InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Octubre 2013

31.10.13

El Infierno para principiantes, olvidadizos y para quien mira para otro lado

Infierno

Ignasi Moreta es editor de Fragmenta. En una entrevista publicada en Religión Digital, a una de las preguntas (que se cita aquí) responde lo que aquí se cita basándose en un libro de la propia editorial. No pierdan el ojo a nada de lo que dice porque es de aupa y viene muy bien en estos días en los que a más de uno le da por pensar, con optimismo, que el Infierno no existe o, lo mejor… es que no exista.

¿Y el diálogo sobre el Juicio Final?

En el Evangelio se nos habla de que para los pecadores habrá “crujir de dientes", mientras que nuestra sensibilidad religiosa actual más bien nos habla de que iremos todos al Paraíso. Recuerdo que una mujer me dijo una vez: “Es que si yo estoy salvada pero mi hermano está condenado en el infierno… se me atraganta el bollo". Fue una forma muy gráfica de decirlo, y de preguntarse si es posible la dicha eterna si no es compartida por todo el mundo. Dante en su día dio una respuesta, pero lo que en esta ocasión han hecho los autores del libro ha sido leer los textos neotestamentarios sobre el Jucio Final (que son muchos) y aplicarles sus herramientas hermenéuticas o de psicoanálisis, a veces haciendo una lectura muy literal del texto y a veces aplicando una creatividad enorme.

Ambos autores tienen un conocimiento de los textos extraordinario, y nos hacen descubrir muchas cosas. Hay pasajes de los Evangelios que normalmente nos pasan desapercibidos, y que tras leer el libro nos parecerán otra cosa.

La tesis de los autores es que ha habido una utilización del infierno como arma para atemorizar a la gente. Las penas eternas del infierno como amenaza. Y eso ha dado lugar a una religión degradada, una religión del miedo no liberadora. Pero bueno, salvo cuatro nostálgicos, creo que este tipo de religión ya no se transmite.

¿Cómo se les ha quedado el cuerpo?

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30.10.13

Halloween o cómo colaborar con Satanás

Halloween

Es más que probable que hoy mismo, o mañana 31 de octubre, en muchos centros escolares (no sólo de España pero sí en España) se haga el paripé de celebrar una no-fiesta como es Halloween. En realidad es una especie de actividad satánica cubierta con una cobertura dulcificada o, lo que es lo mismo, es un lobo con piel de oveja.

Pues bien, decimos que hay muchos católicos que colaboran incluso con entusiasmo a tal tipo de celebraciones. Las mismas personas que luego acompañarán a sus pequeños hijos a Catequesis se afanan por disfrazar de cualquiera forma a los mismos sin saber, al parecer, que lo único que hacen es colaborar con Satanás y con su intento de hacer de menos la fe católica que, por ejemplo, celebra el 1 de noviembre, a la sazón festividad (¡esta sí!) e Todos los Santos o, después, el 2 de noviembre, de Todos los Fieles Difuntos. Colaboración que es efectiva y real y que puede provocar confusión en los infantes que deben creer que hacer tales cosas ha de formar parte de su “formación” espiritual.

Pues bien, para ilustración de más un despistado y de más de un colaborar con el Maligno, traemos aquí una carta que Pepe Alonso, a la sazón periodista y evangelizador del canal EWTN escribió para el mes de octubre del año 2000. Pueden ver que no ha cambiado nada desde entonces y, en todo caso, la cosa habrá ido a peor.

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29.10.13

Un amigo de Lolo - Nacer de nuestras cenizas

Presentación
Manuel Lozano Garrido

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Nacer de nuestras cenizas

“¡Quién pudiera nacer de nuevo! ¡Ya lo creo que puedes¡ Graba en un alma inmaculada tus arrepentimientos, aspiraciones y sueños, y habrás sido creado otra vez”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (348)

Es indudable que los seres humanos que manifestamos creer en Dios Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu fruto del amor entre el Padre y el Hijo tenemos una serie, digamos, de “ventajas” espirituales que no deberían ser desdeñadas por nadie.

Al contrario, los seres humanos que no creen en Dios Todopoderoso, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo fruto del amor entre el Padre y el Hijo, creen que no necesitan tener tal tipo de “ventajas” porque les basta y les sobra con tenerse a sí mismo y hacer de su capa un sayo. Así, son la mar de felices y se las componen como buenamente pueden. De todas formas, no creen que haya nada después de esta vida y tampoco se ven en la necesidad de volver a ser pues, al no tener presente el pecado (no que no exista sino que entienden que eso pueda ser posible) en sus vidas no tienen por posible tener que recuperarse de ninguna caída.

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28.10.13

Serie oraciones – invocaciones - La cruz en mi bolsillo

Orar

No sé cómo me llamo…
Tú lo sabes, Señor.
Tú conoces el nombre
que hay en tu corazón
y es solamente mío;
el nombre que tu amor
me dará para siempre
si respondo a tu voz.
Pronuncia esa palabra
De júbilo o dolor…
¡Llámame por el nombre
que me diste, Señor!

