Noviembre de Santos y Difuntos - Limpiar el alma

Los Santos nos enseñan a orar por las Almas del Purgatorio – Misioneras de  la Divina Revelación

Ciertamente, el paso del alma por el Purgatorio-Purificatorio ha de tener efectos notables pues no puede haber estado puesto por Dios tal estado de cosas como para que no sirva para nada o sea un mero entretenimiento teológico o como para hablar del mismo.

Como bien sabemos, y tenemos por cierto y verdad según nuestra fe católica, cuando un alma, tras el Juicio Particular ante el Tribunal de Dios, es destinada a tal estado intermedio entre el mundo y el Cielo lo es porque no está limpia del todo y, a su vez, porque sus manchas no son tan destacables como para haber sido enviada al Infierno. Y por ahí tiene mucho de ganado, podríamos decir.

Podemos decir que en el Purgatorio-Purificatorio se da una situación que podría parecer paradójica: se sufre pero se padece con gozo y alegría.

Esto último lo decimos porque tal estado de cosas del alma no es una especie de tránsito vacacional donde está el alma hasta que llegue al Cielo. No. En realidad, allí se ha de sufrir mucho y, es más, se va para sufrir mucho.

De todas formas, en cuanto a lo segundo dicho arriba, la alegría y el gozo que se tiene por estar allí y así tiene  todo que ver con lo que se espera. Y es que se es consciente, el alma lo es, de que por mucho que lo pase mal en el Purgatorio-Purificatorio le espera Dios aunque no sepa cuándo va a ser eso porque hay factores, digamos, externos, que pueden adelantar su encuentro con el Padre del Cielo como ya hemos dicho al escribir de la necesidad de oraciones de parte de la Iglesia militante que tienen tales almas.

Sabemos, por tanto, que hay padecimiento pues, como en el Infierno, también hay fuego. Sin embargo, la función del mismo, aquí, es purificadora y, por tanto, el dolor se soporta, como hemos dicho arriba, porque hay un fin mayor y más esperado.

Fuego, sí, pero fuego que limpia,

Fuego, sí, pero fuego que prepara,

Fuego, sí, pero fuego que siembra certezas,

Fuego, sí, pero fuego bienaventurado,

Fuego, sí, pero fuego que ansiamos aquí frente al Infierno,

Fuego, sí, pero fuego que abre puertas,

Fuego, sí, pero fuego que alienta,

Fuego, sí, pero fuego que alimenta la esperanza,

Fuego, sí, pero fuego que da esplendor.

Fuego, fuego, fuego…

En todo caso, las almas, una vez allí saben, primero, que se han salvado pero también saben que han de pasar por el fuego porque, como ya saben, lo primero ansían estar más blancas que la nieve para poder presentarse ante su Creador y gozar para siempre, siempre, siempre, de la Bienaventuranza y la Visión Beatifica. Y de ahí el sufrir con gozo, por muy extraño que pueda parecernos eso, incluso en el mundo cuando, en realidad, es algo que también deberíamos hacer de saber comprender algo más que nuestro propio yo y ombligo…

Es cierto que para nosotros es un misterio de los grandes las razones por las que Dios estableció un estado del alma tal que deba sufrir mucho antes de estar a sus pies. Sin embargo, estamos seguros de una cosa: es así como nuestro Creador ha querido que sean las cosas y así las debemos aceptar sin duda alguna al respecto

Todo esto apenas dicho debería hacernos reflexionar sobre el sentido de nuestra vida pero, sobre todo, sobre el cómo de la misma para, así, tratar de evitar el paso por el Purgatorio-Purificatorio. Y, como bien sabemos, eso no es ni va a ser fácil pero es que, que se sepa, aún no ha habido nadie que haya sido capaz de demostrar que el camino ancho para llegar al Cielo es mejor que el estrecho.

 

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Un mes para orar porque nos conviene.

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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