InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Ventana a la Tierra Media – La Comarca de Tolkien

4.04.19

Ventana a la Tierra Media – Microrrelatos - 1ª parte

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La Sociedad Tolkien Española organiza, entre otras cosas, un concurso de Microrrelatos (denominado “Premios Bilbo: microrrelato en 280 caracteres”) que, anualmente, lleva a todos aquellos que quieren expresarse en este, digamos, moderno (ocupa lo que pueda ocupar un Tweet aunque, en caso de que se publique en Facebook puede ser algo mayor la longitud) medio de expresión a hacerlo sobre el tema que, para el caso, se sugiera que, para este año 2019 ha sido el de la raza de los Enanos.

 

El que esto escribe, como no tiene intención de presentarse ni a tal concurso ni a ningún otro, va a compartir sus propios microrrelatos que, espera, sean aceptados como humildes aportaciones al mundo propio de J.R.R. Tolkien aún sabiendo que es un recién llegado a la Tierra Media y seguro que tropezará con más de una piedra en el camino o sea atacado por trasgos, orcos o, incluso, hombres… 

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29.03.19

Ventana a la Tierra Media – Soberbia y ceguera: la caída de Númenor

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De la gloria al fin de todo. Así podemos definir la existencia de un regalo que hizo Eru a la raza de los hombres que tanto habían luchado y sufrido contra Morgoth. Pero, sobre todo, bien podemos decir que en este caso particular, muy especial en la obra de J.R.R. Tolkien y que, a lo mejor, tanto tiene que ver con la existencia de la Atlántida en cuanto a lo que la imaginación de nuestro autor pudiera servir la misma, aquí tiene que ver mucho el comportamiento ciego y cegado por la soberbia y la falta de seso… si ustedes nos entienden. 

Por cierto, no hemos dicho que el regalo citado arriba es la isla estrellada (con forma de estrella aunque luego también se “estrelló”, hundiéndose, por culpa de los hombres, podemos decir) de Númenor que es un nombre que, en sí mismo, incita mucho la imaginación y, podemos decirlo así, el ansia por conocerla. ¿Qué fue Númenor?, ¿Qué fue de ella? 

Veámoslo. 

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22.03.19

Ventana a la Tierra Media – 25 de marzo: Día Internacional de Leer a Tolkien

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El día 25 de marzo se celebra el Día Internacional de Leer a Tolkien. Y nada mejor que recomendar algo así. 

Conviene, de todas formas, para los desavisados al respecto de tal importante evento, empezar por el principio. 

En 2003 The Tolkien Society instituyó un tal día con el objetivo de dar a conocer y difundir la obra del profesor en todo el mundo. El caso es que la fecha citada, el 25 de marzo, no está puesta ahí por casualidad. No. Y es que en la misma se produjo, según la datación correspondiente, la destrucción del Anillo Único y la consiguiente derrota de Sauron. Y, por eso, nada mejor que celebrar tales acontecimientos de una manera especial como supone hacer hincapié en la lectura de la obra de J.R.R. Tolkien. 

Todo esto surgió de una pregunta que, en su día, hiciera Sean Kirst, a la sazón periodista de The Post-Standard de Syracuse, en Nueva York. Y es que quería saber, y así preguntó The Tolkien Society si existía algo que pudiese ser llamado “día de leer a Tolkien”. Y no, hasta entonces no existía nada por el estilo. Y se puso remedio, precisamente, así: estableciendo el 25 de marzo, como decimos, como tal día. 

El caso es que a nosotros, a los fieles católicos, no nos importa, para nada, destacar que, lo mismo que pasó en la Encarnación del Hijo de  Dios (que celebramos, también, el 25 de marzo) un mundo nuevo iba a surgir de la destrucción del Anillo Único, lo mismo que surgiría uno nuevo del mismo momento en el que la Virgen María, ante el requerimiento del Ángel Gabriel, dijera sí a Dios, destruyendo, en tal sentido, el mal hecho por el hombre hasta entonces, los pecados cometidos a instancia propia o por instigación del Maligno. Y es que, a lo mejor, aquí tampoco nada es casualidad… 

Pues bien, decimos que hoy es un día muy importante para todo aquel que tenga a Tolkien por un escritor crucial en su vida o, al menos, lo conozca, aunque sea de oídas y para que la cosa deje de ser así… 

Podemos, por ejemplo, entrar en la en la web de la Sociedad Tolkien Española donde hay una denominada Guía de Lectura de Tolkien que estamos más que seguros que servirá de orientación para los que quieren, al principio, acercarse a la obra del profesor de Oxford. Pero si nos atenemos, pues, a lo que supone un día como el próximo 25 de marzo, estas son las actividades que se han planteado para tan gozoso momento (extraídas de la página de la Sociedad Tolkien Española): 

“EVENTOS QUE ORGANIZAN LAS DELEGACIONES DE LA SOCIEDAD TOLKIEN ESPAÑOLA ESTE AÑO

 

23 de marzoMadrid: Los smiales de Númenor y Ciénaga de los Muertos organizan una lectura abierta a cualquier participante. Más detalles, AQUÍ.

