Cosas que a uno le parecen la mar de bien

De rodillas

Estoy más que seguro que conforme se vaya leyendo el artículo de hoy, más de una persona pensará “pues no es para tanto”; alguna que otra dirá “pues vaya”; e, incluso, algún que otro sacerdote estará en lo cierto si dice, por ejemplo, “eso a mí no me pasa”. Es más, a lo mejor cosa tan simple como este le sirve a más de uno para hacer algo parecido si es que no lo hace ya.

Las cosas relacionadas con la Santa Misa son tenidas, en demasiadas ocasiones, como realidades que están ahí y que, al fin y al cabo, todo el mundo las conoce y tampoco es como para hacer hincapié donde no hay que hacerlo.

Hace casi tres años no tuve más remedio que escribir, sobre el mismo asunto de hoy, pero desde la perspectiva negativa, esto:

En el momento de la consagración yo voy a lo de Dios o, lo que es mismo, a lo mío (porque en este caso hay coincidencia perfecta entre una voluntad, la del Creador, y una actitud, la del creyente). Es decir que estaba de rodillas y, como suelo hacer, para mejor recogimiento, con los dedos cruzados y tapándome los ojos (así lo aprendí el primer día de colegio cuando un jesuita nos dijo que se podía rezar, también, poniendo así los dedos y no sólo con las palmas de las manos juntas mirando hacia arriba y fue mi primera decisión espiritual que aún mantengo).

Pero decidí experimentar algo y miré para mi derredor y para el resto de la Iglesia. !Albricias¡, vi que más de la mitad (bastante más) de los fieles no se arrodillaban cuando el cuerpo y la sangre de Cristo se consagraba y, digamos, traíamos al presente aquellas palabras de Jesucristo “Esto es mi cuerpo… porque esta es mi sangre” y demás parte de la consagración.

Es bien cierto que muchas personas de las que no se arrodillaron eran mayores y, como es de esperar, no pueden ponerse de rodillas. Sin embargo, un gran número de creyentes eran, seguramente más jóvenes que yo (que tengo 47 años ya cumplidos).

Entonces dije que no me parecía nada bien que en un momento tan importante de la Santa Misa (¡nada menos que la Consagración!) muchas personas tenga la tendencia a no arrodillarse como si se tratara de un momento de poca importancia.

Pues bien, el pasado día 12 de octubre y aún no siendo día de precepto (esto da para otro artículo; y lo dará, si Dios quiere) el que esto escribe tuvo la feliz idea de dirigirse a la única Parroquia de mi localidad donde se celebra la Eucaristía todos los días a horas más bien tempranas. Era la Misa de las 9, 30 de la mañana o, para los que gusten del latín, ante meridiem.

Recuerdo ahora (vamos, no es que lo recuerde sino que lo he visto al leer lo que, dicho arriba, escribí en su día) que un comentarista, y además colega de esta casa InfoCatólica, llamado Luis Ignacio Amorós dijo esto acerca del tema en cuestión:

Los sacerdotes tienen el instrumento de las moniciones para ejercer una cierta docencia sobre la asistencia correcta y respetuosa a misa, pero pocas veces la emplean, y rarísimamente para advertir de incorrecciones al canon. Esa enseñanza es oficio de cristianos, pero sobre todo de sacerdotes, y los obispos son quienes deben supervisar que cumplen su labor.

Sigamos, pues.

Decía que era la Santa Misa de las 9.30 a.m. cuando, en el momento determinado, justo antes de proceder a la consagración, el sacerdote que celebraba dijo esto: “De rodillas”. Dijo a los presentes que debíamos ponernos de rodillas.

La verdad es que más de uno dirá que es lo que hay que hacer y que tampoco es necesario que lo diga el sacerdote. Sin embargo, no sólo dijo eso sino que, el buen hombre (Dios lo guarde muchos años) quiso dar una pequeña explicación, dar razones de nuestra esperanza, como diría San Pedro, acerca de tal acto y el tal momento.

