Serie tradición y conservadurismo – ¿Por qué esta enfermedad, este ansia de poder?

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 Nos hacemos conservadores a medida que envejecemos, eso es cierto. Pero no nos volvemos conservadores porque hayamos descubierto tantas cosas nuevas que  eran espurias. Nos volvemos conservadores porque hemos descubierto tantas cosas viejas que eran genuinas.

G.K. Chesterton

George Soros quiere destruir todo en lo que creemos. Él y sus camaradas quieren: el aborto libre en todas las naciones, en todos los lugares, todo el tiempo, la obligatoriedad en todas las escuelas de la ideología de género (incluso en las escuelas cristianas), la destrucción de la familia y los valores tradicionales, y el adoctrinamiento en la ideología LGBT.”

 

Este texto es una traducción del francés de parte de un correo electrónico que, el que esto escribe, ha recibido de parte de una organización que lucha contra las imposiciones que algún individuo concreto, con nombre y apellidos y, también, muchas organizaciones propias del Nuevo Orden Mundial, pretenden llevar a cabo.

Nosotros nos preguntamos, y creemos que legítimamente, que porqué eso, que porqué tales pretensiones que nos parecen francamente enfermizas.

Antes que nada, decimos que aquí esté puesto un nombre de persona concreto no es nada baladí o de poca importancia y, tampoco, que se pretenda zaherir a tal George Soros porque le tengamos manía (que sí) sino porque siguiendo aquello que dice que “por sus actos los conoceréis”… en fin, que por ellos lo conocemos. Y su nombre está aquí puesto porque lo tiene merecido y bien merecido a lo que él respondería, seguramente, que a mucha honra (¿?)

Primero debemos referirnos a las pretensiones.

Con franqueza decimos que nos parece algo del todo absurdo que, como nos dice el texto aquí traído (y otros muchos ejemplos que podríamos poner, pero valga como ejemplo) se quiera meter baza en todo lo que en tal texto se dice. Y es verdad que no siendo muchos los puntos que se tocan no es poco decir que, por ejemplo,

- El aborto,

- La destrucción de la familia y los valores tradicionales,

- La ideología de género y, por fin,

- Obligar a aceptar las posiciones de la ideología LGBT,

es, como poco, algo preocupante.

Decimos que lo es porque lo primero afecta al sagrado derecho a la vida y, en efecto, se está cumpliendo (su extensión) palabra por palabra de lo aquí traído; lo segundo supone una perversión, muchas veces, del lenguaje y, luego, de la misma concepción de la realidad y, por último, llegar a conseguir que, se acepte o no se acepte, la ideología LGBT llegue a ser de tal forma obligatoria que ocasione la imposición de sanciones a quien no la acepte… en fin, como diría el clásico, es “demasié”, va más allá de toda pretensión lógica y supone, otro dicho popular, pasarse unos cuantos pueblos tal pensamiento.

En realidad, son tantas las acciones en defensa del aborto que no viene al caso, siquiera, citarlas aquí. Y es más que sabido que las naciones se han entregado, de hoz y coz, al mismo e, incluso, en Francia, se ha legislado para que la mujer pueda deshacerse del niño hasta antes justo del nacimiento. Y si eso no es un asesinato que venga Dios y lo vea. ¡Ah!, que ya lo ve… pues eso.

Sobre la destrucción de la familia y los valores tradicionales, sólo nos cabe decir que es algo sobre lo que inciden porque saben que es la columna vertebral del mundo que hemos construido a lo largo de los siglos, nuestra civilización judeocristiana. Y el Nuevo Orden Mundial y la Nueva Era necesitan, para cumplir sus objetivos, destruir tanto a una como a los otros.

Sobre lo otro, no es poca cosa que esté llegando a un momento (y es sólo el principio) en el que nada se pueda decir contra la imposición de la ideología de género. Y es como que si decir algo en su contra fuera algo así como un delito de lesa humanidad, algo así como ir contra la civilización. Y sí, es ir contra este tipo de civilización a la que están dando forma con ideologías como la de género y con lo otro.

Lo otro, como sabemos, es eso de los supuestos derechos LGBT que, a lo mejor, podrían tenerlos según y cómo. Sin embargo, una cosa es eso y, otra, muy distinta, tratar de imponer tales derechos y legislar de forma que oponerse a ellos sea, en sí mismo, delito lo cual, se diga lo que se diga, es una absoluta aberración y una exacta falta de vergüenza.

Ahora debemos referirnos a las posibles causas de tales pretensiones pues no vamos a creer que las cosas se producen sin alguna de las que vamos a traer aquí.

Por decirlo pronto, una persona con una forma de pensar ordinaria, alguien a quien podríamos denominar “normal”, no puede tener tales pensamientos como buenos porque no lo son.

