Serie Fundación GRATIS DATE – San Francisco de Javier – Cartas selectas

GRATIS DATE

Escribir de la Fundación GRATIS DATE es algo, además de muy personal muy relacionado con lo bueno que supone reconocer que hay hermanos en la fe que tienen de la misma un sentido que ya quisiéramos otros muchos.

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página web (www.gratisdate.org). Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Seguramente, todas las personas que lean estas cuatro letras que estoy juntando ya saben a qué me refiero pero como considero de especial importancia poner las cosas en su sitio y los puntos sobre todas las letras “i” que deben llevarlos, pues me permito decir lo que sigue.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

No quiero, tampoco, que se crean muy especiales las citadas personas porque, en su humildad y modestia a lo mejor no les gusta la coba excesiva o el poner el mérito que tienen sobre la mesa. Pero, ¡qué diantre!, un día es un día y ¡a cada uno lo suyo!

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forman hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha des estar siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Por tanto, esta serie va a estar dedicada a los libros que de la Fundación GD a los que no he hecho referencia en este blog. Esto lo digo porque ya he dedicado dos series a algunos de ellos como son, por ejemplo, al P. José María Iraburu y al P. Julio Alonso Ampuero. Y, como podrán imaginar, no voy a traer aquí el listado completo de los libros porque esto se haría interminable. Es más, es mejor ir descubriéndolos uno a uno, como Dios me dé a entender que debo tratarlos.

Espero, por otra parte, que las personas “afectadas” por mi labor no me guarden gran rencor por lo que sea capaz de hacer…

San Francisco de Javier – Cartas selectas

Cartas selectas

“Con esta modesta obra, la Fundación GRATIS DATE ha querido honrar la memoria del gran santo y patrón de las misiones católicas, San Francisco Javier, en el quinto centenario de su nacimiento, y ha pretendido al mismo tiempo darle ocasión al Santo de seguir encendiendo el celo apostólico de los cristianos.”

Con estas palabras, de la Introducción (p.3) de este muy especial libro epistolar del apóstol de las misiones se nos dice mucho: la causa del mismo y el motivo, en el fondo muy espiritual, que llevó a la Fundación GRATIS DATE a publicar este libro con una serie de misivas que San Francisco de Javier (más conocido, simplemente, como San Francisco Javier) envío a sus compañeros de “armas” espirituales, los miembros de la Compañía de Jesús, por entonces, dada al mundo por otro gran santo de nombre Ignacio de Loyola.

En la misma Introducción se aporta el dato según el cual corría el año 1953 cuando el P. Féliz Zubillaba, S.I. Publicó 137 documentos, casi todos ellos eran cartas, en el libro “Cartas y escritos de San Francisco Javier”.

Pues bien , el P. José Luis Sempere, también jesuita, seleccionó un total de 26 cartas del santo misionero y las publicó en el libro titulado “Cartas selectas de San Francisco Javier”. Y tal la selección que presente este libro de la Fundación GRATIS DATE.

¿Por qué publicar las cartas de un católico tan señalado como fue San Francisco Javier?

En realidad, debido a que “expresan de modo impresionante su celo apostólico devorador, y constituyen su biografía más exacta e íntima” (p. 3)

Pues bien, las citadas cartas fueron enviadas a lo largo de los viajes que se recogen en este libro y que fueron, a saber:

Primer viaje, con destino La India (1541)

Segundo viaje, con destino Indonesia (1545)

Tercer viaje, con destino Japón (1549)

Cuarto viaje, con destino China (1552)

Bien podemos ver que el Patrono de las Misiones cumplió con la suya de forma esmerada y entusiasta como, por cierto, puede apreciarse en el texto de las cartas que contiene este libro.

Pero, antes de nada, traigamos aquí algo de la biografía del santo navarro. También viene recogido en este libro justo antes de pasar a reproducir las epístolas de san Francisco Javier.

Así,

“Los padres de San Francisco Javier fueron Juan de Jaso Atondo, natural de la Baja Navarra –hoy Francia– y María Azpilicueta Aznárez, nacida en el navarro Baztán o quizá en Javier. El padre, doctor en leyes por Bolonia, fue presidente del Real Consejo de Navarra. Y la madre, como Aznárez, aportó al matrimonio el Castillo de Javier, edificado en el siglo XIII sobre otro más antiguo, un castillo fuertemente defensivo, frente al vecino Reino de Aragón.

Este matrimonio profundamente cristiano, según afirma el padre Juan de la Peña, maestro y amigo de Javier en París, ‘tenía especial empeño de criar bien a sus hijos y enseñarles bien en la Ley de Dios, aficionándolos a la virtud, conociendo ser ésta la mejor herencia que les podían dejar’.

Hermanos de Javier fueron Miguel de Jaso, el heredero del Castillo, y Juan, conocido como el Capitán Azpilicueta, ambos dedicados a las armas. Y tuvo dos hermanas, Magdalena, primero dama de honor de Isabel la Católica, y después clarisa, abadesa de Gandía, y Ana de Jaso, casada con el señor de Beire, en Navarra.

Francisco, el menor de los hermanos, nace el 7 de abril de 1506, martes de la Semana Santa. A los dieciocho años, en 1524, con grandes ambiciones de triunfar en la vida, va a estudiar a la Universidad de París, donde lleva una vida bastante alegre y disipada. Las costumbres de alumnos y profesores son entonces con frecuencia ligeras e inmorales, y aunque ’salían del colegio por la noche con uno de los profesores y le llevaban a él’, el Señor le guardó especialmente, y pasó por ello ’sin haber experimentado corrupción de la carne’.

En el Colegio universitario internacional de Santa Bárbara vive Javier once años completos. Es buen estudiante, Bachiller en Artes, en 1529, y al año siguiente Licenciado. Ya Maestro, en 1530, enseña tres años filosofía en el vecino Colegio de Beauvois, mientras estudia teología.

Francisco, después de ocho años en París, ya cerca del fin de sus estudios, conoce a Ignacio de Loyola, un guipuzcoano muy espiritual y devoto, cojo, dieciséis años mayor que él, y que en las murallas de Pamplona había luchado, al servicio de Castilla, contra sus dos hermanos Miguel y Juan, partidarios de la dinastía francesa del Reino de Navarra.

Quiso la Providencia divina que Ignacio y Javier llegaran a hospedarse en la misma habitación del Colegio de Santa Bárbara. De los primeros hombres de la Compañía de Jesús, es Francisco el último de los conquistados por Ignacio: ‘¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si al final pierde su alma?’… En agosto de 1534, a los veintiocho años, hace con sus compañeros en Montmartre sus votos. En septiembre se retira para practicar los Ejercicios espirituales. Termina sus estudios de teología y viaja a Venecia en 1537 con sus ocho compañeros, para reunirse con Ignacio.

