2.08.21

Serie tradición y conservadurismo – Sobre símbolos y creencias cristianas

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

El camino de Jesucristo fue uno de enseñanza.

Así, su incansable labor de dar a conocer la Palabra de Dios, el verdadero sentido de la Ley que su Padre dejó dicha para la vida del hombre lo fue para que, al fin y al cabo, aquellos duros y pedregosos, corazones, se transformaran en órganos del espíritu suaves, tiernos, blandos y refractarios a todo lo malo e insidioso del mundo, liberados voluntariamente de las asechanzas de las que, tantas veces, no nos vemos libres. Y, desde entonces, una tradición ha ido transmitiéndose de generación en generación que es, ahora mismo, válida como lo fue entonces o, a lo mejor, más aún por la persecución actual de la misma y hacia la misma por parte del Mal.

Podemos preguntar, a tal respecto, si es que hay algo malo en transformar los corazones. Y lo preguntamos porque no es lo mismo ni es igual tenerlo de una forma o de otra, ser duro o tierno, de piedra o de carne…

Nosotros, desde aquellos primeros nosotros hasta los hoy actuantes en la fe en Cristo, es posible que solamos andar por caminos no muy proclives al apostolado; a ser, por así decirlo, apóstoles modernos y a difundir, cada uno de la forma que pueda o Dios le dé a entender, el mensaje claro que Jesucristo vino a traer: el amor, Ley suprema del Reino de Dios, que ha de reinar en nuestras relaciones de criaturas suyas y, por eso, hemos de cambiar a aquella norma divina; es posible que nos ausentemos de la defensa de los valores cristianos y huyamos, así, de esa obligación que tenemos como discípulos del Maestro de Nazaret y Mesías esperado. Y esa es nuestra cruz y, claro, su Pasión.

¿Qué hay de malo en no cejar en la transmisión de tal testimonio y tal doctrina?

Por otra parte, el camino de Jesús también fue un camino de incomprensiones, trufado con las maledicencias que sobre Él se proferían, rescatando del fondo más oscuro del corazón del hombre acusaciones sin fundamento pero fundadas en la perversión de la Ley de Dios; de interpretaciones insanas de la doctrina que proclamaba porque tenían miedo de lo que podía significar en sus vidas y de la responsabilidad que se derivaba de todo aquello. Fue, por eso mismo, un andar donde muchas de las piedras que en el camino se intentaron tirar contra su persona haciendo, queriendo aniquilar, ¡de la forma que fuera!, el verbo limpio y el claro mensaje, dieron donde querían. Y ante esto no se arrepintió de lo dicho, ni se vino abajo, ni dejó de hacer lo que debía. Y la tradición fue tomando forma, en cada persecución y en cada asechanza.

Pero nosotros, conocedores del mundo, del momento que nos ha tocado vivir, sabedores de los lobos y las serpientes que tenemos alrededor preparadas para asestarnos lo que creen el golpe definitivo, también nos enfrentamos a incomprensiones y toda clase de ausencias de percepción de nuestra existencia y la existencia de nuestra fe; también podemos, somos, acusados de perturbaciones sin cuento y de todo lo malo que, en espíritu y en conciencia, pueda suceder en el mundo: oscurantismo, tenebrismo, ir contra el “progreso”, de ser reaccionarios, etc. Y ante esto también podemos optar, como le sucedió a Jesús, por dos formas de actuar:

-Permanecemos impertérritos ante lo que nos sucede y seguimos adelante contra viento y marea: somos fieles a Dios y a nuestra fe cristiana y cumplimos con nuestra obligación de hijos del Todopoderoso que ama y tiene por buena una Tradición que se inició con su propio Hijo.

-Cedemos a las influencias malsanas del ambiente subjetivista y relativista, además de nihilista y conformista, que nos rodea y nos dejamos vencer por todas esas malformaciones del corazón. Aquello es nuestra cruz y nuestra reacción, a veces, la Pasión de Cristo: somos light, muelles, acomodados al qué dirán y políticamente correctos.

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31.07.21

La Palabra para el Domingo - 1 de agosto de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 1 de agosto sino sábado, 31 de julio de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

  

Jn 6, 24-35

 

“24 Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las  barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. 25 Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: ‘Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?’ 26 Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. 27 Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello’.

28 Ellos le dijeron: ‘¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?’ 29 Jesús les respondió: ‘La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado’. 30 Ellos entonces le dijeron: ‘¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: Pan del cielo les dio a comer’. 32 Jesús les respondió: ‘En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; 33 porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo’. 34 Entonces le dijeron: ‘Señor, danos siempre de ese pan’. 35 Les dijo Jesús: ‘Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.’”