24 de marzoBarcelona: El smial de Lórien, nuestra delegación barcelonesa, os invita a una lectura con merendola, y también entregará los premios de microrrelato Gondolin. Más información, AQUÍ.

25 de marzoZaragoza: Encuadrado en los XVIII Encuentros con Tolkien, que se prolongarán hasta el miércoles 27, se celebrará este día con un evento multidisciplinar donde habrá Tolkien Trivial, lecturas, y muchas sorpresas mágicas. Más información, AQUÍ.

30 de marzoBilbao: Nuestro smial vasco, El Dragón Verde, nos invita a una de sus lecturas de cuentos tolkinianas gratuita y de entrada libre hasta completar aforo. Más información, AQUÍ.”

 

Pero, además de esto que, claro está, es muy importante llevar a cabo para que nadie se olvide de lo que aquí tratamos, nosotros podemos decir que leer a J.R.R. Tolkien es importante porque:

 

-Está más que bien que haya un escritor que plantee la existencia de un mundo, la Tierra Media, donde una serie de valores aún se tengan en cuenta. 

-Está más que bien que haya un escritor que haya dado su vida ordinaria para llevar a cabo una obra tan importante como la suya. 

-Está la mar de bien que haya un escritor que fuera tan meticuloso en lo que hacía que todo bien que se diga sobre lo escrito será, siempre, poco.

 -Está la mar de bien que haya un escritor que, como J.R.R. Tolkien, haya escrito de tal forma que su obra es imperecedera y, por tanto, no pasa ni ha pasado de moda ni de la actualidad literaria de tal forma que podemos acceder a ella como si fuéramos los primeros que la leemos y está ahí: fresca, clara, limpia. 

-Está la mar de bien que haya un escritor que haya querido hacer, de su obra, expresión de una fe propia (siendo universal) sin que se pueda decir que ha hecho apología de la misma (aunque esto no sea poco importante, claro está) y la sutileza, en tal sentido, sea más que admirable. 

-Está la mar de bien que haya un escritor que sea leído por no creyentes porque no ofende con lo que escribe a otras creencias o a no tenerlas.

 -Está la mar de bien que haya un escritor que llene a sus lectores de tanta imaginación y de tanta luz interior. 

-Está la mar de bien que haya un escritor que sea capaz de hacernos estar con sus personajes como si fuesen contemporáneos nuestros o los tuviésemos a nuestro lado; que los haya hecho tan cercanos, así.

-Está la mar de bien que haya un escritor que haya conseguido, sin quererlo esto (claro está, pero…) que haya muchas personas que se quieran llamar de una forma propia de su Tierra Media y tengan, por decirlo así, un nombre Terramediano, un otro yo siendo sí mismos. 

-Está la mar de bien que haya un escritor que  haya trazado un camino de tal manera perfecta que influya de forma decisiva en la vida de sus lectores, que quede poso personal.

 

Y, en fin (y, por fin), 

-Está la mar de bien que haya un escritor que haya querido serlo, con tal intensidad y tal perseverancia, que rubricó su vida con una obra verdaderamente inmortal, casi como la vida de uno de los Primeros Vivientes de la Tierra Media. O sin casi.

 

Y, claro, gracias, profesor, por tantos y tantos favores hechos a más de uno y más de dos y más de…

 

 

Eleuterio Fernández GuzmánErkenbrand de Edhellond

  

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

 

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

15.03.19

Ventana a la Tierra Media – Beren y Lúthien

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Edith Mary Tolkien – Lúthien (1889-1971)

John Ronald Reuel Tolkien – Beren (1892-1973)

 

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Esto es para aquellos que no conozcan la historia, tan personal y particular que hubo entre el autor de El Señor de los Anillos y la que fuera su esposa, Edith Mary. De todas formas, es más que posible que pueda interesar a los que sí la conocen y tienen información más que suficiente sobre estos personajes porque, al fin y al cabo, los Tolkien han devenido, también, en personajes a través de los libros que, publicados, dan información de sus vidas. Y son personajes, también, de las nuestras: personas, pues, como seres humanos que han nacido, vivido y muerto y, luego, personajes como propios de una historia, la suya, de amor que es bien tierna. 

