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27.11.16

La Palabra del Domingo - 27 de noviembre de 2016

 

 

 

Mt 24, 37-44

 

23  ‘Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre.38 Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca,      39 y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del  hombre.          40 Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; 41 dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada. 42      ‘Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. 43 Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no  permitiría que le horadasen su casa. 44 Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.””

        

COMENTARIO

Cuando menos pensemos vendrá Cristo

 

Velar, estar atentos, no despistarse de lo que, verdaderamente importa. Esto es lo que Cristo quiere decirnos y lo hace de una forma más que convincente. 

Nos parece que el Hijo de  Dios quiere meter miedo en el cuerpo y en el alma a quien escuche esto. Y es que, en efecto, el fin buscado es el santo temor de Dios y a su Justicia.   

En tiempos de Noé, como bien nos dice Jesucristo, la vida se desarrollaba, para la gran mayoría, por caminos pecaminososDios había llegado a pensar que la creación del hombre no había resultado como quería su corazón. Y decide castigar a una humanidad que se había separado demasiado de Quien la había creado. Deja, de todas formas, una luz de esperanza (Dios nos quiere demasiado como para no hacer eso) y destina a Noé y su familia a ser los nuevos Adanes y Evas (por decirlo así) del mundo. 

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26.11.16

Serie “Al hilo de la Biblia- Y Jesús dijo…” – Tan sencillo como esto

Sagrada Biblia

Dice S. Pablo, en su Epístola a los Romanos, concretamente, en los versículos 14 y 15 del capítulo 2 que, en efecto, cuando los gentiles, que no tienen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia, y los juicios contrapuestos de condenación o alabanza. Esto, que en un principio, puede dar la impresión de ser, o tener, un sentido de lógica extensión del mensaje primero del Creador y, por eso, por el hecho mismo de que Pablo lo utilice no debería dársele la mayor importancia, teniendo en cuenta su propio apostolado. Esto, claro, en una primera impresión.

Sin embargo, esta afirmación del convertido, y convencido, Saulo, encierra una verdad que va más allá de esta mención de la Ley natural que, como tal, está en el cada ser de cada persona y que, en este tiempo de verano (o de invierno o de cuando sea) no podemos olvidar.

Lo que nos dice el apóstol es que, al menos, a los que nos consideramos herederos de ese reino de amor, nos ha de “picar” (por así decirlo) esa sana curiosidad de saber dónde podemos encontrar el culmen de la sabiduría de Dios, dónde podemos encontrar el camino, ya trazado, que nos lleve a pacer en las dulces praderas del Reino del Padre.

Aquí, ahora, como en tantas otras ocasiones, hemos de acudir a lo que nos dicen aquellos que conocieron a Jesús o aquellos que recogieron, con el paso de los años, la doctrina del Jristós o enviado, por Dios a comunicarnos, a traernos, la Buena Noticia y, claro, a todo aquello que se recoge en los textos sagrados escritos antes de su advenimiento y que en las vacaciones veraniegas se ofrece con toda su fuerza y desea ser recibido en nuestros corazones sin el agobio propio de los periodos de trabajo, digamos, obligado aunque necesario. Y también, claro está, a lo que aquellos que lo precedieron fueron sembrando la Santa Escritura de huellas de lo que tenía que venir, del Mesías allí anunciado.

Por otra parte, Pedro, aquel que sería el primer Papa de la Iglesia fundada por Cristo, sabía que los discípulos del Mesías debían estar

“siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza” (1 Pe 3, 15)

Y la tal razón la encontramos intacta en cada uno de los textos que nos ofrecen estos más de 70 libros que recogen, en la Antigua y Nueva Alianza, un quicio sobre el que apoyar el edificio de nuestra vida, una piedra angular que no pueda desechar el mundo porque es la que le da forma, la que encierra respuestas a sus dudas, la que brota para hacer sucumbir nuestra falta de esperanza, esa virtud sin la cual nuestra existencia no deja de ser sino un paso vacío por un valle yerto.