 

COMENTARIO

Buscar a Cristo y entenderlo

 

Es bien cierto que muchos buscaban a Jesús. También es cierto que no siempre lo buscaban por espirituales razones. 

El Hijo de Dios los tenía bien calados. Y queremos decir con esto que conocía, humanamente hablando, a los que iban detrás de Él o tras Él. Y no siempre era bueno el resultado de tal conocimiento. 

Cuando aquello del milagro de la multiplicación de los panes y de los peces a muchos se les debió alterar más el estómago que el corazón. Y es que si aquel Maestro hacía eso…  ¡Sería bueno ir tras Él! 

Pero Jesucristo entiende las cosas espirituales como deben ser entendidas. Y no se equivoca con ellas porque conocer más que bien la voluntad de su Padre Dios Todopoderoso. 

La atención la pone Cristo sobre lo que importa y no es, precisamente, lo que es perecedero. 

La vida eterna, aquella que dura para siempre no es, por eso mismo, perecedera. No. Nunca termina. Y es la que se debe buscar. Y lo otro, lo que pasa y muere no tiene tanta importancia como le daban aquellos otros nosotros y, ahora mismo, nosotros mismos. 

Debemos trabajar y obrar para el alimento que nunca muere. 

La pista sobre qué es tal alimento nos lo da el mismo Hijo de Dios. Ni quería entonces ni quiere ahora que hagamos excesivas elucubraciones teológicas. No. Lo dice todo bien claro: el alimento que no perece lo da el Hijo del hombre. Es decir, Él mismo.

Sobre esto puede haber duda alguna. No hay nadie, ni ha habido antes de la llegada del Mesías, ningún otro ser humano que lleve, sobre sí, el sello de Dios ni nadie, por tanto, que pueda ser capaz de hacer lo que en su día hizo su Hijo. Por eso era tan importante escuchar lo que decía y, luego, ponerlo por obra. 

Aquellos querían saber más. A lo mejor, seguramente, no habían acabado de entender aquello del alimento que nunca muere, etc. Y preguntan. 

Creemos que, con franqueza, ellos querían saber para hacer según les decía aquel Maestro al que muchos querían de verdad. 

Lo que debían hacer era sencillo: creer en el Hijo del hombre, en Aquel que les estaba hablando. 

Ellos, sin embargo, aún no acaban de creer. Son duros de corazón. 

Seguramente todos los presentes sabían lo del maná que, como alimento y ante el ruego del pueblo elegido por Dios, salvó la vida a los que no acababan de confiar en Aquel que les había sacado de muy malos momentos. 

Aquel maná, sin embargo, no era cosa de Moisés. Es decir, no fue el profeta quien les procuró el alimento. No. Fue Dios mismo el que, ante la situación por la que pasaba su pueblo, envió la salvación en forma de alimento. 

Ellos, sin embargo, atribuían a quien les llevó por el desierto, aquel milagroso hecho que tantas vidas salvó. 

Pero Jesucristo sabe que no todo es como pueda aparentar ser. Y ellos, quiere comer del pan que les anuncia porque, según entienden, es que les va a traer la salvación. Sin embargo, no acaban de comprender del todo lo que les dice el Hijo de Dios. 

El Mesías no dice nada que no se pueda entender: Él es el pan bajado del Cielo. Por eso, deben acudir a Él y aceptarlo como el Hijo de Dios enviado por el Creador al mundo para que el mundo se salve. 

No tener nunca hambre y no tener nunca sed. Y es que una promesa como esa sólo la puede hacer quien sabe que puede cumplirla. 

 

PRECES 

Pidamos a Dios por todos aquellos que dudan acerca del Pan bajado del Cielo. 

Roguemos al Señor.

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no saben ver la salvación que hay en Cristo. 

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

 

Padre Dios; gracias por haber enviado a tu Hijo para que fuera el pan bajado del Cielo. 

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto. 

 

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

29.07.21

Ventana a la Tierra Media – Eru o Ilúvatar

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En el principio estaba Eru, el Único, que en Arda es llamado Ilúvatar; y primero hizo a los Ainur, los Sagrados, que eran vástagos de su pensamiento, y estuvieron con él antes que se hiciera alguna otra cosa.

 

Estas son las primeras palabras de “El Silmarillion” y corresponden al capítulo titulado “Ainunlindalë” y subtitulado, explicando muchas cosas, “La Música de los Ainur”. 

Hay, por tanto un principio de toda la subcreación que J.R.R. Tolkien lleva a cabo mediante la intervención del Eterno pues siempre existió, antes, durante y después. 

¿Qué quería hacer Eru? 

¿Cuáles eran sus intenciones? 

¿Dejó que uno de los Ainur se le fuera de las manos? 