Esta incipiente Compañía tenía intención de embarcarse para Tierra Santa, pero el peligro de las naves turcas hizo imposible el proyecto. Trabajaron entonces en hospitales de Venecia. Fueron después a Roma, donde se pusieron a la disposición del Papa. Él les permitió ordenarse sacerdotes y les autorizó peregrinar a Jerusalén. El 24 de junio de 1537 recibió Javier el orden sagrado sacerdotal.

Al persistir la imposibilidad de viajar a Tierra Santa, permanecen en Italia, donde se ocupan en diversas obras apostólicas y asistenciales. El Papa Pablo III aprueba la Compañía de Jesús en septiembre de 1540. Y poco después, solicita misioneros jesuitas para evangelizar la India, sujeta entonces al protectorado portugués. Es elegido Javier, que enviado así por el Papa y por la Compañía, parte con gran entusiasmo para evangelizar el Lejano Oriente.

Bajo el impulso del Espíritu Santo, la vida misionera de San Francisco Javier dura once años y medio, y en ella, sin contar otros viajes menores, realiza cuatro grandes viajes principales.

Muere en la isla de Sanchón, muy cerca de la costa de China, el 23 de diciembre de 1552. Su cuerpo se conserva incorrupto en Goa. Fue canonizado por el papa Gregorio XV en 1622, y San Pío X, en 1904, lo nombró Patrono de las Misiones.”

Antes de salir para sus viajes, escribe San Francisco Javier a su Padre Ignacio de Loyola y a Juan Coduri que se encontraban en Roma. Les previene sobre lo que cree que pasará en su inmediato futuro. Es algo muy propio de un creyente arrojado y perseverante en su intención creer que sólo podrán verse en el cielo porque, como muy bien dice en un momento de la carta, casi al final, “Cesamos rogando a Cristo nuestro Señor nos dé gracia de vernos y juntarnos en la otra vida corpralmente, pues en éstas no sé si más nos veremos, así por la mucha distancia de Roma a la India, como por la mucha mies que allá hay sin irla a buscar a otra parte” (p. 8)

Dice, pues, esta carta, esto que sigue y que vale mucho la pena leer:

“Lisboa 18 de marzo 1541
IHUS [Jesús Salvador de los hombres]
La gracia y amor de Cristo nuestro Señor sea siempre en nuestra ayuda y favor.

Recibimos vuestras letras de nosotros muy deseadas, con las cuales gozaron tanto nuestras ánimas, cuanto la obligación tenemos para ello, así en saber de la salud de toda la Compañía, como de las ocupaciones tan santas y pías en que todos os ocupáis; es a saber, en edificar así espirituales casas como materiales, para que los presentes y por venir, teniendo medios necesarios para trabajar en la viña del Señor [Mt 20,1], puedan llevar adelante lo que tanto en servicio de Dios nuestro Señor está comenzado. Plegue a nuestro Señor que a nosotros, ausentes sólo con el cuerpo, aunque presentes con el espíritu [2Cor 5,3], nunca más que ahora nos dé su santa gracia para imitaros, pues así nos mostráis la vía para servir a Cristo nuestro Señor.

2. De acá os hago saber cómo el rey, paresciéndole bien nuestro modo de proceder, así por la experiencia que tiene del fruto espiritual que se hace, como esperando mayor cuantos más fueren, está deliberado de hacer un colegio y una casa de los nuestros, es a saber, de la Compañía de Jesús; y para edificarlas, quedan acá tres, maestro Simón [Rodríguez], maestro Gonzalo [Madeyros] y otro sacerdote docto en cánones [Manuel de Santa Clara] y otros muchos se van descubriendo para entrar en la Compañía; y ha tomado el rey de hacer estas casas muy a pechos y de veras.

Las veces que lo habemos visitado nos ha hablado siempre en ello, sin jamás nosotros haberle hablado, ni por nosotros ni por terceras personas, sino de su mera y pura voluntad se ha movido a quererlas edificar. Este verano en la universidad de Coímbra edificará el colegio, y la casa, pienso que en la ciudad de Evora; y creo que escribirá a su Santidad para que le envíe algunos o alguno de la Compañía para estos principios, para que ayuden a maestro Simón.

El rey en ser tan aficionado a nuestra Compañía, y desear el aumento de ella, como uno de nosotros, y todo por sólo amor y honra de Dios nuestro Señor, a nosotros nos ha obligado por Dios a serle perpetuos siervos, paresciéndonos que a una voluntad tan crescida, con obras tan cumplidas, si no conosciésemos la obligación que tenemos a los que en servicio de Dios nuestro Señor así se señalan, delante del acatamiento divino caeríamos en mucha falta; y así en nuestras oraciones y indignos sacrificios conoscemos tanta obligación, que pensaríamos caer en pecado de ingratitud, si los días que viviésemos, nos olvidásemos de su Alteza.

Micer Paulo [Pablo Camerte, jesuita] y un otro, portugués [Francisco Mansillas, aún no sacerdote] y yo partimos esta semana a las Indias; y según la mucha disposición que hay en aquellas tierras para convertir ánimas, a lo que nos dicen todos los que han estado allá muchos años, esperamos en Dios nuestro Señor que habemos de hacer mucho fruto.

3. Envíanos el rey muy favorescidos, y nos ha mucho encomendado al visorrey [Martín Alonso de Sousa] que este año va a las Indias, en cuya nao vamos nosotros, y muéstranos mucho amor, tanto que hasta nuestra embarcación él no quiere que otro entienda, si él no, y de las cosas necesarias para el mar ha tomado cargo de proveernos hasta ponernos a su mesa. Estas particularidades solamente os escribo porque sepáis que, con su favor, mucho fruto podremos hacer entre aquellos reyes gentiles, por el mucho crédito que un visorrey tiene en aquellas partes.

4. El visorrey que este año va a las Indias, ha estado en ellas muchos años. Es hombre mucho de bien; tal fama tiene en toda esta corte, y allá en las Indias muy quisto de todos. El me dijo este otro día que en la India, en una isla de solos gentiles, sin mixtura de moros ni judíos [Ceylán], que habíamos de hacer mucho fruto, y él no pone dificultad de hacerse cristiano el rey de aquella isla con los de su reino.

5. Creo que Dios nuestro Señor, por la mucha fe de algunas personas que de nosotros tienen alguna opinión, y por la necesidad que tienen de nuestros pequeños y flacos servicios, gentes que no conocen a Dios y dan culto a los demonios, no podemos dudar, puesta toda nuestra esperanza en Dios [1Tes 4,5], sino que habemos de servir a Cristo nuestro Señor, y ayudar nuestros prójimos, trayéndolos a verdadero conoscimiento de la fe.