La Santa Biblia es, pues, el instrumento espiritual del que podemos valernos para afrontar aquello que nos pasa. No es, sin embargo, un recetario donde se nos indican las proporciones de estas o aquellas virtudes. Sin embargo, a tenor de lo que dice Francisco Varo en su libro “¿Sabes leer la Biblia? “ (Planeta Testimonio, 2006, p. 153)

“Un Padre de la Iglesia, san Gregorio Magno, explicaba en el siglo VI al médico Teodoro qué es verdaderamente la Biblia: un carta de Dios dirigida a su criatura”. Ciertamente, es un modo de hablar. Pero se trata de una manera de decir que expresa de modo gráfico y preciso, dentro de su sencillez, qué es la Sagrada Escritura para un cristiano: una carta de Dios”.

Pues bien, en tal “carta” podemos encontrar muchas cosas que nos pueden venir muy bien para conocer mejor, al fin y al cabo, nuestra propia historia como pueblo elegido por Dios para transmitir su Palabra y llevarla allí donde no es conocida o donde, si bien se conocida, no es apreciada en cuanto vale.

Por tanto, vamos a traer de traer, a esta serie de título “Al hilo de la Biblia”, aquello que está unido entre sí por haber sido inspirado por Dios mismo a través del Espíritu Santo y, por eso mismo, a nosotros mismos, por ser sus destinatarios últimos.

Por otra parte, es bien cierto que Jesucristo, a lo largo de la llamada “vida pública” se dirigió en múltiples ocasiones a los que querían escucharle e, incluso, a los que preferían tenerlo lejos porque no gustaban con lo que le oían decir.

Sin embargo, en muchas ocasiones Jesús decía lo que era muy importante que se supiera y lo que, sobre todo, sus discípulos tenían que comprender y, también, aprender para luego transmitirlo a los demás.

Vamos, pues, a traer a esta serie sobre la Santa Biblia parte de aquellos momentos en los que, precisamente, Jesús dijo.

Tan sencillo como esto

 

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Y Jesús dijo… (Jn 6, 28-29)

“Ellos le dijeron: ‘¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?’ Jesús les respondió:  ‘La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.’”

Es bien cierto que en tiempos de Jesús y mientras predicaba, había muchas personas que, literalmente, no entendieron lo que quería decir. No es que fuera tontas ni nada por el estilo sino que su corazón no estaba un preparado para comprender aquella doctrina que, siendo la de siempre, había quedado oscurecida por la práctica de los hombres.

No debe extrañarnos que, al igual que los Apóstoles le pidieron a Jesús no ya que aumentara su fe (eso también se lo pidieron) sino que les enseñara a orar (y les enseña el Padre Nuestro nada más y nada menos), algunos quisieran saber qué debían hacer para, al y al cabo, hacer lo que Dios quería que hiciesen. Y es que una cosa es, seguramente, no comprender del todo y otra, muy distinta, querer hacerlo. Y aquellos, al menos, tenían ansia de saber, de conocer, de hacer bien las cosas que debían llevar a cabo.

Debemos estar atentos a las palabras que contiene este Evangelio. Queremos decir que aquellos, entonces, no le preguntan a Jesús qué deben hacer, así, en general, sino que deben hacer para “obrar las obras de Dios”. Y es que ellos, cuando escuchan a Jesús, saben que las cosas, en sus vidas, no pueden seguir como hasta entonces se habían desarrollado. Y tienen ansia de saber.

No podemos negar que eso era así pero tampoco podemos negar que ellos tenían en su mente un obrar al estilo de las obras que se hacen, como para llevar a cabo algo pero, quizá, sin la correcta y debida conexión entre eso y sus propias existencias espirituales. Y Jesús va, en esto, directamente al centro de la cosa, a lo básico que, por elemental, debe ser conocido por todos.

Al respecto de esto, en una ocasión ya dijo Cristo, se vio obligado a decir: “No todo el que me diga: “Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial” (Mt 7, 21) y es que quería decir que lo que importa en la relación espiritual, de fe y fidelidad, entre el Creador y alguno de sus hijos, es hacer la voluntad de Dios.

Para hacer lo que Dios quiere que hagamos; para hacer, aquellos que escuchaban a Cristo, la voluntad de Dios debían, saber cuál era porque, de otra forma, difícilmente podían cumplirla. Y, para eso había algo que era ineludible: creer que Cristo era, es, el Hijo de Dios.

Hoy día nada nos cuesta decir que sí, que Jesucristo es el Hijo de Dios. Sin embargo, entonces, en su tiempo, afirmar eso era sostener algo en lo que muchos no veían razón o causa siquiera.