Estas preguntas, claro, requieren respuesta pues, de otra forma, todo esto quedaría algo así como huérfano de un qué, de unas razones, de unos motivos, sobre todo de éstos. 

En primer lugar, Ilúvatar debió querer ser generoso y no egoísta. Si existía él y existía solo… en fin, como que no podía, siquiera, conversar con nadie. Y entonces creó a los Ainur para, al menos, tener con quien echar un parrafillo de vez en cuando.

 Y entonces hizo a los Ainur que eran vástagos de su pensamiento. Y cuando el autor del libro nos dice eso está queriéndonos decir que descendían directamente de Quien los creaba y, por tanto, no los había hecho extrasímismo, si se puede decir así. 

Y, entonces, aquellos que brotaban del pensamiento de Ilúvatar, vinieron a ser como los brotes que nacen de una planta que, así, renueva su propio ser. Y fueron otros teniendo en sí la esencia del que habían salido, vástagos de un poderoso ser que existía desde siempre. 

Esto fue así, es así porque lo podemos leer. Pero, de todas formas, Eru debió tener algunas intenciones para que aparecieran los Ainur, aquellos primeros de entre los existentes que luego vinieron a ser y a existir. 

A nosotros se nos ocurren, por ejemplo, éstas: 

-Porque quería que los Ainur fueran instrumento de la subcreación. 

-Porque les iba a otorgar el don de hacer aparecer realidades. 

-Porque quería que su voluntad se recondujese a través de aquellos seres. 

-Porque esperaba el posterior desarrollo armónico de lo que llenó el vacío. 

En realidad, la intención suprema de Ilúvatar al hacer que nacieran aquellos vástagos de su pensamiento fue hacer posible lo que, hasta entonces, no era ni existía. Y así se verificó luego de entonar los temas que les propuso a los Ainur aunque en alguno de ellos hubiera un discordante, origen de todo mal y de todo el Mal posterior y cuyo nombre no vamos a citar, siquiera, aquí. 

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27.07.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” – 1- La Gloria en paracaídas (El Reino)

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

La Gloria en paracaídas (El Reino)

 

 

“¿Hay, Padre, algún hombre que de por sí pudiera alcanzar tu corazón y, todavía más, merecerlo? Cada distancia, desde el esfuerzo personal, ¿no es como si cada cual quisiera remontarse por una cuerda de nudos? ¡Ahondar en ti, para verte, como el lugareño para contemplar el gran coto de caza desde la empalizada de su indignidad como los novios que, en la promesa de su dicha, ya muy inmediata, dan a vista un ajuar que sólo ellos han de disfrutar” (Mesa redonda con Dios, 215)

 

Otro capítulo de este especial “Dios al volante”. El título es más que significativo pues nos muestra la Gloria de Dios muy cercana, que cae sobre nosotros, sus hijos y, además, que es el Reino, el de Dios, el definitivo que llamamos Cielo por no tener mejor palabra para definir la Bienaventuranza y la Visión Beatífica. 

En realidad, en las primeras palabras que Lolo nos dice se escucha el eco del Salmo 14 que dice: “Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo?” Para luego responder: “El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua” Y así sigue un rato este Salmo que tiene como objetivo, en definitiva, conducir el ser de los hijos de Dios para que puedan, eso entrar en Su tienda. 

Por eso decimos que el Beato de Linares (Jaén, España) pregunta lo que pregunta pero lo hace conociendo la naturaleza del ser humano, incluso, creyente. Y dice “algún” porque a lo mejor no hay, siquiera, nadie que pueda alcanzar el corazón de Dios sin limpiar antes el alma… 

El caso es que ni en esto, sobre todo en esto, Dios abandona a su prole. Y es que nos habla Lolo de alguien que, para alcanzar el corazón de Dios hace uso de una “cuerda de nudos”. Y esto ha de querer decir que sería muy diferente, haciendo uso de tal imagen espiritual, querer alcanzarlo utilizando una cuerda “lisa” y sin nudos pues cualquiera sabe que es mucho mejor tener el nudo apoyarse en él y no la escasa ayuda que proporciona una cuerda que no los tiene… Y nosotros creemos que los nudos son las gracias, dones y regalos que Dios ofrece a sus hijos para que sean aceptados y, luego, haga uso de los mismos. Así resulta más fácil tratar de alcanzar el corazón de Quien nos ha creado.

Pero también se nos ofrece otra posibilidad: se ha alcanzado el corazón de Dios pero queremos ahondar en el mismo. Y entonces Lolo nos ofrece dos imágenes. 