6. Por amor y servicio de Dios nuestro Señor, os rogamos que nos escribáis para el marzo que viene, cuando partirán las naos de Portugal para la India, muy a largo de las cosas que allá os paresciere, acerca del modo que debemos de tener entre los infieles; porque, dado que la experiencia nos mostrará parte del modo que debemos de tener, esperamos en Dios nuestro Señor que lo demás placerá a su divina Majestad darnos por Vosotros a conoscer de la manera que lo habemos de servir, como lo ha hecho hasta agora, y temiéndonos de lo que suele ser ya muchos acaescer, que, o por descuidos, o por no querer demandar y tomar de otros, suele Dios nuestro Señor negarles muchas cosas, las cuales daría si bajando nuestros entendimientos, pidiésemos ayuda y consejo en lo que habemos de hacer, principalmente a aquellas personas por medio de las cuales ha placido a su divina Majestad darnos a sentir en qué de nosotros se manda servir: os rogamos, Padres, y os suplicamos una y otra vez en el Señor [1Tes 4,1] por aquella nuestra estrechísima amistad en Cristo Jesús, que nos escribáis los avisos y medios para más servir a Dios nuestro Señor, que allá os paresciere que debemos de hacer, pues tanto deseamos la voluntad de Cristo nuestro Señor por vosotros sernos manifestada; y en vuestras oraciones ultra de la acostumbrada memoria, otra más particular os pedimos que tengáis, pues la larga navegación y nueva contratación [trato familiar] de gentiles, con nuestro poco saber, pide más y más favor del acostumbrado.

7. De las Indias os escribiremos más a largo con las primeras naos que de allá vinieren, dándoos entera información de lo de allá. El rey me dijo, cuando dél me despedí, que por amor de nuestro Señor le escribiese muy alargo de la disposición que allá hay para la conversión de aquellas pobres ánimas, doliéndose mucho de la miseria en que están metidas, y muy deseoso que el Creador y Redentor dellas no sea perpetuamente ofendido de las creaturas, a su imagen y similitud criadas, y con tanto precio compradas.

Es tanto el celo que su Alteza tiene de la honra de Cristo nuestro Señor y de la salvación de los prójimos, que es cosa para dar infinitos loores y gracias a Dios de ver un rey que tan bien y píamente siente de las cosas de Dios: y es así que, si yo no fuera testigo de todo, como soy, no pudiera creer lo mucho que en él he visto. Plegue a Dios nuestro Señor le acresciente los días de su vida por muchos años, pues tan bien los emplea, y es tan útil y necesario para su pueblo.

8. De acá os hago saber cómo esta corte está muy reformada; y tanto, que participa más de religión que de corte. Son tantos los que sin faltar de ocho a ocho días se confiesan y comulgan, que es cosa para dar gracias y loores a Dios. Somos tan ocupados en confesiones, que, si fuésemos doblados de los que somos, tendríamos sobrados penitentes, ocupándonos todo el día entero, y parte de la noche, y esto de solos cortesanos, sin entrar otra gente.
Los que venían a negociar a la corte, cuando estábamos en Almerín [casa de campo del Rey], estaban maravillados de ver la gente que se comulgaba todos los domingos y fiestas; y ellos, viendo el buen ejemplo de los de la corte, hacían lo mismo: de manera que, si fuéramos muchos, no fuera ningún negociante que primero no buscara de negociar con Dios que con el rey. Por las muchas confesiones no habemos tenido espacio para predicar; y juzgando servir más a nuestro Señor en ocuparnos en confesiones que no en predicaciones, por haber muchos predicadores en esta Corte, habemos dejado de predicar.

9. De acá no hay más que haceros saber más de cuanto estamos para embarcar. Cesamos rogando a Cristo nuestro Señor nos dé gracia de vernos y juntarnos en la otra vida corporalmente, pues en ésta no sé si más nos veremos, así por la mucha distancia de Roma a la India, como por la mucha mies que allá hay sin irla a buscar a otra parte. Y quien primero fuere a la otra vida y allá no encontrará al hermano que ama en el Señor, ruegue a Cristo nuestro Señor que a todos allá en su gloria nos junte.

De Lisboa a 18 de marzo, año 1541.

Por todos estos vuestros en el Señor dilectos,

Francisco de Xabier.”

También, dentro del Primer Viaje, en 1942 es el denominado “Catecismo breve” que dice lo siguiente:

“1. Señor Dios, ten misericordia de nosotros. Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de nosotros. Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.

2. Creo en Dios Padre todopoderoso, criador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor. Creo que fue concebido del Espíritu Santo y nació de la Virgen María. Creo que padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado. Creo que descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de los muertos. Creo que subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre todopoderoso. Creo que ha de venir de los cielos a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo. Creo en la Santa Iglesia Católica. Creo en la comunión de los santos y en la remisión de los pecados. Creo en la resurrección de la carne. Creo en la vida eterna. Amén.

3. Verdadero Dios, yo confieso de voluntad y corazón, como buen y leal cristiano, la Santísima Trinidad, Padre, Hijo, Espíritu Santo, tres personas, un solo Dios. Yo creo firmemente, sin dudar, todo lo que cree la santa madre Iglesia de Roma, y también yo prometo, como fiel cristiano, vivir y morir en la santa fe católica de mi Señor Jesucristo. Y cuando a la hora de mi muerte no pudiere hablar, ahora, para cuando yo muriere, confieso a mi Señor Jesucristo con todo mi corazón.

4. Padre nuestro, que estás en los cielos; santificado sea el tu nombre; venga a nos el tu reino; hágase tu voluntad así en la tierra como en los cielos. El pan nuestro de cada día dánosle hoy; y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos dejes caer en la tentación, mas líbranos de todo mal.

5. Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de mi muerte. Amén.

6. Los mandamientos de la ley del Señor Dios son diez. El primero es amar a Dios sobre todas las cosas. El segundo es no jurar el nombre de Dios en vano. El tercero es guardar los domingos y fiestas. El cuarto es honrar a tu padre y a tu madre, y vivirás muchos años. El quinto no matarás. El sexto no fornicarás. El séptimo es no hurtarás. El octavo es no levantarás falso testimonio. El nono es no desearás las mujeres ajenas. El décimo no codiciarás las cosas ajenas.

7. Dice Dios: los que guardaren estos diez mandamientos irán al paraíso. Dice Dios: los que no guardaren estos diez mandamientos irán al infierno.

8. Ruégoos, Señor mío Jesucristo, que me deis gracia hoy, en este día, en todo tiempo de mi vida, para guardar estos diez mandamientos.
9. Ruégoos, Señora mía Santa María, que queráis rogar por mí a vuestro bendito Hijo, Jesucristo, que me dé gracia hoy, en este día, todo el tiempo de mi vida, para guardar estos diez mandamientos.

10. Ruégoos, Señor mío Jesucristo, que me perdonéis mis pecados que hice hoy, en este día, en todo el tiempo de mi vida, en no guardar estos diez mandamientos.

11. Ruégoos, Señora mía Santa María, Reina de los ángeles, que me alcancéis perdón de vuestro bendito Hijo Jesucristo, de los pecados que hice hoy, en este día, en todo tiempo de mi vida, en no guardar estos diez mandamientos.

