Opus Dei: "'Camino': el camino de la Fe"

Serie “El Camino de la Fe”

San Josemaría

El Camino de la Fe - 4
Una mejor forma de ser

“No olvides que la pureza enrecia,
viriliza el carácter”
Camino, Capítulo 4, punto 144.
San Josemaría

En muchas ocasiones podemos llegar a pensar que nuestra vida, quizá atrapada por el mundo, viviendo de la mundanidad, no puede cambiar, que resulta imposible mudar nuestro proceder.

Por muy extraño que puede parecer también por este tiene remedio Camino. “¡Domine! -¡Señor!- “si vis potes me fundare” (1) - si quieres, puedes curarme”. Se pide, se implora, se demanda a Dios un cambio, una mutación, un venir a ser de otra forma porque, según San Josemaría, eso es posible.

La pureza, como virtud esencial del cristiano, no es algo que resulte inalcanzable. Al contrario, ha de ser el eje sobre el que gire nuestra vida. Por eso, no extraña cuando el santo aragonés dice eso de “¿Pureza?-preguntan. Y se sonríen. – Son los mismos que van al matrimonio con el cuerpo marchito y el alma desencantada” (2). Sin embargo, sabemos que en nuestra vida diaria existe la terrible tendencia a caer en las manos nefastas del mundo; que muchas veces, no ponemos la suficiente perseverancia como para evitar la tentación.

Tentación

Cuando se nos presenta una oportunidad de actuar, digamos, de una forma no acorde con la voluntad de Dios (no respetando algún Mandamiento o, simplemente, yendo en contra del contenido y espíritu de las Bienaventuranzas) podemos decir, en pura lógica, que nos estamos enfrentando a una tentación, que el Maligno trata de hacernos caer en sus garras.

Entonces, hemos de tomar una actitud claramente contraria a ella. “Piensa en el Amor que en el cielo te aguarda: fomenta la virtud de la esperanza, que no es falta de generosidad” (3) y, por si esto fuera poco, seguir la actitud que hacía clamar a Pablo!Infelix ego homo¡, quis me liberabit de corpore mortis huius? - ¡Pobre de mí!, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (4) Ha de ser una buena herramienta para salir de ese marasmo para el alma que supone el ser tentados. “Anímate: él también luchaba”, nos dice San Josemaría en el mismo punto anterior para darnos el ánimo necesario para, ni siquiera, hablar con la tentación.

Y es que dialogar, tratar, incluso, de convencerla de que no nos insufle su mala influencia, también es, en sí mismo, malo porque, al fin y al cabo, el principio del fin espiritual comienza por un consentimiento previo a darle paso en nuestro corazón. “No te preocupes, pase lo que pase, mientras no consientas.- Porque sólo la voluntad puede abrir la puerta del corazón e introducir en él esas execrecaciones” (5).

Por lo tanto lo que viene a tener importancia es no caer, como bien pedimos en el Padrenuestro, en la tentación. Para eso tenemos una voluntad, donada por Dios, que nos ha de impeler a no consentir, a mantener un grado de pureza lo más alto posible.

Y sobre todo esto, ha de resultar decisivo, para nuestra vida de almas de Dios, el comentario del punto 131 de “Camino” porque nos muestra una posibilidad, también su solución y redondea todo lo dicho hasta ahora.

Dice el mismo:

Nunca hables, ni para lamentarte, de cosas o sucesos impuros.-Mira que es materia más pegajosa que la pez.- Cambia de conversación, y, si no es posible, síguela, hablando de la necesidad y hermosura de la santa pureza, virtud de hombres lo que vale su alma”.

En primer lugar, no hay que inmiscuirse en temas, conversaciones, que tengan ese tipo, el de impuras, porque, seguramente, afectarán nuestro corazón y, tarde o temprano (seguramente más temprano que tarde) acabarán por alterar el equilibrio espiritual que nos ha de conducir por el camino hacia el definitivo Reino de Dios. Por lo tanto, siguiendo, también, a San Josemaría, no hay que tener “la cobardía de ser ‘valiente’: ¡huye!” (6). Este huir lo es en el sentido más valeroso posible porque sabemos, a la perfección, que las tentaciones se presentan agradables a nuestros sentidos.

¿Qué hacemos, por lo tanto, en esos casos?

En primer lugar, cambiar de conversación. No sólo de eso sino que, en determinadas ocasiones, se trata de “conversaciones” con nosotros mismos. En esos casos también podemos aplicar la misma solución.

