos sentidos. Y eso, en principio, pudiera no ser mala cosa pues, cada uno, puede pensar lo que crea oportuno que quiera pensar siempre que el tal pensamiento no sea ajeno a lo que debe, debe, creer, según la doctrina de su propia religión.