Ventana a la Tierra Media - El todo de Tolkien: El Silmarillion

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Es cierto y verdad que toda la obra escrita por J.R.R. Tolkien vale la pena. También lo es que seguramente a unos les parezca mejor una narración que otra. Y es que como sobre gustos no hay nada escrito es aplicable tan sabio principio a esto que nos toca.

Pues bien, estamos casi seguros de que en el corazón de Tolkien padre había una ilusión y una pena: la primera tenía relación con la publicación de lo que era el origen de todo; la segunda, con no hacer podido hacerlo. Y nos referimos, como es posible adivinar, a El Silmarillion, joya literaria sustenta en otras joyas que dan nombre al mismo.

Sobre lo primero, no es raro creer que el profesor de Oxford, cuando escribía los primeros relatos que formarían parte de aquel embrión que se llamaría Tierra Media gozaba sobremanera.

Sobre esto dice Tom A. Shippey en su “Tolkien. Camino hacia la Tierra Media” que “El Silmarillion había comenzado su gestación, que habría de durar sesenta años, hacia 1914

El caso es que esta magna obra no llegó a publicarse en vida de su autor, seguramente, por muchas causas y, también, motivos pues no está de más pensar que sería el propio Tolkien quien tuviera influencia en un cosa así.

De formas, en el libro citado arriba, se dice esto:

“¿Por qué entonces no pudo Tolkien concluir sus leyendas de la Primera Edad?

Una respuesta a esto, personal si se quiere, ha sido dada por Humphrey Carpenter en las páginas 263-265 de su Biografía. Señala que hubo en los años postreros de la vida de Tolkien ‘una falta de continuidad en su labor que demoraba la conclusión de cualquier proyecto (y que) lo frustraba cada vez más’. En parte las causas eran externas —pérdida de amigos, huestes de visitantes—, pero en parte se debía a su temperamento: Tolkien no podía «sujetarse a una disciplina que le ayudase a adoptar métodos regulares de trabajo» (una falta de la que se daba cuenta desde la época de Hoja de Niggle). El Silmarillion fue, de acuerdo con esto, retrasado durante mucho tiempo, en opinión de Carpen ter, por dilación y preocupación por cosas superfluas, por crucigramas y solitarios, por dibujos de garabatos heráldicos y por responder a las cartas de los lectores; todo ello complicado, se debería añadir, por las energías decadentes de la edad (cfr. Cartas, p. 268). Es ésta una visión convincente, y sin duda verdadera en parte. Con todo, no es el cuadro que ofrece alguien que no se toma las cosas en serio: antes bien muestra un esfuerzo intelectual continuo, aunque mal dirigido. Se podría puntualizar que es una experiencia común encontrar que la gente concienzuda que debe hacer una tarea que la excede (por ejemplo, escribir un libro) se vuelve en su inseguridad a realizar en su lugar una serie de tareas más fáciles (como contestar el correo, preparar planes de estudio o racionalizar la organización de la oficina). Algo así parece haber sido el caso de Tolkien. Pudo haber malgastado su tiempo en construir etimologías y escribir cartas amables a extraños. Pero estas actividades le ocuparon, podríamos pensar, porque podía ver que se había pintado a sí mismo en una esquina: la razón puramente literaria para no concluir El Silmarillion es deducible no sólo de esa obra, sino de casi la totalidad de la carrera profesional de Tolkien.”

Libro El Silmarillion (Edición de Bolsillo, J. R. R. Tolkien, ISBN  9789584236364. Comprar en Buscalibre

Está claro que el autor de El Silmarillion no era una persona poco ocupada sino todo lo contrario. Y, como diría aquel, se fue juntando un año con otro y hasta murió quien compuso aquel batiburrillo de historias que, en sí mismo, era y es una maravillosa forma de hacer discurrir la historia de la Tierra Media por aquella Primera Edad de su tiempo, el principio de todo, el ayer que pasó y que se cuenta en historias a calor de un buen fuego o en el caluroso verano, según corresponda la cosa.

 

Es bien cierto que El Silmarillion no es ni El Hobbit ni El Señor de los Anillos ni mucho menos uno de sus cuentos cortos. No. Y, por tanto, no se puede acudir al mismo con una esperanza que, si es tal, no se va a cumplir. Y eso, aunque se piense otra cosa, es algo más que bueno. Y lo es porque en la obra inicial de Tolkien hay algo que sirve de nexo a las demás. Es decir, a partir de El Silmarillion todo lo demás se comprende mejor. Es más, todo lo demás es y no sólo está, así, como cosa propia.