Ciertamente, quien promueve tal tipo de cosas ha de tener alguna tara, sea la que sea. Por ejemplo:

-Puede tener algún trauma de la infancia,

-Puede tratarse de alguien tocado por la megalomanía,

-Puede tratarse de alguien que se ha visto con un poder que antes no tenía,

-Puede tratarse de alguien con alguna tara mental,

-Puede…

Sí, ya sabemos que se puede decir que imputar a alguien que no está bien de la cabeza podría parecer algo extremo. Sin embargo, no sería la primera vez en la historia de la humanidad que alguien enfermo mental tiene mucho mando en el mundo y quiere expandirlo (y en el siglo XX tenemos algunos ejemplos de eso)

Es decir, como no es ni medio normal que alguien quiera acaparar tanto poder (a lo mejor no conoce aquello que nos dice la Sagrada Escritura de aquel rico que tenía muchos graneros y pensaba qué hacer con tanto. Luego, una noche, se le dijo que pronto se le iba a pedir el alma… ¿Para qué quería tanto, para qué tanto ansia?) sólo podemos pensar que algún tipo de problema ha de tener quien así actúa porque, como decimos, ¿se puede aceptar, así, por las buenas, una forma de actuar como la de ciertos poderes del mundo?

En primer lugar, a lo mejor, tienen la impresión equivocada de que la humanidad es, algo así, como suya. Y es que han acabado confundiendo el poder económico, el dinero, con lo otro, con el poder sobre el hombre que ha sido creado por Dios y sólo al Creador se debe.

En segundo lugar, es posible que, no creyendo en Dios (este tipo de personas no cree en el Todopoderoso y si dicen creer en El Señor estamos más que seguros que creen al revés de lo que deberían creer) tengan por bueno y mejor que nada les va a pasar, que no van a tener castigo sus acciones y, en fin, que luego de muertos… nada hay. Y es una pena que cuando se den cuenta de que sí hay (en primer lugar, el Tribunal de Dios y, luego, lo que venga) ya sea demasiado tarde. Y, ante esto, sólo podemos decir que con su pan se lo coman aunque bien sepamos que también debemos pedir a Dios por tales personas…

Pero es que es cierto que, con un poder como el suyo (incrementado día a día por el sometimiento más que generalizado del pueblo y, sobre todo, de muchos Gobiernos del mundo) ¿quién se les va a oponer? Y es que tienen a su favor leyes y reglamentos y, contra eso, poco se puede hacer, digamos, desde el punto de vista personal e individual. Y por eso se aprovechan de su especial situación (arriba, bien arriba en la pirámide del poder)

Y, por fin, debemos decir qué debemos hacer.

De todas formas, por muy negro que sea el panorama (que lo es si no se quiere uno hacer el ciego voluntario ante lo que pasa) la verdad es que no vamos a sostener la desidia o la desesperanza: la primera porque sería impropio de un alma libre; la segunda, porque sería propio de alguien que ha abandonado a Dios, la mayor esperanza que tenga un creyente y alguien que tenga dos dedos de frente.

Por ejemplo, podemos:

- Orar y rezar a Dios, porque lo primero es lo primero, para que enmiende los corazones de los excesivamente poderosos y no permita que sigan caminando por unas sendas tan equivocadas como son las que ellos mismos se forjan,

- Actuar cada cual allá donde nos encontremos, en nuestra vida ordinaria, tratando de oponernos a lo que bien podamos oponernos. Escribiendo aquí, por ejemplo,

- No dejar solos a los que se enfrentan al Mal que está encarnado a la perfección en personas como la aquí nombrada o en determinados clubes que hay en el mundo en los que se plantea lo aquí traído por la parte mala de la cosa.

Y nosotros preguntamos, después de todo esto: ¿No es mejor dejar al ser humano que ejerza la libertad que Dios le ha donado? 

Y a esto, seguramente, responderán quiénes nosotros sabemos, que no. Y es que, claro, cuando no se cree en Dios pasa lo que pasa y de las seseras de algunos sale lo que sale.

De todas formas, jamás de los jamases vamos nosotros a caer en la desesperanza: ni el hambre, ni la espada, ni la prisión ni nada que de malo pueda oponerse a los hijos de Dios va a conseguir que no nos opongamos, con la palabra o de la forma que sea, a quien pretende adueñarse del mundo y de las personas que en él viven, se mueven y existen. Y es que es obligación grave, por nuestra parte, hacer eso y lo que haya que hacer. Al fin y al cabo, el mundo y su mundanidad está en guerra continua contra Dios y sus hijos.

 

Artículo publicado en The Traditional Post. 

Eleuterio Fernández Guzmán

   

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

 

Panecillo de hoy:

 

Sólo lo bien hecho ha valido y vale la pena.

 

Para leer Fe y Obras.

 

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna. 

1 comentario

  
Mariana M
Totalmente de acuerdo. La guerra es permanente entre los hijos de Dios y los hijos de las tinieblas.
Soros, Gates y otros nefastos. Esto es así como dice el artículo.
Hay gente que piensa que se exagera. En realidad no se puede describir lo tan malos que son.
El relativismo de la sociedad en gran parte, permite estos seres nefastos.
05/07/21 12:52 AM

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