12. Los mandamientos de la Iglesia son cinco. El primero es oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. El segundo es confesarse el cristiano una vez en la Cuaresma o antes, si se espera entrar en algún peligro de muerte. El tercero es tomar comunión, por obligación, en día de Pascua, o antes o después, según la costumbre del obispado. El cuarto es ayunar, cuando lo manda la santa Iglesia, a saber, vigilias, cuatro Témporas y la Cuaresma. El quinto es pagar diezmos y primicias.

13. Dios te salve, Reina, Madre de misericordia, dulzura de la vida, esperanza nuestra, Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María. Amén. Ruega por nosotros, que seamos merecedores de las promesas de Jesucristo. Amén Jesús.

14. Yo pecador, muy errado, me confieso al Señor Dios y Santa María, a San Miguel, el ángel, a Juan Bautista, y a San Pedro y a San Pablo y Santo Tomás, y a todos los santos y santas de la corte de los cielos. Y a vos, Padre, digo mi culpa, que pequé grandemente por pensamiento y por palabra y por obra, del mucho bien que pudiera hacer que no hice, y del mucho mal de que me pudiera apartar, y no me aparté: de todo me arrepiento y digo a Dios mi culpa, mi grande culpa, Señor, mi culpa. Pido y ruego a mi Señora, Santa María, y a todos los santos y santas, que quieran rogar por mí a mi Señor Jesucristo, que me quiera perdonar mis pecado presentes, confesados, pasados y olvidados, y de aquí para adelante me dé su gracia, que me guarde de pecar y me lleve a gozar la gloria del paraíso. Amén.

15. Los pecados mortales son siete. El primero es soberbia. El segundo es avaricia. EL tercero es lujuria. El cuarto es ira. El quinto es gula. El sexto es envidia. El séptimo pereza.

16. Las virtudes morales contra los pecados mortales son siete. La primera es humildad contra la soberbia. La segunda es largueza contra avaricia. La tercera es castidad contra lujuria. La cuarta es paciencia contra la ira. La quinta es temperancia contra la gula. La sexta es caridad contra la envidia. La séptima es diligencia contra la pereza.

17. Las virtudes teologales son tres. La primera fe; la segunda esperanza; la tercera caridad.

18. Las virtudes cardinales son cuatro. La primera prudencia; la segunda fortaleza; la tercera templanza; la cuarta justicia.

19. Las obras de misericordia corporales son siete. La primera es visitar los enfermos. La segunda dar de comer a quien tiene hambre. La tercera dar de beber a quien tiene sed. La cuarta es redimir a los cautivos. La quinta es vestir a los desnudos. La sexta es dar posada a los peregrinos. La séptima es enterrar a los muertos.

20. Las obras de misericordia espiritual son siete. La primera es enseñar a los simples sin doctrina. La segunda, dar buen consejo a quien lo ha menester. La tercera es castigar a quien ha menester castigo. La cuarta es consolar a los tristes desconsolados. La quinta es perdonar al que ha errado. La sexta es sufrir las injurias con paciencia. La séptima es rogar a Dios por los vivos, que los guarde de pecados mortales, y por los muertos, que los saque de las penas del purgatorio y los lleve al paraíso.

21. Los sentidos corporales son cinco. El primero es ver. El segundo es oír. El tercero es oler. El cuarto es gustar. El quinto es palpar.

22. Las potencias del alma son tres. La primera memoria la segunda entendimiento; la tercera voluntad.

23. Los enemigos del alma son tres. El primero es el mundo. El segundo es la carne. El tercero es el diablo.

24. Oración a la Hostia. Adórote, mi Señor Jesucristo, bendígote pues por tu santa cruz redimiste el mundo y a mí. Amén.

25. Oración al cáliz. Adórote, sangre de mi Señor Jesucristo, que fuista derramada en la cruz por salvar a los pecadores y a mí. Amén.

26. ¡Oh mi Dios!, poderoso y Padre piadoso, Criador de todas las cosas del mundo; en vos, mi Dios y Señor, pues sois todo mi bien, creo firmemente, sin poder dudar, que me tengo de salvar por los méritos infinitos de la muerte y pasión de vuestro Hijo Jesucristo, mi Señor, aunque los pecados de cuando era pequeño sean muy grandes, con todos los demás que tengo hechos hasta esta hora presente, pues es mayor vuestra misericordia que la maldad de mis pecados. Vos, Señor, me criasteis, y no mi padre ni mi madre, y me disteis alma y cuerpo y cuanto tengo. Y Vos, mi Dios, me hicisteis a vuestra semejanza, y no los pagodas [ídolos], que son dioses de los gentiles en figura de bestias y alimañas del diablo. Yo reniego de todos los pagodas, hechiceros, adivinadores, pues son cautivos y amigos del diablo.

Oh gentiles, ¡qué ceguera de pecado la vuestra tan grande, que hacéis de Dios bestias y demonio, pues lo adoráis en sus figuras!

Oh cristianos, demos gracias y loores a Dios, trino y uno, que nos dió a conocer la fe y la ley verdadera de su Hijo Jesucristo.

27. Oh Señora, Santa María, esperanza a los cristianos, Reina de los ángeles y de todos los santos y santas que están con Dios en los cielos; a vos, Señora, y a todos los santos, me encomiendo, ahora y para la hora de mi muerte, que me guardéis del mundo, de la carne, del diablo, que son mis enemigos, deseosos de llevar mi alma a los infiernos.

28. Oh señor San Miguel, defiéndeme del diablo a la hora de mi muerte, cuando estuviere dando cuenta a Dios de mi vida pasada.

Pesad, Señor, mis pecados con los méritos de la muerte y pasión de mi Señor Jesucristo, y no con mis pocos merecimientos: así seré libre del poder del enemigo e iré a gozar para siempre, sin fin de los fines.

39. A la bendición de la mesa. Bendecid: Resp.: El Señor. Bendíganos el Señor, Dios trino y uno, a nosotros y lo que hemos de comer. Bendigamos al Señor. Resp.: A Dios sean dadas las gracias. Vers.: Alabanza a Dios, paz a los vivos, descanso a los difuntos. Amén. Dios nos junte en el paraíso. Amén.”

La importancia de este catecismo es crucial porque, como muy bien se dice en este libro “nos manifiesta la Doctrina católica enseñada por el Patrón de las Misiones.También nos muestra cómo el Santo, fiel a la tradición antigua, catequizaba tomando como base las oraciones vocales de la Iglesia” (p. 10)

Por otra parte, de las epístolas dirigidas por San Francisco Javier en su segundo viaje, a Indonesia (1945) traemos aquí la que escribió a sus compañeros que se encuentra en Europa.

En esta carta expresa, además de otras realidades que le vienen acaeciendo, cómo hay muchas almas que podrían ser salvadas y que no lo serán por falta de trabajadores de la miés del Señor al ser tan grande la miés y tan pocos los que trabajen por Dios y llevándoles a su Hijo Jesucristo. Sabe San Francisco Javier que se trata de personas muy abiertas al cristianismo pero no, de ninguna manera, a la religión musulmana. Seguramente esto último se debe a que los musulmanes, como bien dice el santo, o consiguen que las personas se conviertan a su religión, a la fuerza hay que entender, o las esclavizan. De aquí, que aquellas personas de aquellas lejanas tierras aceptaban la llegada de una religíón, la católica, que era la del amor y no de la sumisión obligada y forzada.