En una de ella nos vemos como aquel que se saber indigno de un goce así. Y es algo parecido al publicano que reconocía que lo era ante Dios y así lo decía. Y, entonces, ver al Creador con humildad, desde nuestra obligada humildad pues nada somos ni debemos creernos nada más, ni menos, que hijos suyos. 

Es verdad que eso lastra mucho nuestra visión de Dios. Es decir, por mucho que el Todopoderoso se nos ofrezca como es o, por decirlo pronto, tan bueno y misericordioso como es, no son pocas las ocasiones en las que no queremos sentirnos indignos pues eso afecta mucho a nuestro “ego” y no queremos darnos cuenta, precisamente, de lo indignos que somos…

Pero no podemos dejar de reconocer que la imagen de los novios que pronto dejarán de serlo para contraer matrimonio tiene una fuerza más que especial. 

Esto lo decimos porque en tal relación hay mucho de esperanza y mucha ansia por el porvenir, por el qué será de sus vidas. Y es que ellos se saben dichosos y tal dicha fomenta en sus corazones el don preciado del amor y por el miso se conducen sus existencias. 

En realidad, creemos que Lolo nos está diciendo que el goce de acercarnos a Dios es algo más que personal, muy nuestro y muy particular pues el Creador es uno que lo es Dios personal. Por tanto, alcanzar su corazón no es cualquier cosa sino la forma más directa de sabernos hijos y de creer que todo esto es cierto y es verdad. 

Ciertamente, la Gloria de Dios cae sobre nosotros para fundamentar nuestra existencia con un fondo perfecto de Amor y misericordia. Y es lo que debemos aceptar.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

26.07.21

Serie tradición y conservadurismo – Sobre la fe y la razón

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

En el albor de la creencia en Dios Único y Todopoderoso, al padre Abraham, que vivía en un mundo politeísta, le movió la fe que tuvo en Aquel que le habló sin esperarlo, le transmitió su voluntad que desconocía y le movió a iniciar un éxodo bastante peculiar por el desierto ignorando muchas realidades ante las cuales, sin embargo, no puso objeción. Por eso podemos decir que fue el primer ser humano que tuvo fe porque creyó sin ver y confió sin saber qué pero sí en Quién y, por tanto, con derecho lo llamamos Padre de nuestra fe.

La razón que hizo que aquel hombre hiciera aquello no debió estar muy alejada de la fe que lo había conquistado y fue, seguramente, la primera persona de la humanidad que comprendió que razón y fe son una realidad que, en común, hace avanzar al mundo.

Sin embargo, se suele argumentar en muchas ocasiones que una y otra, razón y fe, no pueden mantener una relación muy duradera porque resulta inexplicable, con la razón, la fe.

Ante una proposición de tal jaez, que limita una necesaria relación entre razón y fe, podemos decir que este análisis, plantear así las cosas, adolece de un error que, de raíz, falsifica el resultado de éste y lo convierte en torticero y voluntariamente equivocado.

Entre fe y razón existe algo que, en realidad, hace que una presuponga la otra.

Podemos decir que existe una sociedad entre la fe y la razón según la cual cuando a lo largo de la historia la segunda ha actuado sin el acuerdo con la primera, las más grandes aberraciones se han sucedido. Al respecto, muy conocida es aquella expresión procedente de un aguafuerte de Goya que dice “El sueño de la razón produce monstruos”. Cuánto más los sueños…

Al respecto de lo dicho arriba la razón ha de verse matizada por la fe de tal manera que sienta el fuego de purificación que la creencia supone. Así queda limpia de aquello que, como sarmiento podrido, perjudica el normal desenvolvimiento de ser humano llamado hombre.

Al contrario, cuando se ha dado un acuerdo entre fides et ratio podemos decir que no ha habido extralimitación de las posibilidades que la segunda puede llegar a alcanzar.

Ahora bien, esto último no ha sido siempre posible.

A raíz del denominado “siglo de las luces” se fue produciendo una paulatina separación entre lo que lo que no puede haber distancia. Fe y razón parecen haberse distanciado tanto que de la vieja relación entre ellas casi nada queda.

Y es que la soberbia humana puede producir efectos en el corazón del hombre que, queriendo olvidar lo que llaman “sometimiento” a la religión, desvían el correcto caminar por el mundo y, llevados por un relativismo rampante, vierten su voluntad en un hacer equivocado y todo lo que suena o pueda sonar a tradición queda relegado no ya en el vagón de la historia sino, ahora mismo, en el cajón que más escondido pueda estar del presente creyendo, además, que hacen un favor a la humanidad con actuar así cuando, en realidad, lo que se está haciendo es un daño más que grande.