Este poema de Ernestina de Champurcin habla de aquella llamada que hace quien así lo entiende importante para su vida. Se dirige a Dios para que, si es su voluntad, la voz del corazón del Padre se dirija a su corazón. Y lo espera con ansia porque conoce que es el Creador quien llama y, como mucho, quien responde es su criatura.

No obstante, con el Salmo 138 también pide algo que es, en sí mismo, una prueba de amor y de entrega:

“Señor, sondéame y conoce mi corazón,
ponme a prueba y conoce mis sentimientos,
mira si mi camino se desvía,
guíame por el camino eterno”

Porque el camino que le lleva al definitivo Reino de Dios es, sin duda alguna, el que garantiza eternidad y el que, por eso mismo, es anhelado y soñado por todo hijo de Dios.

Sin embargo, además de ser las personas que quieren seguir una vocación cierta y segura, la de Dios, la del Hijo y la del Espíritu Santo y quieren manifestar tal voluntad perteneciendo al elegido pueblo de Dios que así lo manifiesta, también, el resto de creyentes en Dios estamos en disposición de hacer algo que puede resultar decisivo para que el Padre envíe viñadores: orar.

Orar es, por eso mismo, quizá decir esto:

-Estoy, Señor, aquí, porque no te olvido.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero tenerte presente.

-Estoy, Señor, aquí, porque quiero vivir el Evangelio en su plenitud.

-Estoy, Señor, aquí, porque necesito tu impulso para compartir.

-Estoy, Señor, aquí, porque no puedo dejar de tener un corazón generoso.

-Estoy, Señor, aquí, porque no quiero olvidar Quién es mi Creador.

-Estoy, Señor, aquí, porque tu tienda espera para hospedarme en ella.

Pero orar es querer manifestar a Dios que creemos en nuestra filiación divina y que la tenemos como muy importante para nosotros.

Dice, a tal respecto, san Josemaría (Forja, 439) que “La oración es el arma más poderosa del cristiano. La oración nos hace eficaces. La oración nos hace felices. La oración nos da toda la fuerza necesaria, para cumplir los mandatos de Dios. —¡Sí!, toda tu vida puede y debe ser oración”.

Por tanto, el santo de lo ordinario nos dice que es muy conveniente para nosotros, hijos de Dios que sabemos que lo somos, orar: nos hace eficaces en el mundo en el que nos movemos y existimos pero, sobre todo, nos hace felices. Y nos hace felices porque nos hace conscientes de quiénes somos y qué somos de cara al Padre. Es más, por eso nos dice san Josemaría que nuestra vida, nuestra existencia, nuestro devenir no sólo “puede” sino que “debe” ser oración.

Por otra parte, decía santa Teresita del Niño Jesús (ms autob. C 25r) que, para ella la oración “es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría”.

Pero, como ejemplos de cómo ha de ser la oración, con qué perseverancia debemos llevarla a cabo, el evangelista san Lucas nos transmite tres parábolas que bien podemos considerarlas relacionadas directamente con la oración. Son a saber:

La del “amigo importuno” (cf Lc 11, 5-13) y la de la “mujer importuna” (cf. Lc 18, 1-8), donde se nos invita a una oración insistente en la confianza de a Quién se pide.

La del “fariseo y el publicano” (cf Lc 18, 9-14), que nos muestra que en la oración debemos ser humildes porque, en realidad, lo somos, recordando aquello sobre la compasión que pide el publicano a Dios cuando, encontrándose al final del templo se sabe pecador frente al fariseo que, en los primeros lugares del mismo, se alaba a sí mismo frente a Dios y no recuerda, eso parece, que es pecador.

Así, orar es, para nosotros, una manera de sentirnos cercanos a Dios porque, si bien es cierto que no siempre nos dirigimos a Dios sino a su propio Hijo, a su Madre o a los muchos santos y beatos que en el Cielo son y están, no es menos cierto que orando somos, sin duda alguna, mejores hijos pues manifestamos, de tal forma, una confianza sin límite en la bondad y misericordia del Todopoderoso.

Esta serie se dedica, por lo tanto, al orar o, mejor, a algunas de las oraciones de las que nos podemos valer en nuestra especial situación personal y pecadora.

Serie Oraciones – Invocaciones: - La cruz en mi bolsillo

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27.10.13

La Palabra del Domingo - 27 de octubre de 2013

Biblia

Lc 18, 9-14

“9 Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: 10 ‘Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. 11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. 12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias.’13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’ 14 Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.’”

COMENTARIO

Soberbia y humildad

Jesús conocía el proceder de aquellos que constituían el pueblo elegido por Dios. Muchos de los poderosos, económica o teológicamente, miraban para otro lado cuando se trataba de cumplir la voluntad de Dios. Eso no era, precisamente, del agrado del Creador.

Jesús, que sabe que eso no puede ser aceptado por el Todopoderoso ha de procurar que sus discípulos actúen de otra forma pues, además, Dios ve en lo secreto del corazón y nada se le oculta.

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