El caso es que creer que Jesús era el Hijo de Dios (como el propio Dios diría cuando dijo que debíamos escuchar a su Hijo predilecto) suponía mucho. No era como decir algo así como “Pues sí, creo que eres el Hijo de Dios, el Enviado por el Padre” y, luego, nada hacer a tal respecto. No. Creer era hacer lo que decía creer y, por tanto, llevar una vida acorde con las palabras de Jesucristo… porque hemos concluido que, en efecto, es Quien Dios nos ha enviado, había enviado.

Y eso, se diga lo que se diga, no es fácil hoy día, donde tanto alejamiento hay de Dios y no digamos entonces, cuando Jesucristo andaba entre sus contemporáneos cuando la cercanía del Todopoderoso era tan grande que, a veces, no se le veía de tan cerca que estaba. Y rechazaban lo que era irrechazable. 

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno

Fundación Beato Manuel Lozano Garrido

La Fundación "Lolo” va a dar a la luz un libro inédito del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Para ello ha establecido un plazo de reserva del libro que es el 10 de diciembre de este año del Señor de 2016. Les pongo el Volante de encargo de “Las siete vidas del hombre de la calle” del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. 

Mas información, aquí.

Pinchando en la imagen serán dirigidos al pdf descargable para encargar el libro.

 

No pierdan la oportunidad de hacerse con una joya de espiritualidad.

 

Digamos, al respecto de este libro, algo muy importante: en la nota que nos ha enviado el P. Rafael Higueras Álamo, a la sazón Postulador de la Causa de Canonización (ya lo fue de la beatificación) nos dice esto:

 

“Fecha tope de recepción de peticiones: 10 diciembre 2016.

Lógicamente si se imprimen más ejemplares saldrá más barato; por ejemplo, si se imprimieran mil ejemplares, +1’80 de imprenta (quizá algo menos)

+portes de envío (si no se recoge en la sede de la Fundación)

+2 de donativo a la Fundación.

Sería muy bonito disponer de la publicación para los Reyes; o sea que antes del 10 de diciembre ha de recibirse la petición de ejemplares que se deseen.

Si la impresión fuera de 500 ejemplares la impresión podría salir hacia unos DOS € cada uno (más portes, más 2 € donativo).”

 

Mes de noviembre a los Santos y a las Benditas Almas del Purgatorio-Purificatorio

 

Oraciones de comienzo para cada día

 

Oración a  San José para obtener una buena muerte

 

A ti acudo, San José, Patrono de los moribundos, y a ti en cuyo dichoso transito estuvieron solícitos Jesús y María, por estas dos carísimas prendas te encomiendo con empeño mi alma cuando luche en la extrema agonía: para que por tu protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos.

Amén.

 

Oración a los santos

Oh vosotros, fieles y santos de Dios que, con vuestra actitud y forma de vida y existencia mostrasteis al mundo que es posible ser fiel a la santa Voluntad del Padre que reina en el Cielo; interceded por aquellos que formamos parte de la Iglesia Militante y que vemos en vosotros un ejemplo de hijos fieles que aman a su Padre. Amén.

Oración por las Benditas Almas del Purgatorio

Oh Dios Padre, Todopoderoso y Misericordioso Creador: Tú que procuras para tu descendencia el mejor destino y nos reconoces pecadores, que no siempre estamos limpios de corazón y que nuestra alma necesita mudar en blanca para presentarse ante Ti y poder entrar en tu definitivo Reino; acepta este ofrecimiento de todas mis obras, mis sufrimientos, mis penas y todo aquello que en bien de las Benditas Almas del Purgatorio tengas a bien aceptar. Procúrales un tiempo corto en el Purgatorio y, cumpliéndose siempre tu voluntad, aplica este ofrecimiento por aquellas almas de las que nadie se acuerda y nadie pide por ellas o bien por las que Tú creas conveniente.

Amén”.

 

Día 26

1. Oración inicial

¡Señor, Dios Todopoderoso, por la preciosísima sangre que tu Hijo muy amado derramó de sus manos y sus pies cuando estaba en la cruz, te suplico que liberes a las almas del Purgatorio, en especial a aquellas por las que más debo rezar! No permitas que permanezcan allí por más tiempo por mi culpa, para que te puedan alabar y glorificar en la eternidad. Amén.