Dice en esta carta lo siguiente:

“Amboina 10 de mayo 1546

Carísimos en Cristo hermanos: La gracia y amor de Cristo N. S. sea siempre en nuestra ayuda y favor. Amén.

1. En el año de 1545 os escrebí largo haciéndoos saber cómo en una tierra llamada Macassar se hicieron dos reyes cristianos con mucha otra gente: y por la mucha disposición que en aquella tierra había para se acrecentar nuestra santa fe, según la información que me dieron, partí del Cabo de Comorín para Macassar por mar, por cuanto no se puede ir por tierra. Hay del Cabo de Comorín hasta las islas de Macassar más de 900 leguas. Di orden primero que del Cabo de Comorín partiese, cómo los cristianos de aquella tierra fuesen proveídos de cosas espirituales, dejando con ellos cinco padres, los tres naturales de la tierra, y a Francisco de Mansillas con otro padre español [Juan de Lizano]. Con los cristianos de la isla de Ceylán, que está cerca del Cabo de Comorín, quedaron cinco frailes de la orden de S. Francisco, con dos otros clérigos. Viendo que no era necesario, ni menos hacía falta con los cristianos del Cabo de Comorín ni con los de Ceylán –porque no hay otros cristianos nuevamente convertidos en la India fuera de las fortalezas del Rey, y los que están en las fortalezas, los vicarios tienen cargo de enseñarlos y bautizarlos– determiné de partir para Macasar.

Y yendo al puerto [de Santo Tomé] del cual me había de embarcar para hacer mi viaje, hallé un mercader [Juan de Eiro] con un navío suyo, el cual me rogó que lo confesase. Y lo que con mucha prudencia humana no acabara de determinar, con mucha violencia se venció y escogió el camino del cielo. Quiso Dios por su misericordia darle tanto dentro de su ánima a sentir, que un día se confesó, y en otro siguiente se determinó (en el mismo lugar donde mataron a Santo Tomé Apóstol) de vender el navío y todo lo que tenía, dando a los pobres todo, sin guardar nada para sí, como liberal despensero [más tarde se hizo franciscano]; y así nos embarcamos camino de Macassar.

2. Llegamos en la mitad del camino a una ciudad llamada por nombre Malaca, en la cual el rey [de Portugal] tiene una fortaleza. Y el capitán de esta fortaleza me dijo cómo había mandado un clérigo [Viegas], persona muy religiosa, con muchos portugueses en un galeón bien apercebido de todo lo necesario para favorecer a los que se hicieron cristianos, y hasta que hubiésemos nuevas suyas, no le parecía que debía partir para aquella isla; y así estuve en Malaca tres meses y medio esperando nuevas de los macassares.

En este tiempo no me faltaron ocupaciones espirituales, así en predicar los domingos y fiestas, como en confesar muchas personas, así los enfermos del hospital donde posaba, como otros sanos. En todo este tiempo enseñé a los muchachos y cristianos nuevamente convertidos a la fe la doctrina cristiana. Con la ayuda de Dios N. S. hice muchas paces entre los soldados y moradores de la ciudad, y las noches iba por la ciudad con una campana pequeña encomendando las ánimas del purgatorio, llevando conmigo muchos niños de los que enseñaba la doctrina cristiana.

3. Pasados los tres meses y medio, acabaron de ventar los vientos con que vienen los navíos de Macassar. No sabiendo ningunas nuevas del padre [Viegas], determiné de partir para otra fortaleza del rey, llamada Maluco, y es la última de todas. Cerca desta fortaleza, 60 leguas de ella, hay dos islas [Amboina y Moro]; la una es de 300 leguas en redondo, mucho poblada, la cual se llama Ambueno.

De esta isla tiene hecha merced el rey a un hombre mucho de bien y buen cristiano [Jordán de Freytas, de Madeira], el cual ha de venir a vivir en ella de aquí aun año y medio con su mujer y casa. En esta isla hallé siete lugares de cristianos: los niños que hallé por bautizar bauticé, de los cuales murieron muchos después de bautizados; y parece que Dios N. S. los guardó hasta que estuviesen en camino de salvación. Después de haber visitado todos estos lugares, llegaron a esta isla ocho navíos de portugueses.

Fueron tantas las ocupaciones que tuve en tres meses que aquí estuvieron, en predicar, confesar, visitando los enfermos, ayudándolos a bien morir, lo que es muy trabajoso de hacer con personas que no vivieron muy conformes a la ley de Dios. Estos mueren más desconfiados de la misericordia de Dios, de lo que vivían muy confiados viviendo en pecados continuos, sin querer desacostumbrarse de ellos. Hice, con la ayuda de Dios, muchas amistades entre soldados que jamás viven en paz en esta isla de Ambueno. Ellos se partieron para la India en mayo, y mi compañero Juan de Hierro y yo nos partimos para Maluco [Malaca], que está de aquí 60 leguas.

4. De la otra costa de Maluco está una tierra, la cual se llama El Moro, a sesenta leguas de Maluco. En esta isla de El Moro [en las Molucas] habrá muchos años que se hicieron grande numero de cristianos, los cuales, por muerte de los clérigos que los bautizaron [uno fue muerto, el otro huyó herido], quedaron desamparados y sin doctrina y por ser la tierra de O Moro muy peligrosa, por cuanto la gente de ella es muy llena de traición, por la mucha ponzoña que dan en el comer y beber; por esta causa dejaron de ir a aquella tierra de O Moro personas que mirasen por los cristianos. Yo, por la necesidad que estos cristianos de la isla del Moro tienen de doctrina espiritual y de quien los bautice para salvación de sus ánimas, y también por la necesidad que tengo de perder mi vida temporal, por socorrer a la vida espiritual del prójimo, determino de me ir al Moro, por socorrer en las cosas espirituales a los cristianos, ofrecido a todo peligro de muerte, puesta toda mi esperanza y confianza en Dios N. S., deseando de me conformar, según mis pequeñas y flacas fuerzas, con el dicho de Cristo nuestro Redentor y Señor, que dice: «Pues quien quisiere salvar su vida, la perderá; mas quien perdiere su vida por amor de mí, la encontrará» [Mt 16,25].