A esto se le ha llamado, con acierto, “tentación racionalista” pues no es más que un intento, a veces conseguido, de evadir la influencia que la fe tiene en la razón y es, sobre todo, un actuar que se impone a fuerza de leyes y reglamentos que puestos en manos de las que lo son perversas y corruptas (moralmente hablando) sólo pueden abocar al hombre y a la sociedad de la que forma parte al abismo del que tanto habla el salmista bíblico.

¿Qué tipo de influencia es ésta?, ¿En realidad, esto tiene solución?

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22.07.21

Una ventana a la Tierra Media - ¿Cómo ha de ser la vida de un discípulo del Mal?

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Como es lógico pensar, aunque a lo mejor no todo el mundo está de acuerdo en esto, suele gustar más ser de los buenos que de los malos. Y sí, quizá eso pueda resultar un poco maniqueo pero a nosotros no nos gustan las medias tintas ni estar nadando en dos aguas a la vez o en medio de las mismas… Es decir, como sabemos que hay Bien y hay Mal… pues preferimos al primero y no al segundo. 

Eso vale, digamos, para la vida actual, la real, la que cada uno llevamos pero, para el caso, también nos vale para la propia de la Tierra Media. Y es que, en esto, la realidad puede trasplantarse a la ficción que es lo que muchas veces hizo J.R.R. Tolkien o, en realidad, es lo que hace todo el rato… 

Pues bien, el ser de la parte que no quiere el daño para la otra supone incardinarse en el mejor de los mundos pues es una buena forma y manera de vivir sin agriarse el corazón y sin pretender empuñar algo más que una pluma para escribir, si ustedes nos entienden. 

 Azog El Profanador on Twitter: "Apuesto que los que gritan y alborotan no  han alzado una piedra para ayudar en la minga, por qué no los sacan??… "

Para esto, podemos imaginar la vida en La Comarca antes de todo lo que sucedería con el tiempo. Y la existencia de sus habitantes, ¡cómo decirlo!, era plácida no sin esfuerzo pero gozosa en sí misma. Y ellos, allí mismo, eran felices en el exacto sentido de la palabra. Y trabajaban, a lo mejor sin saberlo, para el Bien. 

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20.07.21

Un amigo de Lolo - “Lolo, libro a libro” - Lo que todo canta

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Lo que todo canta

 

 

“Santificado seas, Señor

en la ciencia con que el hombre penetra tu misterio

y en la perfección con que redondea la Naturaleza.

‘Santo’ te diga el átomo

que mueve una central de energías

y la mesa de conferencias

que busca una paz.

 

Santificado seas en el bloque de viviendas

que se levanta,

el parque de recreo que se termina,

las industrias que hacen innecesaria la emigración.

 

 

Bendito seas mil veces

cuando se apaga la palabra ‘enemigo’,

nadie murmura de otro,

hasta los pobres pueden entrar en una confitería,

ya las puertas no tienen llave porque

nadie roba,

no hay cárceles ni talonarios de multas,

se echan las gentes el brazo por los hombros

o se nivelan en la mirada a la piel,

el mantel de la masa

el pensamiento y la libertad.

 

 

Santificado, por tu fin, tu nombre,

en el coro con que lo entonan la gratitud filial

de todas las criaturas.” (Mesa redonda con Dios, p. 213)

 

 

 

Cuando abunda lo bueno y cuando se mejora lo malo. Así bendice el Beato de Linares (Jaén, España) a Dios mismo Quien todo eso hace posible. 

Digamos, por cierto, que el texto original que hemos traído hoy aquí no tiene formato de poema sino que lo es en prosa. Sin embargo, desde que lo leímos por primera vez a nosotros nos parecía que ni pintiparado para que fuera expresión poética y así lo hemos puesto. Seguros estamos que Lolo nos perdona esta pequeña licencia. 

De todas formas, creemos que lo que aquí importa está dicho en el propio título de este artículo: “Lo que todo canta”. Y es que el que tiene el pequeño apartado que Lolo escribe en este “Dios al volante” que es el capítulo que estamos trayendo aquí las últimas semanas. 

Lleva, también, un subtítulo y es “Santo” pues no otra es a Quien va dirigido esto que bien parece una oración y un agradecimiento grande pues aquí todo es dar gracias.

 Es verdad que todo lo ha hecho Dios. Sin embargo, es más que bueno darse cuenta de eso para no caer en la tentación de creer que es el hombre quien, con su ciencia, todo lo hace posible. 

Es de agradecer, por tanto, todo lo bueno que pasa al hombre. Y de eso pone ejemplos nuestro linarense universal. Y es que tanto la perfección de la naturaleza (maravillosa y perfecta, podemos decir) como aquello que el ser humano, con su inteligencia (donación de Dios) hace posible y, también, la buena voluntad de buscar la paz en un mundo siempre en conflicto, todo eso, decimos, parte de Dios mismo pues es intención suya la mejor vida de su criatura humana. Y eso es, simplemente, innegable, pues todo lo hizo y mantiene en bien de nosotros, sus hijos. 