Decimos que los nombres de los aquí citados y sus fechas de nacimiento y de fallecimiento son los que constan en la tumba de ambos como puede verse en la imagen de arriba. 

En una carta (de la que no podemos poner texto porque no tengo, aún, el permiso para hacerlo…) que Tolkien envía a su hijo Christopher le dice, tras la muerte de la esposa del primero y madre del segundo, que para el primero Edith había sido siempre su Lúthien aunque, en verdad (como reconoce él) nunca la llamó así. 

Que J.R.R. Tolkien dejara escrito eso y dedicara un elogio tan grande hacia su esposa (muy a pesar de que, en sus vidas, todo no fueran rosas, como podemos imaginar y es lógico, también, esperar) es algo que debe movernos a reflexión y a meditación. 

Es más que cierto, a tal respecto, que no es poco común idealizar a la persona que vive a nuestro lado y tenerla, a lo mejor, por mucho mejor de lo que es. Es decir, que lo que pensamos sobre la misma nos lleva a atribuirle virtudes que sí, es posible que tenga, pero que es posible no sean como  nosotros creemos que son. 

El amor, de todas formas, es como es y a nadie se le va a negar la posibilidad de vivir en su mundo si su mundo entiende que es mejor que el que es real. 

De todas formas, no queremos decir con esto que Tolkien, esposo, viviera en Babia o, sencillamente, alejado de la realidad sino que tenía a su Esposa por alguien a quien no sólo admiraba sino que había subcreado hacía mucho, pero que muchos años: Lúthien, hija de Thingol (como se suele decir en los libros del profesor), llamada por Beren (el personaje) “Tinúviel” o, lo que es lo mismo, ruiseñor. 

Sabemos que Lúthien era elfa o, lo que es lo mismo, que formaba parte de los Primeros Nacidos; también que Beren (aunque creemos recordar en una versión anterior de la definitiva era, también, elfo) era de la raza de los hombres. Había, por tanto, una gran diferencia entre ella y él. Y es que en este caso, como pasa en otros de la obra de Tolkien, el tema de la elección libre juega un papel más que importante. Y lo decimos porque Tinúviel escogió ser, también, humana como Beren a sabiendas de lo que la mortalidad supondría para ella. Pero pudo el amor. 

En esto vemos que, como hizo en la narración Lúthien, también Edith tuvo que escoger entre quien había sido su novio (John) y aquel con quien, tras esperar mucho tiempo desde que nuestro autor siguiera las instrucciones del P. Morgan (quien había cuidado de él desde la muerte de su madre a modo de tutor legal) de no mantener ningún tipo de relación con Edith hasta la mayoría de edad (21 años), se comprometió. Y nos referimos a George Field, a la sazón hermano de Molly, compañera de escuela de Edith. 

Pero el profesor (aún no era, claro, aunque para nosotros siempre lo será) no se iba a rendir tan fácilmente. Y concertó un encuentro con Edith a quien convenció de que su relación iría y seguiría por buen camino. Y tal fue así que contrajeron matrimonio muy poco tiempo antes de que John marchara, nada más y nada menos, que a la sangrienta I Guerra Mundial o, seguramente, por lo que se veía venir… 

Por otra parte, el amor entre Beren y Lúthien pudo contra todos los contratiempos que les acaecieron e, incluso, fue capaz de sobreponerse a la muerte del primero de ellos por la elección personal, otra vez, de parte de Lúthien, de hacer intervenir al mismo Eru (Creador y Único) que dio posibilidad de escoger a Tinúviel la cual cambió radicalmente su mismo ser para ser, ahora, mortal y habitar junto a Beren hasta su muerte propia de los de la raza de los hombres. Y también, en un sentido similar, el amor entre Edith y John pudo contra todos los contratiempos que les salieron al camino el menor de los cuales no fue, precisamente, el de la misma Guerra en la que estaba inmerso el profesor. Y no es que Beren-John acudiera a las trincheras a quitar un silmaril a Morgoth (misión por la cual se ganó la mano de  Tinúviel el personaje literario) sino que, en cierto modo algo parecido era, haría todo lo posible (dentro de sus posibilidades) para que el Mal dejara de reinar en el mundo, en aquel mundo de muerte innecesaria y donde acabó desapareciendo, casi en su totalidad, toda una generación de jóvenes… en este caso de lo más granado de la juventud inglesa pues, por ejemplo, de los 3.000 miembros con que contaba la Universidad de Oxford antes del comienzo de la Guerra de 1914 apenas quedaron -entre lisiados y demasiado mayores- 350 cuando terminó la contienda en 1918… 

