InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Septiembre 2013, 04

4.09.13

Ad pedem litterae – P. Pablo Cabellos Llorente

Al pie de la letra es, digamos, una forma, de seguir lo que alguien dice sin desviarse ni siquiera un ápice.

En “Ad pedem litterae - Hermanos en la red” son reproducidos aquellos artículos de católicos que hacen su labor en la red de redes y que suponen, por eso mismo, un encarar la creencia en un sentido claro y bien definido.

Ad pedem litterae - P. Pablo Cabellos Llorente

Presentación del artículo del P. Pablo Cabellos .

Es muy bueno saber a qué atenernos en lo tocante a lo que nos ha tocado vivir porque no hay nada peor que vivir en Babia y estar a otras cosas.

El autor del artículo sabe más que bien que la situación por la que pasa, por lo menos occidente (esto lo digo yo) tiene mucho que ver con el olvido de Dios que viene produciéndose desde hace unos siglos desde que realidades como la Ilustración se adueñaron de los pensamientos y, ¡Ay!, de los corazones de muchos. A partir de tal momento, dejar de lado al Creador ha tenido como consecuencia muchos males.

Hedonismo, relativismo, individualismo… son gigantes que han ido ocupando los haceres y decires de muchos y han provocado, por ejemplo, la misma situación de crisis por la que estamos pasando pues no es que no tenga nada que ver el egoísmo, el mirarse a uno mismo, el que todo dé igual, el yo, el yo y el yo sino que, al contrario, es lo que más tiene que ver con lo que hoy pasa.

Dice el P. Pablo Cabellos en su artículo que “sin una libertad cabal, no crece la fe, pero tampoco la persona”. Y por eso, exactamente por eso, por falta de libertad como ha de ser la libertad, es por lo que pasa lo que pasa.

Y, ahora, el artículo del P. Pablo Cabellos Llorente.

Atisbar los signos de los tiempos

Pablo Cabellos Llorente

Con más o menos acierto, en todas las épocas de la historia, los pensadores han estado pendientes de los signos de los tiempos. Quien ha sido más capaz de descifrarlos, de entender bien el pasado y el presente para proyectarlos hacia el futuro, es quien mejor ha captado el origen de los cambios, se ha hecho presente en ellos y ha dirigido el futuro hacia la felicidad de los hombres. Por el contrario, los que han captado el futuro partiendo de una idea errada han sido hombres y mujeres capaces de convertir en catastrófica la existencia humana. Hitler y Stalin equivocaron el fin y, por consiguiente, fallaron en los medios, produciendo la más sangrienta de las guerras y un caudal de muertos inocentes, cuyo sólo pensamiento aterra.

No hace falta pensar en los caídos en Vietnam, Camboya o China. O los que son fruto de las guerras sin sentido en curso. En la antigüedad romana, griega, en Mesopotamia, también tiraban a dar, pero provocaban relativamente pocas bajas. Cuando Alejandro redondeó su imperio, tenía muchos menos muertos detrás que los producidos por los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Ahora, con una profunda mirada hacia atrás, si deseamos otear el futuro para prepararlo digno del hombre, hemos de tener en cuenta dónde estamos, aunque la tarea adquiera proporciones gigantescas.

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