Pero hay otro apartado de realidades que tiene mucho que ver con dar las gracias a Quien todo lo hace. Y es que hay muchas cosas que en el mundo pasan que no están bien. Y, sin embargo, también esas pueden ser corregidas. Y ahí Manuel Lozano Garrido pone ejemplos que son, de ordinario, lo más común que existe: cuando no hay murmuraciones, cuando desaparecen los males propiciados por el egoísmo, cuando desaparece todo aquello que supone un daño para el hombre o, en fin, cuando desaparecen las creadas diferencias entre personas en pos de un bien mayor. 

Todo esto que dice Lolo es verdaderamente el meollo de lo que debemos querer como bueno y mejor. Y todo lo agradece a Dios porque sabe muy bien y más que bien que gracias al Padre Eterno lo mejor es posible porque lo ha puesto en nuestros corazones y que lo que queramos como bueno se puede hacer realidad. Y lo llama “Santo”, primero, porque lo es y, luego, además, porque lo parece con su pensar en bien de su descendencia. 

Debemos, por tanto, dar gracias a Dios porque es Santo y porque hace posible lo bueno y mejor que hay en nosotros. Y eso Lolo, se diga lo que se diga, lo hace bien y más que bien.

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

19.07.21

Serie tradición y conservadurismo – Seguro que Dios tiene un plan

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

Qué bien me sé los pensamientos que pienso sobre vosotros-oráculo de Yahveh- pensamientos de paz, y no de desgracia, de daros un porvenir de esperanza

Jeremías, 29, 11

 

Cuando el ser humano se da cuenta, digamos que por el tiempo en el que empieza a tener uso de razón, de que no es posible que esté en el mundo por casualidad sino que debe haber algo más, Alguien más, que haya procurado que esté ahí, justo en el momento de su vida en el que se encuentra, entonces es posible que empiece a preguntarse eso tan socorrido de quién soy, qué hago aquí y, en fin, todo lo que de eso se deriva.

Es muy cierto que Dios da a sus hijos libertad, la libertad. Y la misma, como bien sabemos, puede utilizarse para lo bueno pero, también, para lo malo. Y ahí estamos, siempre lidiando con una cosa y con la otra, sin saber muchas veces las razones de nuestro apego al mal o, mejor, al Mal, con mayúsculas.

Pues bien, llega un momento en la vida del ser humano en el que las preguntas se van haciendo precisas. Ya no vale una respuesta, así, genérica, que pueda salir de la boca de un padre o de una madre o, incluso, de un amigo más avezado en pensares, digamos, más profundos. No. Entonces, queremos saber, de verdad, quiénes somos, qué hacemos aquí y en fin, todo lo de eso se deriva…

El caso es que lo que se deriva de todo eso es, nada más y nada menos, que la propia existencia del hombre o, lo que es lo mismo, su ser en acto y ya no en potencia. Hace mucho tiempo que ha venido a ser y no puede, qué menos, sino preguntarse eso y mucho más.

Aquí hay dos posiciones que suelen ser las más habituales y que son, a saber:

1. La de aquellas personas que no tienen fe y creen que están aquí, en esencia, porque sí.

2. La de aquellas personas que tienen fe y eso lo tienen más que claro, con todo lo que de eso se deriva.

Para el primer grupo de personas, nada de lo que podamos decir que tenga que ver con Dios tiene sentido para ellas. No son capaces de aceptar que hay Alguien, muy superior a sus propias vidas, que es quien todo lo ha creado y mantiene. Por eso no pueden creer que sus realidades tengan nada que ver con tal “Alguien” (al que otros llaman Dios y otros, de otras muchas formas…) y que, al fin y al cabo, ellos se las van a componer por sí solos y que, aquí paz y allí… no dirían gloria sino, más bien, lo que sea que, para tales personas, será siempre nada o, en concreto, la nada más absoluta: después de la muerte…¡se acabó!, ni hay nada ni nadie que pueda sustentar que hay algo.

Es cierto y verdad que tal forma de pensar no ha sido extraña a lo largo de la historia de la humanidad desde que la misma se dio cuenta (pongamos con Abraham) de que no andaba sola por el mundo y que había Alguien que lo estaba acompañando y que lo podía guiar porque, al parecer, sabía lo que hacía…

Esto lo decimos porque seguros estamos que siempre ha habido personas escépticas hacia la existencia misma de Dios y que, al parecer, poca importancia le daban a eso y, también, que siempre ha habido ateos… en fin, que cierto es como que al día le sigue la noche o al revés…

Entonces, para tales personas, el Plan de Dios poca importancia ha tenido, o tiene hoy día, hoy mismo, sino que se aplican el que creen que les conviene con los resultados que, a veces, podemos imaginar sin un sustento espiritual de tanta importancia como es nuestro Creador y Todopoderoso Eterno porque, al fin y al cabo, el Plan al que nos referimos no puede parecer malo y nunca lo puede ser aunque tales personas lo crean innecesario, para su desgracia.