Beren y Lúthien es una historia que llena el corazón de quien se la lleva al mismo. Y lo hace porque muestra hasta dónde es posible llegar si se ama de verdad y qué obstáculos se pueden llegar a saltar en tal caso. Y algo parecido pasó a nuestros particulares personajes humanos, reales como la vida misma y como hemos tratado de decir aquí. 

Por cierto, ignoramos con qué melodía fue capaz Lúthien-Edith de enamorar el corazón de Beren-John. Pero nos gusta creer que fue una que contenía los más bellos cantos élficos creados por aquel a quien iban, precisamente, destinados. Eso sí, tocada al piano. 

Y es que, al fin y al cabo, y como dijo aquel, la vida es sueño y hay sueños, como éste, que vienen de más allá del mundo real y arraigan, ya para siempre, en el corazón de los que así sueñan.

 

¡Alabado sea Eru, que nos permite creer esto!

 

 

Eleuterio Fernández GuzmánErkenbrand de Edhellond

  

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

 

Hay mundos que, sin duda alguna, nos llevan más lejos del que vivimos, nos movemos y existimos.

 

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

 

8.03.19

Ventana a la Tierra Media – "La caída de Gondolin": un comentario

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Nota previa: como es bien conocido por muchos, las personas que se adhieren, de forma especial, a la obra de J.R.R. Tolkien suelen adoptar un pseudónimo que los identifica. Y el que esto escribe, una vez meditada la cosa  (pues no es tan fácil como pudiera pensarse) ha escogido el de Erkenbrand de Edhellond. Ha escogido el primero de ellos por ser de la raza de los hombres que se enfrentó  a Saruman (el Mal mismo corrompido por el Mal) en la Batalla de los Vados del Isen. A eso se ha añadido “de Edhellond” por haber estado ya escogido el nombre de Erkenbrand y pertenecer, el que esto escribe, al Smial de Edhlellond (a la sazón, Valencia, España). Es, digamos, una forma de diferenciar pseudónimos que permite hacer uso vario de los nombres que se quieran escoger.

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 Y, sin nada más que decir (que no es poco) ahí va el artículo de hoy referido a una narración muy antigua de J.R.R. Tolkien (seguramente, la más antigua de todas y la que dio origen al El Silmarillion) y a una ciudad que fue, antes de su destrucción, algo más que maravillosa: Gondolin. 

Recientemente, la editorial Minotauro ha publicado la traducción de la obra preparada por el hijo de J.R.R. Tolkien, Christopher, de título “La caída de Gondolin”. Y nosotros, a modo de comentario, ofrecemos lo que sigue. Esto, sin embargo, no es una recensión (aún no hemos leído el libro como es fácil suponer) sino, más bien, expresión de gozo particular pero, seguramente, universal. 

No podemos negar que este libro requiere el conocimiento de algo más que el simple texto. Es decir, que es recomendable tener ciertas lecturas propias, por ejemplo, del Silmarillion, pero no podemos dejar de reconocer que también se puede leer este nuevo libro del profesor de Oxford, al menos, para conocer lo que paso en aquella maravillosa ciudad.

 

En primer lugar, Turgon, el Rey de Gondolin (digamos, escondido) quiere mantener un estado de gozo en la vida que se puede ver interrumpido. Ya le avisa Tuor, otro personaje a tener muy en cuenta en aquellas circunstancias, en el momento oportuno. Pero no lo acaba de aceptar hasta que le llegan noticias de que sí, de que el Oscuro, el Enemigo, se acerca. Pero entonces la suerte ya estaba echada sobre Gondolin. Y es que la traición anidaba en su propio seno a manos de un envidioso (de poder y por amor a Idril, hija del Rey) llamado Meglin (de cuyos orígenes no vamos a hablar aquí ahora y porque no queremos dar, siquiera, noticia grande de tan miserable y traidor ser), a la sazón príncipe de Gondobar por gozar de la confianza del Rey al ser sobrino suyo. 

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