Noviembre de Santos y Difuntos – Comunión de los Santos

Los Santos nos enseñan a orar por las Almas del Purgatorio – Misioneras de  la Divina Revelación

Al final del Credo manifestamos que creemos en la Comunión de los Santos y la vida eterna. Es decir que es posible que haya una relación tal entre los Santos que podamos entender que sí, que existe comunión. Y no podemos negar que es un misterio no pequeño pero que es, además, un instrumento espiritual más que importante.

Esto es cierto pero, para eso tenemos el auxilio, por ejemplo, de un santo como San Josemaría que, a tal respecto, en el número 544 de Camino dice esto:

 

“¿Ves lo que son las transfusiones de sangre para el cuerpo? Pues así viene a ser la Comunión de los Santos para el alma?”

 

Y, para más abundancia, dice, para que comprendamos a nivel más particular, en el siguiente número de Camino, el 545:

 

“Vivid una particular Comunión de los Santos: y cada uno sentirá, a la hora de la lucha interior, lo mismo que a la hora del trabajo profesional, la alegría y la fuerza de no estar solo.”

 

¿Ven? No estar sólo es, digamos, la principal función espiritual que tiene este tipo de Comunión que tan especial es.

Como creemos que vale la pena atender a lo que nos dice el Fundador del Opus Dei, es bien cierto que, lo mismo que la sangre revitaliza un cuerpo en el que se ha transfundido y, por tanto, la vida, por decirlo así, también se revitaliza, lo mismo pasa cuando entendemos lo que hace la Comunión de los Santos. Y es que la “comunión de las cosas santas” (número 948 del Catecismo de la Iglesia Católica) y la “comunión entre las personas santas” (Ídem anterior) tiene todo que ver, e influencia, en el ser mismo del creyente que sabe que, en efecto, eso sucede y por eso decimos (con el Catecismo Romano, 1, 10, 24) que “Como esta Iglesia está gobernada por un solo y mismo Espíritu, todos los bienes que ella ha recibido forman necesariamente un fondo común”.

Por tanto, siendo esto cierto porque lo tenemos por dogma al ser una verdad que no podemos negar su certeza y veracidad, nosotros debemos ser capaces de entender qué supone la Comunión de los Santos. Y, para eso está bien acudir a quien, en un momento determinado de su Primera Epístola a los Corintios (12, 12-13) dice esto:

 

“Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu”

 

Nosotros, por tanto, los hijos de Dios que sabemos que lo somos, tenemos una especial comunión tanto con los bienes espirituales que compartimos, a saber, la fe, los sacramentos, los carismas y más aún. Pero es que también estamos unidos de tal forma los que formamos parte de la Iglesia militante con aquellas almas que forman parte de la Iglesia purgante (en el Purgatorio-Purificatorio) y, por fin, con aquellas que hacen lo propio formando parte de la Iglesia triunfante en el Cielo, gozando ya de la Bienaventuranza y la Visión Beatífica.

Orando las primeras por las segundas y esperando la intercesión de las terceras (Iglesia triunfante) en favor de las demás almas… así es como formamos parte de la Comunión llamada de los Santos pues así es la Voluntad de Dios y así debemos tenerlo nosotros como lo bueno y mejor que nos pasa y nos pase.

¿No es, éste, un gran misterio y un gran tesoro?

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Un mes para orar porque nos conviene.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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