Beato Manuel Lozano Garrido - “Lolo, libro a libro”- ¿A que así se trabaja mejor?

Presentación

Beato Manuel Lozano Garrido, beato Lolo sonriendo

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Continuamos con el traer aquí textos del Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo. Lo hacemos ahora con “Mesa redonda con Dios”.

¿A que así se trabaja mejor?

 

“La oración del trabajo, esa que se componen de ocho horas y que tiene como reclinatorio los martillos perforadores, las teclas de una máquina, el auricular de un teléfono, la mesa de operaciones o los pupitres de una clase, es la voz que más sobrepasa la barrera del sonido cuando se dirige hacia las alturas, porque navega empujada por el espíritu de superación del alma y del cuerpo, las ansias íntimas y el sacrificio de los brazos, la fatiga y ese sudor de las sienes que empalman redentora y gloriosamente con los de Getsemaní”. (Mesa redonda con Dios, p. 54)

 

Nosotros hacemos, en el título, una pregunta que, a lo mejor, puede resultar fuera de lugar porque ¿acaso se puede trabajar mejor leyendo algo, sea lo que sea?

Si hay alguien que sostenga que eso es así, sin duda alguna, equivoca mucho el tiro porque es verdad, y más que verdad, que sí, que leyendo determinadas palabras, es posible trabajar mejor. Y ya no nos referimos, siquiera, a estas de Lolo sino a otras muchas aunque, claro, estas también nos sirven y valen, las dos cosas.

Empieza el Beato de Linares (Jaén, España) poniendo las cartas sobre la mesa y dejando las cosas claras. Es que, según nos dice, el trabajo es, a su manera, una oración.

Cuando Lolo dice eso ha de querer decir que con el mismo nos dirigimos, a Dios, lo mismo que cuando oramos o rezamos, por ejemplo, el Padre Nuestro. Y eso es un gran misterio al que nos interesa, y mucho, acercarnos.

Y luego los ejemplos. Y sí, es cierto que no hace relación de todos los trabajos que existen (eso sería imposible) pero sí muestra algunos de ellos que, digamos, podrían y pueden representar a los demás. Por eso nos habla de los trabajos manuales (cuando habla de los martillos perforadores), de aquellos que se hacen en una oficina (teclas de una máquina) o atendiendo el teléfono (expresión propia de quien relaciona a unas personas con otras), la labor de un cirujano (mesa de operaciones) y, ¡ojo!, también incluye en el trabajo, en lo que debemos considerar eso, trabajo, a los que estudian por cuanto habla de los “pupitres de una clase”, pues no ha hablado, por ejemplo, de la mesa del maestro… Por tanto, no se pretenda escapar de ser considerado un trabajo, porque lo es, quien estudia porque ¿no se pasan duras horas ante los libros hincando los codos…?

Eso sí, debemos ofrecer el trabajo a Dios. Por eso nos dice Manuel Lozano Garrido que todo esto, si lo dirigimos “a las alturas” acaba sobrepasando la barrera del sonido que no es poca cosa. Y aunque eso no quiera decir que nuestro Creador no tenga en cuenta nuestro esfuerzo diario… en fin, como que puede ver con mejores ojos que lo que vayamos a hacer o llevar a cabo se lo ofrezcamos porque es hasta posible que sabiendo que eso hemos hecho… bueno, que lo hagamos lo mejor posible. 

Cuando nos dice Lolo eso de las alturas donde llegaría nuestro ofrecimiento lo dice porque sabe que, cuando el mismo le acompaña lo que tenemos de perseverancia en el hacer, aquello que es nuestra voluntad más íntima y que tenemos guardado en el corazón hasta hacerlo posible y, en fin, cuando eso lo relacionamos con el mismo Cristo… en fin, como que no es posible que no alcance su divino destino junto a Dios.

Y como nunca somos abandonados por nuestro hermano Jesucristo, es cierto y verdad que ahora tampoco nos deja solos. Por eso Lolo dice y asegura que el sufrimiento de Cristo y el que nosotros podamos padecer en tales menesteres se relación entre sí de una forma tan estrecha que nos ayudan, como dice San Pedro, a completar los sufrimientos del Maestro.

Entonces… ¿se trabaja o no mejor así y sabiendo eso?

 

 

Eleuterio Fernández Guzmán

 

Panecillos de meditación

 

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.

Para leer Fe y Obras.

Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.

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