21.04.17

Serie el sufrimiento – 4- El fruto del sufrimiento

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El tema del sufrimiento tiene mucho que ver con nuestra vida de hombres, de seres creados por una voluntad santa cuyo dueño es Dios mismo, Creador y Todopoderoso. 

Todos sufrimos. Queremos decir que en determinados momentos de nuestra vida somos visitados por alguien a quien no quisiéramos recibir pero que se presenta y no hay forma humana de deshacerse de él. Está presente y no podemos negar que muchas veces se hace notar y de qué manera. 

El caso es que para el ser humano común el dolor es expresión de un mal momento. Así, cuando una persona se ve sometida por los influjos de la enfermedad no parece que pase por el mejor momento de su vida. Lo físico, en el hombre, es componente esencial de su existencia. 

Pero hay muchas formas de ver la enfermedad y de enfrentarse a ella. No todo es decaimiento y pensamiento negativo al respecto del momento por el que se está pasando. Y así lo han entendido muchos creyentes que han sabido obtener, para su vida, lo que parecía imposible. 

Dice San Josemaría, en el número 208 de “Camino”, “Bendito sea el dolor. —Amado sea el dolor. —Santificado sea el dolor… ¡Glorificado sea el dolor!” porque entiende que no es sólo fuente de perjuicio físico sino que el mismo puede ser causa de santificación del hijo de Dios. 

Por eso en “Surco” dice el santo de lo ordinario algo que es muy importante: 

“Al pensar en todo lo de tu vida que se quedará sin valor, por no haberlo ofrecido a Dios, deberías sentirte avaro: ansioso de recogerlo todo, también de no desaprovechar ningún dolor. —Porque, si el dolor acompaña a la criatura, ¿qué es sino necedad el desperdiciarlo?”

Por lo tanto, no vale la pena deshacerse en maledicencias contra lo que padecemos. Espiritualmente, el dolor puede ser fuente de provecho para nuestra alma y para nuestro corazón; el sufrimiento, una forma de tener el alma más limpia. 

En el sentido aquí expuesto abunda el emérito Papa Benedicto XVI cuando, en una ocasión, en el momento del rezo del Ángelus, dijo que

 

“Sigue siendo cierto que la enfermedad es una condición típicamente humana, en la cual experimentamos realmente que no somos autosuficientes, sino que necesitamos de los demás. En este sentido podríamos decir, de modo paradójico, que la enfermedad puede ser un momento que restaura, en el cual experimentar la atención de los otros y ¡prestar atención a los otros! Sin embargo, esta será siempre una prueba, que puede llegar a ser larga y difícil.”

 

Sin embargo, en determinados momentos y enfermedades, el hecho mismo de salir bien parado de la misma no es cosa fácil y se nos pone a prueba para algo más que para soportar lo que nos está pasando. 

Entonces,

“Cuando la curación no llega y el sufrimiento se alarga, podemos permanecer como abrumados, aislados, y entonces nuestra vida se deprime y se deshumaniza. ¿Cómo debemos reaccionar ante este ataque del mal? Por supuesto que con la cura apropiada –la medicina en las últimas décadas ha dado grandes pasos, y estamos agradecidos–, pero la Palabra de Dios nos enseña que hay una actitud determinante y de fondo para hacer frente a la enfermedad, y es la fe en Dios, en su bondad. Lo repite siempre Jesús a la gente que sana: Tu fe te ha salvado (cf. Mc 5,34.36). Incluso de frente a la muerte, la fe puede hacer posible lo que es humanamente imposible. ¿Pero fe en qué? En el amor de Dios. He aquí la respuesta verdadera, que derrota radicalmente al mal. Así como Jesús se enfrentó al Maligno con la fuerza del amor que viene del Padre, así nosotros podemos afrontar y vencer la prueba de la enfermedad, teniendo nuestro corazón inmerso en el amor de Dios.”

Fe en Dios. Recomienda el Papa Alemán que no olvidemos lo único que nos puede sustentar en los momentos difíciles de nuestra vida y, siendo la enfermedad uno de los más destacados, no podemos dejar de lado lo que nos une con nuestro Creador. 

En realidad, lo que nos viene muy bien a la hora de poder soportar con gozo el dolor es el hecho de que nos sirva para comprender que somos muy limitados y que, en cuanto a la naturaleza, con poco nos venimos abajo físicamente. Nuestra perfección corporal (creación de la inteligencia superior de Dios) tiene, también, sus límites que no debemos olvidar. 