Hay, sin embargo, muchas personas que sí creemos que existe Dios y que el mismo tiene un Plan, así con mayúsculas, para cada uno de nosotros. Y creemos que, por ejemplo, quiere

- Que cumplamos con su santa Voluntad,

- Que no procuremos el alejamiento de su corazón,

- Que estemos siempre a la realidad de ser semilla y ser sal y levadura,

- Que lo tengamos siempre en el centro de nuestra vida,

- Que miremos siempre al Cielo sabiéndolo ahí,

- Que no dilapidemos la libertad que nos ha dado,

- Que tengamos en la oración el centro de nuestra vida,

- Que no pongamos el corazón en aquello que nos sobra,

- Que atesoremos no para el mundo sino para la vida eterna,

- Que seamos, en el buen sentido de la palabra, buenos,

- Que respetemos aquello que se estableció como bueno y mejor,

- Que echemos algo más que un ojo a sus Mandamientos,

- Que tengamos en cuenta las Bienaventuranzas,

- Que hagamos de su Palabra el eje de nuestra vida,

- Que sigamos Su Luz para llegar a su definitivo Reino, llamado Cielo,

- Que…

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17.07.21

La Palabra para el Domingo – 18 de julio de 2021

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Como es obvio, hoy no es domingo 18 sino sábado, 17 de julio de 2021. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

 

 

Mc 6,30-34

 

“30 Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que  habían hecho y lo que habían enseñado. 31     Él, entonces, les dice: ‘Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco.’ Pues los que iban y venían eran muchos, y no les quedaba tiempo ni para comer. 32 Y se fueron en la barca, aparte, a un lugar solitario. 33 Pero los vieron marcharse y muchos cayeron en cuenta; y fueron allá corriendo, a pie, de todas las ciudades y llegaron antes que ellos. 34 Y al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.”

 

 

COMENTARIO

 

Estar como oveja sin pastor

 

Podemos imaginar que, en un mundo donde el pastoreo era una actividad muy importante, que el Hijo de Dios haga uso de determinadas palabras, era cuestión principal y que sostenía su predicación.

Lo que pasa en este texto bíblico es síntoma de necesitar mucho más que alguien a quien escuchar. Muchos buscaban porque, en realidad, no habían encontrado a quien pudiera iluminar sus caminos.

También es más que cierto que el pueblo judío se sentía oveja de un Pastor grande que era Dios. Y a él debían seguirlo. Y eso es lo que quieren hacer bastantes con aquel hombre que enseñaba con autoridad y que muchos conocían, ya, en su casa de Nazaret.

Muchos de ellos, por tanto, no encontraban el camino para llegar al definitivo Reino de Dios. Y seguían a Jesucristo porque veían, en aquel hombre sabio, a un verdadero Mesías, al Mesías. Y eso, como bien sabemos, no le venía nada bien a Quien todo lo iba a dar por sus hermanos y, sobre todo, por los más pobres y necesitados.

También es fácil imaginar que aquel mundo, aquellas tierras de oriente, no eran, en territorio, demasiado extensas. Todos se conocían y no es nada extraño que supiera dónde podía estar Cristo e, incluso, dónde se podía dirigir cuando quería estar a solas con sus Apóstoles para ensañarles. Pero había muchos otros que querían aprender y no podían dejar la oportunidad de escuchar al hijo de María y del carpintero José.

¡Qué dedicación no tendría Cristo que, como se nos dice aquí, no tenía tiempo ni para comer! Y es más que seguro que no hacían remilgos cuando alguien le pedía alguna merced o veía que se necesitaban sus manos y su corazón.

Al parecer no había forma. Y es que fueran donde fueran siempre había gente esperando al Hijo de Dios. Seguramente serían de los más sencillos de entre los del pueblo elegido, aunque no podemos descartar que también estuvieran allí gentes notables y de importancia no pequeña.

Dice el Hijo de Dios que creían que aquellos que allí estaban parecían como ovejas sin pastor. Y eso era más que importante.

Jesucristo conocía y reconocía la situación por la que muchos de aquellos que querían escucharlo no era buena. Muchos eran de los sencillos, de los que lloraban, de los que querían justicia o, en fin, de aquellos a los que se dirigía con un amor más que importante aquel Maestro bueno.

