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11.01.18

El rincón del hermano Rafael - "Saber esperar". Esto hace Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar” - Esto hace Dios

 

“¡Qué inmensa es la gracia de Dios cuando va llenando poco a poco un alma: cómo se va precisando más y más la vanidad de todo lo humano, y cómo en cambio, se llega uno a convencer prácticamente de que sólo en Dios es donde se halla la verdadera sabiduría, la verdadera paz, la verdadera vida, lo único necesario, y el único amor y deseo del alma!”

 

A lo mejor podría creerse que lo que piensa y aquí manifiesta el hermano Rafael es, digamos, muy simplista. Y es que da la impresión de que ve las cosas del alma de forma dual: Dios y el hombre y las consecuencias de esto.

Pensar y creer esto es, sin embargo, manifestar con meridiana claridad que no se entiende nada de nada lo que es nuestra fe católica, la creencia en la existencia de Dios Todopoderoso y, por fin, que no se ha llegado a comprender la profundidad de un tal pensamiento.

El tiempo de vida del ser humano creyente, aquí católico, es gradual. Queremos decir, a tenor de lo aquí escrito por San Rafael Arnáiz Barón, no nacemos con una plenitud de fe tan grande que nada tengamos ya que aprender o comprender. No. Lo mismo que vamos creciendo físicamente, nuestro espíritu, nuestro corazón, necesita ser alimentado de la gracia de Dios.

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