La Palabra para el Domingo – 1 de mayo de 2022

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Como es obvio, hoy no es domingo 1 de mayo sino sábado 30 de abril de 2022. Esto lo decimos porque hemos publicado hoy el comentario del Evangelio que siempre hemos traído aquí en día, precisamente, domingo. Sin embargo, un amable lector, sacerdote, me hizo la sugerencia de poner el comentario del Evangelio del primer día de la semana, el sábado porque, como es verdad y lamento no haberme dado cuenta, el texto del Evangelio de la Santa Misa del sábado por la tarde es el del domingo siguiente.

 

También lamento no haberme dado cuenta de que publicando este comentario a determinada hora de España aún es viernes en la América hispana. Por eso, y por cumplir con el horario y que las cosas sean razonables, es publicado este comentario ahora, a esta hora en España cuando ya es sábado en América. Y a lo mejor es posible que haya quien piense que decir esto no hace falta pero con franqueza digo que creo es necesario y más que necesario.

Juan 21, 1-14

“1 Después de esto, se manifestó Jesús otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Se manifestó de esta manera.
2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los de Zebedeo y otros dos de sus discípulos.
3 Simón Pedro les dice: ‘Voy a pescar.’ Le contestan ellos: ‘También nosotros vamos contigo.’ Fueron y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.
4 Cuando ya amaneció, estaba Jesús en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
5 Díceles Jesús: ‘Muchachos, ¿no tenéis pescado?’ Le contestaron: ‘No.’
6 Él les dijo: ‘Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis.’ La echaron, pues, y ya no podían arrastrarla por la abundancia de peces.
7 El discípulo a quien Jesús amaba dice entonces a Pedro: ‘Es el Señor’, se puso el vestido - pues estaba desnudo - y se lanzó al mar.

8 Los demás discípulos vinieron en la barca, arrastrando la red con los peces; pues no distaban mucho de tierra, sino unos doscientos codos.
9 Nada más saltar a tierra, ven preparadas unas brasas y un pez sobre ellas y pan.
10 Díceles Jesús: ‘Traed algunos de los peces que acabáis de pescar.’
11 Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red.
12 Jesús les dice: ‘Venid y comed.’ Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’, sabiendo que era el Señor.
13 Viene entonces Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez.
14 Esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.


COMENTARIO

Confiar en Cristo

Dice Juan en su evangelio que era, ya, la tercera vez que se les había aparecido Jesús después de la resurrección de entre los muertos. Por lo tanto, fue después, segunda ocasión que sucedió tal cosa, de que le dijera a Tomás, por su incredulidad, aquello de “Feliz el que crea sin haber visto” y tener tal definición como la perfecta de la palabra “Fe”.

Los apóstoles habían vuelto a sus labores. Habían dejado la vida de seguimiento de Jesús que, tras su muerte, resultaba imposible y eran, de nuevo, algunos de ellos, pescadores.

Pero, con la resurrección las cosas habían cambiado un poco y eso les venía a decir Jesús.

Entre los discípulos había uno que debía estar bastante preocupado. Había pasado del gozo de querer entregarse a Cristo a negarle tres veces. Me refiero, claro, a Pedro, que será, precisamente, quien reciba, digamos, una atención especial de parte de Jesucristo.

Como ya había pasado en alguna que otra ocasión, Jesús, ante la falta de pesca, les indica hacia dónde tienen que echar las redes. Encuentran, como era de esperar, pescado, en una cantidad exacta: 153 que era, según tenemos entendido, el número de especies piscícolas que, en aquel entonces se conocía y que, por decirlo así, podría significar que iban a ser pescadores, de hombres como ya les dijo pero de toda la humanidad.

Cristo en el lago Tiberíades

De todas formas, no deja de ser extraño que, siendo la tercera vez que se aparece a sus discípulos más allegados, a alguno de ellos les resulte difícil reconocerlo y tenga que ser Juan, el más joven de entre aquellos, de nuevo, pescadores, quien sepa que se trata de su Maestro.

Es verdad que, una vez que está cerca de ellos ya nos dice San Juan que no querían preguntarle quién era porque ya lo habían reconocido. Tenían, por tanto, algo de miedo de que les dijera que si aún no eran capaces de reconocer a Quien tantas horas habían acompañado.

Pero Jesucristo quería disipar todas las dudas que podían albergar sus corazones. Y por eso les pide algo de comer por si alguno creía que se trataba de un fantasma…

Jesús, como podemos imaginar, come el pescado y les demuestra, así, que su resurrección ha sido, por decirlo para que se entienda, de “cuerpo y alma” pero, sobre todo, de cuerpo que es la única manera de que comprendiesen que todo lo que les había dicho era verdad.

Confiar en Cristo. En eso se resumía todo aquello.

 

PRECES

Por aquellas personas que se alejan de Dios negándolo.

Roguemos al Señor.

Por aquellos discípulos no quieren confiar en Cristo.

Roguemos al Señor.

 

ORACIÓN

Padre Dios: ayúdanos a confiar siempre en Ti.

 

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

 


El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán

    

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Siempre es bueno confiar en Cristo. 

Para leer Fe y Obras. 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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