InfoCatólica / Eleuterio Fernández Guzmán / Categoría: Muy personal

21.11.15

Yo agradezco…

 

Hoy me salto el orden establecido por mí mismo. Quiero decir que no voy a publicar la habitual serie de los sábados relacionada con la Santa Biblia. Y lo hago por una razón que, al menos para que esto escribe, es importante. Es más, es la que hace que, precisamente, esté aquí.

Corría el año 1963 cuando, en una andaluza Ciudad de nombre Granada vino al mundo un ser humano al que, pasado el tiempo pondrían el nombre de uno de sus abuelos. Tal era una costumbre muy arraigada en la España, ya, prehistórica (quiero decir que lo es por ser la que existía antes del nacimiento de quien esto escribe; es, pues, prehistórica, antes de mi misma historia) pero que, como las buenas y tradicionales costumbres, se ha perdido.

Era, por decirlo pronto, un 21 de noviembre. Por eso, un tal día como hoy el que esto escribe cumple 52 años.

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14.10.15

Carta a Willy Toledo

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Muy poco estimado Willy

Tengo que reconocer que cuando, a lo largo del tiempo, he leído o escuchado algunas de las declaraciones que, de vez en cuando, profieres, me ha quedado la sensación de que eres un pobre hombre. Y quiero que entiendas que no me refiero a tu economía. Quiero decir que das la impresión de ser un ser humano ínfimo, alguien que tiene una consideración de sí mismo en exceso soberbia. Y, ciertamente te digo, no pareces tan gran cosa.

 

Está claro que puedes tener las ideas que te dé la gana tener. Las tuyas, según muestras y demuestras, tienen poco que ver con quien es civilizado y tiene del resto de seres humanos una consideración de igualdad. Lo que quiero decirte es que ideológicamente eres una persona evidentemente desnortada. Y lo digo con toda la caridad del mundo y sin escribir lo que me parece de la ideología que sigues.

Digo que puedes creer lo que bien te parezca creer. Sin embargo, cuando uno hace lo que hace y según lo hace debe tener en cuenta que lo que se dice puede ofender.

Seguramente a ti te parezca que decir lo que dices al respecto de lo que dices sólo puede producir ofensa en quien se quiere dejar ofender. Ya sabes eso de “a palabras necias oídos sordos”. Y eso es cierto. Lo que pasa es que cuando se dicen según qué cosas se está rebasando una línea que nunca se debe rebasar si no es que se quiere verse dentro de algún problema más grave.

Todo esto viene al caso por algo que has dicho en las redes sociales. Según parece a ti te gusta defecar sobre muchas cosas. Y eso, para según qué personas, puede venir muy bien pues los efectos del estreñimiento prolongado nunca son buenos ni bien recibidos. En tu caso, sin embargo, eso no causa el efecto esperado. Y lo digo por lo que tu faz muestra y en la que, al parecer, no surte efecto el defecar como haces.

Bueno. Decía que puedes defecar según tengas a bien. Sin embargo, de aquello en lo que dices que defecas hay algo que no puedo consentir dejar sin contestar o contrarrestar.

Dices que te cagas “en la Virgen del Pilar”. Y hasta ahí hemos llegado, bonito.

Si hay algo que los católicos no podemos soportar es que alguien se acuerde de nuestra Madre como tú te has acordado.

Está claro que tú no tienes más fe que la que prediques de ti mismo y que te trae al pairo todo lo que, por tanto, tenga que ver la fe católica. Eso, a mí, me importa un pito pues sólo faltaría que individuos malcarados como tú estuviesen en la misma barca que personas como las que confesamos nuestra fe católica pues ya tenemos suficientes tibios entre los nuestros como para soportar adefesios como tú.

Te digo que eso que has dicho de la Virgen María, en una advocación muy querida por millones de personas (¡Sí, chiquilicuatre!, millones de personas) es más que grave. Seguramente para escribir lo que has escrito habrás tenido que pensar (es un decir esto) en qué ibas a defecar. Y te habrá salido, como suele ser habitual en los rojos, la maldita Iglesia católica. Y, entonces, aprovechando que le día era el que era (12 de octubre) te ha venido bien recordar de esa manera a la Madre de Dios a la que, en Zaragoza, se le tiene tanto cariño y amor.

¿Sabes lo que te pasa a ti?

Es bastante sencillo. Resulta que por ser como eres, no puedes soportar lo que supone una persona que entregó su vida a Dios y trajo al mundo a quien tanto detestas porque ni comprendes ni te importa un bledo comprender. Y como sabes que nada te va a pasar porque aquí no actuamos como lo harían otras religiones (por cierto, la musulmana tiene muy bien considerada a la Virgen María. Yo de ti me tentaría bien la ropa antes de decir según qué cosas) con personas como tú, pues te vales de eso para blasfemar de la Madre de Dios. Y sabes bien que eso va a ser así porque ya ha pasado muchas veces entre nosotros donde, por ejemplo, alguien se cagó en Dios en una obra de teatro sin consecuencia alguna (ni legal ni nada por el estilo) más que una leve respuesta en su contra por algunos (musulmanes y judíos incluidos).