Pero también el dolor puede servirnos para humanizarnos y alcanzar un grado de solidaridad social que antes no teníamos. Así, ver la situación en la que nos encontramos puede resultar crucial para, por ejemplo, pedir en oración por el resto de personas enfermas que en el mundo padecen diversos males físicos o espirituales. 

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Es bien cierto que la humanidad sufre y que, cada uno de nosotros, en determinados momentos, vamos a pasar por enfermedades o simples dolores que es posible disminuyan nuestra capacidad material. Sin embargo, no deberíamos dejar pasar la oportunidad que se nos brinda para, en primer lugar, revisar nuestra vida por si acaso actuamos llevados por nuestro egoísmo y, en segundo lugar, tener en cuenta a los que también sufren. 

Y si, acaso, no comprendemos lo que aquí se quiere decir, bastará con conocer al Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, como para darnos cuenta de lo que en verdad hacemos negando, si así lo hacemos: el bien que podemos hacernos al gozar del dolor o hacer, del mismo, algo gozoso. 

Sufrimos: sí. ¿Podemos cambiar el negativo peso de espada de Damocles sobre nuestra vida que tiene el sufrimiento por liberación del alma?: también podemos responder a esto afirmativamente. Pero no podemos negar, ni queremos, que no es cosa fácil y que es más que probable que nos dejemos ir por el camino con una carga muy pesada. De todas formas, es seguro que podemos caminar mucho mejor sabiendo que tal carga la comparte con nosotros nuestro hermano Jesucristo. No miraremos, así, para otro lado y afrontaremos las circunstancias según las afrontaba el Mesías: de cara para no darles nunca la espalda. 

4 - El fruto del sufrimiento

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Que del sufrimiento se pueda obtener algún fruto ha de ser, para más de uno, cosa de necios pues ¿quién puede decir que obtiene algo del hecho mismo de sufrir? 

Tal forma de pensar dista mucha de la que puede considerarse la propia de un discípulo de Cristo Quien, no lo olvidemos, tanto fruto obtuvo del sufrimiento de su Pasión. 

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20.04.17

El rincón del hermano Rafael – “Saber esperar”- Darse cuenta de la existencia de Dios

“Rafael Arnáiz Barón nació el 9 de abril de 1911 en Burgos (España), donde también fue bautizado y recibió la confirmación. Allí mismo inició los estudios en el colegio de los PP. Jesuitas, recibiendo por primera vez la Eucaristía en 1919.”

Esta parte de una biografía que sobre nuestro santo la podemos encontrar en multitud de sitios de la red de redes o en los libros que sobre él se han escrito.

Hasta hace bien poco hemos dedicado este espacio a escribir sobre lo que el hermano Rafael había dejado dicho en su diario “Dios y mi alma”. Sin embargo, como es normal, terminó en su momento nuestro santo de dar forma a su pensamiento espiritual.

Sin embargo, San Rafael Arnáiz Barón había escrito mucho antes de dejar sus impresiones personales en aquel diario. Y algo de aquello es lo que vamos a traer aquí a partir de ahora.

             

Bajo el título “Saber esperar” se han recogido muchos pensamientos, divididos por temas, que manifestó el hermano Rafael. Y a los mismos vamos a tratar de referirnos en lo sucesivo.

“Saber Esperar” - Darse cuenta de la existencia de Dios

“Es alegre y dichoso el ver la bondad de Dios reflejada en las criaturas, de palpar su Misericordia y el Amor de Jesús.”

Hay quienes, o por no creer en Dios o por no tener claro de lo su existencia, sostiene que a Dios no puede vérsele. Con eso quieren poner en duda su existencia porque sabemos, saben, que lo que no se puede tocar o, al menos, ser conscientes de su existencia… no existe.

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19.04.17

Serie “Santos y Beatos” - San Onofre, ermitaño - 8 - Para rezar

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En su infinita Sabiduría, el Padre Dios ha sabido suscitar, a lo largo de los siglos, de entre sus hijos, a una cantidad relativamente significativa de los mismos para demostrarnos que no es imposible ser fieles a su Voluntad. Tales de entre nosotros han subido a los altares y, bien como santos bien como Beatos, nos muestran un camino a seguir.

Debemos decir, como es bien conocido y para que nadie se lleve a engaño, que los Santos y Beatos que a lo largo de la historia de la catolicidad han sido tales no siempre han llevado una vida perfecta porque como hombres o mujeres han podido tener sus momentos espirituales de cierta caída. Al fin y al cabo también eran pecadores.