Y aunque sea fácil de entender el latín y la sentencia en universal de este dicho del Señor, cuando el hombre viene a lo particularizar, para disponerse a determinar de perder la vida por Dios, para hallarla en él, ofreciéndose casos peligrosos, en los cuales probablemente se presume perder la vida sobre lo que se quisiere determinar, hácese tan oscuro, que el latín, siendo tan claro, viene a oscurecerse; y en tal caso me parece que sólo aquel lo viene a entender, por más docto que sea, a quien Dios N. S., por su infinita misericordia, lo quiere en casos particulares declarar. En semejantes casos se conosce la condición de nuestra carne, cuán flaca y enferma es. Muchos de mis amigos y devotos procuraron conmigo que no fuese a tierra tan peligrosa; y viendo que no podían acabar conmigo que no fuese, me daban muchas cosas contra ponzoña. Yo, agradeciéndoles mucho su amor y buena voluntad por no cargarme de miedo sin tenerlo, y más por haber puesto toda mi esperanza en Dios, por no perder nada de ella, dejé de tomar los defensivos que con tanto amor y lágrimas me daban, rogándoles que en sus oraciones tuviesen continua memoria de mí, que son los más ciertos remedios para contra ponzoña que se pueden hallar.

5. En muchos peligros me vi en este viaje del Cabo de Comorín para Malaca y Maluco, así entre tormentas del mar, como entre enemigos [piratas de Achem, junto a Sumatra]. En uno especialmente me hallé en una nao en que venía de 400 toneles: con viento recio navegamos más de una legua, tocando siempre el leme en tierra. Si acertáramos en todo este tiempo con algunas piedras, la nao se deshiciera; o si halláramos menos agua en una parte que en otra, quedáramos en seco. Muchas lágrimas vi entonces en la nao.

Quiso Dios N. S. en estos peligros probarnos y darnos a conocer para cuánto somos, si en nuestras fuerzas esperamos, o en cosas criadas confiamos; y para cuánto cuando de estas falsas esperanzas salimos, desconfiando de ellas, esperando en el Criador de todas las cosas, en cuya mano está hacernos fuertes, cuando los peligros por su amor son recebidos. Y tomándolos por sólo su amor, creen sin dudar los que se hallan en ellos, que todo lo criado está a obediencia del Criador, conociendo claramente que son mayores las consolaciones en tal tiempo que los temores de la muerte, dado que el hombre acabase sus días. Y fenecidos los trabajos y acabados de pasar los peligros, no sabe el hombre contar ni escrebir lo que por él pasó al tiempo que estaba en ellos, quedando una memoria imprimida de lo pasado, para no cansar de servir a tan buen Señor, así en lo presente como en lo porvenir, esperando en el Señor, cuyas misericordias no tienen fin, que le dará fuerzas para lo servir.

6. Estando en Malaca, Que es la mitad del camino de la India a Maluco, me dieron nuevas cómo llegaron tres compañeros nuestros en Goa en el año de 1545 [Criminali, martirizado por los badagas en 1549, Lancillotto y Beira]. Ellos me escrebieron y me mandaron las cartas que de Roma traían con las cuales Dios N. S. sabe cuánta consolación recebí en saber tan buenas nuevas de nuestra Compañía. El uno de ellos venía para enseñar gramática en el colegio de Santa Fe, y los otros dos para andar por las partes que a mí me pareciese que harían más servicio a Dios N. S. Yo les escrebí que quedase uno de ellos, el que venía para leer gramática, en Santa Fe, y los dos que fuesen al Cabo de Comorín, a tener compañía a Francisco de Mansillas. Agora les escribo en este año de 1546 que vengan a Maluco para el año que viene, pues hay mayor disposición para servir a Dios en estas partes que no donde están.

7. Estas partes de Maluco todas son islas, sin ser descubierta hasta ahora tierra firme. Son tantas estas islas que no tienen número y cuasi todas son pobladas. Por falta de quien les requiera que sean cristianos, dejan de lo ser. Si hubiese en Maluco una casa de nuestra Compañía, sería mucho el número de la gente que se haría cristiana. Mi determinación es cómo en este cabo de mundo de Maluco se hiciese una casa, por el mucho servicio que a Dios N. S. se haría.

8. Los gentiles en estas partes de Maluco son más que los moros. Quiérense mal los gentiles y moros. Los moros quieren que los gentiles o se hagan moros o sean sus cautivos, y los gentiles no quieren ni ser moros ni menos ser sus cautivos. Si hubiese quien les predicase la verdad, todos se harían cristianos, porque más quieren los gentiles ser cristianos que no moros. De 70 años á esta parte se hicieron moros, que primero todos eran gentiles. Dos o tres cacices que vinieron de Meca, que es una casa donde dicen los moros que está el cuerpo de Mahomet, convirtieron grande número de gentiles a la secta de Mahomet. Estos moros lo mejor que tienen es que no saben cosa ninguna de su secta perversa. Por falta de quien les predique la verdad, dejan estos moros de ser cristianos.

9. Esta cuenta os doy tan particular, para que tengáis especial sentimiento y memoria de tanta perdición de ánimas, cuantas se pierden por falta de espiritual socorro. Los que no tuvieren letras y talento para ser de la Compañía, sobrarles ha el saber y talento para estas partes, si tuvieran voluntad de venir para vivir y morir con esta gente [Paulo III concedió en 1546 que los coadjutores fueran también miembros de la Compañía]; y si de éstos viniesen todos los años una docena, en poco tiempo se destruiría esta mala secta de Mahoma, y se harían todos cristianos, y así Dios N. S. no se ofendería tanto como se ofende, por no haber quien reprenda los vicios y pecados de infidelidad.

10. Por amor de Cristo N. S. y de su Madre santísima y de todos los santos que están en la gloria del paraíso, os ruego, carísimos hermanos y padres míos, que tengáis especial memoria mía para encomendarme a Dios continuamente, pues vivo con tanta necesidad de su favor y ayuda. Yo, por la mucha necesidad que tengo de vuestro favor espiritual continuo, por muchas experiencias tengo conocido cómo, por vuestra invocación, Dios N.S. me tiene ayudado y favorecido en muchos trabajos del cuerpo y del espíritu. Y para que jamás me olvide de vosotros, por continua y especial memoria, para mucha consolación mía, os hago saber, carísimos hermanos, que tomé de las cartas que me escrebisteis, vuestros nombres, escritos por vuestras manos proprias, juntamente con el voto de la profesión que hice, y los llevo continuamente conmigo por las consolaciones que de ellos recibo. A Dios N. S. doy las gracias primeramente, y después a vosotros, hermanos y padres suavísimos, pues os hizo Dios tales, que tanto me consoláis llevando vuestros nombres*. Y pues presto nos veremos en la otra vida con más descanso que en ésta, no digo más.

De Ambueno, a 10 de mayo, año de 1546. Vuestro mínimo hermano e hijo,
Francisco.

En el tercer viaje, al Japón, escribe al Rey de Portugal, Juan III pues sabe que está dispuesto a ayudar en cuanto esté dentro de sus posibilidades. Le dice que, en pocos días, partirá hacia China para predicar y continuar con su labor misionera. También que haga lo posible, dirigiéndose a San Ignacio de Loyola, para que se envién misioneros a Japón y a China donde se menester de ellos.

Dice lo siguiente:

“Goa 8 de abril 1552. Señor:

1. Este año de 52 escribí a V. A. de Cochín, en las naos que fueron al reino, de la cristiandad del Japón, y de la disposición que hay en aquella tierra, y del rey de Bungo cuán amigo era de V. A., y en señal de su amistad escribió a V. A. y le envió sus armas.