La verdad es que tú das bastante asco. Y no me refiero a tu pinta propia de un desarrapado y de un pobre de salón. Me refiero a que sólo dices aquello que te sale de las tripas sin haber pasado el conveniente lavado de corazón. Bueno, a lo mejor es que lo tienes bastante negro y de eso sólo puede salir brutalidad e ignorancia.

Querido Willy. Francamente te diría muchas cosas que bien mereces que se te digan. Sin embargo, voy a pedir a Dios que te perdone aunque, de verdad, sí sepas lo que haces aunque sin saberlo.

Y eso, francamente te digo, es mucho peor y, sobre todo, peor de lo que tú, siquiera, puedas adivinar.

Un saludo y que Dios te bendiga aunque, entonces, aproveches para defecar en tu Creador. Y es que ya sabemos qué se dice de quien es desagradecido.

Pues eso, tú mismo.

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Por la libertad de Asia Bibi. 

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Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano GarridoLolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Algunas blasfemias merecen caer en el reino del olvido. Otras, sin embargo, merecen ser recordadas… para que se sepa.

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14.09.15

Oración y llanto

Hay noticias que conmueven el alma. Y la imagen que traemos aquí es muestra de que el ser humano se está superando a sí mismo en ser origen de terribles realidades.  Es posible que a día de hoy muchos hayan tratado de manipular al niño muerto para hacer bien a sus burdos intereses. Sin embargo, no debemos consentir que pasen cosas como ésta.

A tal respecto, en CitizenGo han iniciado una campaña cuyo Manifiesto dice lo siguiente:

“Manifiesto #YoSoyRefugiado

Las imágenes del ‘niño de la playa’ han sacudido las conciencias del mundo entero.

La crisis migratoria requiere decisiones firmes, valientes y generosas asumiendo que la Tierra es la casa de todos y que los Estados pueden y deben defender sus fronteras.

Más allá de las urgencias humanitarias, el problema obedece al enquistamiento del conflicto bélico en Siria ante la pasividad de la comunidad internacional.

Por otra parte, los vecinos países del golfo Pérsico como Arabia Saudí no han ofrecido ningún gesto de solidaridad o acogida.

Mientras, los países europeos mantienen una actitudhipócrita: hablan de solidaridad hasta que llega la hora de asumir el coste humano, logístico y presupuestario de la acogida.

La solución pasa por la intervención armada para pacificar el conflicto y la creación de estructuras institucionales, políticas, económicas y de seguridad que permitan el progreso y desincentiven las avalanchas.

Eso requiere decisión, plan, voluntad y solidaridad de todos. Así lo espero.”

Aquí se dicen cosas bien claras y que, de ser bien entendidas y contestadas por quien corresponda contestar, podían evitar que se produjeran imagénes como la del niño muerto en la orilla de una playa cuando iba en busca de libertad o, simplemente, de vida. 

A nosotros, aquellos que contemplamos esto, se nos pasan por el corazón muchas ideas no siempre buenas en contra de todos aquellos que hacen poco o nada por solucionar casos como este o similares. Al menos, como poco, deberíamos orar, pedir a Dios, manifestar nuestro gran fallo. 

Oración y llanto

Padre Dios. Creaste el mundo con sus criaturas

porque amabas cada ser y cada momento de la Creación.

Quisiste Tú que los seres humanos fueran semejanza tuya

y que se condujesen con la Ley del Amor

porque eran semejanza de Quien todo lo había hecho.

Tú todo lo mantienes y con tu Santa Providencia

a cada cual das lo que le corresponde.

Pero nosotros, tus hijos, no parece hayamos aprendido 

nada de lo que es amor o lo que es auxilio al necesitado;

no parece que seamos capaces de ver en el prójimo

a tu Hijo crucificado, ni en los sufrimientos ajenos

la sangre derramada camino del Calvario. 

Nosotros, Padre, debemos pedirte perdón

por ser tan tibios y por preferir nuestras comodidades

antes que sustuirlas por el vino nuevo de tu voluntad

creadora; debemos pedirte perdón porque no sabemos

amar sin distinguir a quien amamos, 

porque no comprendemos lo que significa ser hermanos

de toda la humanidad. 

Padre, perdona nuestra incapacidad para llorar

cuando hay que llorar, para orar cuando hay que orar

y, también, para manifestar un corazón de carne

como Tú quieres que lo tengamos.

¿Verdad que nos perdonas Padre? Y es que el único consuelo que nos queda ante una aberración tan grande como supone que pasen cosas como las que pasan en el mundo y los poderosos se tienten los bolsillos y tengan en cuenta sólo su cartera y no miren, como deberían hacerlo, hacia el origen de todo esto. 

Por cierto, ¿qué dicen ustedes de la “solidaridad” de las naciones musulmanas con muchos de estos refugiados que, seguramente, son de su misma religión?

¿Nada de nada? En efecto, nada de nada. 

Descansa en paz Aylan.

Eleuterio Fernández Guzmán

Nazareno

 

Panecillos de meditación

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Panecillo de hoy:

Seguro que el corazón de  Dios se conmueve cuando ve a un niño muerto así. Los de los hombres… mucho menos. 