 

Tampoco es esta obra una novela al uso o, lo que es mismo, un suceder de aventuras con cierta continuidad. No lo es.  Y eso, como hemos dicho antes al respecto de su no realidad de cuento común, es algo que debemos tener en cuenta pero para bien y no para sostener que no es más que un suceder, que no, de realidades que no tienen conexión. Y es que cada una de ellas tiene vida, por decirlo así, propia, y representa determinado aspecto que luego, con el tiempo, se tendrá muy en cuenta. Y es que se trataba de la abonada tierra donde se plantarán, al menos, Tres Edades… 

Podemos decir que El Silmarillion repasa lo que fue en un principio la creación (sub) de todo lo que conocemos como “universo Tolkien” y, desde ahí, parte hacia el desarrollo de un mundo que, al nacer, balbucea en sus seres y crea nuevos ambientes reales que son los que se han de desarrollar a lo largo de los años. Por eso podemos decir que nos encontramos ante una serie de tramas que son, en sí mismas, las que conforman una más general, genérica. Y es la que da forma a todo a modo de raíz desde la que se desarrollan, en ella y a partir de ella, las historias y cuentos que han de venir. 

Nosotros no tenemos palabras grandilocuentes ni más certeras que las que aquí ponemos pues, para eso están los que conocen al dedillo los intríngulis de estas obras de Tolkien, de ésta. Sin embargo, como lectores sencillos de sus letras y frases, podemos decir que al leer El Silmarillion tenemos la sensación, primero, de que algo grande esta naciendo. Pero luego nos damos cuenta de que ha de venir algo, quizá no más grande pero sí algo así como el desarrollo de un ser inicial, como los hilos que, unidos al origen, dan vida a todo lo allí sugerido. Y, siendo cierto que ya lo conocemos bien (todo se ha publicado desde hace bastantes años; todo lo básico, al menos) no podemos dejar decir que cuando leemos El Silmarillion da la sensación de que todo comienza de nuevo y que podemos recorrer, otra vez, los caminos, valles y montañas de la Tierra Media con sensación de descubrimiento. Sí, algo así como si viéramos nacer, otra vez, el mundo. Y así lo decimos.

  

 

Eleuterio Fernández Guzmán- Erkenbrand de Edhellond

3 comentarios

  
Tulkas
Hola.

Yo tengo una tesis de por qué Tolkien no pudo acabar el Simarillion. Esta tesis deriva de la seriedad absoluta de su concepto de "subcreación" y es muy sencilla.

Decía Maritain que en las buenas novelas, los personajes no se pliegan a la mente del autor, sino que se revelan. Tolkien en sus cartas alude a esto mismo en el proceso de redacción de ESDA, cuando dice, por ejemplo, que se topó con Bárbol y se llevó exactamente la misma sorpresa al encontrarlo que se llevaron Merry y Pippin

Entre el Creador y el subcreador se da un cierto paralelismo analógico. Igual que Satánas y el hombre se han revelado libremente contradiciendo el plan de Dios, los personajes de Tolkien se le rebelaron, adquiriendo un nivel de autonomía asombroso.

EFG

Le doy a usted toda la razón pues es verdad que muchas veces los personajes van por libre y, aunque eso pueda parecer extraño, le aseguro que pasa.
13/05/21 10:40 AM
  
Ronin
He comenzado a leerme, ayer, el libro de los cuentos inconclusos. En el prologo su hijo Christofer explica un poco la dificultad que tuvo a la hora de juntar las piezas de mucho de lo que quedaba a medio hacer.

Creo que habría que agradecer a Christofer, personaje controvertido, el que hoy podamos gozar de muchas cosas que quedaron a medias cuando el maestro Tolkien falleció.

EFG

Es más que verdad que debemos agradecer al hijo de Tolkien que hiciera esa labor tan difícil. A veces se dice que se nota mucho la mano del hijo en El Silmarillion pero a mí me parece que es mejor que se note la mano que no haya nada que notar...
13/05/21 4:54 PM
  
Tulkas
Exacto. No pasa nada.
Gracias a esas manos podemos gozar de más cuentos de Tolkien, del Finale de la IX de Bruckner, del Requiem de Mozart y en general de todas y cada una de las catedrales de Europa.

EFG

Amén.
14/05/21 11:51 AM

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