Hizo, exactamente, lo que recomendó, como necesidad, el comentarista arriba citado. Y bien que lo hizo.

¿Qué dijo?

Pues lo obvio pero que, por obvio, de olvida demasiadas veces por parte de quien, no estando impedido físicamente para ponerse de rodillas, simplemente no se pone de rodillas.

Y fue que se trata, en primer lugar, de un gesto de empequeñecimiento ante el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Nos arrodillamos, pues, para reconocer nuestra humildad (esto lo digo yo) y en un momento en el que el cereal y el vino pasan a ser el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que murió en muerte de cruz por todos nosotros. Y eso parece más que importante como para que los creyentes que en tal momento están presenten se muestren su “respeto” y “adoración” hacia tal momento y hacia Quien está presente en tales formas.

Y es que dijo, también, que debemos respeto y adoración y que por eso nos arrodillamos.

Es más que cierto, y es evidente con tan sólo asistir a una Misa que muchas personas no pueden, físicamente, arrodillarse por ser mayores o por estar aquejadas de enfermedad. En este caso, supongo yo que bastará con un recogimiento especial en el momento de la Consagración en señal de tan respeto y de tal adoración. Sin embargo, es difícil negar que otros muchos católicos no se arrodillan porque, es posible, ignoran lo que está pasando o, simplemente, porque no quieren arrodillarse. Y, en tal caso, será Dios quien, cuando corresponda, diga lo que tenga que decir. A nosotros nos basta y nos sobra con decir lo que pasa pues tampoco somos más que nadie (mejor, somos menos que muchos) pero no vamos a permanecer callados cuando vemos determinadas cosas.

En fin. Como he dicho arriba más de uno pensará que la cosa es muy común. Sin embargo, al que esto escribe hay cosas que le parecen la mar de bien y lo que hizo el sacerdote en la Santa Misa, 9, 30 a.m. de la Parroquia de la Asunción de Torrent (Valencia) está la mar de bien.

Y que se repita, oiga.

Eleuterio Fernández Guzmán

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Saberse muy poco ante Dios es la mejor manera de reconocer cómo somos.

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7 comentarios

  
amauta
Me acaban de destinar a dos parroquias de ámbito rural en las que no es que pocos, es que nadie se arrodilla en la consagración, ni hace la genuflexión al pasar delante del sagrario y no sé como hacer para invitar a que retomen este gesto... quien lo haya conocido, claro, pues sospecho que algunos nunca han visto arrodillarse a nadie en su parroquia, y es que sospecho que algún hermano mío en el sacerdocio hace tiempo se tomó la molestia de hacer moniciones en sentido contrario al que dice el bloguer. Y ahora, volver a lo que debe ser creo que va a ser una tarea costosa, no sé si imposible. En fin de aquellos polvos estos lodos...
16/10/13 12:53 AM
  
Mª Virginia
Gracias por el artículo, Eleuterio! Claro que no es ocioso insistir en estas cosas, al contrario, cuando en muchos otros sitios el sacerdote o el guía ni siquiera advierte sobre la necesidad de estar en gracia para poder acercarse a la Comunión, y así se sigue... Sigamos insistiendo en los "detalles" pues de éstos está hecho el amor, al fin y al cabo.
16/10/13 6:54 AM
  
Alphonse
Es un asunto que me duele profundamente cada vez que estoy en misa. Y por los motivos expuestos en esta entrada. Creo que sencillamente la mayoría que no se arrodilla no es consciente de lo que está presenciando, del milagro de la transubstanciación, o lo que es más grave, no cree en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo en el Santísimo Sacramento.
Y personalmente creo que no sólo es necesario que el sacerdote proclame la necesidad de prosternarse durante la consagración, es preciso también promover la comunión de rodillas y en la boca, por los mismos motivos. Basta con colocar reclinatorios al efecto, por ejemplo.
Respecto a la genuflexión ante el sagrario, es tarea de todos dar ejemplo, hacerlo siempre al entrar y salir del templo, y cada vez que sea preciso pasar frente al Sagrario.
La falta de una correcta catequesis hace que mientras sucede lo que el artículo denuncia, los que salen a leer en misa, en ocasiones hagan una "reverencia" al altar, en el que ni se encuantra el Santísimo, ni suele haber ni tan siuiera un crucifijo.
Tal vez estoy tan en comunión con la opinión del autor porque también tengo 47 años y desde niño aprendí no sólo a arrodillarme cuando es debido, si no también porqué lo hacía.
16/10/13 1:03 PM
  