Ellos eran como ovejas, pero no tenían quien las dirigiese. Y querían que fuese Jesucristo quien las condujese a su redil y, también, quien les enseñara a orar y a buscar mejor camino para llegar a Dios. 

Ante aquella situación… ¿qué hacer?

Más de uno de aquellos Apóstoles debió pensar que tampoco iban a descansar en aquella ocasión. ¡Y ellos eran hombres como otros que también necesitaban el reposo! Pero aquel Maestro parecía que nunca se cansaba y no dejaba de enseñar. En realidad, era para lo que había venido al mundo. Y lo cumplía de forma más que eficaz. 

 

PRECES 

 

Pidamos a Dios por todos aquellos que no quieren seguir a Cristo.

Roguemos al Señor.

Pidamos a Dios por todos aquellos que están perdidos en el mundo.

Roguemos al Señor.

  

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a querer siempre a tu Hijo.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

  

Eleuterio Fernández Guzmán 

  

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios; la Palabra.

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

 

15.07.21

Ventana a la Tierra Media – Una imagen y mil palabras

Conocido es el dicho que habla sobre imágenes y palabras: “Una imagen vale más que mil palabras”. Pero también es cierto que a una imagen se le pueden sacar, al menos, mil palabras para que las mismas hagan comprender mejor la imagen. 

El que esto escribe no siempre está a favor de tal cosa pues es cierto, sí, que una imagen ahorra las palabras (que, digamos, la sustituyen) pero no es poco cierto que mil palabras, para según qué imágenes, pueden decir mucho (a lo mejor todo si pensamos, por ejemplo, en una pintura abstracta) acerca de la imagen. 

Es verdad que la imagen que hemos traído aquí es bien sencilla. Y es que encontramos a J.R.R. Tolkien echando mano de un libro, suponemos que de su biblioteca personal, que, al parecer, es uno de unos cuantos (parece que cuatro) titulado “Gnomo”. Nada, por cierto, más apropiado para el su caso particular… 

Pues bien, toda esta pequeña introducción es para decir que el que esto escribe va a tratar de decir, al menos, mil palabras sobre esto y la imagen supracitada. Y si no explican nada mejor que la misma lo sentiré más que mucho pero, al menos, habrá sido tema de escritura sobre el profesor de Oxford a quien, como vemos con esto, se le puede sacar algo de lo que parece nada… 

Aquí vemos a nuestro amigo (creemos que podemos así llamarle y formar parte de su Compañía…) llevando un libro a sus manos. Y decimos llevando pues también podría sostenerse que lo está dejando. Sin embargo, a nosotros nos gusta pensar que lo coge para leerlo pues eso supone que va a abrir su corazón a su contenido y, además, tal forma de coger el libro indica que lo saca de su sitio pues es comprobable por cualquiera de nosotros que tal forma es la de coger y no la de dejarlo en la estantería donde suele ser la acción ordinaria dejarlo, digamos, vertical y no tocando el borde de la estantería de tal forma… 

Bueno, pues después de esta pequeña digresión sobre el cómo del dejar libros en su sitio, vayamos al meollo de la cosa porque, aunque parezca imposible, lo tiene. 

Pues sí. Aquí vemos que Tolkien padre coge un libro pero podemos imaginar que no somos capaces de identificar el título del mismo aunque hoy día se pueda hacer eso. Pero nosotros, al contrario de la técnica, no la vamos a utilizar y vamos a ver que coge un libro pero no sabemos cuál. 

Existen muchas posibilidades de que haga eso el autor de tantas maravillosas obras. 

Así, por ejemplo, podía hacerlo con alguno de sus preferidos entre los que se habían de contar los referidos a las sagas nórdicas pues es bien sabido (y seguro que lo reconoció en vida) que fueron una fuente interesantísima de inspiración para quien creó El Hobbit. Y en ellas encontraría el buen hombre las emocionantes aventuras que tanto amó y, luego, subcreó. 

Así, por ejemplo, podía hacerlo con uno que tratara de lenguas antiguas, más que antiguas o antiquísimas pues desde bien niño entendió que tal sería su camino (¡Ay aquellos trenes de Gales!) que, como sabemos, en este aspecto (también en éste) fue tan verdaderamente fructífero que llegó a inventar más de unas cuantas…

Así, por ejemplo, podía hacerlo con uno cuyo contenido fuese, en esencia, el mapa, los mapas. Y es que sabemos que también tenía dotes de cartógrafo o, al menos, que gozaba con los mapas y, seguramente por eso, el propio de la Tierra Media es, así dicho, tan bueno o mejor para comprender bien las aventuras de sus personajes. 

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