InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Archivos para: Octubre 2012

26.10.12

Eppur si muove - ¿Sueñan algunos políticos con obispos mecánicos?

Por la libertad de Asia Bibi.

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Por el respeto a la libertad religiosa.

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Las personas a las que nos gusta mucho la ciencia ficción tenemos a Blade Runner (1982, dirigida por Ridley Scott y protagonizada por Harrison Ford) por una película de las que se llama (con perdón) “de culto”. Esto quiere decir que todo lo relacionado con ella nos gusta y gozamos con verla una y otra vez.

Pues bien, muchas de las películas de este género se basan en novelas que han inspirado a las personas que, al fin y al cabo, las han llevado a las pantallas. Y Blade Runner no es una excepción.

La novela, escrita por Philip K. Dick, lleva por título “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?” (se puede leer aquí, gratis) aunque también se puede encontrar no haciendo referencia a “eléctricas” sino a “mecánicas”. Plantea la posibilidad de que los androides, creados por el hombre, llegaran a alcanzar capacidades (como la de soñar) para las que no habían sido creados y que entre sus sueños se encontraran los de ovejas que actuaban de forma mecánica.

Y es que, cuando se hace algo de forma mecánica se hace automáticamente y sin reflexión o, lo que es lo mismo, llevado por un comportamiento escasamente personal y libre.

Por eso el título del Eppur si muove de hoy es el que es. Y es por esto que sigue.

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25.10.12

¡Fariseos!

Por la libertad de Asia Bibi.
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Digan lo que digan y se piense lo que se quiera pensar, hay cosas que dan bastante asco y que, si las miramos bien, es para mandar a esparragar a más de uno o, como poco, a hacer puñetas.

Sean como sean las cosas y se alcancen a comprenderlas o resulten imposibles de entender, lo bien cierto es que hay realidades que dan para pensar que más de uno cree que está rodeado de personas con algún retraso que no les hace darse cuenta de la verdad de las cosas.

Esté quien esté ante nosotros y sea quien sea el que quiere defenderlo contrario, en algunas ocasiones lo mejor es sostener que lo blanco es blanco, lo negro es negro y, como dijo Cristo, donde es sí, ha de ser sí y donde es no, ha de ser no.

En realidad, lo que es, es y lo que es no es nada bueno para nadie que tenga dos dedos de frente y tenga por bueno lo que es bueno y malo lo que es malo y, sobre todo, que no valen actitudes más propias de fariseos en el sentido de hipócrita y no, ¡Ay!, entendido el mismo como persona que es rigurosa y recta con la Ley de Dios.

Todo esto tiene relación con lo que sigue.

El Ministro del Interior del Reino de España, Jorge Fernández Díaz, es un hombre bastante locuaz o, lo que es lo mismo, que ha demostrado, hasta el momento, que es capaz de meter la extremidad inferior con sólo hablar. Y ahora no se ha quedado lejos demostrando que es mejor estar callado que hablar sin darse cuenta de que hay personas que se dan cuenta de su estulticia y falsedad.

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24.10.12

Al parecer, no es, éste, tiempo de Lolos

Por la libertad de Asia Bibi.

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Lolo

Don Vicente Alejandro Guillamón, periodista, dio a la luz (en Religión en Libertad) un artículo de título “Qué fue de la Salve Regina” en el que reflexionaba sobre el destino que se le ha dado a la oración que titulaba el artículo y que no ha sido, precisamente, edificante. Pues bien, entre lo que escribía había algo que llamaba la atención por lo verdadero de la cosa y es que el tiempo que nos ha tocado vivir no es tiempo de “Lolos”. Se refería, él mismo lo dice, al beato Manuel Lozano Garrido, que mostrando un ser que sobrenaturalizada el dolor que, sin duda, padecía, lo transformaba en gozo y en mirada a Dios. Y decía, el autor del artículo, que los tiempos de hoy, más bien hedonistas, no son, en efecto, tiempos de personas como Lolo.

