Nuevo libro: “Día a día con Manuel Lozano Garrido, “Lolo”

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Aquellos que mejor han sabido demostrar que son hijos de Dios siempre deberían ser ejemplo para nosotros.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Día a día con Manuel Lozano Garrido, Lolo

Título: Día a día con Manuel Lozano Garrido, “Lolo”
Autor: Eleuterio Fernández Guzmán
Editorial: Lulu.com/Amazon-kindle
Páginas: 93
Precio aprox.: 5 € en formato libro; 4’14 € formato kindle
ISBN – Lulu-: 5800094740753
Año edición: 2013
Lo puedes adquirir en Lulu.com o, también, en Amazon

Manuel Lozano Garrido, Lolo, nace en Linares, municipio de la Provincia de Jaén, en Andalucía (España) el 9 de agosto de 1920. Su inquietud religiosa pronto se manifestó al ingresar como socio Junior en el centro de Jóvenes de Acción Católica, entonces creado.

Dios, en su inmensa sabiduría, sabe preparar a los mejores para que sean los mejores. Así, Manuel, a lo largo de aquellos primeros años de su vida, supo aplicar, a su existencia, la piedad, el estudio y la oración como instrumentos del fortalecimiento de su alma y como preparación para lo que luego tendría que pasar.

Día a día con Manuel Lozano Garrido, Lolo

Con tan sólo 18 años, en 1938 fue encarcelado durante 3 meses en el contexto de la Guerra Civil y persecución religiosa que España sufrió y padeció entre los años 1936 y 1939. Y antes de terminar la contienda civil aparecieron los primeros síntomas de lo que era una enfermedad reumática que le iría, con el tiempo, impidiéndole realizar muchos de los movimientos que, hasta entonces, tenía como normales y propios de un ser humano.

Eso, sin embargo, no arredró a Manuel que acabada la guerra retomó sus estudios y, sobre todo, su actividad apostólica. Además, fue nombrado vicesecretario general del Centro de Juventud de Acción Católica donde católicamente militaba pues, como bien dice San Josemaría en el número 76 de “Es Cristo que pasa” que “La vida del cristiano es milicia, guerra, una hermosísima guerra de paz, que en nada coincide con las empresas bélicas humanas, porque se inspiran en la división y muchas veces en los odios, y la guerra de los hijos de Dios contra el propio egoísmo, se basa en la unidad y en el amor”.

A los 22 años de edad Manuel se ve confinado en una silla de ruedas y, desde 1943 (un año después) sufre inmovilidad total a lo que sumó la pérdida de la vista (últimos 9 años de su vida) y el ingreso en 1964 en la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).

Manuel empezó a colaborar en emisiones de radio a pesar de sus especiales circunstancias físicas. En 1940 escribe su primer artículo en la revista “Cruzada”. Funda la obra pía “Sinaí” (1956) dedicada a formar grupos de oración por la prensa. También escribe artículos en la prensa local y nacional. Es autor del “Decálogo del periodista” y de la “Oración por los periodistas” además de escribir nueve libros de espiritualidad, diarios, ensayos y una novela autobiográfica haciendo uso de su máquina de escribir, aliada de su espíritu y de su vida.

Lolo no pasa desapercibido para nadie porque se le reconoce el esfuerzo que hace y, sobre todo, la forma de llevarlo a cabo. Acepta su enfermedad de forma admirable y le sirve, la misma, como apostolado que muchos reciben admirando que sea tan laborioso, austero y piadoso y ganándose, a pulso de gozo, una fama de santidad que se tenía más que merecida.

Recibe, por ejemplo, el premio BRAVO de Prensa de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación (Conferencia Episcopal Española) en lo que sería el primero de tales premios. Además, es declarado hijo predilecto de Linares.

Manuel amaba a la Iglesia y lo hacía a través de Acción Católica y de su propia vida, llevada adelante con admirable tesón sólo propio de los grandes en la fe. Alegre y feliz es, como ha dicho el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo López, “un faro luminoso para muchos cristianos”.

Un día lo visitó, entre otras muchas personas, el Hno. Robert de Taizé y, viendo cómo afrontaba su situación de dolor, escribió algo que define a la perfección a Manuel Lozano Garrido: “Lolo, sacramento del dolor”. Además, dice José Luis Martín Descalzo (en “Misa en casa de Manolo”) que “Tu vida fue para mí una gracia el día en que celebré misa en tu casa. Tu muerte ha sido para mí otra gracia luminosa en estos años en que nos obstinamos en ver oscuro lo que Cristo nos entrega cada día tan claro” y es que Lolo recibió permiso para celebrar la Santa Misa en su “mesa redonda” porque era la mejor forma de que recibiera a su hermano Cristo siempre que eso pudiera ser posible.

Y es que, además, hasta para morir y marchar a la Casa del Padre fue ejemplo porque lo hizo un 3 de noviembre (de 1971) día de celebración de San Martín de Porres, más conocido como “Fray Escoba” quien supo cumplir con su fe, con Dios y con el prójimo en un rincón de su convento que es, salvadas las distancias pero no las circunstancias, como supo vivir Lolo en el espacio escaso de un sillón de ruedas.

El 17 de diciembre de 2007, el Papa Benedicto XVI declaró heroica la vida y virtudes del Venerable Manuel Lozano Garrido, “Lolo”. Posteriormente, en enero de 2008, en la Congregación para las Causas de los Santos, dio comienzo el estudio del proceso “super miro” a partir del cual ya se podía pasar a la fase consistente en estudiar el milagro que se atribuía a la intercesión de Lolo que, como decimos, ya había sido declarado Venerable.

Reunido el Colegio Médico y de los Teólogos-Jueces, los PP Cardenales y Obispos aprobaron, en sesión celebrada el 29 de septiembre de 2009, como milagro la curación atribuida al Venerable Manuel Lozano Garrido. Esto dio lugar a que el Santo Padre Benedicto XVI, el 19 de diciembre de 2009, firmara al decreto por el que se aprobaba de forma definitiva el milagro atribuido a Lolo.

Por fin, el 12 de junio de 2010 se llevó a cabo, en Linares, la declaración de Beato de Manuel Lozano Garrido. Presidió la ceremonia, como enviado del Papa, Monseñor Ángelo Amato, a la sazón Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

Y recientemente, septiembre de 2012, se le ha concedido, y entregado en su Linares natal, el Diploma de honor de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España que decidió entregarle tal galardón reconociéndole, además de sus valores humanos, la aportación moral e intelectual del beato a la profesión de periodista de la que es ejemplo grande y gozoso.

Pues bien, este libro recoge, para cada día del año, un pensamiento de los muchos que contienen los libros escritos por el Beato Lolo, al que acompaña el santoral para cada día.

Eleuterio Fernández Guzmán

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