Sin embargo, a veces no es posible (ni siquiera en el caso nuestro, particular). Entonces, sí que podemos hacer algo que, además, resultará también útil para la otra parte (incluso si no hay parte porque somos nosotros mismos). Para el caso particular en que no podamos cambiar el rumbo de lo planteado sí que podemos introducir en la conversación eso que es esencial para superar tal situación: esa “necesidad y hermosura de la santa pureza” de la que nos habla San Josemaría.

Hacer eso no es, sólo, importante sino que, además, mostrará que somos personas que sabemos lo que “vale” nuestra alma. Y eso es, ya, bastante importante porque dará a entender lo que creemos, en Quién creemos y, sobre todo, lo que nos consideramos que somos.

Como gran solución, quizá última, a la tentación, bien nos dice San Josemaría que “Por defender su pureza San Francisco de Asís se revoló en la nieve, San Benito se arrojó a un zarzal, San Bernardo se zambulló en un estanque helado…- Tú, ¿qué has hecho?” (7)

Avanzando en el tema de este capítulo 4 de Camino y en contraposición a la tentación, lo que, en verdad, importa para el caso del que escribimos ahora, y que San Josemaría quiere que comprendamos, es lo que, ciertamente es la santa pureza; la pureza, al fin y al cabo.

Pureza

Ser puro o, al menos, intentarlo (que es lo mínimo que se nos puede pedir como hijos de Dios conscientes de serlo) tiene, por decirlo, así, o podemos apoyarlo, en una serie de virtudes cristianas que nos ofrecen sus manos para conformar, en nosotros, un comportar de tal jaez.

Pero también sabemos que existen ciertos vicios que, indefectiblemente, nos alejan de esa santa pureza tan reclamada por el Fundador del Opus Dei que, en esto, no hacía más que seguir la misma doctrina cristiana.

Por lo tanto, a la hora de fijar nuestra atención en una realidad o en otra hemos de tener en cuenta qué es lo que nos conviene o, lo que es lo mismo nuestro mejor, por decirlo así, negocio espiritual.

Humildad y caridad son esenciales para que la pureza arraigue en nuestros corazones.

En cuanto a pedir esa santa pureza, pues no siempre nos basta con poner de nuestra parte, que también, resulta esencial acompañar esa petición con el ejercicio de esa virtud que tanto amó Jesucristo. Ser humilde es darse cuenta, en primer lugar, de lo poco que somos de cara a Dios, de lo mucho que nos equivocamos en cuanto personas y, por último, de lo necesitados que estamos, precisamente, de esa ayuda.

Por eso “La santa pureza la da Dios cuando se pide con humildad” nos dice, en el punto 118 de “Camino”. Es decir, que la da Dios y que la tenemos que pedir, precisamente, con humildad. Nada más y nada menos que se nos pide aquí que estemos lo suficientemente convencidos de nuestras miserias humanas y que, así, demandemos, pureza.

Pero no sólo eso sino que, además, hemos de hacer algo más.

Ya sabemos que la Ley suprema del Reino de Dios es el Amor, la caridad. Por tanto, si alcanzamos a practicar esa santa pureza tan querida por San Josemaría pero la “separamos de la caridad” no conseguimos el agrado de Dios. Y esto porque “la caridad es la semilla que crecerá y dará frutos sabrosísimos con el riego, que es la pureza” (8). O sea, que tanto una, la caridad, como otra, la pureza, tienen, o establecen entre sí, una relación que resulta inseparable o que, separadas, rompen el hilo que nos une con Dios.

¿Qué pasa si la caridad no conforma la pureza?

Sin ella, “la pureza es infecunda, y sus aguas estériles convierten las almas en un lodazal, en una charca inmunda, de donde salen vaharadas de soberbia” (9).

Es evidente que esto que dice San Josemaría es duro, es muy duro. Pero también es verdad que nos pone ante una situación lo suficientemente clarificadora como para que no olvidemos lo que pasa cuando hacemos algo sin tener en cuenta los factores que en ello intervienen.

Y para que sepamos y reconozcamos que la pureza no es una virtud que, digamos, lucha por sí sola contra el mundo que nos acecha y nos tienen asechanzas, San Josemaría nos informa de una realidad importante: “el pudor y la modestia son hermanos pequeños de la pureza” (10). Con esto nos ha de querer decir que sentirse poca cosa y sentir cierta desazón ante situaciones que podrían causar cierto malestar espiritual, ha de acompañar a la misma pureza, como para darle forma y reforzar su misma realidad.

No está, pues, sola sino muy bien acompañada la santa pureza. Y darnos cuenta de lo que eso supone es de vital importancia para nosotros y para nuestro devenir.

Por otra parte, aquellos vicios a los que hacíamos referencia arriba y que nos apartan, sin duda, de Dios, son, por así decirlo, claros antagonistas de la santa pureza y procuran, o al menos eso intentan, torcer nuestro paso.