Miguel
Eleuterio:

Un querido párroco "cuarentón de sotana diaria" como siempre le llamo con cariño, me enseñó algo cuando yo era adolescente (era mi confesor y director espiritual): "La verdadera estatura del cristiano se mide de rodillas". Dios le guarde en su Reino, que ya no está entre nosotros, pero siempre seré tributario de sus ejemplos y enseñanzas (aunque esta no le pertenece a él, sino que es un préstamo ¡Bendito préstamo y bendito aquel que lo acuñó!).

Un abrazo
17/10/13 1:35 AM
  
Pedro Pinto
En nuestros templos, debería haber unos grandes carteles que dijeran:
¿Por qué arrodillarnos a la Consagración?
Que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra (Filipenses 2,10)
Ante Mí se doblará toda rodilla (Rom 14,11; Is 45,23)
17/10/13 4:57 PM
  
carlos
Estimados hermanos y miembros del Cuerpo Místíco.Dios me ha dado la gracia inmerecida,pero veo todo espacio en este BLOG,lo utilizo para difundir la MISA,siguiendo a Santa Teresa,mi madre espiritual,hago oración,con los ojos del alma,que existen en el recogimiento,contemplo la sagrada pasión,CRUENTAMENTE,hasta que el sacerdote termina la Consagración,Ver la película la Pasión cuando el que hace de San Juan Evangelista mira la Cruz y recuerda la ultima cena eso es la Misa,solamente que no es una película,el SEÑOR pone la CARA DE PEDERNAL,la ENDURECE y cON SU MAJESTAD INFINITA que asusta,los soldados se deben haber caido viendo su majestad,LEVANTAMOS y VAMOS nos arenga,para seguirlo hasta el GOLGOTA,los cielos se abren y todo eso que hay que vivirlo,practicamente estoy de rodillas toda la misa.La Soledad ,el Abandono,los sacramentos de la Iglesia,el Sagrado COrazón,están alli,también a la SANTISIMA VIRGEN la PIENSo con una BELLLEZA sin igual,el SEÑOR CON UNA VALENTIA SIN IGUAL ENFRENTA,todo y la Cruz,en la que no la pierde.SERENIDAD APABULLANTE,MAJESTAD INFINITA;VARON!!! de los DOLORES,cierren los ojos del cuerpo y se abriran los del alma,contemplen ese misterio enorme,como dice mi director hombre muy estudioso está en ACTO,se repite en todas las misas,en realidad es la UNICA MISA,SAN BRUNO el mundo GIRA,LA CRUZ PERMANECE.a Cristo por Maria y con el Papa.Todo esto que parece y es terrible se acompaña de una belleza sin igual,leer la Sacramentum Caritatis,Miren la Pasión,pero recuerden que no es una película,es la REALIDAD,de ahÏ sale el Santisimo Sacramento.Vayan mucho antes hagan oración,acudan a la Santisima Virgen,mediten en lo que var a vivir,y después quedense mucho rato se produce la transmormación humano divina.A Cristo por Maaria y con el Papa.Requiere morir misticamente,pero eso es la Santisima Misa.
22/10/13 3:29 PM
  
carlos
Benedicto XVI,el que se pone de rodillas cree.A Dios no se lo puede tratar,de otra manera,Santa Teresa,camino de perfeccción,nosotros nada,EL TODO,y sigue,lo otro es barbarie y siendo la Misa MAS Y MAS BARBARIE:A Cristo por Maria y con el papa.
22/10/13 3:33 PM

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