InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Apostolado laico -La Palabra para el Domingo

6.02.11

La Palabra del Domingo - 6 de febrero de 2011 - Ser sal y ser luz

Biblia

Mt 5, 13-16. Vosotros sois la luz del mundo.

13 Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. 14 Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. 15 Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.16 Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

COMENTARIO

Cuidado con el celemín

En realidad, somos lo que somos, en cuanto hijos de Dios, porque voluntariamente aceptamos lo que nos corresponde en cuanto tales. Ni más ni menos hacemos porque no somos nosotros los que escogemos al Creador sino que es Él mismo el que se dirige a nuestro corazón y espera, de su descendencia, una respuesta positiva.

Entonces, no podemos hacer como si la llamada del Padre no fuese con nosotros y, mirando para otro lado, seguir caminando hacia el definitivo reino de Dios.

El evangelio de san Mateo lo dice con una claridad meridiana a la que sólo podemos decir Amén.

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30.01.11

La Palabra del Domingo - 30 de enero de 2011 - Los que aman a Dios

Biblia

Mt 5, 1-12a. Dichosos los pobres en el espíritu.

1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. 2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4 Bienaventurados = los mansos =,porque = ellos poseerán en herencia la tierra. =
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los que trabajan por la paz porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos.

COMENTARIO

Los que aman a Dios

No creáis que vengo a suprimir la Ley o los Profetas (Mt 5,17). Con estas palabras, san Mateo recoge con claridad la misión de Cristo: no ha sido enviado para cambiar una norma por otra. Es más, insiste en que no ha venido a suprimirla, sino a darle su forma definitiva. Estas frases, que se enmarcan en los versículos 17 al 20 del Capítulo 5 del citado evangelista recogen, en conjunto, una explicación meridianamente entendible de la voluntad de Jesús. Bien está que los transcribamos para no tener que remitir a las fuentes y facilitar la labor:

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23.01.11

La palabra del Domingo - 23 de enero de 2011 - Convertirse y creer

Biblia

Mt 4, 12-23. Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías.

12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. 13 Y dejando Nazará, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; 14 para que se cumpliera el oráculo del profeta Isaías: 15 ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! 16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido. 17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: ‘Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.’
18 Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, 19 y les dice: ‘Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.’20 Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. 21 Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. 22 Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.


COMENTARIO

Convertirse y creer

La regla matemática dice que, en determinadas operaciones, el orden de los factores no altera el producto. Por eso el resultado de multiplicar, por ejemplo, 4 por 5 es el mismo que hacerlo 5 por 4.

En el reino de Dios y con su Ley, sin embargo, no pasa lo mismo. Como suele suceder, el Creador nos sorprende con una lógica que, claro, no es la nuestra.

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16.01.11

La palabra del Domingo - 16 de enero de 2011 - Éste es el Cordero de Dios

Biblia

Jn 1, 29-34. Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

29 El día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. 30 Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo. 31 Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea Manifestado a Israel.»
32 Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. 33 Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: “Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.” 34 Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.»

COMENTARIO

Quien tenía que venir

Quien lea el texto del evangelista Juan se dará cuenta que a Juan, el Bautista, se le había comunicado cuál era la finalidad de su labor y qué, sobre todo, tenía que anunciar.

Cuando da testimonio es porque es testigo de la venida del Mesías. Él, a lo mejor el único que así aprecia tal cosa, ve al Espíritu Santo bajar sobre Jesús cuando sale de las aguas del Jordán tras el bautizo. Fue, con toda seguridad, una gracia de Dios otorgada a quien se le había dicho lo que tenía que hacer y lo había hecho.

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9.01.11

La palabra del Domingo - 9 de enero de 2011 - Cumplir la voluntad de Dios

Biblia

Mt 3,13-17

13 Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?»
15 Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó.
16 Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. 17 Y una voz que salía de los cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.»

COMENTARIO

Cumplir con la voluntad de Dios

Era ya de más de un estadio de longitud la distancia que separaba al Bautista del último de los que querían ser bautizados. Y parecía que, llevados por una fe necesaria o atraídos por una curiosidad que esa labor transmitía, peregrinos venidos desde poblados lejanos o acercándose desde las proximidades del río, esperaban su turno para pasar, tras la inmersión acuática, a formar parte del discipulado de Juan.

Entonces, cuando parecía que el día sería largo y trabajoso el convertir, apareció, majestuosa en demanda, la figura mansa de Jesús.

Se apoderó de Juan la sensación de que no podría llevar a cabo aquella parte tan sustancial de su labor, que ante el Mesías no sabría responder con la suficiente grandeza. Eso sin saber que éste sólo pretendía cumplir este tan importante paso, ya fijado por su Padre.

Se resistió el Bautista, pretendiendo que su dignidad no estaba a la altura de su persona, que era él mismo quien debía ser bautizado por Jesús, que si no debería ni atarle las sandalias… y se excusaba al no sentir la fortaleza necesaria para lo que tenía que hacer.

Pero quien esperaba el bautizo, revestido de la gracia que Dios, su Padre, le entregó, tranquilizó su alma y supo hacerse entender. Su misión había llegado a su punto culminante.

Cuando, tras el bautizo, Jesús salió del Jordán, y pudo ver como el Espíritu Santo se posaba sobre sí, la voz de Dios confirmó a Juan que, ya desde el seno de Isabel, su camino estaba perfectamente trazado, que sus manos bendecían, tan sólo, una afirmación escrita en la voluntad del Padre.

Algo así podemos suponer que aconteció en el bautismo de Jesús.

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