Pues bien, el emérito Papa Benedicto XVI, en la Audiencia General del 13 de abril de 2011 dijo esto que sigue acerca de la santidad:

“La santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. Es ser semejantes a Jesús, como afirma san Pablo: ‘Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo’ (Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: ‘Viva será mi vida llena de ti’ (Confesiones, 10, 28). El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie está excluido de ella: ‘En los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la misma santidad. En efecto, todos, por la acción del Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a cuestas para merecer tener parte en su gloria’ (Lumen gentium, n. 41).”

Pues bien, aquellos hermanos nuestros que vamos a traer aquí han sabido cumplir lo mejor posible lo que nos dice el Papa. Seamos, nosotros mismos, fieles en lo poco para poder serlo en lo mucho.

 

San Onofre, ermitaño - 8-  Para rezar

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Con este breve aporte terminanos con esta humilde biografía de San Onofre. Y nada mejor que terminar con aquello que es, para nuestra fe católica, esencial: la oración.  

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18.04.17

Un amigo de Lolo – Cómo se miden las almas

Presentación

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

Cómo se miden las almas

“Para medir a las almas basta sólo con dos dimensiones: la de cielo y la de fango. Los espíritus grises tiran para el suelo, como los gases nocivos de las cocinas de butano. En cambio, los pulmones honrados buscan los promontorios de las colinas, y allí se ensanchan, con el aire virginal que les oxigena.(”Los pantanos se construyen en las afueras”, de “Desde este lado de la tapia").

Lo bueno y lo malo o ser buenos o ser malos. La dimensión espiritual del ser humano, creyente en Dios Todopoderoso e hijo de la Iglesia católica, se resume en eso y en eso, precisamente en eso, reside la medición de las almas.

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16.04.17

La Palabra del Domingo - 16 de abril de 2017

 

 

Jn 20. 1-9

“1 El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. 2 Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: ‘Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto.’ 3 Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. 4 Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. 5 Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. 6 Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, 7 y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, 9 pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos”.


COMENTARIO

 

¡Resucitó!

 

Aunque no podamos decir que sepamos lo que pensaron aquellos dos discípulos asustadizos (Pedro y Juan) no es poco cierto que podemos hacernos una idea de lo que pasó por sus corazones cuando aquella mujer, María Magdalena, entró corriendo donde estaban escondidos por miedo a los judíos, y les dicho que no estaba el cuerpo del Maestro. 

Aquella mujer, por cierto, amaba mucho a Jesús. Va al sepulcro cuando aún es de noche. Quiere visitar al Maestro y, seguramente, acabar de arreglar su cuerpo porque, por las prisas del viernes es posible que no terminaran las labores propias en tal caso. Y allí que acude, presurosa aprovechando las primeras horas del día. 

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15.04.17

Triduo Pascual: Sábado Santo

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Hay silencio en el mundo

porque ha muerto el Hijo

y nadie sabe que a los infiernos

ha descendido el Bendito.

 

¿Qué a los infiernos ha descendido

el santo de los santos

a liberar a los allí sumidos?

 

El mundo no sabe e ignora

que en unas pocas horas

saldrá del sepulcro ahuyentando

a la vencida muerte,

que sus manos y su costado

mostrará al incrédulo,

que habrá cumplido lo apuntado

tiempo atrás cuando enseñaba

lo importante de la Palabra.

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14.04.17

Triduo Pascual: Viernes Santo

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En manos de Dios

 

Desde el costado, desde esa herida que contiene el mundo porque bendice, que vierte agua como savia y sangre como vida, que ilumina porque es causa de la luz y respuesta de Dios; desde ese costado desde donde el Padre cruza con el Hijo la mirada y consuela su dolor, desde donde surge la divinidad como fuente de donde mana la gracia; desde ese costado donde la fe tiene sustento y la esperanza nacencia, desde donde la primavera del amor no cesa de emerger y dar fruto y ser; desde el costado, cima de la entrega, contempla el mundo, ese siglo que lo declara culpable. 

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13.04.17

Triduo Pascual: Jueves Santo

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“Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: ‘Tomad, este es mi cuerpo.’

Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: ‘Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios’ 

Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.”

 

El texto de san Marcos (14, 22-16) que hemos traído aquí refiere, en concreto, a un momento determinado de la Última Cena que Jesús celebró con sus discípulos

Sin duda esta no fue la primera Pascua que Jesús celebró con sus discípulos ya que en tres años de predicación, por fuerza tuvo que celebrar otras. Fue, al contrario, la última en la que llevó a cabo el ritual judío. Pero con algunos sustanciales cambios.