El artículo dice, en concreto, esto:

“Rebuscaba en fechas recientes entre los numerosos carnetes de mis pertenencias múltiples –académicas, sindicales, asociativas, políticas, apostólicas, etc.- aquellos que me permitiesen acreditar mi condición de periodista –graduado en la antigua Escuela Oficial de Periodismo y con sesenta años largos de ejercicio profesional a cuestas-, y me tropecé con la tarjetas, foto incluida, de “aspirante” y luego miembro de la Juventud de Acción Católica. Al releerlas, algo se removió en mi interior, pero no tanto por la lejanía de una edad quieras que no añorada, sino por la pérdida de ciertas prácticas o devociones piadosas que los vientos desérticos postonciliares se llevaron por delante.

En los lejanísimos años de mi “militancia” –palabra horrorosa de resabios marxista- en la JAC, raro era el acto piadoso o litúrgico que no rematáramos con el canto de la “Salve Regina”, entonces en latín, como era casi toda la liturgia. “Salve, Regina, Mater misericoridiae; vita dulcendo et espes nostra, salve…” Tal vez no entendiéramos exactamente todo lo que decíamos, pero nuestro corazón lo comprendía perfectamente, en especial su sentido balsámico y suplicante.

Cierto que la Salve es una oración algo tremendista, apropiada para tiempos tremendos, angustiosos (…”a ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”…). De incierto origen medieval, venía a ser refugio o remanso de almas dolientes, agobiadas por acontecimientos más externos que íntimos, más sociales que personales. Quiero recordar de haber leído alguna vez en alguna parte, que la plegaria original la creó un monje de un monasterio gallego en plena y furiosa invasión musulmana. Tiempos rudos y violentos aquellos, pero históricos, es decir, para nosotros, no actuales, mas para otros cristianos de áreas más orientales, por desgracia, plenamente vigentes. De todos modos, para los católicos del mundo cultural en el que vivimos, la Salve nos parece un tanto irreal, extemporánea, casi fastidiosa. Hoy las gentes no están por el sufrimiento, por la resignación ante las adversidades, por la fatalidad que el rodar de la vida nos asigna a cada uno. Ciertamente no es época de “Lolos”, de santos sufrientes aunque siempre alegres, al modo del beato jienense Manuel Lozano Garrido. Ahora lo que prevalece es el hedonismo, el pasarlo pipa, la buena vida, el goce sin límite del cuerpo más que del alma.

Tras el Concilio Vaticano II, no pocos de sus intérpretes quisieron poner el reloj de la Iglesia tan a la hora del mundo secular, que hasta se dejaron contagiar por algunos pecados de la sociedad secularizada. Parte del entrañable devocionismo mariano dejó paso a una cierta piedad hirsuta, supuestamente esencialista, más propia del luteranismo o de otras confesiones protestantes que católicas. En cierta ocasión visité, invitado por un buen amigo anglicano, al obispo de la Iglesia reformada episcopaliana española, don Ramón Taibo, fallecido hace unos diez años, que vivía frente a lo que hoy es el disparatado Tribunal Constitucional, y oficiaba en la Iglesia de esta denominación de la calle de la Beneficencia de Madrid. Don Ramón, que sería un santo varón, digo yo, en las primeras de cambio de nuestra conversación me soltó: “Ustedes, los mariólatras”. Me mordí la lengua para no contestarle como se merecía, pero obviamente, no volví a visitarle. A veces, sin embargo, me pregunto si nuestra devoción a María no ha sido arrinconada, por algunos curitas, al cuarto de los trastos viejos de las sacristías. Desde luego, nada de cantar la Salve, Regina, al final de los actos litúrgicos o piadosos. ¿Se trata de una oración de viejos nostálgicos?.

Y, en efecto, la vida, el tiempo, que nos ha tocado vivir, no es tiempo de gozo en el dolor sino, muy al contrario, de huida del mismo y, también, de intento vano de esconder que existe el dolor y que, como seres humanos, caminamos por un valle de lágrimas.

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23.10.12

Un amigo de Lolo - Porque Dios siempre nos mira y perdona

Por la libertad de Asia Bibi.