2. Este año van dos hermanos de la Compañía [Alcáçova y Silva] al Japón, a la ciudad de Amanguche, donde hay una casa de la Compañía, y un padre y un hermano [Torres y Fernández], personas de mucha confianza; están con los cristianos de Amanguche. Será Dios N. S. servido que con el mucho favor de V. A. irán continuamente en aumento las cosas de la cristiandad del Japón.

3. También escribí a V. A. cómo estaba determinado de ir a la China por la mucha disposición que me dicen todos que hay en aquellas partes para acrecentarse nuestra santa fe.

4. Yo me parto de Goa, de aquí a cinco días, para Malaca, que es camino de la China, para ir desde allí en compañía de Diego Pereira a la corte del rey de la China. Llevamos un presente muy rico al rey de la China, de muchas y ricas piezas que compró a su costa Diego Pereira. Y de parte de V. A. le llevo una pieza, la cual nunca fue enviada de ningún rey ni señor a aquel rey, que es la ley verdadera de Jesucristo nuestro redentor y señor. Este presente que V. A. le envía es tan grande, que, si él lo conociera, lo estimara más que ser rey tan grande y poderoso como es. Confío en Dios N. S. que tendrá piedad de un reino tan grande como este de la China, y que por sólo su misericordia se abrirá camino para que sus criaturas y semejanzas adoren a su Criador, y crean en Jesucristo, Hijo de Dios, su salvador.

5. Vamos a la China dos padres y un hermano lego [Javier, Gago y Ferreira], y Diego Pereira por embajador para pedir los portugueses que están cautivos, y también para asentar paces y amistades entre V. A. y el rey de la China; y nosotros, los padres de la Compañía del nombre de Jesús, siervos de V. A., vamos a poner guerra y discordia entre los demonios y las personas que los adoran, con grandes requerimientos de parte de Dios, primeramente al rey, y después a todos los de su reino, que no adoren más al demonio, sino al Criador del cielo y de la tierra que los crió, y a Jesucristo, salvador del mundo, que los redimió.
Grande atrevimiento parece éste, ir a tierra ajena y a un rey tan poderoso a reprender y hablar verdad, que son dos cosas muy peligrosas en nuestro tiempo. Y si entre cristianos es tan peligroso el reprender y hablar verdad, ¡cuánto más será entre gentiles! Pero sólo una cosa nos da mucho ánimo: que Dios N. S. sabe las intenciones que en nosotros por su misericordia quiso poner, y con esto la mucha confianza y esperanza que quiso por su bondad que tuviésemos en él: no dudando en su poder ser sin comparación mayor que el de el rey de la China.

Y pues todas las cosas criadas dependen de Dios, y tanto obran cuanto Dios les permite y no más, no hay de qué temer sino de ofender al Criador y de los castigos que Dios permite que se den a los que le ofenden. De manera que mayor atrevimiento parece tener osadía para manifestar la ley de Dios personas que ven claramente sus culpas y faltas tan manifiestas, que no tener osadía de ir a tierra ajena y de un rey tan poderoso, y a reprender y a hablar verdad.

Pero en esto vamos confiados en la infinita misericordia de Dios nuestro Señor que, conociendo claramente ser indignos instrumentos, Dios quiso darnos estos sus deseos siendo pecadores, como somos; y la osadía que parecía en nosotros de no temer manifestar su nombre en tierra ajena, es necesario que se convierta en obediencia, pues Dios es así servido.

6. Muchas mercedes he pedido a V. A. para los que en estas partes le han servido, y V. A. por hacerme merced siempre me las ha concedido, de lo que yo quedo obligado a servirle, y por estas mercedes humildemente le beso las manos. Ahora le pido una merced en nombre de la cristiandad de estas partes, así de los portugueses como de los de la tierra, y también en nombre de toda la gentilidad, principalmente de los japones y chinos: y es que V. A., atendiendo a la gloria de Dios y conversión de las almas, y obligación que V. A. tiene a estas partes, le pido tan encarecidamente cuanto puedo que dé orden y manera V. A. cómo para el año que viene vengan muchos padres de la Compañía del nombre de Jesús, y no legos. Y estas personas que sean de muchos años de probación, no solamente de los colegios, sino en el mundo, confesando y haciendo fruto en las almas donde hubieren sido experimentados y probados, porque de éstos tiene necesidad la India; porque de letrados sin experiencias y prueba de lo que es mundo, no se hace mucho fruto en esta tierra.

Por tanto pido mucho a V. A., en nombre de Dios y de sus imágenes y semejanzas, que escriba al padre Ignacio a Roma para que dé orden para que algunos padres de la Compañía muy probados en el mundo, que sean para muchos trabajos, aunque no sean predicadores, los envíe a estas partes, porque de éstos tiene necesidad el Japón y la China y también la India. Y juntamente con éstos enviase un padre a estas partes para ser rector de esta casa, persona de quien confíe mucho el padre Ignacio por las muchas pruebas de su vida, y que el padre estuviese muy informado en las cosas de la Compañía.

Y no dude V. A. que con la venida de estos padres de misa se haría mucho fruto en la India, principalmente en el Japón y en la China, porque estas dos partes requieren personas que pasaron muchas persecuciones y fueron muy probadas en ellas; y también, juntamente con esto, que tengan letras para responder a las muchas preguntas que hacen los gentiles discretos y avisados, como son los chinos y los japones.

Y para encarecer la necesidad que hay de estos padres para estas partes, me pareció que fuese un hermano [Andrés Fernándes] de esta casa a Portugal para hacer presente la necesidad que hay de estos padres en la India; y sobre esta necesidad escribo al padre maestro Simón y al padre Ignacio ahora. V. A., por servicio de Dios nuestro Señor, pues aquí no se trata sino de la gloria de Dios y fruto de las almas y descargo de la conciencia de V. A., le pido encarecidamente por merced, en nombre de Jesucristo, que haga este servicio tan señalado a Dios, pues está en mano de V. A. escribir al padre Ignacio, para que por toda la religión del nombre de Jesús busque abundancia de padres para estas partes, para el Japón y la China, porque me parece que se hallarán fácilmente, pues no es necesario sean predicadores.

7. Del fruto que hacen los padres y hermanos de la Compañía que están esparcidos por tantas partes de la India, el padre que queda rector del colegio de Goa, escribirá a V. A. muy por extenso, dando cuenta de todo.

8. Ahora, por final de esta carta, pido otra merced a V. A.: que tenga especial atención y cuidado de su conciencia, más ahora que nunca, acordándole la cuenta tan estrecha que ha de dar a Dios N. S.: porque quien en vida vive con este cuidado, a la hora de la muerte está muy confiado y descansado; y quien se descuida en la vida de la cuenta que ha de dar a Dios, se halla tan embarazado en la hora de la muerte, y tan nuevo en dar esta cuenta, que no acierta. Y así ahora por final encomiendo a V. A. que tenga muy especial cuidado de sí mismo, y no deje este negocio ni se confíe de ninguno, sino de sí mismo. Nuestro Señor acreciente los días de vida a V. A. por muchos años, y le dé a sentir en vida lo que quisiera haber hecho en la hora de su muerte.

