Un amigo de Lolo– "Lolo, libro a libro"- Cristo Médico – y 7
Presentación
Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista que vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infligían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.
Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.
Con la ayuda de Dios vamos a dar cabida en este blog y, en concreto, en el lugar donde le corresponde que no es otro que el que se refiere al #beatoLolo, lo mismo que hicimos en lo referido a Lolo, periodista, a lo refiere el capítulo de su “Mesa redonda con Dios” de título “El Médico”.
Y no, no se trata de que en sus ratos libres Lolo fuera médico sino que el susodicho capítulo viene referido a Jesucristo como Médico, donde el alma tanto va a tener que ver.
Con la ayuda de Dios estamos dando cabida en este blog y, en concreto, en el lugar donde le corresponde que no es otro que el que se refiere al Beato Manuel Lozano Garrido, lo mismo que hicimos en lo referido a Lolo, periodista, a lo que refiere el capítulo de su “Mesa redonda con Dios” de título “El Médico”.
Y no, no se trata de que en sus ratos libres Lolo fuera médico sino que el susodicho capítulo viene referido a Jesucristo como Médico, donde el alma tanto va a tener que ver.
Cristo Médico – y 7
“Tiro alegremente de tu fuente de paternidad y me doy a tu Providencia, porque quiero vivir avaramente el ansia de ser útil a los demás.” (Mesa redonda con Dios, p. 7)
Es cierto y verdad que el ser humano tiene cierta tendencia a creerse que por sí mismo todo lo puede hacer y que, en realidad, Dios tampoco le va a solucionar determinado problema. A eso, claro está, podemos llamar soberbia pero, con relación a Quien todo esto se refiere… más bien podemos llamar ceguera voluntaria.
Al parecer, eso no es no más conveniente y, como se nos dice en este texto del capítulo “El Médico”, más bien deberíamos algo que está, aunque a veces pensemos que no, más cerca de nosotros de lo que creemos: Dios mismo.
Nos dice Lolo, o pone en boca de su Médico que sí, que debemos darnos con alegría a lo que supone que Dios existe y, sobre todo, que es nuestro Padre. Y Jesucristo bien que lo demostró a lo largo de la vida que conocemos de su existencia: orando a Dios, dirigiéndose a su Padre del Cielo para dar gracias o para determinada determinado don y, claro, también gracia. En fin… que no dudó ni por un instante que la mano del Todopoderoso iba a echársela cuando fuera necesario hacerlo.
En primer lugar, que se conoce la realidad misma según la cual Dios nunca abandona a su descendencia; luego, que se tiene la suficiente confianza como para dejarse conducir.
La conducción a la que nos referimos no es otra que la santa Providencia de Dios.
Dejarnos en manos de la Providencia de Dios no ha de querer decir algo así como “pues no hago nada y que Dios lo provea todo…”. Eso sería un error de principiantes en la fe y mostraría aquello que tuvo que decir San Pablo a algunos que si no trabajan que no comiesen porque confiados en la pronta venida, por segunda vez, de Jesucristo, creyeron que lo mejor era no hacer nada. Y no era eso, claro está.
No. Dejarnos llevar por la Providencia de Dios ha de querer decir tener confianza en que nuestros actos estén de acuerdo con lo que Dios quiere para nosotros. Y sólo así actuaremos como Dios quiere que actuemos porque confiamos en que lo que ansía para su descendencia sólo puede ser lo mejor.
Resulta curioso, por otra parte, que nosotros podemos hacer, por decirlo así, con la Providencia de Dios aquellos que queramos. Y sí, a veces, no queremos hacer nada con ella. Sin embargo, como nos dice Lolo en este texto, es posible querer actuar avaramente con el tener muy en cuenta el bien del prójimo.
Amar al prójimo como nos amamos a nosotros mismos no es expresión baladí o que tenga poca importancia. Y es que tiene tanta que Cristo lo definió como el segundo Mandamiento, así en general, después del primero de amar a Dios sobre todas las cosas.
Y, al parecer y según podemos leer aquí, a nosotros nos conviene ansiar el bien del otro. Y por eso, nuestro amigo, teniendo en cuenta la medicina de Cristo, es lo que hizo siempre.
Eleuterio Fernández Guzmán
Panecillos de meditación
Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.
Panecillo de hoy:
Saber sufrir, espiritualmente hablando, es un verdadero tesoro.
Para leer Fe y Obras.
Para leer Apostolado de la Cruz y la Vida Eterna.
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