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12.04.17

Serie “Santos y Beatos” - San Onofre, ermitaño - 7 - San Onofre en el mundo

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En su infinita Sabiduría, el Padre Dios ha sabido suscitar, a lo largo de los siglos, de entre sus hijos, a una cantidad relativamente significativa de los mismos para demostrarnos que no es imposible ser fieles a su Voluntad. Tales de entre nosotros han subido a los altares y, bien como santos bien como Beatos, nos muestran un camino a seguir.

Debemos decir, como es bien conocido y para que nadie se lleve a engaño, que los Santos y Beatos que a lo largo de la historia de la catolicidad han sido tales no siempre han llevado una vida perfecta porque como hombres o mujeres han podido tener sus momentos espirituales de cierta caída. Al fin y al cabo también eran pecadores.

Pues bien, el emérito Papa Benedicto XVI, en la Audiencia General del 13 de abril de 2011 dijo esto que sigue acerca de la santidad:

“La santidad, la plenitud de la vida cristiana no consiste en realizar empresas extraordinarias, sino en unirse a Cristo, en vivir sus misterios, en hacer nuestras sus actitudes, sus pensamientos, sus comportamientos. La santidad se mide por la estatura que Cristo alcanza en nosotros, por el grado como, con la fuerza del Espíritu Santo, modelamos toda nuestra vida según la suya. Es ser semejantes a Jesús, como afirma san Pablo: ‘Porque a los que había conocido de antemano los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo’ (Rm 8, 29). Y san Agustín exclama: ‘Viva será mi vida llena de ti’ (Confesiones, 10, 28). El concilio Vaticano II, en la constitución sobre la Iglesia, habla con claridad de la llamada universal a la santidad, afirmando que nadie está excluido de ella: ‘En los diversos géneros de vida y ocupación, todos cultivan la misma santidad. En efecto, todos, por la acción del Espíritu de Dios, siguen a Cristo pobre, humilde y con la cruz a cuestas para merecer tener parte en su gloria’ (Lumen gentium, n. 41).”

Pues bien, aquellos hermanos nuestros que vamos a traer aquí han sabido cumplir lo mejor posible lo que nos dice el Papa. Seamos, nosotros mismos, fieles en lo poco para poder serlo en lo mucho.

 

San Onofre, ermitaño - 7 - San Onofre en el mundo

 

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Nuestro santo es venerado en muchos lugares del mundo. Así, desde aquel lugar en el que fuera enterrado por San Pafnucio la fama de santidad de San Onofre ha llegado a los lugares más recónditos.

Su culto se propagó por toda Europa Occidental, por el Medio Oriente, por la Europa del Este y por Rusia. El caso es que tanto las Iglesias Ortodoxas Orientales como la Iglesia Católica celebran su fiesta el 12 de junio.

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11.04.17

Un amigo de Lolo – La Sangre santa de Cristo

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Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

 

Libro de oración

 

En el libro “Rezar con el Beato Manuel Lozano, Lolo” (Publicado por Editorial Cobel, www.cobelediciones.com ) se hace referencia a una serie de textos del Beato de Linares (Jaén-España) en el que refleja la fe de nuestro amigo. Vamos a traer una selección de los mismos.

La Sangre santa de Cristo

“Si alguna vez os ponéis a hacer recuento de los frutos de vuestro corazón, yo os ruego que no recapituléis sobre el fervor y los consuelos sensibles. Hacedlo más bien sobre el dolor y la sangre, que es la única siembra que da cosecha. El saldo de Cristo lo dan cinco heridas y una misión que se pierde en la anchura del mundo y en la profundidad del tiempo. Hubieron podido contentarse con un Viernes Santo para los alcabaleros, los sanedrines o los artenos de su tierra y de su generación, pero la semilla de su agonía está viva para germinar ahora y también luego en las criaturas que vayan a Venus. (”Un corazón como el Universo”, de “Desde este lado de la tapia").

El Beato Manuel Lozano Garrido tiene muy claro qué es lo que importa a la hora de recapitular acerca de nuestra vida. Y es que, en un momento o en otro, lo haremos y, entonces, equivocarse sobre el qué es más que decisivo para nuestra vida eterna.

Lo que hacemos, lo que queremos hacer y llevamos a cabo si nos referimos a nuestra relación con el prójimo tiene mucho que ver con aquello que sale de nuestro corazón. Algunos pueden ser buenos y otros no tanto o, directamente, malos. Pero es ahí de donde salen las obras y las palabras.

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