Escrita en Goa, a los 8 de abril de 1552 años.

Siervo inútil de V. A.
Francisco.”

Y fue en el cuarto viaje, el que hizo a China y último de los suyos, en el que falleció aquel incansable hombre de Dios. Corría el 3 de diciembre del año de Nuestro Señor de 1552.

Pues bien, la última carta que aquí traemos la escribó apenas 3 meses antes de su subida a la Casa del Padre y dice lo siguiente:

“Sanchón 25 de octubre 1552

IHUS.

La gracia y amor de Cristo nuestro Señor sea siempre en nuestra ayuda y favor. Amén.

1. Del estrecho de Singapur os escribí muy largamente. Ahora lo que mucho os encomiendo, es que de vos mismo tengáis muy especial cuidado, porque si lo contrario hiciereis, ninguna cosa de vos espero.

Las memorias que os dejé, no os olvidéis de leerlas y cumplirlas principalmente aquella en que os encomendé que todos los días os ejercitaseis; y mirad bien que no os olvidéis de vos, considerando lo que Dios por vos y por los de la Compañía hace.

Y mirad bien que yo holgaría mucho, por el bien que os quiero, así a vos como a todos, que miraseis más lo que Dios deja de hacer por vosotros, que lo que por vosotros hace; porque con lo primero os confundiréis y humillaréis, y conoceréis cada día más vuestras flaquezas y ofensas contra Dios; y con lo segundo, corréis riesgo muy grande de una engañosa y falsa opinión, haciendo fundamento en lo que no es vuestro, ni hecho por vos, sino solamente por Dios. Y mirad a cuántos hizo mal esto; y cuán dañosa peste es ésta en la Compañía.

2. A Japón fueron Baltasar Gago, Duarte y Pedro de Alcáçova; y fueron en buena embarcación. Espero en Dios nuestro Señor que los llevará a salvamento a Amanguchi, donde está el padre Cosme de Torres y Juan Fernández. Para el año próximo os encomiendo que mandéis allá alguna persona de gran confianza y que tenga letras; y si del reino no vinieran este año personas que puedan ir, en tal caso paréceme que será bien que vaya Antonio de Heredia. Y para esto va Francisco Pérez a estar en Cochín, en lugar de Antonio de Heredia, o de otro cualquiera que allá estuviere; porque no está Malaca ahora en disposición que se pueda hacer tanto fruto como en Cochín. Y no llevará Antonio de Heredia sino algún lego, y éste muy experimentado y probado y de ingenio para tomar la lengua.

3. A Maluco mandaréis, en compañía de Juan de Beira, algunas personas que a vos bien pareciere, que tienen virtud, para allá poder hacer fruto; y trabajad por mandar a Juan da Beira contento; pues en las partes de Maluco hay ahora tanta disposición para acrecentar nuestra santa fe. Y por consiguiente todos los años tendréis cuidado de proveer a las partes de Maluco de lo necesario; y las personas que allá mandareis, no sean sino muy probadas y de mucha experiencia.

4. En virtud de santa obediencia os encomiendo y mando que, si algún lego o sacerdote hace algún pecado público escandaloso, a ese tal luego lo despidáis, y no lo recibiréis por ruegos de ninguno, salvo si no fuere tanta la penitencia y el conocimiento del yerro; que por esta vía solamente se podrá haber misericordia, y por otra ninguna no, aunque os ruegue el virrey y toda la India junta con él.

Y mirad que los que yo despedí, y os mandé en virtud de obediencia que no los recibieseis, por ninguna vía los recibáis; y si tanta enmienda y penitencia pública por muchos días hicieren, les podréis dar una carta para el rector de Coímbra; porque para estas partes no son necesarios, y allá podrán aprovechar.

5. También os encomiendo mucho que recibáis muy pocos en la Compañía; y los que recibiereis, sean personas de quienes tiene la Compañía necesidad. y para el servicio de casa, mirad bien si sería mejor tomar o comprar algunos negros, que servirse de muchos que quieren entrar en la Compañía. Esto lo digo, por lo que allá vi y conocí de los que conmigo vinieron.

6. Yo llegué a este puerto de Sanchón, que está treinta leguas de la ciudad de Cantón. Cada día espero a un hombre que me ha de llevar, con el cual estoy ya concertado que me ha de llevar por doscientos cruzados; esto por las grandes prohibiciones y penas que hay en China para quien llevare persona extranjera sin chapa del rey. Espero en Dios nuestro Señor que todo tendrá muy buen suceso.

7. Por nueva cierta tengo que este rey de China tiene mandado fuera de su reino ciertas personas a una tierra, para saber cómo rigen y gobiernan, y las leyes que tienen; por lo que me dicen estos chinos que el rey ha de holgar de ver una ley nueva en su tierra. [El emperador Che Tsong era taoista, adverso al budismo de sus predecesores; destruyó los templos budistas de su ciudad y sus ídolos. Era supersticioso y al mismo tiempo deseoso de instruirse y conocer sus errores].

Lo que allá pasare, yo os lo escribiré largamente. Nuestro Señor nos junte en la gloria del paraíso. De este puerto de Sanchón de China, a 25 de octubre de1552 años.
Todo vuestro en Cristo,

Francisco.

8. A todos los hermanos y padres de la Compañía me encomendaréis mucho, y a todos los devotos y devotas de casa. A los frailes de San Francisco y de Santo Domingo los visitaréis, y me encomendaréis mucho a ellos y en sus santas oraciones y devotos sacrificios. Fue escrita tan de prisa esta carta, que no sé cómo va; por otra vía, antes que vaya a China, os escribiré más largo.”

Bien hemos podido apreciar el celo apostólico de este gran santo navarro. Supo transmitir la Palabra de Dios con un entusiasmo poco común pues no se paró ante nada que pudiera parecer un obstáculo y que a otras personas, menos arrojadas, podrían haberles echado para atrás. San Francisco de Javier, tras haberse dado cuenta de que, en verdad, de nada le habría servido ganar el mundo y perdía, con ello, su alma, fue capaz de recorrer el mundo para llevar al Creador a todo aquel que quisiese escucharle.

San Francisco Javier es Patrono de las Misiones pues misionero fue desde el mismo momento que quiso entregar su vida a Dios Todopoderoso y a sus hermanos los hombres que desconocían a Quien los había creado y en ellos no constaba la existencia del Creador. Y en estas cartas, apenas unas cuantas las aquí traidas de las 26 que completan este libro, bien puede apreciarse que cuando un creyente sabe lo que significa ser discípulo de Cristo y lo lleva a cabo, consigue todo lo que Dios quiere que consiga.

Eleuterio Fernández Guzmán

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

La misión, bien cumplida, es un dar gracias a Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán

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