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28.05.15

La misteriosa levedad del ser humano

Muchas veces decimos eso de que “no somos nada”. Y suele ser tras el fallecimiento de alguna persona, conocida o no. Entonces caemos en la cuenta de lo poco que somos aunque creamos lo contrario y nos gloriemos de nuestra propia vida como dándonos una importancia que no tenemos y, a lo mejor, hasta ni merecemos.

Es bien cierto que poco somos si nos arrimamos a Dios Padre. En su poder total nosotros aparecemos como una simple mota de polvo ante la inmensidad de una estrella que, como el Sol, además es considerada una que lo es enana.

Hay, sin embargo, noticias que nos muestran hasta qué punto esto es verdad. Y las hay que son muy tristes a la par que indicadoras de lo que somos. Esta dice lo que sigue:

“Muere arrollada por un tren en Dénia cuando oía música con unos auriculares”.

Tenía 29 años y caminaba hacia su lugar de trabajo. Un día más, como otros iba a ser. Tendría momentos duros y momentos de gozo en los que amaría la vida de una forma especial. Sentidos segundos de amor con los que fomentar, en su corazón, la seguridad de que valía la pena existir, que Dios le había hecho un gran favor creándola. Y es que era mujer.

A lo mejor, incluso, no tenía creencia alguna. Sin embargo, a pesar de no tener un sostén tan importante como es la fe, seguramente amaría la vida, la suya, la de los suyos, la de sus conocidos y, en general, la de todo ser humano que no tenga en su mente malas ideas para con su prójimo. Y es que debía ser una persona común… como somos la gran mayoría de las personas.

Sin embargo, seguro que no esperaba que las cosas se torcieran en un momento determinado. Cuando aquel tren la atropelló debía estar en el mejor de los mundos. Lo decimos porque no se enteró de nada: de los avisos del maquinista ni de, seguramente, los gestos que le haría más de uno que veía lo que estaba a punto de suceder.

Ella caminaba y no apreció la levedad de su vida, de su existencia, de lo poco que somos y de la nada que podemos llegar a ser en un segundo cualquiera. Y es que nuestro ser, aquel que tanto amamos (aunque no siempre protegemos de tentaciones) es liviano como una pluma y ligero para dejar de ser. Y eso es lo que Dios quiere. Para eso nos ha creado así. Y debemos ser conscientes de lo que eso supone, de que en cualquier momento podemos ser llamados (sin avisar siquiera) a presentarnos ante su Tribunal.

De todas formas, pido por la persona que aquí nos ha servido de ejemplo. Y pido a Dios que la tenga en su seno y que le perdone lo que tenga que perdonarle porque, a lo mejor, no ha acudido suficientemente preparada a su presencia, a su Juicio particular. Y estoy seguro que Dios, en su Justicia y Misericordia, sabrá hacerlo porque, si nos hizo tan leves, más fuerte es su Amor por nosotros.

  

Eleuterio Fernández Guzmán

 Nazareno

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Panecillo de hoy:

Somos tan leves, tan poca cosa…

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13.02.15

Libro: Novena a San Josemaría

 

       Novena a San Josemaría - Sobre el comportamiento y ser del cristiano                   Novena a San Josemaría - Sobre el comportamiento y ser del cristiano

Título: Novena a San Josemaría – Sobre el comportamiento y ser del cristiano

Autor: Eleuterio Fernández Guzmán

Editorial: Lulu

Páginas: 46

Precio aprox.: 3,88 € papel – 1 € Libro electrónico 

ISBN Papel: 978-1-326-18376-9

ISBN eBook: 978-1-326-18381-3

Año edición: 2015

Lo puedes adquirir en Lulu, en versión papel y en versión eBook.

Novena a San Josemaría – Sobre el comportamiento y ser del cristiano, de Eleuterio Fernández Guzmán

Si por algo es conocido san Josemaría es por ser tenido como el santo de lo ordinario o, lo que es lo mismo, por un cristiano que supo darse cuenta de que en lo pequeño de cada día, de cada comportamiento, está sembrada la semilla de la santidad.

Dice san Josemaría (en Surco, 314) lo siguiente que puede mover a una pequeña reflexión sobre el tema que aquí tratamos y que no es otro que la, digamos, santidad alcanzable por cada uno de nosotros a través de un comportamiento del que se pueda decir que es, verdaderamente, cristiano: “¿Quién ha dicho que, para llegar a la santidad, sea necesario refugiarse en una celda o en la soledad de una montaña?”, se preguntaba, asombrado, un buen padre de familia, que añadía: “entonces serían santas, no las personas, sino la celda o la montaña. Parece que se han olvidado de que el Señor nos ha dicho expresamente a todos y cada uno: sed santos, como mi Padre celestial es santo”.

—Solamente le comenté: “además de querer el Señor que seamos santos, a cada uno le concede las gracias oportunas”.

 

Pero para eso no se requiere, como pudiera pensarse, una actitud que esté más allá del mundo el que estamos sino, al contrario, una que lo sea favorable a la santificación del mismo pero teniendo en cuenta, muy en cuenta, a Dios y a su voluntad.

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