InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Febrero 2011, 22

22.02.11

Entre la luz y la tiniebla - Talentos infecundos

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, existe un espacio que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio, entre la luz y la tiniebla, podemos ser de Dios o del mundo.

Talentos infecundos

Una buena prueba del Amor que Dios tiene para sus creaturas es que no las deja inmersas en el mundo sin ningún tipo de ayuda sobrenatural. Así cuando en el libro de Génesis (1, 28) se recoge que, habiendo creado a Adán y Eva les dijo “Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra” les concedió algo con lo que poder valerse: los talentos o, lo que es lo mismo, las diversas capacidades de las que se vale el ser humano para vivir.

Es, así, Dios, como aquel hombre (Mt 25, 14-30) que cuando iba a irse de sus tierras y casa llamó a quienes les servía y les dio, a cada uno de ellos, una cantidad de dinero determinada. Esperaba que, a su regreso, los tales siervos hubiesen hecho rendir aquella inversión que el señor hacía a favor de los que para él trabajaban. No esperaba, por tanto, dejación de acción o falta de perseverancia en el intento de hacer lo que debían hacer.

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