 2. Cita

“’Un día se verá el trabajo de cada uno. Se hará público en el día del juicio, cuando todo sea probado por el fuego. El fuego, pues, probará la obra de cada uno. Si lo que has construido resiste el fuego, será premiado. Pero si la obra se convierte en cenizas, el obrero tendrá que pagar. Se salvará pero no sin pasar por el fuego" (1 Co 3, 13-15).

3. Reflexión

Si, ciertamente, somos conscientes de la existencia del Purgatorio, no por eso podemos pensar que todo aquel que eso sabe hace lo que corresponde por las almas que allí se encuentran. Somos, muchas veces, descuidados con nuestro deber espiritual para con ellas. Por eso debemos pedir a Dios que tenga en cuenta que si, bien, nosotros no pedimos todo lo que debemos pedir por ellas, merecen ser atendidas por su bondad. Y es que no debe permitirse, no debe permitir el Creador, por una culpa muy ajena a las Benditas Almas del Purgatorio, que permanezcan allí más tiempo del que deben permanecer por no recibir el efecto de sus benefactores espirituales.

4. Nos proponemos hoy   

-Pedir perdón a Dios por no rezar lo suficiente por las Benditas Almas.

-Procurar incrementar nuestra oración y ofrecimientos por las Benditas Almas.

5 Oración final

Dios misericordioso, que nos perdonas y quieres la salvación de todos los hombres, imploramos tu clemencia para que, por la intercesión de María Santísima y de todos los santos, concedas a las almas de nuestros padres, hermanos, parientes, amigos y bienhechores, que han salido de este mundo, la gracia de llegar a la reunión de la eterna felicidad. Amén.

6. Jaculatoria para hoy

¡Todo por ellas!

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Por la libertad de Asia Bibi. 
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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Enlace a Libros y otros textos.

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Palabra de Dios, la Palabra.

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Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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Escucha a tu corazón de hijo de Dios y piedra viva de la Santa Madre Iglesia y pincha aquí abajo:

da el siguiente paso. Recuerda que “Dios ama al que da con alegría” (2Cor 9,7), y haz click aquí.

 

 

25.11.16

Reseña: Colección Fe sencilla – Sobre la Biblia - “La Última Cena – Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo”

La Última Cena - Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo                            La Última Cena - Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo

Título: La Última Cena – Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 62

Precio aprox.: 3.50 € en papel – 0.95€ formato electrónico.

ISBN: 5800119642109 papel; 9781326872236 electrónico

Año edición: 2016

Los puedes adquirir en Lulu.

                            

“La Última Cena – Obra con un Prólogo, tres actos y un Epílogo”- de  Eleuterio Fernández Guzmán.

 

Continuamos con la publicación de textos dentro de la Colección Fe sencilla. Ahora traemos aquí una obra de teatro referida a la Última Cena que Jesucristo celebró, pues era eso y mucho más, con sus Apóstoles.

Vayamos, pues, con la reseña.

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24.11.16

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Tenerlo todo tan claro...

 

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

 

“Saber Esperar”- Tenerlo todo tan claro…

“¡Qué grande es la alegría de vivir cuando se tiene a Dios, y sólo a Dios!, qué pequeños resultan los problemas que la vida nos presenta, problemas cuya solución está en… sólo Dios.”

Nuestra vida, aquello que nos pasa y a lo que llamamos existencia, puede ser vivida de muchas formas. Es decir, cada cual, según sean las circunstancias por las que pase su devenir puede sostener que es feliz o lo contrario. 

Vivir, en sí mismo, es ya algo gozoso. Queremos decir que lo mejor de vivir es… ¡vivir! Por eso hay tanto contra la muerte: supone el fin de una existencia que nos ha sido dada. Y, en efecto, Aquel que nos la ha dado quiere para nosotros lo mejor, lo más bueno, aquello que complete nuestro ser hasta que nos encontremos con Él en su definitivo Reino.

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23.11.16

Serie “Santos y Beatos” - Presentación

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En su infinita Sabiduría, el Padre Dios ha sabido suscitar, a lo largo de los siglos, de entre sus hijos, a una cantidad relativamente significativa de los mismos para demostrarnos que no es imposible ser fieles a su Voluntad. Tales de entre nosotros han subido a los altares y, bien como santos bien como Beatos, nos muestran un camino a seguir.

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