InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Entre la luz y la tiniebla

15.02.11

Entre la luz y la tiniebla - Ponerlo todo en duda

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, es uno que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio podemos, entre la luz y la tiniebla, ser de Dios o del mundo según donde nuestro corazón nos lleve.

Ponerlo todo en duda

En el siglo que nos ha tocado vivir hay un mal muy extendido que se ha apoderado del corazón de muchas personas. Facilita, así se piensa, el existir y hace que sea más llevadero. Además, no fomenta la enemistad sino el acercamiento que, aunque a veces vacío, procura un pasar del que dicen bueno.

Cuando alguien dice que todo es relativo enseguida le viene a la memoria la famosa frase de Einstein. Sin embargo se ha llevado la misma demasiado lejos y no ha podido evadir, el catolicismo, tan mala influencia intelectual.

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14.02.11

Entre la luz y la tiniebla - Si alguna razón hubiera para el aborto…

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, es uno que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio podemos, entre la luz y la tiniebla, ser de Dios o del mundo según donde nuestro corazón nos lleve.

Si alguna razón hubiera para el aborto

Nos podemos hacer la clásica pregunta acerca de la razón primera, y última en la vida del nasciturus, que da origen a que en el corazón de una madre que no lo será si hablamos de aquel, anide, se reproduzca y cause el estrago según el cual el hijo no será nunca hijo ni el que iba a nacer, nacerá.

Es posible que en el corazón de quien puede llevar a cabo, desde sí misma, el aborto, no resuene Tertuliano cuando dijo, en su Apologeticum (IX, 8) y refiriéndose al mismo que “es un homicidio anticipado el impedir el nacimiento; poco importa que se suprima la vida ya nacida o que se la haga desaparecer al nacer. Es ya un hombre aquel que está en camino de serlo“.

Por eso no se entiende que sea un ser humano con todos sus derechos y poco importan leyes y reglamentos protectores de la vida de quien puede nacer si se le niega el mismo derecho de vivir y de ver la luz del día.

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10.02.11

Entre la luz y la tiniebla - Jesucristo está en y con la Iglesia católica

Resulta de todo punto sencillo, pues mucho hemos escuchado y leído al respecto, ponernos en situación. Podemos hacer como recomienda S. Josemaría cuando en su “Amigos de Dios” nos propone que nos mezclemos “con frecuencia entre los personajes del Nuevo Testamento” porque es una buena forma de sentir lo que ellos pudieron sentir.

Hagamos, entonces, eso.

Jesús está siendo probado por los fariseos y los saduceos que lo quieren poner en un brete. Dice que no tendrán más señal, esta generación, que la de Jonás. Parece que no está muy contento el Maestro porque los que le preguntan no saben lo que deberían saber… ellos que son tan sabios no disciernen nada. Nos ha dicho que tengamos cuidado con la levadura de los fariseos y los saduceos pero no acabamos de entender a qué se refiere. Será que no hemos comprado pan todavía…

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9.02.11

Entre la luz y la tiniebla - El opinar y sus consecuencias

El espacio espiritual que existe entre lo que se ve y lo que no se ve, entre la luz que ilumina nuestro paso y aquello que es oscuro y no nos deja ver el fin del camino, es uno que ora nos conduce a la luz ora a la tiniebla. Según, entonces, manifestemos nuestra querencia a la fe o al mundo, tal espacio se ensanchará hacia uno u otro lado de nuestro ordinario devenir. Por eso en tal espacio podemos ser de Dios o del mundo según donde nuestro corazón nos lleve.

El opinar y sus consecuencias

El ser humano fue dotado por Dios con un don que le hace vivir en sociedad y, así, relacionarse con los miembros de la misma. El don de la libertad de pensamiento no es algo de poca importancia sino, al contrario, la forma exacta con la que la criatura hecha a imagen y semejanza del Creador es lo que es.

A la capacidad de pensar suele acompañarle otra que, sin ella, se invalida lo primero: opinar sobre lo que pasa es, digamos, formarse un juicio sobre lo que nos sucede y, si es posible, manifestarlo hacia nuestro entorno. Así se opina y se da forma a la estructura social que se constituye, como un puzzle, por aquellas piezas que, de cada cual, tratan de encajar entre ellas.

Entonces… no se le puede negar a nadie que ejerza el derecho a opinar sobre lo que pasa. De ser así, de negársele tal derecho, se estaría violando el principio según el cual la libertad de pensamiento ha de tener un cauce para ser efectiva y real y no ser mera elaboración doctrinal y vacía de contenido.

Al respecto de lo dicho hasta ahora, la Iglesia católica no es una institución que viva en los límites de la realidad y que, por tanto, nada tenga que ver con lo que pasa. Muy al contrario, se incardina en la misma sociedad porque, además de estar formada por personas que en ella viven su actividad se encuentra, de lleno, inmersa en el devenir social. Así, no es extraño que la Esposa de Cristo tenga opinión sobre lo que pasa, sobre por qué pasa y, sobre todo, sobre el ser de lo que pasa.

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