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Manuel Lozano Garrido

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Porque Dios siempre nos mira y perdona

“No estaremos muy lejos del secreto de Dios si le pensamos mirándonos con ojos empañados por la ternura ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor ( 72 )

Seguramente la relación que muchos creyentes mantienen con Dios no está muy alejada de la que supone saberse hijo de un Padre a quien, físicamente, no pueden ver. Así, muchos pensarán, resulta difícil dirigirse al Creador que es, sí, Quien te ha creado pero, al fin y al cabo, no podemos abrazar cuando necesitamos un abrazo o llorar y que nos vea.

En realidad, ser hijo de Dios debería ser lo más sencillo del mundo. Pero cuando se tiene una visión material de las cosas que nos pasa no se alcanza a comprender que el Todopoderoso está más cerca de nosotros de lo que muchas veces creemos y, siempre, más a mano de lo que sentimos.

También es cierto que nos hace falta una visión real de nuestra fe y de lo que supone la misma. Y, así, por ejemplo, vernos en la real dimensión que nos acerca al Padre y de la que nunca, pero nunca, deberíamos desprendernos si es que, acaso, la hemos encontrado. Por eso estar cerca de Dios ni es difícil ni, menos, imposible. Y basta con querer acercarse a través de la oración, de la contemplación del mundo con las maravillas creadas que lo adornan y embellecen o, incluso, con un simple pedir a sabiendas de que se nos dará.

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22.10.12

Serie Huellas de Dios .-14.- Saltarse las normas de Dios

Por la libertad de Asia Bibi.

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Presentación de la serie

Huellas de Dios

Las personas que no creen en Dios e, incluso, las que creen pero tienen del Creador una visión alejada y muy distante de sus vidas, no tienen la impresión de que Quién los mira, ama y perdona, puede manifestarse de alguna forma en sus vidas.

Así, cuando el Amor de Dios lo entendemos como el actuar efectivo de quien no vemos puede llegar a parecernos que, en definitiva, poco importa lo que pueda hacer o decir Aquel que no vemos, tocamos o, simplemente, podemos sentir.

Actuar de tal manera de permanecer ciego ante lo que nos pasa y no posibilitar que Dios pueda ser, en efecto, alguien que, en diversos momentos de nuestra vida, pueda hacer acto de presencia de muchas maneras posibles.

En diversas ocasiones, por tanto, se producen inspiraciones del Espíritu Santo en nuestro corazón que muestran la presencia de Dios de forma firme y efectiva. Las mismas son, precisamente, “Huellas de Dios” en nuestras vidas porque, en realidad, nosotros somos su semejanza y, como tal, deberíamos encontrar a nuestro Creador, sencillamente, en todas partes.

No es algo dado a personas muy cualificadas en lo espiritual sino posibilidad abierta a cada uno de nosotros. Por eso no podemos hacer como si Dios estuviera en su reino mirando a su descendencia sin hacer nada porque cada día, a nuestro alrededor y, más cerca aún, en nosotros mismos, se manifiesta y hace efectiva su paternidad.

Las huellas de Dios son, por eso mismo, formas y maneras de hacer cumplir, en nosotros, la voluntad de Creador que, así, nos conforma para que seamos semejanza suya y, en efecto, lo seamos porque, como ya dejó escrito San Juan, en su primera Epístola (3, 1) es bien cierto que, a pesar de los intentos de evadirse de la filiación divina, no podemos preterirla y, como mucho, miramos para otro lado porque no es de nuestro egoísta gusto cumplir lo que Dios quiere que cumplamos.

Sin embargo, el Creador no ceja en su voluntad de llamarnos y sus huellas brillan en nuestro corazón siendo, en él, la siembra que más fruto produce.

14.- Saltarse las normas de Dios

Hoy mismo he podido comprobar cómo Dios influye en nuestra vida a través de las huellas que, en ella, deja porque he sido testigo de algo que, a lo mejor, es común y que, en realidad, no debería llamar la atención: una persona, estando yo esperando a que el semáforo, que estaba en rojo, cambiara a verde, se ha saltado el mismo y, sin pensárselo dos veces, ha seguido su camino.

Ha sido así de simple.

Casi de forma inmediata me ha venido a la mente y al corazón algo que sí que tiene que ver con nuestra vida de creyentes: ¿Cómo nos comportamos en relación a la Ley de Dios? y, también, ¿Miramos para otro lado cuando hacemos según qué cosas?

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