La gula es la vanguardia de la impureza”, nos advierte San Josemaría. Ya sabemos que la gula es uno de los llamados pecados capitales y, por eso mismo, no puede tener una relación muy amistosa con la pureza. De aquí que le llame, Escrivá, “vanguardia” porque va por delante y nos lleva, con su proceder en nosotros, a cometer errores mayores.

Pero como no iba a ser la gula el único enemigo de la santa pureza, también viene acompañado por lo que, en realidad, causa estragos en nuestro corazón y en nuestra alma: la concupiscencia.

Con claridad dice San Josemaría “despréciala” en el punto 127. Y no le falta razón, aquí tampoco, a quien tanto hizo, y hace, por que desterremos de nuestra vida tan vicio horrendo, nefasto, vacío de bien.

Y que tiene un concepto totalmente negativo de ella queda bien expresado cuando, en el mismo punto dice “No quieras dialogar con la concupiscencia”. Ni siquiera el diálogo, es decir, ni siquiera un acercamiento aunque sea para ver la postura de cada cual frente a la de la carne o la de los ojos. Y esto es síntoma, claro, de la peligrosidad que encierra, en sí misma, ese terrible vicio que puede hacer caer al ser humano, en la más terrible de las dictaduras: la de la malsana apreciación del mundo.

A modo de conclusión

Así, por otra parte, taladra el corazón de cualquiera que se sienta hijo de Dios lo siguiente: “Muchos viven como ángeles en medio del mundo –Tú… ¿por qué no?” (11)

Ante esto cabe, para poner remedio a la desazón que nos puede producir tamaño esfuerzo espiritual, una oración que San Josemaría nos facilita en auxilio de nuestra alma:

Quítame, Jesús, esa corteza roñosa de podredumbre sensual que
Recubre mi corazón, para que siente y siga con facilidad los toques del Paráclito en mi alma
” (12).

La Santa Pureza es, pues, posible, alcanzarla. Depende, por otra parte, del esfuerzo que hagamos cada cual en la consecución de la virtud. Instrumentos no nos faltan. El Fundador del Opus Dei nos proporciona, aquí, en el capítulo 4 de Camino, una manera de ser algo mejores, una mejora forma de ser.

Además, hemos de saber que “Los santos no han sido seres deformes; casos para que los estudie un médico modernista. Fueron, son normales: de carne, como la tuya”.-Y vencieron” (13)

Queda, pues, en nuestras manos, en ejercicio de la libertad que Dios nos da, tratar, al menos, de ser puros. Ya está, para podar nuestras ramas podridas, la misericordia del Creador porque ya sabemos que, como hijos de Dios y hermanos de Jesucristo estamos obligados y tenemos una obligación primera que es ejercer de apóstoles modernos, actuales, de la Fe en Dios en el mundo por donde peregrinamos hacia su definitivo Reino.

Por eso, cuando San Josemaría dice que “Sin la santa pureza no se puede perseverar en el apostolado” deberíamos considerar como objetivo primordial, básico y anterior a ese transmitir la Palabra de Dios y sus consecuencias en/para el mundo, alcanzar el grado de pureza tal que bien pudiera decirse de nosotros que leemos la vida de Jesucristo (en expresión del Fundador del Opus Dei) y que, efectivamente, nos la creemos.

NOTAS

(1) Punto 142.
(2) Punto 120.
(3) Punto 139.
(4) Punto 138.
(5) Punto 140.
(6) Punto 132.
(7) Punto 143.
(8) Por los dos últimos entrecomillados, punto 119.
(9) Ídem punto anterior.
(10) Punto 128.
(11) Punto 122.
(12) Punto 130.
(13) Punto 133.

10 comentarios

  
pacg
Padre José María, ruegue por nosotros, por la Santa Iglesia, por España. Gracias, D. Eleuterio, por este artículo dedicado a este gran hombre santo.
11/07/09 4:23 AM
  
Eleuterio
pacg

También pido yo para que S. Josemaría ruegue por todos nosotros,para que sepamos encontrar el camino hacia el definitivo reino de Dios.

Aunque, estoy seguro que ya lo hace.
11/07/09 7:28 AM
  
rastri
Bien sí; Ya pero,... Muy bien cuando la oratoria del orador induce al orante hacia Dios sin más ayuda que el flujo de la oración. Y consigue la comunicación sin interferencias que es lo importante. Porque aquí, en este asunto: no se puede negar que la cobertura no sea total..

