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8.12.13

La Palabra del Domingo - 8 de diciembre de 2013

Biblia

Lc 1, 26-38

26 Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 29 Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. 30 El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; 31 vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. 32 El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; 33 reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.» 34 María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?» 35 El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. 36 Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, 37 = porque ninguna cosa es imposible para Dios.» = 38 Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel dejándola se fue.

COMENTARIO

Lo que es el “hágase” de María

Si hay un texto de los Santos Evangelios que muestra la importancia que tiene lo que un ser humano pueda decidir acerca de su vida y la trascendencia que eso puede tener para otras o muchas personas, es el del evangelio de san Lucas que muestra el momento en el que María fue “avisada” de la voluntad de Dios.

Gabriel, el Ángel, tenía que cumplir una misión que no era fácil y que consistía, en general y por decirlo pronto, en plantearla a una joven, muy joven, mujer judía que Dios se había fijado en ella y que lo había hecho no por una razón de poca importancia sino por algo que era esencial para la vida de la humanidad.

Podemos imaginar a María, niña piadosa que oraba dirigiéndose a Dios con fervor y temor, qué pudo pensar cuando se le apareció el Ángel del Señor. Y, aunque el pueblo judío sabía de la existencia de los ángeles y de su intervención en muchos momentos de la historia de su pueblo, no podemos negar que debió sentir no poco temor.

Pero Gabriel quería que María se tranquilizara. Nada más y nada menos que llama “llena de gracia” que es lo mismo que decir que Dios estaba en ella y con ella. Y, acto seguido, la bomba espiritual.

Gabriel le dice lo que le va a pasar: concebirá un hijo, le pondrá por nombre Jesús, será grande e Hijo del Altísimo…

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