Pero eso de los Templarios de los tiempos modernos y otros dominios que se sustentan en los poderes del Mundo; de éste nuestro mundo,... Cada vez que pienso que en estas universidades llamadas de "talante" Pontificio se pueda caer en la tentación de provocar la genética tan cual como hoy día conocemos; .. y la que aún no conocemos que se pueda dar: Se me ponen la carnes como escarpias.

Razones tengo que aquí no digo.

Quizás yo sea de esos ingenuos que aún creen que con la fe no sólo se mueven montañas; si no que se pueden reventar universos. O quizás sea que la FE (con mayúsculas) sigue siendo esa fuerza que sólo los predestinados conocen.
11/07/09 1:18 PM
  
Eleuterio
rastri

Efectivamente, la comunicación con Dios es, o resulta, hoy día, bastante difícil. Demasiadas interferencias, como Ud. dice.

Si que le preguntaría porque profundizase, si es posible, algo más en el tema de la genética y cómo puede afectar, ésta, a la oración del creyente o, como sea, al creyente mismo.

Ojalá fuésemos capaces de conocer la fe de forma total.
11/07/09 2:15 PM
  
rastri
¿De la Herencia genética me pides Eleuterio?

-Y ¿por dónde empezamos? Si ésto es la columna vertebral universal de la antropología en pueblos, lenguas y naciones inmersos en sus teologías, sus filosofías, su física y su metafísica. Y aquí de aquellos quienes por herencia genética transmitida y recibida reciben la histórica carga genética de los que les precedieron; No solamente la física, sino la metafísica o espiritual egocéntrica o exocentrica en su universal binomio de todo aquello que es positivo onegativo. Y Que facilita o impide atravesar, ejercitar o contrarrestar, si cabe, el influjo de los hechos y las creencias benefactoras o destructoras del ser libre y responsable como es el Hombre. etc. etc.

Por ejemplo: Un indiviudo, en la medida que más o menos legítimamente descienda de la línea genética del padre Abraham. Éste estará condicionado por esa, su herencia genética, que sella a todos los descendientes de éste: El Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Y aquí el "Hijo del hombre"; Y todos aquellos, que sin saber, son hijos descendientes de Abraham.

Otros hay que por no ser hijos descendientes de este Padre terrenal: Todo aquello referente a esta filosofía teológica "judeocrsitiana", por ley natural de su propia genealogía les repelará. Nacen muertos a la teología judeocristiana. Y creen en otros poderes de mundo, que sin que aquí se niegue su existencia, son poderes de muerto como ellos lo son.

¿Porqué Jesús el Cristo; Él mismo se hace llamar: El HIJO DEL HOMBRE? Pues porque Éste, independientemente de su singular naturaleza preadámica: dicho sea: inmaculado como su Madre, sin causa y sumisión de Pecado Orignal, sabe que tiene naturaleza humana del hombre Adán. Dicho sea: que es la de los descendientes de Abraham. Y no de naturaleza de muertos.

Y si por lo de batiburrillo vale: Aunque te extrañe, o te escandalice: Jesús dice: Yo soy el "Hijo del hombre" porque me he encarnado en el coeficiente genético humano que es el de la naturaleza de los hombres que evolucionó del barro del planeta Tierra. Y no me he encarnado en coeficiente genético de otros, que ni son ni demuestran ser, porque no son descendientes de terrestres.

¿Cómo afecta la genética a la oración del creyente? Pues en modo y manera a cómo el creyente está más o menos intimado en esta legítima herencia, Hay que entender que en esta linea genética de Abraham, a través de los tiempos ha sufrido muchas intrusiones. De aquí por escrito: " .. algunos de la sinagoga de Satán, de esos que dicen que son judíos y no lo son, sino que mienten,..

Claro que si me vas a preguntar: ¿Cómo sabré yo si soy descendiente de esta herencia genética? Pues te diré: en la medida que, en calidad y cantidad, seas poseído por el espiritu que anima la oración, te irás enterando de dónde vienes, donde estás y a dónde irás. Ya sé que lo dicho no ayuda mucho, pero así es.

La FE que es la consubstancia en naturaleza divina de un infinito Dios en Trinidad: no se puede conocer de forma tal que sea total. Pues ésta que es infinita; un limitado ser como es el hombre no la puede abarcar; sea: medir y definir. Aunque sí que se la puede ver y comprender. Basta sentirla. Y en la medida que se la siente se la conoce.


La FE: amén de poder mover montañas y reventar universos: no solo puede hacer levitar al orante. Si no que puede hacer luminaria de cuerpo y vestimenta al orante. Ver. La Tranfiguración de Jesús

Esto de la levitación con su ruptura de fuerza de gravitación; amén de la tranfiguración o de cómo a la carencia de oscuridad, en grado y medida, aparece la claridad: Es uno, pero que muy interesantísimo problema de física nuclear.

Así como la FE: en grado y manera de personal posesión de Dios, puede hacer levitar al orante; Así al poseído de Satanás por una desposesión satánca puede hacer levitar al poseído.
11/07/09 5:14 PM
  
Víctor
Recemos mucho por quienes no comprenden a causa de falta de formación que, entre otros,precisamente ofrece OPUS DEI gratuitamente a todos los hombres y mujeres. Comprendo que CUESTA mucho ponerlo en práctica porque el materialismo y lo fácil ponen a las personas en duda y así nos va desde Adán. Somos carne. Desde 1984 conozco la Obra de Dios, a través del instrumento de un sacerdote (hoy SAN JOSEMARIA). Yo soy un pecador pero San Josemaría es mi intercesor ante la Virgen y Dios. La recristianización de Europa es insuficiente, somos hijos de Dios y Jesucristo nos enseñó el apostolado para ir al mundo entero. Esto es lo que sigue haciendo la Iglesia y Opus Dei ya está en casi todos los paises. Doy gracias a Dios por el bien que me hizo y tanto mis hermanos como mis hijas hallaron la PAZ del Señor, pero seguimos en la lucha por una sociedad mejor.
11/07/09 6:45 PM
  
Eleuterio
rastri

Infinitas gracias por sus explicaciones. Lo digo con franqueza.
11/07/09 8:31 PM
  
Eleuterio
Víctor

Enhorabuena por reconocer, en el Opus Dei, un buen instrumento de Dios.
11/07/09 8:32 PM
  
rastri
Eleuterio te diré un ejemplo de legítima herencia genética trasnmitida y recibida -hoy día operante- que sin mucho esfuerzo de exegesis puede comprobar a través de las Escritutas. Y todo esto admitiendo como creyente el poder y el interés de Dios de que las Escrituras, sean algo más vivo, de palabra viva que procede de un Dios exhortando a sus hijos vivos; Que el viejo pergamino que algunos pretenden considerar.

Y por otra parte, si admites que Dios, en su infinita misericordia no es un ente lejano muy lejos de nosotros. Si no que Él, mejor que nadie en defensa de sus intereses -los creyentes- acomoda sus Escirturas en modo y manera de tiempo y lugar a la circunstancia real del hombre presente.

Dicho de otro modo: Si admites que Dios no te puede exhortar a ti como individuo o como Iglesia del momento presente, por lo que los que te precededieron pudieran haber hecho o dejado de hacer.

Pues se admite la deuda heredada que hay que pagar, sí; pero no el pago por lo que no se hizo ni debió.

Visto y considerado esto, si aún ves la exhortación en las Escrituras escrita: Habrás empezado a abrir una puerta de muchas claridades.

Y si resistes el impacto, verás cómo delante de tí Dios opera el milagro que otros no pueden ni quieren ver porque compromete demasiado: Y aquí cómo: Dios acomoda las Escrituras al modo y manera temporal del actual momento y su circunstancia. Y te tomarán por loco. Porque tú interpretas las Escrituras a tu medida.

Recuerda que Dios no se esconde ante nadie en la medida que eres honesto y sincero por conocer la verdad. Dicho de otro modo: -A nadie le es negado la sabiduría- Y que si recibes algún latigazo mental, no será porque Dios te avisa de que no debes meterte en asuntos vedados. Si no más bien porque puedes estar poniendo al Demonio en descubierto.

El asunto en cuestión, en principio, es saber quién es Elías; si el llamado Elías. O ese profeta en espíritu y poder Elías; Dicho sea: ese profeta Elías que como está escrito está hoy día entre nosotro y viene a cambiarlo todo. O no lo está.

Otro día, si te interesa, llamaremos a estas puertas que muchas otras a la sabiduría actual abren.
12/07/09 12:22 AM
  
Eleuterio
rastri

¿Vemos la sabiduría a través de una mejor forma de ser?

Siempre me he preguntado cómo es posible que las Sagradas Escrituras sirvan para cada época por la que la humanidad ha pasado. Que son inspiración divina, de Dios, lo muestra eso mismo. Darse cuenta de tal realidad ha de ser, por fuerza, otra inspiración del Espíritu en nuestros corazones.

Yo creo que Elías ya volvió. Al menos en espíritu quizá lo fuera Juan el Bautista. Pero no quisieron escucharlo. Que haya otro Elías, hoy día, a mí me gustaría saber quién es.

Y sobre eso de las puertas... sí que me gustaría saber más.
12/07/09 12:37 AM

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